Los otros y la regiónEn cuanto a los “otros indicadores” de confianza (que no integran el ICC, pero que complementan la información general) mostraron en julio una evolución dispar respecto a junio: tres mejoraron, uno se mantuvo y dos empeoraron. Las expectativas de inflación y la capacidad de ahorro, fueron los dos indicadores que empeoraron. En el primer caso registró empeoró por segundo mes consecutivo y registró –junto con enero de 2021- el peor puntaje desde que se mide el índice. Ello podría deberse a los últimos incrementos en el precio de los combustibles, la incertidumbre de precio a futuro y el esperable aumento de aquellos productos o servicios que lo utilizan como insumo.Dentro de las variables que mejoraron (expectativas de ingresos, preferencia por la moneda nacional y expectativas de desempleo) las expectativas de ingreso y desempleo lo hicieron por cuarto mes consecutivo. En el caso de las expectativas de desempleo se obtiene el mejor puntaje registrado desde junio de 2011, lo que puede estar relacionado a una expectativa de recuperación económica y laboral.Por su parte, al analizar la confianza de los consumidores en los países de la región, si bien todos permanecen en la zona de pesimismo, todos mejoraron su desempeño. Uruguay y Brasil están en la zona de moderado pesimismo (entre 40 y 50 puntos), y Argentina y Chile permanecen en un nivel de atendible pesimismo (menos de 40 puntos). Chile sigue siendo el país con menor puntaje, aunque creció por segundo mes consecutivo (4,9 en junio y 7,6 en julio) y se ubica próximo a Argentina. Precisamente Argentina, luego de tres meses consecutivos de caída, mejora 3,3 puntos, quedando con el penúltimo puesto luego de Chile. Brasil aumentó por cuarto mes consecutivo. Esta mejora le permitió, en el mes de julio, afianzarse dentro de la zona de moderado pesimismo luego de haber permanecido en la zona de atendible pesimismo de diciembre de 2020 a mayo de 2021. Uruguay es el país con mayor puntaje (49,7).Empeoraron las expectativas de inflación, lo que podría deberse al aumento de los combustibles, la incertidumbre sobre su precio futuro y el esperable aumento de aquellos productos o servicios que lo utilizan como insumo.