Bachrach: “Si no conocemos nuestro sentir, podemos tomar decisiones que nos lleven al arrepentimiento”

Hace una década que el doctor en Biología Molecular, Estanislao Bachrach, brinda conferencias donde apunta al manejo de las propias emociones como motor del cambio y creatividad. En esta oportunidad, se presentará en Uruguay en el marco de Inspiring Summit el próximo 27 de septiembre en Enjoy Punta del Este.

Por Anahí Acevedo | @AnahiAcepov

¿De qué tratará la charla que brindará en el próximo evento Inspiring Summit Punta del Este 2019?

La charla tratará sobre qué sabe la neurociencia sobre las emociones. La idea es compartir con la gente que vaya lo último que se conoce sobre el impacto que tiene, saber cómo uno se siente, como regular las emociones y cómo influye esto en la toma de decisiones en nuestro bienestar y en nuestro desempeño.

¿Cómo desembocan las emociones en nuestras acciones?

Está directamente relacionado lo que uno siente y piensa con lo que uno hace y en cómo lo hace. Hay un desconocimiento del tema porque no es una materia del colegio. Los padres que quieren ayudar a sus hijos con sus emociones no conocen las propias. En el mundo más empresarial o del deporte hay veces que nos arrepentimos de las cosas que decimos o sentimos, y eso tiene que ver muchas veces con que actuamos bajo la influencia de las emociones sin darnos cuenta. Estamos hablando del autoconocimiento.

¿Qué tan importante es este autoconocimiento para desarrollarse en el mundo de los negocios?

Fundamental. Es una materia que debería estar desde la escuela, porque tiene que ver con la vida misma. Las emociones son el centro de lo que somos. Dominan el cerebro y la toma de decisiones. Si no conocemos mucho sobre cómo nos sentimos o por qué nos sentimos así, y cómo trabajar eso, terminamos, muchas veces, siendo infelices, arrepintiéndonos de las decisiones que tomamos o eligiendo caminos que no eran los que realmente queríamos recorrer. Los parámetros de pensamiento se forman en la infancia. No es bueno ni malo; lo positivo es que se puede cambiar.

¿Cuáles son algunas de las claves para cambiar estos parámetros de pensamiento?

Lo primero es el autoconocimiento, porque es la base de las emociones. Ahora, cómo uno quiera conocerse a sí mismo depende de la creencia de cada uno. Puede ir a terapia, meditar, puede rezar, hacer deportes, charlar con su mejor amigo, entre otros; y luego empezar a preguntarse qué hacer con las emociones, qué cosas funcionaron en un momento de mi vida y luego ya no. Antes del cambio, es fundamental saber bien quién es uno. Luego hay tres máximas importantes: creer que uno puede realmente realizar un cambio, tener ganas y practicar eso nuevo. No hay una fórmula mágica.

¿Se puede realizar este cambio a cualquier edad?

Sí. Pensar que es más difícil es un mito, una creencia y una excusa que nos ponemos los más viejos porque no tenemos ganas. Si hay una relación directa con la edad cuando una persona es más adulta, es que más ganas debe tener para producir algo diferente en su vida que cuando es más joven. Por otro lado, hay mucha gente que no quiere cambiar y está perfecto. Lo que la biología te aporta es que podés cambiar mucho más de lo que creías.

¿Qué peso tienen los aspectos de la neurociencia y cuánto los agentes externos?

Muchísimo más los internos que los externos. La enseñanza clásica es: ‘¿Cómo te vas a sentir bien si tienes este sueldo?’. Siempre estamos culpando y llevando hacia afuera nuestro bienestar o malestar. Lo que la biología trata de ayudarnos a entender es que casi todo nuestro bienestar depende de cómo pensamos y cómo nos sentimos más allá del contexto, que sí incluye pero poco –hablando de personas que tienen las mínimas condiciones de vida aseguradas-. Es mucho más fuerte el impacto de lo que puede hacer uno mismo adentro de su cabeza de lo que puede hacer el contexto.

¿Qué expectativas tiene respecto a su próxima charla en Enjoy?

Amo el Uruguay, me encanta ir. La expectativa pasa por aportar un grano de arena a las personas que naturalmente tienden a culpar a lo de afuera o a quejarse de su situación cuando, en ocasiones, reformulando la situación en que cada uno vive, puede mejorar el bienestar de su vida.