Juan Sartori: “Yo prefiero un Estado fuerte que funcione, a un Estado chico y todo dejado al mercado”

ECONOMÍA | ESPECIAL PRECANDIDATOS

Juan Sartori, precandidato por el Partido Nacional


Pensar simplemente en el achique no lleva a ningún lado, remarca el empresario. De hecho, asegura que no le gusta la visión de quien plantea recortar empleados públicos o planes sociales para mejorar la economía. Para él, lo importante es reducir gastos innecesarios e impulsar la inversión.

Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo

La situación fiscal es compleja; no se ha logrado el objetivo del gobierno de bajar el déficit. ¿Esa sería una prioridad para usted?

Claro. Yo lo pienso hacer de una manera totalmente distinta. Yo no creo que haya que pensar simplemente en el achique, porque eso no lleva a ningún lado. Capaz que es más fácil hoy hacer crecer la economía y que el gasto relativo del Estado sea más chico, que recortar y esperar que eso tenga soluciones, porque todo tiene una consecuencia social. A mí no me gustan esas visiones que dicen “como no dan los números, recorto 50.000 empleados públicos y planes sociales”. ¿Esa gente qué hace?

¿No comparte que se achique por el lado de los empleados públicos?

Depende de cuál sea su productividad. Si tenemos más empleados públicos que dan un mejor servicio a la población y a un costo razonable, es mejor. Yo prefiero un Estado fuerte que funcione, a un Estado chico y todo dejado al mercado.

Hay analistas que hoy prevén que se tendrá que hacer un ajuste en el próximo período. ¿Usted qué piensa?

Prevén eso en función de lo que se está haciendo hoy. Si mañana US$ 1.000 millones de inversión generan un 1% de salto en el PIB y eso implica más recaudación, más empleos y más economía, y un costo del Estado relativamente más bajo, hay que enfocar donde tiene más impacto positivo y no en un recorte, que tiene impacto negativo. Hay que reducir el déficit fiscal por dos vías. Primero, disminuir los gastos innecesarios. Por ejemplo, que el Parlamento cueste US$ 120 millones por año me parece una locura, que haya un horno de US$ 40 millones tirado en un contenedor… ¿De cuántas escuelas, hospitales o carreteras estamos hablando? No hay duda de que hay muy mala administración en el Estado. Mejorando esa gestión se puede mejorar el déficit fiscal, pero además tenemos que tener una economía que se reactive con inversiones para que con eso se recaude más.

Dijo a CRÓNICAS que no hay margen para aumentar impuestos. Pero pensando en el patrimonio, en las grandes ganancias, como plantean desde otros partidos, ¿tampoco?

Es que ya estamos en el nivel donde más impuestos matarían al impuesto. Es lo que está pasando, la gente se va a otro lado, entonces subirías un 10% el impuesto y muchas más empresas cerrarían o más gente se iría a vivir a otro lugar, y recaudarías muchísimo menos.

¿Qué le dicen los empresarios? ¿Qué le plantean?

Que precisan una baja de costos para poder producir y para poder funcionar, que hoy Uruguay no es competitivo en su estructura de costos para las empresas, y por eso casi todos me han dicho que están o achicando o pensando en cerrar, en todas las industrias y todos los sectores. Se ha visto mucho en el agro, pero en la industria también. Hay multinacionales que deciden irse y es gente racional, que no toma la decisión de un día para el otro, que si se va no vuelve tan rápido.

El mundo vive un momento complicado de enojo de algunas sociedades: los chalecos amarillos, el brexit, y da la sensación de que cada vez más se acentúa el tema del reparto de la riqueza, con grandes empresas que facturan en un día lo que puede ser el PIB de un país pequeño o de mediano porte. ¿Qué piensa de ese problema, que no lo ha solucionado ni el capitalismo ni el socialismo?

Si ustedes miran las variables grandes, en los últimos 50 años hemos mejorado en todo: hay menos pobreza, hay más educación, hay menos desigualdad, hay más esperanza de vida, entonces, más allá de los ajustes de corto plazo, el mundo va por buen camino. Nos podemos quejar de lo que queremos pero seguramente estemos mejor que hace 20 años en una cantidad de cosas. Para mí la tecnología y la globalización han tenido relativamente buenos resultados. Capaz que hay una crisis hoy de modelo, pero que siempre es un movimiento en acordeón, donde se va demasiado para un lado… pasó en Latinoamérica, donde durante muchos años estábamos enfrentados en dos visiones de la región, y ahora parece que hay más homogeneidad en políticas que no son tan definidas ni de izquierda ni de derecha. El centro tiene que ser el individuo y su desarrollo. El Estado tiene que tener como función dejar que la economía crezca lo más posible, pero tratar de arreglar las desigualdades que eso genera, pensar en la solidaridad de la sociedad, porque no a todo el mundo le va bien en esto.

