“No veo viable una reducción de la jornada laboral en un país que ya tiene problemas de competitividad”

Leonardo García, presidente de la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU)

En un mano a mano con Empresas & Negocios, Leonardo García realiza una puesta a punto del sector industrial, y establece el modelo de gestión que pretende imprimirle a su presidencia. Habla de la necesidad de implementar estrategias para que la industria se mantenga a la vanguardia en un mercado cada vez más globalizado, y se refiere a los desafíos que enfrentan para mejorar la eficiencia y ofrecer productos y servicios de calidad. En este sentido, destaca la importancia de la innovación, la capacitación y la adaptación constante para potenciar la competitividad y la productividad, elementos clave para el crecimiento sostenido de las empresas y, en consecuencia, de la economía en general. El clima de negocios de Uruguay y los primeros pasos dados por la administración que encabeza Yamandú Orsi son también temas de análisis por parte del ejecutivo, que hace hincapié en la necesidad de valorizar la figura del empresario. Pone foco, además, en asuntos relevantes, como la reducción de la jornada laboral y la indexación salarial.

Por Oscar Cestau | @OCestau

Leonardo García nació en la zona de Lanús, provincia de Buenos Aires, Argentina. Posteriormente, por cuestiones de formación educativa, se fue a vivir a Capital, donde hizo la universidad, luego un posgrado y, posteriormente, una maestría.

Es contador público, carrera de grado que cursó en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Ya recibido, empezó a dar clases en la Universidad de Palermo (UP), casa de estudios donde luego realizó el posgrado y la maestría en Finanzas. Dentro de la UP se desempeñó en diversas tareas de administración, destacándose su trabajo en las áreas Contable, Planeamiento de presupuestos y Finanzas.  

Su vinculación laboral con Uruguay se dio en 2006, cuando surgió la posibilidad de trabajar en un estudio que un grupo de profesionales estaba armando en Colonia para ayudar administrativamente a empresas argentinas que venían a instalarse en Uruguay. “Con mi esposa, que es uruguaya y vivía conmigo en Argentina, estábamos empezando a analizar las opciones de venirnos a Uruguay, cuando mi suegro me propuso empezar a ocuparme de su fábrica (Dafelir S.A.) y participar en algunos negocios vinculados a la actividad forestal. Así fue que terminé viniendo a Montevideo e involucrándome directamente con el sector industrial”, relató García.

¿Cómo se dio su llegada a la presidencia de la CIU?

En realidad fue una decisión difícil por el compromiso y la responsabilidad que conlleva el cargo. Sin embargo, cuando uno realiza alguna actividad gremial, generalmente es porque le gusta trabajar por el bien común. Esa motivación desde siempre estuvo presente en mí, ya que me gusta el trabajo colaborativo. Antes de asumir la presidencia ya había estado involucrado en la CIU como vicepresidente en diferentes períodos.

Nunca me había propuesto ni tenido como meta llegar a la presidencia de la Cámara, entonces la decisión me tomó por sorpresa. Lo analicé mucho, especialmente con Fernando Pache, en ese momento presidente, y con Gabriel Murara, que era y es vicepresidente y anteriormente tuvo su pasaje por la presidencia. Ellos fueron quienes me impulsaron a tomar esta decisión.

¿Es de los que consulta al entorno o es de decisiones más personales?

A mí me gusta consultar a cierta gente, especialmente a los empresarios. Respeto mucho al empresario uruguayo. Cuando uno conoce a un empresario, y este le genera admiración y respeto por su trabajo, se convierte en una fuente de consulta muy valiosa, más si a lo largo de su trayectoria ha participado activamente en la actividad gremial industrial.

Tengo muy buena vinculación con los dos últimos presidentes. Cuando tengo algún tema que considero que Alfredo Antía me puede ayudar a resolver, no dudo en llamarlo y realizarle las consultas que considero necesarias. Lo mismo me pasa con Fernando Pache y con otros integrantes del Consejo Directivo. Como ellos son los últimos dos presidentes, hay muchos temas que vienen de sus respectivas gestiones, así que lo mejor es recurrir a ellos.

