“Del Estado como proveedor de seguridad económica de la vejez no podemos esperar más de lo que tenemos hoy”

Las claves para entender la reforma previsional

Para entender sobre los aspectos fundamentales de la reforma previsional, se requieren explicaciones de quienes participaron en su elaboración. El abogado Rodolfo Saldain, la persona elegida para llevarla adelante, el martes pasado explicó, en un evento organizado por SURA, los principales puntos de la problemática, y resaltó que su factor fundamental se encuentra en la “relación de dependencia”.

En el piso 40 de la torre 4 del World Trade Center de Montevideo, con la zona noroeste de la capital del país de fondo y su trajín rutinario, Rodolfo Saldain, la persona elegida por Luis Lacalle Pou para llevar adelante la reforma previsional cuando asumió el gobierno, en un evento realizado por SURA Investment, explicó los principales ejes de la reforma ya implementada.

En su discurso, el foco de las explicaciones estuvo puesto en abordar aquellos puntos clave y de importancia para las decisiones de empresas, personas y quienes ofrecen servicios asociados al retiro.

Las líneas sobre las que empezar a pensar para entender el problema

Según explicó el abogado, en la actualidad existen “dos grandes fuerzas que van a estar dándole forma a las próximas décadas”. Una de ellas es la masificación de la longevidad, lo que está asociado con el problema previsional. “Esto significa que en un sistema público como el del BPS hay un enorme desafío de sustentabilidad. Pero también en los esquemas de ahorro personal, porque hay más años por delante”. En este sentido, resaltó que, a igual cantidad de ahorro, “más cantidad de años de sobrevida y menores cantidades de ingreso mensual”, por lo tanto, es “necesario ahorrar más, pero no tenemos idea cuánto más, porque estamos en vísperas de tecnologías radicales y todo aquello que nos está cambiando la vida”.

La otra fuerza fundamental para el experto radica en el patrimonio para la longevidad, donde residen los activos materiales e inmateriales y los pasivos, donde los cambios en las edades de retiro, el aumento de años de vida y el avance de la ciencia y la tecnología, juegan un papel de influencia.

La nueva vejez del siglo XXI

La vejez es el momento a partir del cual las personas no quieren o no pueden seguir en actividad para generar los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades de consumo. 

“La nueva contingencia de este siglo XXI es la obsolescencia de las habilidades laborales y la dependencia del cuidado, ya la familia no va a ser el gran cuidador”, explicó Saldain.

Citó ejemplos de países como Alemania y Estados Unidos, donde han creado un seguro de dependencia, y resaltó que es un debe que el país tiene, que, a pesar de contar con un Sistema Nacional Integrado de Cuidados, es “absolutamente simbólico” en este aspecto, con un nivel de cobertura de un 5% del total de la necesidad.

“El esquema general de la ley tiene un núcleo duro, subdividido en el reparto y en el ahorro. Tiene niveles mínimos de protección, con una innovación importante en lo que es el suplemento solidario, destinado a los deciles de menor ingreso de la población, y tiene otro apartado de regímenes voluntarios y complementarios, cuyo desarrollo va a depender fundamentalmente de la oferta de valor que hagan las empresas”, agregó.


La reforma y el rol del Estado 

La ley, tras ser modificada, define como un derecho humano el tener un “envejecimiento activo” y que las personas puedan superar la “clásica división” de la vida en tres etapas, para que se puedan desarrollar “múltiples etapas al mismo tiempo”, donde el retiro final será “más parcial y progresivo de lo que es hoy”.

Tal como explicó el expositor, el fundamento de la reforma se encuentra en la relación de dependencia. 

Este fundamento contempla la evolución de la relación de dependencia, donde se observó una predominante cantidad de consumidores por encima de productores. Sobre esto, es “insostenible” que una población en edad de trabajar cada vez “más chica” pueda sostener un estado de bienestar como el que Uruguay ha desarrollado desde el siglo pasado y en condiciones “razonables” de exigencia de productividad. 

“Del Estado como proveedor de seguridad económica de la vejez no podemos esperar más de lo que tenemos hoy, esto es algo que sabemos todos los que tuvimos una responsabilidad de gobierno en los últimos 30 o 40 años”, remató el especialista.