Por: Marcos Soto (*)
¿Es usted de los que ha seguido el enigma que rodea a la actual princesa de Gales, Kate Middleton? A partir de su no aparición pública desde el pasado mes de diciembre, y con la última información oficial que indica que fue sometida a una intervención quirúrgica en enero, varias versiones de prensa y aficionados han intentado explicar este aparente extraño comportamiento. Desde que ya no esté con vida, a una posible venganza como respuesta a hipotéticas infidelidades de su marido, pasando porque está padeciendo una enfermedad, hasta que simplemente se encuentra alejada de los medios. Las dudas se han retroalimentado con una foto manipulada subida a sus redes donde aparece feliz con sus tres hijos. Como no hizo más que incrementar las suspicacias, días después apareció un video reproducido por un medio de prensa donde aparecería el matrimonio real de compras. Por unos instantes se calmaron las aguas. Pero no faltó quien dudara de la veracidad del video. ¿Era Kate la que acompañaba al príncipe? Según estudios que logran analizar ese video, parecería no ser finalmente la princesa. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué creer? Más allá de estar interesado o no en la chismografía monárquica, es interesante entender que esto parece ser un rasgo distintivo de nuestro tiempo. ¿Dónde está la verdad? Se cruzan versiones, ambas creíbles, ambas muestran plumas de veracidad. Sucede todo el tiempo. A nivel internacional y también a nivel local. Elija antojadizamente el escándalo público que más prefiera de los últimos años. Las redes sociales han llegado para retroalimentar este fenómeno, profundizando lo que en economía del comportamiento se llama el sesgo de confirmación.
Hasta aquí dos conceptos centrales. Por un lado, la virosis de la posverdad, que es el proceso de difusión de información no verificada en línea. Implica, entre otras cosas, la prevalencia de la percepción sobre la verdad objetiva en la formación de la opinión pública y la toma de decisiones. Por el otro, la explotación del sesgo de confirmación, fenómeno cognitivo que se refiere a la tendencia que tenemos las personas a buscar, interpretar y recordar información de una manera que confirme nuestras creencias preexistentes, mientras que tendemos a ignorar o descartar información que contradice esas creencias. En otras palabras, las personas tienden a buscar evidencia que confirme lo que ya creen y a evitar información que contradiga esas creencias. Si usted es de los que cree que algo ha sucedido con Kate Middleton precisará más de un video para que lo convenzan de lo contrario. Y aun así, podrá seguir sospechando que no es ella quien aparece en pantalla. Este sesgo puede influir en muchos aspectos de la vida, incluyendo la toma de decisiones, la evaluación de evidencia y la formación de opiniones.
¿Y por casa?
Según las últimas mediciones de la encuestadora Cifra, el principal problema de preocupación para los uruguayos es la inseguridad pública, y el segundo problema en relevancia es la situación económica. De hecho, un 37% de los uruguayos cree que la situación es mala, un 33% ni buena ni mala, y el restante 30% percibe que la situación es buena. Si se desagregan estos datos en función a la intención de voto se encuentra que quienes tienen la intención de votar al Partido Nacional, el 55% percibe a la situación económica como “buena” y sólo el 10% cree que la situación es “mala”. En el otro extremo, aquellos que tienen intención de votar al Frente Amplio, sólo el 14% cree que la situación es “buena” mientras que el 58% cree que es “mala”. Podríamos suponer que en un porcentaje relevante aquellos que sienten que la situación del país es mala votarían por un cambio, y viceversa. Sin embargo, esta explicación puede resultar demasiado simplista. ¿Dónde está la verdad? Seguramente ni tan de un lado, ni tan del otro.
No hay respuestas absolutas. En base a varios indicadores macro, estamos en situación similar a la del 2019. En algunos podremos estar algo mejor, y en otros rezagados. En año electoral, donde los motores de captación buscarán arrimar agua para sus molinos, el análisis económico independiente, riguroso, y despojado de intereses partidarios cobra no solo mayor relevancia, sino que a la vez estará sometido a la maraña de la posverdad y sesgo de confirmación. En buen romance, dichos aportes corren riesgo de ser condenados por parte de la opinión pública de estar de un lado o del otro, bajo la crispación de las lógicas binarias sobre las cuales operan las democracias contemporáneas.
A estar atentos. Cuestionarse para reducir sesgos. Nutrirse de varias fuentes y desarrollo de pensamiento crítico, son claves para la formación saludable de opinión.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad.
(*) Economista, decano de la UCU Business School.