De hecho, retomé una práctica que se hacía normalmente antes: organizar reuniones con todos los expresidentes que pasaron por la organización. Es una especie de intercambio donde también pueden comentarme sus experiencias. Además, cuando hay algún tema delicado, considero que es un buen espacio para evacuar dudas y sentirse respaldado a la hora de tomar decisiones.

El tejido industrial está compuesto por un amplio universo de empresas con realidades dispares. Teniendo en cuenta este escenario, ¿hacia dónde apunta su modelo de gestión?

Lo principal que me propuse al asumir la presidencia fue poner en la agenda pública los problemas de competitividad y productividad que enfrenta la industria nacional, y eso es transversal a todos los sectores y tipos de empresas. Ese fue mi enfoque principal. Además, quería representar cada vez mejor a las empresas, y para lograrlo decidí estar muy cerca de ellas.

Iniciamos actividades con los presidentes de gremiales para escucharlos y promover un intercambio de ideas. También estamos creando dos comunidades distintas. La primera es la comunidad Mype, que busca agrupar a las micro y pequeñas empresas industriales. La acabamos de formar y todavía estamos en proceso de inscripción para que todas las microempresas puedan acercarse a la CIU. Muchas veces piensan que la Cámara es demasiado grande y que no es un espacio para ellas, pero estamos convencidos de que sí, que este es el ámbito adecuado para escucharlas, defenderlas y ser su voz ante las políticas del gobierno.

La otra comunidad es el Círculo Industrial, que también estamos desarrollando. Su foco estará en las grandes empresas industriales. Creo que las grandes empresas no reciben el reconocimiento que merecen. Muchas veces se las etiqueta como multinacionales que se manejan por sí mismas, pero eso no es así. Es fundamental valorar lo que representan para el país: son las que invierten, las que impulsan la economía, las que lideran en innovación y seguridad laboral. Conocer una gran empresa industrial en Uruguay, visitarla y entender su trabajo, siempre nos sorprende y nos inspira. Además, su compromiso social es muy importante y merece destacarse.

¿Cuáles son los principales desafíos que muestra la industria en nuestro país actualmente?

Como mencioné antes, creo que el principal desafío es seguir siendo cada vez más competitivos. También considero que un gran reto a nivel país es modernizar las relaciones laborales, ya que no podemos seguir enfrentando los problemas que surgen en el relacionamiento con los sindicatos. La conflictividad casi constante que afecta al sector industrial causa mucho daño. Esos son, en mi opinión, los dos grandes desafíos específicos del sector industrial en Uruguay.

A nivel general, estamos viviendo una época de cambios muy rápidos, especialmente con la llegada de la inteligencia artificial. Esto no es algo que se esté gestando, sino que ya es una realidad, y requiere que nos mantengamos muy informados, activos y atentos a los cambios que se producen. Es fundamental adaptarnos para no quedar rezagados en los mercados y poder mantener la eficiencia que exige el mercado moderno.

Otro desafío importante es el cambio en la política económica internacional, especialmente con las nuevas medidas que está implementando el gobierno de Trump. Esto también requiere que estemos muy informados y atentos, ya que los cambios son casi diarios y pueden afectar de distintas maneras a la industria nacional.

¿Cómo evalúa el clima de negocio que tiene hoy el país?

Veo al sector empresarial a la expectativa, todavía analizando qué está ocurriendo, qué va a suceder y qué vendrá en el futuro. No percibo un panorama claro, quizás debido a temas vinculados al cambio tecnológico, a los problemas de productividad y competitividad, y a que en el mercado mundial las reglas del juego se están reescribiendo sin que sepamos exactamente qué pasará. Por eso, el sector empresarial parece estar en una actitud de espera, expectante de lo que vendrá.

