Automatización del trabajo: “conciencia generalizada del problema” pero “lentitud en la acción”

Ignacio Munyo > Libro “La Revolución de los Humanos. El Futuro del Trabajo”

Foto: Pixabay

”En todos los rubros (de actividad) pasa lo mismo”, se necesita entre un 20% y 30% menos de personas para producir lo mismo, debido a la sustitución de tareas que realiza la tecnología, aseguró el economista Ignacio Munyo. A su entender, existe “una conciencia generalizada del problema” entre trabajadores, empresarios y sector político, pero considera que hay una lentitud en la acción hacia las soluciones. “La buena noticia es que este tema está más que discutido, lo que falta es que se empiece a ejecutar”, aseguró.

Hace un año, previo a que el covid-19 distorsionara todas nuestras vidas por completo, la automatización del trabajo y la sustitución del capital humano por tecnología constituía una de las principales problemáticas derivadas de la conocida como cuarta revolución industrial. Muchas personas en el mundo -y Uruguay no escapaba a esa tendencia-, ya veían como sus empleos corrían riesgo de perecer ante los avances tecnológicos.

En ese sentido, la irrupción de la pandemia precipitó un cambio que ya se estaba produciendo, lo que obliga también a apurar las respuestas de políticas para atender esta situación y evitar que las personas que pierdan sus empleos queden por el camino.

Esta temática es abordada en el libro “La Revolución de los Humanos. El Futuro del Trabajo”, basado en una investigación de Ignacio Munyo en conjunto con el periodista Federico Castillo, donde se analiza este tema sumamente complejo y relevante de esta nueva etapa de la historia. Ante su reciente publicación, la Cámara Oficial Española de Comercio, Industria y Navegación organizó un conversatorio sobre el libro del que participaron Munyo y el presidente de la Fundación Astur y expresidente del BID, Enrique Iglesias.

Revoluciones por minuto

El economista, actual director ejecutivo de Ceres, recordó que a partir de 2016 se comenzó a trabajar en conocer el impacto de la automatización del trabajo, evaluando la situación específica de Uruguay. Ya por entonces se advertía que un 60% de los cargos ocupados en Uruguay tendían a desaparecer en un proceso gradual que podría llevar unos veinte años.

De hecho, comentó que una característica que tenían los 60 mil puestos de trabajo que se habían perdido en la economía uruguaya antes de la pandemia era que se trataba en su totalidad de tareas que corrían riesgo de eliminación, por tratarse de labores rutinarias.

Pero más allá de los “números fríos”, la intención del libro era la de “ponerle carne y hueso” a aquellos trabajos de personas cuyas tareas eran “inherentemente humanas y, por lo tanto, irremplazables por la tecnología”. Ello implica trabajos que requieren de personalidad, empatía, sensibilidad, creatividad, artesanía manual fina, entre otras características.

Los entrevistados para el libro fueron desde el célebre chef argentino Francis Mallman, hasta el director del Hogar Ituzaingó de la Colonia Berro, un centro que se encarga de rehabilitar menores homicidas, Jorge Muñoz. A partir de estos diálogos se busca “sensibilizar y transmitir a las personas qué tipos de actividades van a estar presentes en el futuro” y que por ello “hay que potenciarlas y desarrollarlas”.

Munyo evaluó que “en todos los rubros pasa lo mismo” y se necesitan entre un 20% y 30% menos de personas para producir lo mismo. “La tecnología está sustituyendo tareas en todos los sectores de actividad. Cosas que antes las hacía una persona, ahora las hace un programa y mucho más barato”, señaló Munyo, agregando que la pandemia hizo que muchas empresas adelantarán por necesidad su cronograma de incorporación tecnológica, lo que provocó una sustancial pérdida de empleos.
También destacó que el libro incluye un debate sobre “lo que se debe hacer”, valorando que existe “una conciencia generalizada del problema”, como surge de una charla con el presidente del PIT-CNT, Fernando Pereira,  y que “se repite en el gobierno y en los empresarios”. Sin embargo, lamentó que “por ahora hay una lentitud en la acción hacia las soluciones, a las medidas que se tienen que tomar, (y de) las políticas públicas, porque sí debe haber un rol importante del Estado”.

