O’Neill: “La rigidez laboral es un freno para la contratación y por ende afecta al empleo”

Presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales (CCE)

En una época de cambios, el empresariado uruguayo, liderado por la CCE, busca establecer un perfil que se ajuste a los desafíos que están llegando y que marcarán el ecosistema económico del futuro. La sostenibilidad económica, social y ambiental, sumada a la flexibilidad laboral, emergen como cambios estructurales necesarios para incorporarse a la dinámica competitiva mundial. Por otra parte, la inserción internacional y el capital humano se imponen como dificultades nacionales que son menester para pensar en el desarrollo colectivo. Sobre estos y otros conceptos, intercambió con CRÓNICAS el presidente de la institución, Diego O’Neill.

Por Matías Kapek | @matias_kb

-Asumió la presidencia de la CCE en marzo de este año. ¿Con qué desafíos se encontró? ¿Cuáles han sido las principales líneas de trabajo que ha planteado?

-La CCE es bastante joven, tiene apenas siete años, por eso una de las cosas necesarias es trabajar en la consolidación. Tiene que ver con seguir posicionándose como una organización referente en el sector empresarial, afianzar el funcionamiento interno y atender los planteos de los asociados. De forma paralela, entendemos que se debe trabajar en la jerarquización del rol del empresario en la economía y en la vida social. En otras palabras, darle un lugar acorde a la importancia que tiene como motor de la actividad, generador de empleo y como persona que genera ese dinamismo emprendedor que lleva al crecimiento y al desarrollo. De fondo, también nos parece que hay una manera de comunicar la actividad gremial que hay que cuidar y es algo que estamos tratando de hacer. Se trata de tener un discurso ponderado y equilibrado, que no solo mira lo económico, sino también lo social, lo ambiental, es con lo que tiene que ver la sostenibilidad. 

-El pasado viernes, en el evento que desarrolló la CCE en la Rural del Prado, se habló de sostenibilidad. ¿Por qué es importante? ¿Cuáles son los desafíos que se enfrentan en este sentido desde el sector privado?

-Es central pensar en el desarrollo de manera sostenible e integral. Se trata tanto del desarrollo económico, como del social y el también del cuidado medioambiental. En esa instancia no solo planteamos desafíos para el Estado, sino también para nosotros los empresarios. Se trata, por ejemplo, de aumentar la productividad incorporando tecnología y teniendo una actitud de innovación, elementos transversales a todos los sectores de actividad. En esta línea, es bueno profundizar el vínculo con la academia y desarrollar una economía del conocimiento nacional. Ese es el primer desafío, si ponemos el foco en lo que es la sostenibilidad desde lo económico. 

-La sostenibilidad en el ámbito económico está marcada por la productividad, característica que es motor de la competitividad y el desarrollo. ¿Cuál es la evaluación que hace del momento del país en ese aspecto?

-Hay realidades diversas a la interna de los sectores, así como también hay muchos sectores con situaciones distintas. Por ejemplo, el agro es un sector en el que ha habido un crecimiento de la productividad importante en las últimas décadas. Después, hay otros sectores donde el crecimiento no es tan claro, por lo que es importante que no queden algunos sectores de punta y otros relegados. La innovación en el campo de las tecnologías de la información es fuerte y es importante que no quede solo allí, sino que influencie a todos los sectores de actividad y a las empresas de todos los tamaños. Si la empresa no está en un proceso de mejora de la productividad permanente, tiene un horizonte complicado. Nos parece que la productividad debe ser una inquietud constante y para eso es necesario incorporar tecnología y ser innovadores. 


-Más allá de lo económico, también se hace referencia al desarrollo sostenible poniendo foco en lo social. ¿Cómo lo entienden desde la CCE?

-Las empresas tienen que tener un rol protagónico en la capacitación de los trabajadores. El mundo del trabajo cada vez requiere más de una formación permanente, por eso debemos hacer de las empresas lugares de aprendizaje. Hay alguna experiencia de formación dual, algo que en Uruguay está poco desarrollado, pero entendemos que hay que impulsar. Los empresarios debemos tener la responsabilidad de considerar a una cantidad de uruguayos que tienen muy pocas capacidades para el mundo del trabajo, ya sea porque no pasaron por el sistema educativo, porque lo abandonaron o porque el sistema educativo no les dio las herramientas adecuadas. En ese sentido, es importante ser parte del esfuerzo para que puedan incorporarse al mercado laboral. El Estado solo no puede con esa tarea y nosotros tenemos que comprometernos no solo por un tema de responsabilidad social, sino también porque es la generación del capital humano que necesitamos.