Si bien es prematuro evaluar el desempeño del gobierno, ¿cómo ve los primeros pasos dados por la administración encabezada por Yamandú Orsi?

Es muy reciente aún para evaluar al gobierno. Yo te puedo decir, como aspecto positivo, que desde la CIU estamos trabajando con las distintas áreas de gobierno en buena sintonía, con una muy buena comunicación, de ida y vuelta, y eso al sector empresarial le genera certeza, se va construyendo confianza.  Todo es muy reciente, y ya veremos si ese buen diálogo después repercute en resultados positivos.

¿Hay políticas públicas que no se están llevando a cabo y que usted considere que podrían facilitar un entorno más favorable para el desarrollo industrial?

No tengo claro qué políticas se están llevando a cabo actualmente y cuáles no, ni tampoco tengo muy claro cuáles serán las próximas medidas que se implementarán o impulsarán. Sin embargo, creo que existen líneas de trabajo que pueden favorecer la inversión, que son las que vamos intercambiando principalmente con dos ministerios: el de Industria y el de Economía.

Estas líneas de trabajo están relacionadas con mejorar la eficiencia del Estado, analizar las sobrerregulaciones que dificultan el crecimiento de los negocios y encarecen los costos. Uruguay es un país caro, por lo que debemos buscar mecanismos y formas para ser más competitivos. Considero que esa es una tarea importante del Estado para promover el desarrollo económico del país.

En materia de comercio internacional hubo algunos anuncios. ¿Qué comentarios le merecen?

Tuvimos una reunión con Cancillería y, en general, compartimos la idea de que Uruguay necesita abrir más mercados. Cuantos más mercados se abran, mejor será para el país. Se está poniendo mucho énfasis en esto, y creo que eso es positivo, especialmente en el marco de un posible acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur.

Además, estoy convencido de que debemos estar muy atentos a la negociación que se está empezando a gestar entre Argentina y Estados Unidos. En caso de que esa negociación avance, Uruguay debería aprovechar el buen relacionamiento que actualmente tiene Trump con Milei. Por eso, considero importante mantenernos bien cerca de esa negociación.

¿Considera que los empresarios tienen que formar parte de esa mesa grande que discute el camino de Uruguay en materia de comercio internacional?

Más allá de las políticas públicas, los empresarios son los que conocen la realidad de las oportunidades de negocio. Entonces, muchas veces, cuando no se da esa comunión o esa cercanía entre el empresario y las políticas públicas, es cuando estas fracasan. Estoy convencido, no solo en lo que tiene que ver con política internacional, sino a todo nivel, de que cada vez que se vaya a desarrollar ya sea una política industrial, de comercio internacional o cualquier tipo de política vinculada a negocios, tiene que estar el sector empresarial muy cerca. Después, obviamente, las decisiones las define el gobierno, por eso son políticas públicas. Pero, repito, por lo menos hay que escuchar al sector empresarial, porque es el que conoce de primera mano cuáles son las oportunidades que existen para el país.

Tenemos claro que el camino es diversificar y abrir nuevos mercados. Ahora, ¿hacia qué zona del mundo habría que mirar y hoy no se está haciendo para colocar lo que produce Uruguay?

Ahí vamos a empezar por otro lado. Yo creo que está muy bueno pensar en abrir mercados porque, en la medida que se abran, habrá más posibilidades para la industria nacional. Eso está muy bien. Ahora, me pueden abrir todos los mercados del mundo, pero si yo no soy competitivo, si no tengo precio, calidad y producto, es imposible. Entonces, me parece que es un trabajo que se tiene que dar en forma conjunta. Entendemos que ese es el camino, pero, al mismo tiempo, hay que trabajar en la competitividad del país.

¿Qué acciones o reformas considera fundamentales para lograr un avance significativo en competitividad y productividad?

Como he mencionado antes, creo que el Estado requiere una reforma.

¿La base, entonces, sería una reforma del Estado?

