Problemas en la vecindad, pero nuestra casa en orden

Por Alfredo Asti (*) | @AlfredoAsti

Nuestro país se enfrenta en estos tiempos a un escenario de gran incertidumbre internacional, temas como la crisis de la moneda turca, los conflictos comerciales EEUU-China, el impredecible Trump, la difícil institucionalización del Brexit, algunos resultados electorales en Europa, etc. mantienen en vilo a los mercados. En la región las cosas son aún más complicadas tanto en Brasil como Argentina (pese a las diferencias entre ambos procesos). Uruguay no está blindado ante estos problemas y tiene incluso algunos desafíos propios pendientes (como el déficit fiscal y el desempleo) pero tiene importantes fortalezas que le permite afrontar la situación con mucho mayor respaldo y totalmente alejado de la percepción de riesgo de crisis como sufrimos al inicio del siglo.

Frente a la preocupante crisis y derrumbe de la economía argentina, Uruguay debe mantener una actitud calma, proactiva, y no caer en pronósticos agoreros, con más fundamento político electoral que técnico, los cuales dañan al país.

En lo que va del año Argentina ha sufrido una devaluación de su moneda del 50% frente al dólar, el error de diagnóstico y las pretendidas medidas ortodoxas, pero con faltas de rigurosidad de Macri para intentar frenarla no han dado resultado. Por el contrario, debilitaron la institucionalidad y fomentaron la falta de confianza.

Hoy por hoy todas las variables económicas argentinas se alinean en contra: un déficit fiscal global del 8%, caída de la actividad (6,7 % en junio), desempleo (pasó de 7,2 % a fin del año 2017 a 9,1 % en la última medición), salario real (se estima un deterioro de entre 3 y 10 % para 2018), actividad industrial (disminuyó 7,5 % en junio, profundizando el desplome), inflación (se calcula entre 35 y 40 % hasta fin de año) y pobreza del 30 %, que el propio Macri anuncia que aumentará.

El principal problema de Argentina, más allá de la pérdida de solidez económica, es la falta de confianza hacia el país, contrariamente a la situación de Uruguay, que es de estabilidad macroeconómica y fiscal y de enorme solidez institucional y financiera, que se traducen precisamente en confianza hacia el país.

En estos 13 años de gobierno, la claridad en las reglas de juego, las reformas estructurales, la consciente reducción de la exposición al riesgo de contagios externos, junto con la baja percepción de la corrupción, ha sedimentado una imagen institucional del Uruguay muy sólida y reconocida a nivel internacional, que es uno de nuestros principales activos para la inversión extranjera.

Argentina, en cambio, enfrenta serias dificultades de imagen institucional, con escándalos de corrupción de por medio, que se proyectan hacia el exterior, ahuyentando a los inversores nacionales y extranjeros, una presa fácil de los efectos de las expectativas del mercado financiero.

Macri no logró construir la solidez institucional que Uruguay tiene hace tiempo y la valoración de todas las calificadoras de riesgo es consistente con esta diferencia. Así, mientras Argentina y Brasil están dentro de los países con grado especulativo, Uruguay se mantiene entre los países con grado inversor, incluso en algunos casos en un escalón superior al mínimo, otorgado por las principales calificadoras de riesgo, lo que permite acceder con mayor facilidad y a menor tasa al financiamiento.

Uruguay ha construido importantes fortalezas y se ha desacoplado de la región, en particular de Argentina, luego de la crisis de los cortes de puentes; desacople que es reconocido a nivel internacional, dejando atrás el dicho popular que aseveraba que “Cuando Argentina se resfría, Uruguay se engripa”.Como ejemplo de esto, recordemos lo que pasó en la crisis global de 2008, cuando Uruguay continuó creciendo mientras sus vecinos caían en estancamiento o recesión, y luego podemos ver la evolución desde 2011 a la fecha cuando con iguales vientos, la economía uruguaya creció más del 20% mientras que la de Argentina apenas lo hizo 2,2% y la de Brasil apenas 0,7%; y también cuando en 2014 y 2016 la economía argentina y la de Brasil decrecieron, la de Uruguay siguió creciendo, tal como se aprecia en el siguiente gráfico.