-Desde el sector empresarial y fundamentalmente el exportador se valora al atraso cambiario como un problema. ¿Qué análisis hace del proceso que ha puesto al país en esta situación?
-En el análisis de cómo llegamos a esta situación, indudablemente, hay varias cosas. Es cierto que ha habido un ingreso de capitales muy fuerte, tanto por las exportaciones como por la inversión extranjera. En relación a las exportaciones, 2021 y 2022 fueron años récord. Por otra parte, la inversión extranjera directa fue relevante, no solo la relativa a UPM, sino también las inversiones inmobiliarias y de otros tipos. Se puede decir que ha habido un flujo de dólares importantes que presiona el tipo de cambio a la baja, pero también ha habido una política monetaria muy contractiva que se ha notado en la tasa de interés. En 2022 había una tendencia de fortalecimiento del dólar en el mundo y Uruguay iba a contramano.


-¿Cómo se sale de esta situación?

-Hoy no hay una expresión alcista del dólar a nivel global, entonces Uruguay no tiene donde engancharse para empezar a salir. Si bien la tasa de interés comenzó a bajar, no ha tenido mayor impacto. Entonces, es una situación compleja, el gobierno no tiene demasiadas herramientas para actuar. Esperamos que esa línea de ir bajando la tasa de interés continúe y después quedaría el camino de intervención, lo cual indudablemente no es algo que esta administración esté pensando.


-¿Qué evaluación hace del manejo macroeconómico del gobierno?

-Ha tenido éxito en la baja de la inflación, lo cual es positivo. Pero, por todas estas cosas que mencionaba, llegamos a un atraso cambiario que no solo afecta al sector exportador, sino también al sector productivo que es el motor de la actividad y el derrame hacia todos los demás sectores. En ese contexto, preocupa esta situación. Por otra parte, se afectan también, por ejemplo, los desarrollos inmobiliarios, ya que las transacciones son en dólares, pero se beneficia al sector importador. En definitiva, siempre hay ganadores y perdedores.


-Este atraso cambiario, sumado a la especial situación que se vive en Argentina, llevaron a la consolidación de un delicado escenario para los negocios del litoral. ¿Considera que desde nuestro país se pueden seguir haciendo cosas o todo depende de los cambios que se puedan dar en Argentina?

-El gobierno ha tomado una serie de medidas que se valoran muy positivamente, pero no alcanzan a compensar la diferencia cambiaria. Por ejemplo, en el fin de semana largo del 25 de agosto, más de 100.000 uruguayos cruzaron a Argentina, todo eso es consumo que no se gasta de este lado. Quizás se pueda apelar a la responsabilidad, no es un tema de proteccionismo, pero se debe ser consciente de que consumir en Uruguay genera trabajo, actividad y crecimiento. Por otra parte, todos estamos esperando que haya un cambio de gobierno en Argentina y que eso comience a corregir paulatinamente este desequilibrio, porque gestionarlo desde el Uruguay es imposible.


-¿Cómo se cataloga desde el sector el momento que atraviesa el país en materia de inserción internacional? ¿Qué tan importante evalúan el hecho de poder avanzar en este sentido?
-Un país como nuestro, para su crecimiento y desarrollo, requiere de una inserción internacional fuerte. En el mercado chino, que es uno de nuestros principales destinos, pagamos aranceles de 12, 15 y 18%, y nuestros competidores como Australia, Nueva Zelanda o Chile no pagan aranceles o pagan aranceles de 2 o 2,5%. Esas son diferencias de competitividad que nos pegan muy fuerte, por eso compartimos los esfuerzos del gobierno de buscar la flexibilización del Mercosur y de establecer acuerdos bilaterales. Sin embargo, entendemos que no ha habido resultados. Si nada cambia en la inserción internacional, hay que preguntarse cómo recuperamos la soberanía comercial. Aunque esto no está definido, puede haber resultados positivos en los próximos meses, el presidente visitará China a fin de año y se mantiene la solicitud de ingreso al Transpacífico.


-¿Qué consideraciones se hacen del rol actual del Mercosur?