Creo que el Estado debe modernizarse, al igual que lo ha hecho el mundo. Actualmente, el Estado resulta muy costoso y en ocasiones sobrerregula ciertas actividades que afectan directamente a la producción, ya sea en la habilitación de productos o en los registros correspondientes. Considero que existen muchas trabas burocráticas que terminan encareciendo los procesos productivos.

Además, es necesario tener una mejor conducta a nivel macroeconómico del país. Desde la CIU nos preocupa especialmente el déficit fiscal de Uruguay, ya que esto, en cierta medida, termina repercutiendo en el tipo de cambio real que tiene el país.

Vuelvo al tema del comercio exterior y al papel de esta administración de gobierno en ese sentido. Los primeros titulares dan a entender que se busca una mayor cercanía con Brasil, una postura distinta a la anterior administración, que miraba un poco más hacia afuera del Mercosur. ¿Cuál es su visión y qué demanda el sector industrial al respecto?

Mucho no puedo opinar porque quizás tiene que ver con alguna estrategia de negociación. Es posible que este gobierno considere que una mayor cercanía con Brasil sea estratégica para luego poder negociar en mejores condiciones. La verdad, esa parte la desconozco. Estoy convencido de que Uruguay no debe cerrarse a ningún mercado ni otorgar exclusividad a nadie; en cambio, debe analizarse todo en conjunto. Por supuesto, nunca debemos perder de vista al Mercosur, que sigue siendo primordial para el sector industrial, pero también hay que estar atentos a todos los mercados.

El otro día me sorprendió un dato: el principal destino de la carne pasó a ser Estados Unidos. Por eso, es importante seguir estos apuntes, analizarlos y no dar por perdido ningún mercado. Uruguay debe mantenerse abierto a cualquier oportunidad que se le presente.

Países que están en negociaciones con Estados Unidos saldrán a buscar proveedores ante este nuevo escenario arancelario. ¿Es factible pensar en Uruguay aprovechando estas oportunidades? ¿Se puede suplir cierta demanda que pueda surgir a raíz de esto?   

No lo veo. No puedo visualizar ahí una oportunidad. Sí creo que esa nueva negociación que está planteando el gobierno de Estados Unidos nos empuja hacia el Tratado de Libre Comercio entre el Mercosur y la Comunidad Europea.

¿Ve más cercano ese acuerdo ante el actual escenario mundial?

Por lo menos, cuando uno habla con los distintos actores que han participado en esta negociación durante muchos años, en todos lados he notado que últimamente perciben esto como una oportunidad. Parece que muchos países de Europa, debido a lo que está sucediendo a nivel del comercio mundial, ven en este acuerdo con el Mercosur una oportunidad importante.

En su momento, hace algunos años, las distintas cámaras industriales de los cuatro países que conforman el núcleo del Mercosur -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay- elevaron a los negociadores sus discrepancias respecto a llevar adelante un acuerdo con la UE tal y como estaba planteado. ¿Cuál es el panorama hoy?

Nosotros tenemos una visión de apertura, obviamente siempre analizando los riesgos y cuáles son los sectores que quizás se puedan ver afectados. Pero en este caso, con la UE no vemos una amenaza, sino que creemos que es una muy buena oportunidad para la industria nacional.

¿Cuál es su visión respecto a los beneficios que se les ha dado a ciertos inversores extranjeros para que vengan a instalarse a Uruguay?

Creo que es muy positivo que Uruguay busque atraer más y mejores inversiones. Sin embargo, también es importante no perder de vista la industria que ya está instalada en el país. Está muy bien que lleguen nuevas inversiones, pero también hay que cuidar y fortalecer las que ya existen.

El otro día, conversando con un empresario uruguayo, me hizo una reflexión que me gustó mucho y que, con su permiso, voy a compartir: él decía que Uruguay fue muy bueno atrayendo inversiones durante mucho tiempo, pero que ahora no ha sido tan efectivo en mantener esas inversiones. Creo que ese es un aspecto en el que debemos poner más atención.

