La visión de los optimistas: del problema a la oportunidad

EDICIÓN ESPECIAL 2021

Daniel Sapelli – Presidente de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (CCSU)


Según Daniel Sapelli, todo indica que el consumo y, por lo tanto, las ventas del sector comercio y servicios continuaron recuperándose en los últimos meses del 2021, por lo que el año estaría cerrándose con un crecimiento superior al 7%. Aun así, asegura, esta cifra permanece por debajo de los valores de actividad previos a la pandemia.

¿Qué balance hace del 2021, en un contexto que estuvo enmarcado por la incertidumbre y los vaivenes económicos?

Nuestra cámara representa una actividad muy diversa, con empresas del sector comercio y servicios de todo el país -grandes, medianas y chicas, incluidas gremiales sectoriales o regionales- que viven realidades muy distintas.

El 97% de las empresas del Uruguay son micro o pequeñas y el 85% son del sector comercio y servicios, pero las empresas medianas y grandes son las principales generadoras de empleo y de divisas para el país, y a su vez, los otros sectores, como el de la producción primaria, la industria o la construcción, todos tienen una dimensión comercial muy importante. Sin embargo, justamente por su pequeña escala, son esas micro y pequeñas empresas identificadas como del comercio y los servicios las que más sufrieron la pandemia en el 2020 y 2021. Con el avance del plan de vacunación tuvimos el gran desafío de acompañarlas en sus procesos de recuperación, que por suerte en la segunda mitad del año comenzaron a mostrar señales más optimistas.

Los datos oficiales disponibles muestran que, en el segundo trimestre del año, se había registrado un aumento de la actividad importante, pero las empresas todavía no lo notaban. Recién en el tercer trimestre comenzamos a ver datos positivos de recuperación, con un leve aumento en las ventas reales, después de nueve caídas sucesivas, iniciadas previo a la pandemia. Este escenario, un poquito más alentador, es muy heterogéneo, siendo los servicios los que sostienen ese resultado positivo.

En particular, respecto al consumo se puede observar un aumento sostenido de la recaudación de IVA durante todo el 2021, así como de las importaciones de bienes de consumo y en los últimos meses también de los créditos al consumo. Esto se produce en línea con un aumento de la movilidad en el país, manteniendo desde octubre niveles superiores a los de enero de 2020 por primera vez desde que empezó la pandemia.

Todo indica que el consumo y, por lo tanto, las ventas del sector comercio y servicios continuaron recuperándose en los últimos meses del año. Si esto se confirma, nuestros técnicos estiman un crecimiento del sector en el cierre del año superior al 7%. De todas formas, todavía permanece levemente por debajo respecto a los valores de actividad prepandemia. Estamos proyectando también, con diferencias entre los distintos subsectores, que de continuar esta fase de recuperación y con una temporada turística mejor que la anterior, es posible esperar que, durante el primer semestre del próximo año, el sector pueda alcanzar los niveles de actividad del año 2019.

De todas formas, también es importante destacar que el 2019 (prepandemia) no había sido un buen año para el sector; de hecho, fue un período en el cual la actividad se mantuvo prácticamente estancada, sumado a que el año anterior (2018) ya había caído -6.5%, siempre en términos interanuales. Por tanto, los desafíos siguen siendo enormes y la agenda de trabajo muy intensa con las empresas y las gremiales socias de la cámara para mejorar las condiciones de trabajo y la competitividad en un contexto difícil para todos pero, al mismo tiempo, desafiante.

Mirando al 2022, ¿cuáles son los grandes desafíos del sector?

Los empresarios somos, por definición, optimistas. Enfrentamos los desafíos y tratamos de transformar las crisis o los problemas en oportunidades, por lo que de todo este tiempo de crisis sanitaria y sus consecuencias nos quedamos con los aprendizajes y las transformaciones en la forma de trabajar a las que nos ha llevado la pandemia. Vamos a seguir aportando al país toda la energía y el trabajo necesario para fortalecer lo que es el sector empresarial privado, principal base de la economía nacional.

Algunos de las transformaciones que ya se venían dando, y que la pandemia aceleró, tenemos ahora el desafío de consolidarlas y capitalizarlas como ventajas competitivas. En este sentido, los procesos de digitalización, el foco en atender necesidades del cliente -que es cada día más exigente en calidad, precio y velocidad de respuesta-, la apertura de nuevos mercados, la flexibilización laboral, el teletrabajo, son algunos ejemplos de esos desafíos que estamos enfrentando juntos.

Otro gran desafío que tanto el sector comercio y servicios como la economía en general presentan, es lograr tasas de crecimiento sostenibles en el tiempo basadas en mejoras de productividad y eficiencia de las actividades económicas, las cuales se traduzcan en mejores niveles de vida para toda la sociedad.

