Presidentes del BCU resaltaron importancia de consensos políticos para enfrentar “momentos dramáticos”

Bancos centrales > enorme desafío para administrar un mundo cada vez más confuso

Fuente: Somos Uruguay

El Banco Central del Uruguay (BCU), que en 2017 cumple medio siglo, es una entidad que “no tiene nada que envidiarle a nadie”, que cuenta con independencia en sus acciones y que aprendió de las lecciones de la historia, según destacaron tres de sus presidentes: Enrique Iglesias, el primero, Ricardo Pascale, que lo dirigió a la salida de la dictadura, y Mario Bergara, el titular actual. Destacaron la importancia de los consensos políticos en momentos de crisis, como un gran activo del país.

Los tres presidentes del BCU participaron en el ciclo Línea de Encuentro de Somos Uruguay, en una conferencia denominada “50 años construyendo el Banco Central del Uruguay”.

Bergara destacó la importancia de contar en el evento con varios presidentes del BCU en el auditorio (no solo los disertantes) y explicó que este 2017, al cumplirse medio siglo de la creación de la entidad que dirige, será “todo un  año de festejos”.

Enrique Iglesias, que fue el primer presidente que tuvo el BCU, narró cómo fue la gestación del Banco Central, a la que definió como “una de las grandes aventuras que me tocó enfrentar”. Explicó que la idea de crear un Banco Central no era nueva, pero eso no lo eximió de dificultades, ya que se requerían mayorías parlamentarias especiales y en parte, era poner en tela de juicio al propio Banco República que gozaba de una gran reputación a nivel local.

Iglesias aseguró que lo que precipitó la creación del BCU fue el informe de la CIDE (La Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico, un organismo interministerial de Uruguay) que había sido creada a partir de la Alianza para el Progreso, que se reunió en el año 1961 en Punta del Este (y que contó con la presencia entre otras personalidades de Ernesto “Che” Guevara). “Fue una reunión notable, que impulsó la creación de planes de desarrollo para cada país”, rememoró el alto funcionario uruguayo, explicando que Uruguay fue el primer país que presentó un plan en esa dirección y elaboró un informe que “fue un insumo fundamental para la reforma constitucional del 66” en la que se creó la OPP y el BCU. “Ahí nació el BCU”, añadió.

Recordó que la entidad comenzó a funcionar en un año muy complejo y que el siguiente (1968) fue aún peor, pero sin embargo,  logró saltar esas dificultades y empezó “su larga carrera para acompañar los objetivos del país”.

Iglesias hizo especial mención a la independencia que tuvo y tiene el BCU, ya que desde diversos ámbitos siempre se respetaron las políticas de la entidad. “Es una institución seria”, valoró, agregando que “el país logró construir un Banco que no tiene nada que envidiarle a nadie”.

Por último, se refirió al rol preponderante que juegan hoy en día los bancos centrales en el escenario económico internacional, donde el mundo está más pendiente de lo que resuelve la Fed o el BCE, que lo que resuelven los fiscos de cada país. “Creo que hay desafíos para los bancos centrales sobre todo para administrar un mundo confuso”, concluyó.

“Desconfio”

Por su parte Ricardo Pascale hizo un racconto de “las lecciones que aprendí en aquellos momentos especiales” a la salida de la dictadura militar.

Recordó que cuando asumió, se hizo un diagnóstico cuya conclusión fue que “estaba todo mal”: caída de la actividad económica, aumento del desempleo, inflación en torno al 70%, desequilibrio comercial, deuda elevada y problemas en el sistema financiero. Sin embargo, valoró que lo más complejo era que “la confianza pública estaba destruida”.

En ese sentido, el primer objetivo de su administración fue “restaurar la confianza”, algo para lo cual contó con “grandes consensos políticos” que fueron “el gran valor para rescatar la democracia”. Pascale indicó que tuvieron conversaciones con los tres principales referentes políticos del país -Julio María Sanguinetti, Wilson Ferreira Aldunate y Liber Seregni- que “sabían todo” y dieron carta blanca para poder actuar. “Nos dijeron ‘hagan lo que quieran’ pero controlando la democracia”, resumió.

En una línea similar, Iglesias destacó que Uruguay “puede dar testimonio de lograr consensos políticos en momentos dramáticos”, y puso el ejemplo de los acuerdos alcanzados en el peor momento de la crisis del 2002.

La letra con sangre entra

Bergara, por su parte, opinó que “la historia del BCU es la historia de los aprendizajes” y se refirió en particular a los que dejó esa crisis económica y social a inicios del milenio.

Entre ellas destacó la política monetaria y cambiaria, donde se aprendió que Uruguay como país pequeño no puede sobreestimarse y por tanto “no podemos fijar nosotros el valor del dólar”. La flotación cambiaria “se terminó con el 2002 y tuvimos que acostumbrarnos a un dólar flotante”. En materia de política monetaria, destacó que también han aprendido sobre la marcha a evaluar la efectividad de los instrumentos, por ejemplo, pasando del control de los agregados monetarios al manejo de la tasa de interés, para luego volver al control de los agregados monetarios.

A su entender, también hubo en este ámbito importantes aprendizajes de la sociedad, y graficó que en la actualidad ya nadie cuestiona la importancia de tener una inflación baja.

En materia de estabilidad financiera, destacó que la Superintendencia de Instituciones de Intermediación Financiera (SIIF) tuvo que adaptarse a las nuevas normas internacionales, pero también debió “aprender de las lecciones internas”.  “La estabilidad es fundamental para afrontar los problemas que surgen”, subrayó.

También advirtió la necesidad de que el BCU sea gestionado con un enfoque de planificación estratégica que oriente sus políticas y sus acciones.

Por último, destacó la importancia de incrementar el vínculo del BCU con la sociedad, y en ese sentido se refirió a los programas de educación financiera que desarrolla la entidad, y las diversas actividades que se han desarrollado en todo el país, para educar en economía y finanzas.