Hablamos de lo que debería hacer el gobierno, por ejemplo, de cara al sector empresarial. ¿Cuáles considera son los deberes que debe hacer el sector empresarial para seguir en el camino del crecimiento y las transformaciones?

Creo que el empresario es muy bueno cuando identifica oportunidades, especialmente el empresario uruguayo, que está acostumbrado a arriesgar en un país tan pequeño. Por eso, a menudo nos encontramos con innovaciones muy desafiantes y con industrias que a nivel mundial se destacan. Creo que eso es muy positivo.

Ahora, lo que más tenemos que trabajar de cara al futuro tiene que ver con la sostenibilidad y con involucramiento del sector empresarial en cuestiones sociales. Las empresas grandes, sobre todo, tienen muchos planes que están vinculados con cuestiones sociales del país. Creo que como empresarios tendríamos que tener el desafío de trabajar e involucrarnos más profundamente en cuestiones sociales, de colaborar más o estar más cerca de los problemas que tiene la sociedad.

¿Qué visión tiene de la educación en el país? ¿Se está educando para el mundo que viene?

La verdad es que no soy especialista en educación, pero sí puedo decir que vivimos en un mundo donde los cambios son cada vez más rápidos. Y cuando hay estructuras que son muy difíciles de ir evolucionándolas día a día, como en el caso de la educación, creo que eso puede ser un problema. Creo que esto puede ser un desafío importante a futuro. Como empresarios, nuestros productos y proyectos cambian constantemente, casi a diario, lo que nos obliga a estar siempre informados. Cuando aparece una nueva innovación, como la inteligencia artificial, uno piensa: «¿Qué futuro le queda a esta profesión?».

El impacto de la inteligencia artificial será tan profundo que afectará muchas áreas, y los sistemas educativos deben adaptarse en forma permanente. En particular, la educación pública, que suele ser más estática por cómo está diseñada, enfrentará un gran desafío.

Repito, no soy especialista en el tema, pero desde mi perspectiva, el gran reto está en cómo los responsables de la educación logren modificar casi en tiempo real los planes de estudio para mantenerse al día con estos cambios tan vertiginosos.

Hay dos temas que el PIT-CNT planteó el 1° de mayo que involucran directamente al sector empresarial. Por un lado, la reducción de la jornada laboral, y por otro, la indexación salarial. ¿Cuál es la postura de la CIU al respecto?

Lo primero que quiero decir sobre el tema de la reducción de la jornada laboral es que creo que se están haciendo afirmaciones que no son del todo correctas. Cuando dicen que el mundo va en esa dirección, me pregunto: ¿Qué mundo exactamente se está moviendo hacia allá? Porque los países que compiten con nuestra producción en el mercado global trabajan la misma cantidad de horas, o incluso más. Esa es mi primera reflexión.

Mi segunda reflexión es que, en un país que ya tiene problemas de competitividad -y esto es reconocido por todos los actores políticos y sociales-, en un contexto donde vivir, producir e invertir ya es caro, no veo viable una reducción de la jornada laboral. Creo que, en la medida que se transite por ese camino, será perjudicial para el país en varios aspectos. Será perjudicial porque encarecerá nuestros costos, generará mayor inflación y afectará la rentabilidad de las empresas del sector privado, que hoy no tienen márgenes suficientes para absorber un aumento de este tipo, además de las complicaciones que podría traer. También va a frenar las inversiones y puede llevar a una desindustrialización del país. Actualmente, no somos competitivos con otros países de la región, y si además queremos trabajar menos horas, muchas de las grandes empresas probablemente trasladarán sus procesos de producción a otros países de la región, sobre todo aquellos que requieren mayor mano de obra. No tengo dudas de que eso sucederá.