-Alrededor de un 25% de las exportaciones uruguayas van a los países del Mercosur, uno no puede desconocer eso, es un mercado importante. La pregunta es si sería muy distinto si no hubiese Mercosur. No es que tenga una vocación rupturista, pero es un tema que hay que planteárselo con mucha seriedad, porque no podemos seguir siendo rehenes de una situación in aeternum. Hay que plantear una discusión amplia a nivel del país y tratar de tener consensos sobre qué se puede hacer. Por otra parte, hay un acto eleccionario en Argentina y hay que ver si eso genera algún cambio a la interna del bloque. Ahí la diplomacia de la Cancillería tendrá que trabajar mucho.


Flexibilidad, la clave para los tiempos que corren

-Considerando el mundo del trabajo actual, también ha valorado la importancia de la flexibilización laboral. ¿A qué se debe tal postura?

-Uruguay ha sido un país pionero en los temas de legislación laboral, por ejemplo, tiene la ley de ocho horas desde 1915 y la creación de los Consejos de Salarios en 1943. Pero esos mismos 100 años de normativa hoy nos ubican en una situación de rigidez. Hay que tener en cuenta la diversidad de sectores de actividades, las exigencias del mercado, un conjunto de cuestiones que hacen que se necesite ir a una situación de mayor flexibilidad.

-¿Cuál es la importancia de la flexibilización de la jornada laboral?

-Es importante para las empresas que podrán atender mejor los ciclos productivos, las demandas del mercado y la estacionalidad de algunas actividades. Pero también es muy bueno para los trabajadores, porque necesitan conciliar mejor el tiempo de trabajo con el de sus intereses personales. Es una tendencia mundial, hay países europeos en los que estos controles se hacen en tres meses, se suman todas las jornadas generales trabajadas en ese periodo y se verifica el cumplimiento, cómo se utilizaron esas jornadas queda establecido en el acuerdo entre las partes. De forma paralela, es difícil de medir, pero indudablemente la rigidez laboral actúa sobre los empresarios como freno para la contratación y por ende afecta al empleo.


La necesidad de negociar en la diversidad


-Este año se modificó la Ley de Negociación Colectiva y en consecuencia se levantaron la mayoría de las observaciones hechas por parte de la OIT, quedando solo por considerarse la relativa a la negociación bipartita. ¿Qué piensa de estos cambios? Mirando hacia el futuro, ¿qué otros se deben propiciar?

-En relación a la negociación bipartita, el ministro Mieres dijo que iba a convocar grupos de estudio para ver cómo se avanza. En lo relativo al resto de observaciones, valoramos positivamente lo que se hizo, no obstante, entendemos que la Ley de Negociación Colectiva debe ser modernizada. Hacemos hincapié en que trata igual a los que son diferentes y no es lo mismo, por ejemplo, lo que puede ser el comercio en el sur, con lo que es el comercio en el litoral. En ese caso, cuando se tiene un convenio que trata igual a todos, puede ser un problema. Se debería atender la heterogeneidad en cuanto a tamaños de empresas, localizaciones geográficas y acceso a los mercados. En definitiva, como hay distintas características, es normal que se fijen lineamientos diferenciales hacia adentro de un mismo sector. La negociación colectiva es demasiado centralista, tiene una mirada muy montevideana.


La importancia de la infraestructura

-Dentro de las medidas para el favorecimiento de la competitividad aparece la infraestructura. ¿Cuál es su peso? ¿Por qué se considera necesaria la creación de una Agencia Nacional de Infraestructura?

-La infraestructura es muy importante. Por un lado, tenemos lo que se conoce como infraestructura económica, todo lo que tiene que ver con rutas, puentes, puertos y aeropuertos. Ahora vamos a tener el Ferrocarril Central y por tanto recuperar el modo ferroviario, lo que reduce el costo de fletes en las zonas que puedan acceder a ese servicio. Se trata de una mejora estructural en la competitividad. Lo mismo pasa con las rutas, que se pueda circular en bitrenes o tritrenes, lo que bajaría los costos de fletes. Pero también la infraestructura comprende los aspectos sociales, el acceso a derechos básicos como la vivienda, la educación, la salud y la recreación. En relación a todo eso, para darle importancia a la infraestructura es deseable que haya una política de Estado. Dada esa necesidad, entendemos que una agencia sería un antes y un después en la planificación, de modo de poner a disposición del gobierno los elementos para las decisiones adecuadas en los tiempos adecuados. Probablemente, no dentro de esta administración, pero sí esperamos que se pueda conformar para los próximos años.