Según Diego O’Neill la construcción goza de buena salud y tiene un futuro con optimista

EDICIÓN ESPECIAL 2021

Diego O’Neill , presidente de la Cámara de la Construcción del Uruguay (CCU)


El balance del sector es altamente positivo, con crecimiento de la actividad y la mano de obra ocupada. Las obras de UPM 2, del Ferrocarril Central y las que devienen tras las modificaciones realizadas por el Poder Ejecutivo tanto en el reglamento de la ley de Vivienda Promovida como en la extensión de la ley de inversiones a los desarrollos inmobiliarios, dinamizan la construcción.

¿Qué balance hace del sector de la construcción en 2021? ¿Se cumplieron las expectativas y las metas planteadas?

La construcción ha completado un buen año de actividad, como lo indican, con rezago, la mayoría de los indicadores relevantes. Los datos oficiales de actividad económica marcan, para el primer semestre, un crecimiento del 8,8% y, según nuestras estimaciones, al cierre del año el crecimiento podrá situarse en torno al 6% – 7%, es decir el doble del que se estima será el crecimiento de la economía en su conjunto. Por el lado de la ocupación, a partir del mes de agosto hemos superado la barrera de los 50.000 trabajadores directos en obra, estimando que el promedio de ocupación anual, para eliminar los efectos de ciclo, estará en el orden de los 48.000 trabajadores. Esto representa un aumento significativo respecto del promedio del último trienio, que fue de 44.500 operarios directos en obra. La inversión de UPM 2, sus obras conexas y el Ferrocarril Central, han sido las principales inversiones que impulsan la actividad de las obras de infraestructura. Por otra parte, las modificaciones realizadas por el Poder Ejecutivo en 2020, tanto en el reglamento de la ley de Vivienda Promovida como en la extensión de la ley de inversiones a los desarrollos inmobiliarios que se canalizan por la Comap, han generado un gran flujo de proyectos promovidos bajo ambos instrumentos, de aquellos bajo los beneficios de ley de inversiones, dando un impulso fuerte en las obras de arquitectura.

Mirando al 2022, ¿qué expectativas tiene para el sector, y cuáles son los grandes desafíos por delante mirando el corto y mediano plazo?

El escenario de 2021 augura un 2022 en que se mantendrá el dinamismo de la actividad sectorial, por lo que la construcción continuará siendo uno de los principales motores de reactivación económica y generación de empleo, ya que los factores impulsores de la actividad en este año que termina, continuarán traccionando el año entrante.

En el segundo semestre de 2022 las obras de UPM 2 irán terminando, por lo que allí se enciende una primera luz amarilla para la construcción, porque no es fácil encontrarse con inversiones que puedan sustituir a una de tal magnitud.

En particular, la inversión pública, en la que ya se ha sentido la reducción, seguiría con una trayectoria proyectada contractiva como porcentaje del PIB, lo que además de no ser una buena noticia para el sector, preocupa por lo que puede representar de freno al desarrollo y a la captación de inversiones.

Desde la gremial entendemos que sería necesario desarrollar una visión estratégica a la que se asocie un plan de inversión en infraestructura que nos permita profundizar el desarrollo del país. Hemos hecho propuestas en ese sentido que esperamos que en algún momento puedan ser atendidas.

¿Hay asuntos que hoy son tema de preocupación para la CCU?

Hay temas de preocupación generales, que compartimos con la mayoría de las gremiales empresariales, como las reformas estructurales imprescindibles para la posibilidad de desarrollo del país con justicia social: la reforma de la seguridad social, la reforma educativa, la modernización y eficiencia del Estado y de las empresas públicas (no todas). Pasan las administraciones, todas han señalado la necesidad de avanzar en estos temas, pero, pandemia mediante, seguimos prácticamente en el mismo lugar. Estas reformas son impostergables, sobre todo para beneficio de los sectores más vulnerables de la población; si no se concretan, la suerte de muchos compatriotas estará comprometida, y con ella la sostenibilidad de la paz social y la estabilidad de la democracia.

En los temas sectoriales, como dijimos, nos preocupa y nos ocupa contar con un plan de infraestructura que proyecte al país a otro estadio, con mejoras estructurales para la competitividad y la captación de inversiones, imprescindibles para el desarrollo y el bienestar de la población. 

Por último, mencionaría, para la construcción, la defensa de la competitividad de las empresas y el trabajo nacional, algo que se ha venido deteriorando desde hace tiempo, y que creemos requiere de medidas urgentes. No es necesario legislar en la materia, sino simplemente hacer que en todas las compras con dineros públicos apliquen las normas ya existentes, pero que se suelen dejar de lado.

¿Cuáles entiende que son las fortalezas del sector de la construcción, de cara a un futuro que parece ser de transición a nivel global, y con incertidumbre en el mercado laboral en otras actividades que hacen a la economía del país?

La industria de la construcción en Uruguay tiene varias fortalezas que la posicionan como un sector clave para el crecimiento económico y la generación de empleo. Tiene una gran capacidad instalada que permite realizar los más diversos proyectos, incluso de gran envergadura; además de un sostenido nivel de inversión en maquinaria y equipo de última generación por encima de la media de la economía. A su vez, posee una gran flexibilidad y capacidad de adaptación a nuevas modalidades de financiamiento con el sector privado (Concesiones, PPP, Cremaf, etc.); es una puerta de entrada al mercado de trabajo con bajas exigencias y buena remuneración; y existe un nivel de diálogo social entre todos los actores que confluye en promover y desarrollar la actividad.

Estas, y otras características que tiene la construcción en nuestro país, hace que el nuestro sea un sector que goza de buena salud y que encara el futuro con optimismo.