Un campo experimental al servicio de la salud pública

Por Instituto de Higiene Profesor Arnoldo Berta  (*) |@InstitutodeHig1

Ubicado a unos kilómetros de Montevideo, en el Paraje Costas de Pando, 180 hectáreas de terreno ofrecen a la ciencia uruguaya un servicio único. Se trata del campo experimental, propiedad del Instituto de Higiene de la Facultad de Medicina, que se dedica desde hace casi 100 años a la producción de animales para la ciencia y posibilita la creación de reactivos de alta calidad para la atención médica y animal, y la realización de estudios, siempre alineados con las normas éticas mundiales de bienestar animal.

El campo experimental data desde 1936, lo que lo transforma en uno de los más antiguos del Uruguay. Al inicio, su objetivo fue la producción de antisueros de origen animal para el control de enfermedades emergentes como el suero antidiftérico, antitetánico, anti pestoso, antiofídico y anti meningocócico. 

Por eso, históricamente, los primeros animales que se produjeron allí fueron ratas, ratones, cobayos (conejillos de India) y equinos. Un tiempo después se sumaron los bovinos y, según los diferentes proyectos de investigación que estén en curso, pueden encontrarse otros, como codornices y ovejas.

Los avances biomédicos y los cambios generados a lo largo del siglo también fueron generando cambios. En la actualidad, un grupo de 40 profesionales, entre médicos, biólogos, veterinarios y técnicos de laboratorio, llevan a cabo más de 20 proyectos que corresponden a 15 laboratorios privados y públicos, unidades académicas y espacios de producción animal.

En general se dedican a atender las necesidades vinculadas a los proyectos de investigación que llevan adelante distintos grupos de la Universidad de la República (Instituto de Higiene, Facultad de Medicina, Química y Veterinaria), centros de investigación como el Instituto Clemente Estable y servicios públicos vinculados al Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Dilave del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

También trabajan en base a convenios con la industria, para dar soporte a ensayos biológicos usados en el control de vacunas de uso veterinario.

De ese modo, sus objetivos actualmente son producir reactivos biológicos, dar apoyo a la evaluación de medicamentos y vacunas de uso humano y veterinario, y promover el progreso de las ciencias de animales de experimentación.

Proyectos con objetivos concretos

Una de las prácticas frecuentes incluye el trabajo en cobayos, que son clave para la producción de vacunas desarrolladas por expertos del Instituto de Higiene, que luego pueden ser aplicadas en humanos.  

Según la veterinaria Florencia Negrín, responsable del Campo Experimental, el trabajo con estos animales ha mejorado con el tiempo. Antes, los recintos donde se criaban estos animales “tenían paredes de lona, y pasaban frío y calor”, pero “hoy están en un galpón cerrado, segmentado para las madres con cría y la recría, con aire acondicionado y extracción, con un área correspondiente por animal, según las reglamentaciones de bienestar animal”.

En el caso de los bovinos, además de investigaciones específicas en esta especie, su sangre se usa para alimentar a los mosquitos del Instituto de Higiene, que se crían para el estudio de enfermedades como dengue.

El campo cuenta con un rodeo de unos 70 animales que se manejan con criterios zootécnicos, sanitarios y de producción con características definidas. Como característica relevante, el rodeo se mantiene aplicando fármacos o vacunas solo cuando son estrictamente necesarios. Entre otros proyectos, entre 2017 y 2019, por ejemplo, se llevó adelante un proyecto que buscó desarrollar antiparasitarios para rumiantes, en particular para la cepa Haemonchus contortus.

En ovinos, se está trabajando en la adquisición de una nueva majada. Mientras tanto el campo aún cuenta con una capacidad de alojamiento para experimentación en estabulación para 20 ejemplares. En esta modalidad ya se han realizado proyectos de investigación que tienen como fin el desarrollo de una vacuna recombinante contra la fascioliasis en ovejas utilizando como adyuvantes nanopartículas basadas en saponinas de Quillaja brasiliensis.

En cuanto a la cría de codornices, existe un proyecto que emplea este modelo animal para ayudar a la detección del Mal de Chagas, especialmente en casos de bebés infectados con esta enfermedad. Además, el Departamento de Parasitología del Instituto de Higiene cuenta con un banco de cepas de triatominos, que es una familia de insectos a los que pertenece la vinchuca, vector del Chagas, que se emplean para el diagnóstico en humanos en casos sospechosos de esta enfermedad.

En los próximos meses se prevé la culminación de proyectos de investigación, cambios graduales de razas de bovinos, planificación del Proyecto Vacunación contra la Fascioliasis, nuevas siembras de sorgo y mijo, entre otras acciones.

Más allá del trabajo con animales, junto a la Cooperativa Piporé Ñandú Guazú, un grupo de productores orgánicos de Empalme Olmos, se trabajó en un área para el aprovechamiento de abonos verdes generados en esa localidad.

En el predio también se desarrollan otras actividades agrícolas y se venden los animales excedentes, por tanto, es un servicio autosustentable, que puede solventar nuevas inversiones.

Bienestar animal y ciencia

Para llevar a cabo todas las tareas de investigación, el servicio cuenta con personal acreditado para el uso y manejo de animales de experimentación con fines de docencia e investigación, y lo hace acompasando los avances en el manejo ético basado en normas internacionales, detalló Negrín.

La ética en el bienestar animal —parte esencial también del funcionamiento del Instituto de Higiene— busca reducir o evitar el sufrimiento de los animales y limitar las prácticas de experimentación.

    Más información en https://higiene.edu.uy/campo-experimental/

                                       (*) Sitio web http://www.higiene.edu.uy