El economista estimó que la gran diferencia de esta revolución respecto a las anteriores, es “la velocidad del cambio”, lo que hace que “las personas se tengan que reinventar muy rápidamente para las nuevas necesidades”. En ese sentido, estimó que la capacitación permanente es la única solución posible. “Es la única receta para este problema. Reinventarse y adaptarse a los mismos desafíos. Es fácil decirlo, difícil de hacer”, estimó Munyo insistiendo en que ello requiere de un “rol importante del Estado” para proteger a aquellos que queden afuera. “La regulación laboral debe pensar más en la gente que no tiene trabajo que en la que tiene. Hoy está muy concentrado en ayudar al que tiene un empleo”, comentó.

La tormenta va a explotar

Munyo destacó que junto a Federico Castillos se buscó que el libro no fuera un trabajo académico destinado a una elite, sino que se convirtiera en “un libro masivo”, porque el tema lo exige. “Escribirlo de manera atractiva para el lector que no es especializado -por eso no es un libro largo- y que dispare más preguntas que respuestas”, destacó.

Si bien reconoció que es “un tema realmente complejo”, evaluó que en el fondo el mensaje del libro es optimista. “Estamos frente a una tormenta, pero si se apoya y si se hacen bien las cosas, en el fondo es un estadio superior de desarrollo, donde las cosas rutinarias las hacen automatismos, y las cosas diferentes y complejas las hacen las personas”, señaló.

 

“Estamos frente a una tormenta, pero si se apoya, y si se hacen bien las cosas, en el fondo es un estadio superior de desarrollo, donde las cosas rutinarias las hacen automatismos, y las cosas diferentes y complejas las hacen las personas”, señaló Ignacio Munyo.

También subrayó que este proceso “no es posible de frenar”, ya que quien incorpora tecnología en definitiva está siendo más eficiente y reduciendo costos. Sin embargo, también deja “una situación social compleja, de personas que quedan en el camino”.

En ese sentido, opinó que “lamentablemente estamos muy lejos de generar en nuestras nuevas generaciones una preparación adecuada para el futuro”. Graficó que de aquellos adolescentes que ingresen al liceo ahora, sólo un tercio accederá a instituciones que se han adaptado o que brindan herramientas para hacer un cambio. “La mayoría está en instituciones totalmente perimidas, que son insuficientes para lo que se necesita”, lamentó.

“La buena noticia es que este tema está más que discutido, lo que falta es que se empiece a ejecutar. Porque vamos a tener una generación perdida. Es momento de acción en materia educativa, y es una presión que tiene que hacer la sociedad civil”, resumió.


“Esta pandemia desgraciada” precipitó y aceleró cambios que iban a suceder en 15 o 20 años

Enrique Iglesias, presidente de la Fundación Astur, expresidente del BID, entre otra larga de lista de cargos de primer nivel, fue también el encargado de prologar el libro y el comentarista del evento organizado por la Cámara Española. Destacó que la investigación se refiere a “un tema crucial de la vida económica y de la vida política”. Desde los comienzos, el trabajo ha sido un factor fundamental del desarrollo humano y la inclusión de la tecnología ha sido el “gran transformador” de estos procesos.

Al igual que Munyo, se refirió a la aceleración de los cambios que trajo consigo el covid-19, lo que implica un problema adicional. “Esta pandemia desgraciada que nos tocó, aceleró y precipitó cambios que iban a suceder en 15 o 20 años, lo que hubiera permitido un progresivo acomodo”, señaló Iglesias.

Entre las “ventajas” del libro, destacó que el mismo pone de manifiesto que existe una revolución del mercado de trabajo, que va a crear nuevas demandas, por lo que el gran desafío es “la necesidad de contar con nuevas habilidades” lo que “asocia este problema al tema de la educación”.

También resaltó la importancia de que al trabajo lo acompañe la creatividad del trabajador. “No sólo el uso de las manos, de la tecnología, sino el de generar nuevas formas, que el trabajo sea una forma de crear a partir del ingenio”, puntualizó.

Por último, evaluó que para que estos cambios generen una mejora económica con justicia social, es relevante el rol del legislador y de las leyes para proteger a los trabajadores.