Después, si analizamos que dentro del sector industrial, de las 19.000 empresas que existen en el país, 15.000 son microempresas, surge la pregunta: ¿Qué van a hacer esas microempresas? ¿Cómo van a competir? ¿Cómo van a sobrevivir? La verdad es que va a ser imposible. Por eso, creo que los problemas que ya enfrentamos se van a agravar aún más.

Además, en el mediano plazo esto también va a repercutir en los trabajadores. Los precios van a subir mucho, porque esto no se va a poder absorber. Entonces, aunque trabajen menos horas y ganen lo mismo, cada vez les alcanzará menos. Esto va a generar un fenómeno de multiempleo, donde muchas personas terminarán trabajando 40 horas semanales más algunas horas adicionales, ya sea en su trabajo actual, en otros empleos o empresas.

Por eso, creo que discutir esto en este momento, cuando el país necesita invertir y crecer, es más un problema que una solución.

Por otro lado, Uruguay a veces tiene esa tendencia errónea de querer ser pionero en todo. Queremos imponer este tema y ser los primeros en la región, sin darnos cuenta de que, en mi opinión, estamos haciéndole un daño al país. Esa es mi forma de verlo.

Y sobre el tema de la indexación salarial, ¿cuál es la postura?

Yo creo que el ministro de Economía (Gabriel Oddone) apunta a contener aún más la inflación, y eso me parece un buen enfoque porque, en definitiva, la inflación termina afectando principalmente a quienes menos ganan. Siempre los procesos inflacionarios repercuten más en los sectores con menores ingresos, y creo que ese es un tema importante que debemos tratar de reducir. Aunque actualmente la inflación está bastante controlada, a medida que se baje, será mejor para toda la sociedad.

Un tema interesante para analizar es la relación entre los salarios y lo que realmente le queda al trabajador en el bolsillo. A veces se dice que en Uruguay se pagan sueldos muy altos, pero hay una realidad: el costo que le representa a un empresario contratar a un trabajador y lo que realmente recibe este último como salario son cosas distintas. Me gustaría que pudiéramos discutir esto. Porque una empresa puede pagarle a un trabajador cierta cantidad, pero en el bolsillo de este queda mucho menos, a veces la mitad. ¿Qué pasa en el medio? Eso es lo que deberíamos analizar. Ahí hay una parte importante de por qué los salarios no rinden tanto y por qué a las empresas les cuesta tanto mantener un trabajador. Y somos conscientes de que el país está tan caro, que aunque paguemos salarios elevados, al trabajador no le alcanza. Esos son temas que también nos preocupan.

Por ejemplo, en el sector autopartes, un salario de un trabajador en Paraguay puede valer unos 300 dólares, mientras que acá un obrero con la misma calificación puede costar 1.000 dólares. Y la realidad es que esa plata no le queda al trabajador y tampoco le alcanza para vivir bien. Entonces, pagamos sueldos altos, pero al trabajador le queda mucho menos de lo que le cuesta a la empresa, en algunos casos solo el 50 o 60% y, sin embargo, eso no es suficiente para que puedan vivir como corresponde en Uruguay.

Mucho de esto tiene que ver con el costo del Estado y las ineficiencias que tenemos, cuando la gran discusión que debemos dar tiene que ser para reducir los gastos sin perder calidad de vida.

Estos son temas que siempre están en los discursos de campaña, pero las administraciones pasan y la solución no llega. ¿Por qué no se avanza?

Todo problema complejo, o cuando este se transforma en estructural, requiere planes. Estos planes deben abarcar diferentes horizontes a corto, mediano y largo plazo. Además, demandan soluciones profundas y complejas, con varias aristas. Quizás en algún momento los sectores políticos logren ponerse de acuerdo para desarrollar una política de país conjunta, con el fin de alcanzar objetivos a mediano y largo plazo.

En agosto, el gobierno va a presentar el presupuesto para cinco años. A su vez, empiezan las reuniones tripartitas. ¿Qué lectura hace de esa instancia?