Nuestro país tiene un alto nivel de reservas internacionales. Es seguramente uno de los pocos países en el mundo con un respaldo financiero del orden del 30% de su producto. Gracias a las políticas económicas serias y responsables llevadas a cabo a lo largo de estos años, nuestro país no corre los mismos riesgos que corría previo a la crisis de 2002, ya que no hay un volumen importante de depósitos de argentinos y Uruguay tiene un sistema financiero mucho más fuerte, solvente y controlado que en aquellos años.

Además, hemos aprendido acerca de los riesgos de las economías demasiado dolarizadas, por este motivo en los últimos años hemos logrado una importante desdolarización de la deuda pública. Hoy alrededor del 50% de las emisiones están en moneda nacional, tanto en mercados locales como en mercados internacionales. El riesgo asociado a la volatilidad del dólar es significativamente menor que en 2002, gracias a la política cambiaria adoptada que no compromete un valor del tipo de cambio, como hicieran los gobiernos de Argentina y Uruguay en el pasado. A diferencia de la política de aquellos años, el BCU ha ido acompasando la tendencia internacional del dólar de manera responsable, con intervenciones periódicas para suavizar su evolución, sin contradecirla.

Por supuesto, no estamos inmunes. Sabemos que tanto Argentina como Brasil tienen un impacto importante en la exportación de bienes y servicios, pero esta situación no nos toma desprevenidos, por el contrario, se ha llevado adelante una política consistente de largo aliento, con el fin de reducir al mínimo el riesgo de “importar” una crisis económico-financiera como la que padeciéramos hace ya 16 años.

Las áreas que pueden verse afectadas son el turismo y la industria manufacturera, pero en términos generales, la vinculación comercial con Argentina ha declinado. Hoy Argentina se encuentra en el quinto lugar de exportaciones de bienes uruguayos, representando solo un 5,4% de las exportaciones totales, por detrás de China, Brasil y Estados Unidos.

El gobierno ha tomado medidas rápidamente para enfrentar esta situación. Con respecto al turismo, por ejemplo, se dispuso la reinstauración del beneficio de la devolución del 22% de IVA a los turistas no residentes y se amplió la rebaja del 8% al 24% en el combustible de frontera con Argentina. Se seguirá trabajando para pensar y aplicar políticas que amortigüen los efectos negativos en estos rubros, buscando proteger el comercio local. Por otra parte, en nuestro país el dólar se apreció menos que en Argentina y Brasil, pero más que en otros mercados con los cuales hemos ganado competitividad medida por el tipo de cambio.

Es bueno recordar que desde la oposición se aplaudió con beneplácito la llegada de Macri al gobierno y como se pretendió trazar un paralelismo con Uruguay, advirtiendo que, así como venían vientos de cambio en Argentina, luego de nuestras próximas elecciones nacionales esos mismos vientos vendrían aquí. Nos preguntamos ¿Qué piensan ahora? ¿Cuál será su programa de gobierno?, ¿Cuál es el modelo de país que proponen? ¿Acaso piensan aplicar la misma receta que Macri en Argentina y algunos en nuestro país cuando fueron gobierno?

Quiero pensar que quienes tanto aplaudieron la llegada de Mauricio Macri y su ortodoxia, entienden la pérdida de soberanía económica que supone pedirle decenas de miles de millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI). O quizás no, ya que fueron ellos quienes nos ataron al FMI a partir de la Carta de Intención de 1960 y nos endeudaron con rigurosas condiciones con ese organismo, que perduraron hasta el año 2006, cuando en el primer gobierno de Frente Amplio cancelamos anticipadamente la deuda originada con la crisis de 2002, pero también a diferencia de nuestros vecinos quienes solo cancelaron la deuda, Uruguay canceló el programa acordado con el Organismo.

Hay que tener memoria, mirar a nuestro alrededor y reflexionar el modelo neoliberal y restaurador que propone la derecha, con promesas de cambio que terminan siendo todo lo contrario, con ajustes económicos y consecuencias sociales nefastas que afectan a la gran mayoría de la población, con pérdida de derechos laborales, de beneficios sociales, de capacidad de compra y devaluación de la moneda. Esos son algunos de los lamentables efectos que se traducen en inestabilidad económica y que inevitablemente traen consigo la triste situación que está viviendo el país vecino, con multitudinarias manifestaciones populares, violencia, saqueos, incertidumbre; en definitiva, con un gran caos social.

Conocemos esa receta, la sufrimos y no queremos volver a padecerla.

                                                         (*) Diputado de Asamblea Uruguay – Frente Amplio.