Lucille ingresó a la facultad a estudiar comunicación porque le atraían los medios y quería ser periodista, pero cerca de finalizar la licenciatura le surgieron dudas respecto a la profesión. El oficio le encantaba, pero no tenía claro lo que quería hacer. Para despejar esa incógnita le alcanzó con tener su primera experiencia laboral en el área de comunicación de una empresa; fue en ese momento cuando se dio cuenta que ese era el ámbito que le gustaba. Con los años, siguió formándose en ese rubro y hoy es licenciada en Comunicación y magister en Marketing. Actualmente, hace un año y medio que Lucille trabaja en Santa Rosa, empresa reconocida y bien posicionada en el mercado, en la que ocupa un puesto donde puede trabajar con libertad y proponer ideas, buscando nuevos caminos para lograr objetivos.
Estar siempre a la vanguardia en cómo comunicar y los medios para hacerlo es uno de los desafíos que la ejecutiva tiene en el día a día. Eso es algo que le gusta y disfruta. Con las tendencias en constante cambio, a un ritmo vertiginoso, no se puede quedar atrás. La globalización es otro proceso con el que debe lidiar en forma continua y que le supone un desafío, dado que trabaja con equipos que están en China y eso le supone estar en permanente contacto con su cultura y su forma de trabajar. Pero en los desafíos también ve oportunidades. La modernidad, con su frenesí y su avance constante, le ofrece diariamente nuevas herramientas y canales para llegar a los consumidores.
Pero no siempre tuvo claro qué quería hacer y, según cuenta, no era de esas niñas que tienen una profesión clara, que cuando un familiar le pregunta qué quiere ser cuando sea grande, responde con convicción, pero lo primero que le gustó fue maestra jardinera. Su primera experiencia laboral fue a los 18, trabajando para marcas como promotora y azafata de eventos, en los recovecos que le dejaba la facultad. En ese camino laboral aprendió que lo fundamental es desarrollarse en un clima armonioso de trabajo y a darle valor a la tarea realizada en equipo; esto es, ayudar al de al lado cuando está complicado y recibir ayuda en momentos complejos. Tener buenos líderes y compañeros, junto al compromiso, dedicación y empatía, es su fórmula del éxito.
Más allá de su vida laboral, ella disfruta de hacer ejercicio en sus horas libres, correr y hacer pilates. Y, si le queda tiempo en el día, dedicarle un rato a la lectura. Pese a que le cueste encontrar un libro predilecto, le gusta mucho Joel Dicker y Lucinda Riley, específicamente la saga de las siete hermanas. Con las películas lo tiene más claro y, cuando se le pregunta, menciona que ‘El secreto de sus ojos’ y ‘Diario de una pasión’, son sus preferidas. En cuanto a la música, le gusta el rock rioplatense y su artista predilecto es Fito Páez, aunque guarda un cariño especial por Buitres.
Añade que el cuaderno, la regla y la calculadora son elementos que no faltan en su escritorio. No puede salir de su casa sin lentes de sol y el día que más disfruta son los viernes, cuando, según cuenta, todo parece hacerse un poco más liviano.
Tener la comida adecuada a mano es fundamental para la entrevistada, porque es celíaca, por tanto, salir a buscar algo cuando pica el hambre se vuelve todo un desafío.
Le gusta mucho cocinar, lo hace desde chica y desde que le diagnosticaron celiaquía se transformó en una necesidad, porque suele andar con su vianda de aquí para allá. Aprender y probar cosas nuevas en la cocina le divierte. Cuando recibe gente en su casa le gusta agasajar a los invitados con comida casera, algo que heredó de su familia. Lucille vive con Gonzalo, su pareja, y su labrador de 13 años, Zack.
Cuando se le pregunta cómo se ve de acá a 10 años contesta que aún no lo tiene claro, pero que se visualiza continuando con su carrera en una empresa. A la vez, confiesa que hace tiempo tiene ganas de juntar la cocina y el marketing para forjar algo independiente. “Tal vez algún día me anime”, remata.