Lo primero que va a marcar la línea va a ser cuando se fijen las pautas que establezca el Ejecutivo. Ahí vamos a ver si coincidimos en la mirada de lo que está pasando en Uruguay y de lo que queremos que pase. Por eso consideramos que es clave la fijación de pautas y también el tiempo de negociación. Porque ese es otro gran error que tenemos en el país. En un país estable, con una inflación en cierta forma controlada, con un crecimiento bastante chato, cada dos años tenemos una ronda de Consejos de Salarios que dura seis meses. ¡Son seis meses de discusión, de negociación, con conflictos, paros! ¿Qué creen que hace el empresario? El empresario, en un contexto así, de incertidumbre, de conflicto, ¿invierte o no invierte? ¡Se frena! Y un país que necesita crecer, que precisa volver a tasas altas de crecimiento, requiere más inversión. Los trabajadores pierden jornales y los empresarios empiezan a trabajar sin saber cuál es su costo laboral. Entonces, me parece que en ese proceso que hablo de modernizar las relaciones laborales también hay que atender al tiempo de duración y la forma de negociación.

Para mí es muy importante que las pautas que se fijen sean acordes a la realidad que vive Uruguay y coherentes con las posibilidades del empresario.

Creemos en la negociación, porque la historia del Uruguay así lo indica, pero en una negociación más moderna, lo menos conflictiva posible y con una duración acotada.


Mejorar la imagen del empresario

Usted dio sus primeros pasos a nivel empresarial en Argentina, y después vino a Uruguay, lo que le da la posibilidad de tener vivencias en los dos países. ¿Cómo ve la sociedad uruguaya al empresario?

El empresario uruguayo tiene un perfil bajo y muchas veces no cuenta todo lo que hace. Entonces, la sociedad en su conjunto tiene un desconocimiento del empresario, de su actividad, y eso no lo posiciona bien. Creo que sería importante que el empresario uruguayo, en general, trate de contar más lo que hace. Es fundamental levantar un poco el perfil y mostrar todo lo que contribuye a la sociedad y al país. Considero que debemos trabajar mucho más en comunicar nuestras acciones para mejorar nuestra imagen y destacar el impacto positivo que generamos.


Las variables que afectan la competitividad

Cada vez que el tema productividad es puesto en discusión queda la sensación de que es un asunto muy difícil de poner sobre la mesa o en la negociación, tanto por parte de los trabajadores como de los empresarios. ¿Es complicado llegar a buen puerto en el tema? ¿Cuál es su opinión al respecto?

Acá hay dos temas distintos. Creo que lo difícil es poner el tema productividad en una negociación salarial. Nosotros, como empresarios, estamos obligados todo el tiempo a tratar de mejorar la productividad, y eso, en el sector industrial, muchas veces viene dado por inversiones en nuevas tecnologías y maquinarias. Creo que ahí es donde está la confusión. Nosotros estamos obligados a mejorar la productividad porque el mundo está todo el tiempo haciéndolo, viendo cómo producir más cantidad en menos tiempo sin perder calidad. Y eso, en el sector industrial, está directamente relacionado tanto con la inversión como con la capacitación. Entonces, creo que ahí es donde debiera estar la discusión, más que nada con la fuerza laboral para ver cómo hacemos para capacitar más y así lograr una mejor productividad. Pero a veces se confunde al pensar que una empresa que hace una inversión muchas veces significativa, que le cuesta bastante amortizar, después eso debería repercutir directamente en el salario de los trabajadores. Yo creo que ese es un error porque las empresas invierten para tratar de seguir siendo competitivas.

Generalmente, amortizar una inversión en Uruguay tiene un riesgo mayor porque el mercado es muy chico. No es lo mismo una empresa que hace una inversión en Brasil, con el mercado que tiene, que hacerlo en Uruguay, con un mercado de tres millones y medio de habitantes. No, definitivamente no es lo mismo, pero estamos obligados a seguir invirtiendo en el sector industrial si es que queremos seguir compitiendo.