“Casi todos los empresarios me han dicho que están o achicando o pensando en cerrar, en todas las industrias y sectores”.

Hay una constante transformación en el mundo del trabajo, que viene de la mano de la tecnología. ¿Cómo cree que hay que prepararse para ese mundo?

El idioma del futuro no es ni el inglés ni el francés, es la programación. Nuestros niños deberían aprender eso porque es lo que les va a dar oportunidades. El trabajo manual a cinco, 10 o 20 años va a desaparecer, pero eso va a generar otros conocimientos que serán necesarios, que quizás tengan más valor agregado. El mundo va hacia más tiempo libre, mejor remuneración, y quizás todo eso termine mejor que lo que es hoy, pero va a pasar por una transición que va a ser muy dura. La tecnología está evolucionando mucho más rápido que la adaptación de la gente en muchos países. Nosotros tenemos la suerte, por ser un país chico, de que podemos rápidamente alinearnos a esas tendencias. Por eso tenemos que atraer a las industrias del mañana y más investigación científica, más énfasis en lo digital, en lo electrónico; que nuestros jóvenes se capaciten en eso porque ahí va a haber muchas oportunidades de trabajo bien remunerado y de valor agregado. Nuestro país tendría que estar ya pensando cómo hacer para posicionarse en esa tendencia global, que va a ser para nosotros una oportunidad, no tanto una amenaza por las características de nuestra población, tamaño y educación.

Uruguay es un país pequeño, como usted decía, con un consumo limitado y que depende del mercado externo. ¿Cómo se imagina negociando, abriendo mercados?

Decirlo es fácil, saber hacerlo es lo que hay que demostrar. Yo conozco el mundo, sé cómo ir a buscar esos mercados. Hace un tiempo fui al Foro Económico Mundial, estaban los presidentes de Latinoamérica buscando negocios, inversiones, tratando de integrarse, y de Uruguay no estaba ni el presidente ni el canciller, ni siquiera un delegado comercial. Yo no voy a reinventar la pólvora en nada, hay que ir, saber hacerlo y lograrlo. Las inversiones van a ir adonde les den mejores condiciones, entonces el tema es cuál es el modelo del sector agropecuario uruguayo que funciona en el mundo; yo creo que es la calidad. Nunca vamos a competir en costos y volumen con Argentina y Brasil, pero tenemos una carne que es de más alta calidad, aunque esa es una diferenciación que no estamos usando bien; deberíamos venderla más cara en este mundo que está dispuesto a pagar más por productos de más calidad. ¿Por qué tenemos el combustible más caro de la región y el séptimo más caro del mundo? Y no es culpa del barril internacional del petróleo, porque es el mismo para todos. Tenemos una estructura de impuestos local que hace que muchísimas cosas sean improductivas, más allá de que tengamos la mejor productividad del mundo. Si tendremos buenos agricultores, buenas tierras y buena agua… hay que sacar esas barreras para producir de manera eficiente, que son el resultado de un Estado ineficaz.


Impuestos hacia la baja

Además de bajar ciertos impuestos que hoy están asfixiando la actividad, para que se pueda retomar, Sartori propone volver a buscar inversiones en industrias tradicionales o nuevas, porque es lo único que le da una aceleración a la generación de actividad económica y de empleo. También plantea atender algunas injusticias como las jubilaciones, “donde hay gente que trabaja toda la vida y que hoy con su jubilación no llega a fin de mes”. Por otro lado, advierte que debido a la carga impositiva, las empresas están cerrando, por lo cual “es lógico que una baja de impuestos impulse más inversión, más actividad, y más recaudación en el mediano plazo”. De esa forma ejemplifica que en todos los países en el mundo que funcionan y que tienen altos niveles de productividad y de calidad de vida, los impuestos son relativamente bajos y con mucha actividad. “Eso es lo que cambió el modelo de Uruguay en los últimos 10 años, porque éramos un país así, y vivíamos mejor que en otros lugares. Hoy ese modelo se viene desvirtuando. Por eso yo hablo de un agotamiento del modelo del Frente Amplio, que más allá de lo que haya hecho bien o mal, mirando hacia adelante, esa tendencia no sería bueno que continuara”, puntualiza.


PERFIL

Edad: 38 años.

Profesión: Licenciado en Economía.

¿Con quién vive? Con mi mujer y mis dos hijos.

¿Cuáles son sus hobbies? El fútbol, mirar y jugar.

En el 2019 espera… un Uruguay lleno de oportunidades.