Pero otro punto muy importante es trabajar en conjunto entre el sector público y privado para lograr mejoras sustanciales en términos de competitividad, dado que aún existen importantes restricciones a nivel local que son determinantes a la hora de desarrollar negocios rentables y, por lo tanto, sustentables en el tiempo.

Un aspecto clave para las empresas refiere justamente al funcionamiento del mercado de trabajo, tanto desde el punto de vista de las empresas como de los trabajadores: las relaciones laborales, la negociación colectiva, la conflictividad, la flexibilidad laboral y la capacitación y el desarrollo de nuevas competencias ante los grandes cambios tecnológicos.

El gran desafío que sigue teniendo el país es la educación. En la actualidad, solo un 77.5% de los jóvenes de 18 a 20 años finalizó la educación media básica, y entre los de 21 a 23 años, solo un 42.7% finalizó la educación media superior. Eso es más grave aún, cuando se analiza de acuerdo al nivel socioeconómico al cual pertenece ese joven. En el caso de la educación media, más del 95% de los jóvenes de nivel socioeconómico alto finaliza la educación media básica, en cambio, entre los que provienen de los hogares más desfavorables este porcentaje desciende a 62%, lo cual significa una brecha de 33 puntos. En el caso de la educación media superior la brecha asciende al 60%, es decir mientras entre los jóvenes de hogares de nivel socioeconómico muy favorable el egreso llega a casi 80%, entre los del muy desfavorable no alcanza el 20%.

Esos jóvenes son los trabajadores del futuro, y son también los emprendedores que tendremos y los que dejaremos de tener por esa falla que tenemos como sociedad. Es un desafío que tenemos como país y que como empresarios no eludimos. Por el contrario, colaboramos y apoyamos muchísimas actividades de capacitación, de pasantías, de educación dual, como empresas y como empresarios.

En este tema el sector privado puede y debe colaborar con las políticas públicas y definir estrategias capaces de reducir estas brechas tan impactantes que como país enfrentamos, que se transforman en un verdadero obstáculo para alcanzar mayores niveles de crecimiento basado en actividades económicas que incorporen cada vez mayor valor agregado, con una mirada global.

¿Considera que la pandemia trajo aparejados cambios en los comportamientos de consumo de los uruguayos?

En relación al consumidor, no quedan dudas que el impacto de la pandemia ha sido de gran relevancia en sus decisiones de consumo, tanto desde el punto de vista económico como sanitario. Los segmentos de la población con niveles de ingresos más bajos y medios, han sido los mayormente golpeadas por la pandemia, así como el consumo de los bienes durables y semidurables.

El impulso al consumo lo están generando los sectores de ingresos más altos, y ese consumidor es cada día más exigente, usa la tecnología, espera respuestas rápidas y se hace escuchar, por lo que las empresas son mucho más vulnerables que antes a la experiencia que les ofrecen a sus clientes, y eso es muy bueno porque nos obliga a mejorar y a escucharnos mejor. Esto es algo que ya se venía dando antes de la pandemia, pero que esta aceleró.

A esas exigencias se sumaron además las relativas a la higiene y seguridad sanitaria de los lugares de trabajo y de todas las interacciones con el público. La pandemia cambió todo, esto es bastante obvio en un servicio de salud, pero pensemos en un cine, en un hotel, en un restaurante o en una tienda de ropa o un almacén de barrio. Los consumidores cambiaron y las empresas debemos adaptarnos a esos cambios.

También cambiaron algunos hábitos que no sabemos todavía si se mantendrán, por ejemplo, si bien al inicio de la pandemia creció mucho el consumo en supermercados, luego en estos últimos meses ese aumento se trasladó más hacia el pequeño comercio de cercanía. A modo de ejemplo, para ilustrar este cambio, los minimercados han presentado una fuerte recuperación en el tercer trimestre del año, con un aumento de 17.1% en sus ventas reales interanuales.

Tengo que mencionar también que, respecto al comportamiento del consumidor y los datos concretos, los resultados siempre están estrechamente ligados a lo que sucede en el mercado laboral, y en ese sentido la buena noticia es que según los últimos datos del mes de octubre la tasa de empleo alcanzó el 56.8%, siendo este el valor más alto desde la irrupción de la pandemia, incluso superando levemente el porcentaje de personas empleadas que las que había en igual mes en 2019. El desempleo, por su parte, mantuvo la tendencia a la baja iniciada en julio de 2021, alcanzando valores de 8% que no teníamos desde abril de 2019.

Esto muestra el enorme esfuerzo y aporte del sector privado como empleador,  generador de oportunidades y herramienta fundamental para lograr una rápida y sostenida recuperación del país.