La CIU, en ese sentido, trabaja con capacitaciones y demás de cara a los empresarios. El departamento de capacitación de la Cámara es muy bueno. De hecho, venimos trabajando en forma conjunta con Inefop en capacitaciones de todo tipo, y eso es importante. Pero, repito, las dos variables que afectan directamente a la productividad tienen que ver con esas dos cuestiones: con la capacitación y las inversiones.


Señas de identidad

Leonardo García está casado con Sheila Sapiro y tiene dos hijas: Luana y Emma, las dos nacidas en Uruguay.

¿Qué hobbies tiene?

Me gusta hacer deporte. Antes hacía mucho deporte de contacto… Hice boxeo, muay thai, kickboxing, y como ahora estoy algo lesionado, solamente voy al gimnasio.

¿A qué imagen de su infancia le sacaría una foto y la pondría en un lugar especial de la casa?

Lo que más extraño de esa época son los domingos en la cancha con mi padre y mis primos. Yo soy hincha de Independiente, e iba siempre a verlo. Pero también recorría otras canchas, incluso las del ascenso de Argentina. Disfrutaba mucho ir a un estadio de fútbol, más allá del partido o de quién jugaba.

¿Qué jugador de Independiente lo marcó?

Diego Forlán. Forlán es mi ídolo de toda la vida, pero no solo por lo que hizo en Independiente, sino porque fue un verdadero embajador hacia afuera, por la trayectoria que tuvo a nivel mundial. Que triunfara en Europa, que saliera cuarto en un Mundial con su selección, que fuera elegido el mejor jugador del Mundial de 2010, y que su debut profesional haya sido en Independiente, para mí fue lo máximo. Cuando en el Atlético de Madrid coincidió con Agüero, los dos de Independiente, no me perdía un partido. Forlán fue un jugador que me marcó mucho.

X, Facebook, Instagram, LinkedIn… ¿Qué redes sociales usa?

Desde que soy presidente de la CIU uso mucho LinkedIn, más que nada por las noticias de la Cámara. Tengo X, pero no soy de escribir, sino que lo uso más que nada para compartir información vinculada a la Cámara. En forma personal sí tengo Instagram, pero no lo uso demasiado.

¿Una comida?

Asado.

¿Una bebida para acompañar ese asado?

Vino. Vino uruguayo, siempre.

¿Quiénes le han dejado las mayores enseñanzas a nivel empresarial?

Yo creo que uno aprende de todos los empresarios… Se aprende mucho escuchando. Aprendí mucho de mi suegro, Eduardo Sapiro, que fue quien me apuntaló cuando llegué a Uruguay. Me mostró cuál era el camino, aprendí mucho de él.

Es contador, ¿pero en qué otra actividad le hubiese gustado incursionar?

De chico siempre supe que iba a ser profesor de Matemáticas, porque me gustaba mucho. Hice la carrera de contador, pero también llegué a imaginarme en algo vinculado a la actividad financiera; me gustaba bastante el tema de los números.

¿Con qué personaje, histórico o no, sin importar época, le gustaría compartir una charla de café?

Con dos personas: Albert Einstein y Leonardo Da Vinci. Cuando uno ve lo que fue Leonardo Da Vinci no puede creer que lo haya hecho en una sola vida. Lo que se te ocurra fue Leonardo Da Vinci en esa época, en todas las áreas. Me gustaría sentarme con ellos y entender cómo funcionaban esas cabezas.

¿Qué características cree que lo definen?

Soy bastante obsesivo e impaciente en el trabajo. Me gusta mucho negociar, me gusta el acuerdo, y creo que esa es una característica que me define.

Me da satisfacción ayudar al otro, y creo que eso lo estoy canalizando hoy en la Cámara de Industrias. Pongo mi mayor esfuerzo para que a los industriales les vaya bien. Es muy gratificante la sensación que se siente cuando uno logra y alcanza algo para una empresa o para un empresario. Y soy muy familiero.