Su vida es un sube y baja de experiencias. Las hay de las buenas, pero también de las otras, esas que dejan heridas, pero a la vez enseñanzas. Supo levantarse y tuvo la visión de anticiparse a modelos de negocio que vendrían después. También hizo que las cosas pasaran, así que nada fue producto de la casualidad. En una extensa charla con Empresas & Negocios, Pache dibujó el recorrido de su prolífera actividad empresarial y puso foco en este nuevo desafío al frente de la Cámara de Industrias (CIU). Se inclina por una gestión de realidades tangibles y es por eso que marca pautas y metas. Habla del clima de negocios del país y pone énfasis en lo que representan las pymes para nuestra economía. Cuando le tocó opinar de inserción internacional fue contundente al expresar que bajo ningún concepto los industriales pueden estar por fuera de las negociaciones, pidió más protagonismo y solicitó estar en la misma mesa de los equipos de trabajo del gobierno.
Escribe: Oscar Cestau | @OCestau
Fernando Pache nació en Montevideo y vivió en Carrasco. Se crió en el seno de una familia cuyo progenitor fue piloto aviador militar y su madre diplomática panameña.
Estudió en el Colegio y Liceo Santa Rita, aunque en la etapa de formación recorrió otros centros educativos. “No fui el mejor alumno de la clase”, deslizó al pasar.
Su actividad laboral se inició en 1987, en La Cosechera Romeo Zerboni S.A., empresa familiar por el lado de su esposa.
A modo general, dice que su función ahí era “aprender”, algo que hasta el día de hoy, agrega, “no ha dejado de hacer”. En sus comienzos se desarrolló en el área de ventas. En 1990, con un par de socios amigos, se hizo cargo de la gestión, pero las cosas no salieron bien y la empresa terminó cerrando unos años después.
Surgió, entonces, la posibilidad de viajar a San Pablo para atender la parte comercial de una industria de cacao, que además tenía vinculación con el azúcar, y optó por irse.
Durante 11 meses estuvo viviendo en la principal ciudad industrial de Brasil. Allí estaba de lunes a viernes y el fin de semana retornaba a Uruguay para estar con su familia.
“Era muy sacrificado ir y venir permanentemente; mi familia estaba acá, porque a esa altura yo ya estaba casado y tenía tres hijos. Y cuando me ofrecieron la gerencia general de la empresa en San Pablo, lo que implicaba vivir permanentemente allá, renuncié y elegí volver al Uruguay. Cuando tomé esa decisión, le plantee al dueño de la empresa la posibilidad de hacer algo en conjunto pero desde acá. Era prácticamente vivir el sueño americano en Uruguay teniendo el mercado de Brasil al lado. Fue ahí que surgió la idea de montar alguna actividad relacionada con el cacao en el Uruguay, con materia prima traída desde el exterior. Había que crear una nueva empresa, y a partir de ese momento se gesta F. Pache S.A., que dio origen a una etapa más empresarial que comercial en mi vida”, rememora.
Estando en Brasil, vislumbró un negocio que tendría su desarrollo posteriormente: un parque industrial y logístico, o algo similar. La idea estaba, pero faltaban muchos procesos para su consolidación.
“Yo salí fundido hacia Brasil, y en un año vine con plata para comprar tierra, y a la vez pagando todas las deudas previas, así que no me fue mal en esos 11 meses allá, para ser honesto. También tengo que ser franco: en Brasil me ofrecieron vivir en un barrio determinado, que quedaba a 50 minutos o una hora de la oficina donde yo tenía que trabajar, pero elegí vivir en la esquina, en una habitación de hotel, porque mi objetivo era trabajar, no pasear por San Pablo. Trabajaba desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche, y cuando salía de la oficina iba a dormir. Esa era mi vida”, cuenta de esa etapa.
En esta parte de la charla, Pache reflexiona sobre el aprendizaje que le dejó su pasaje por lo que denomina “el imperio de Brasil”, y cómo esa vivencia lo hace reacio a tener cualquier tipo de discusión con el Mercosur. “Cualquier guiñada que nos haga una empresa brasilera o nos dé el visto bueno para comprarnos algún producto no tenemos cómo dar abasto, porque acá no tenemos maquinaria para atenderlo. ¡El barrio de Santo Amaro, en San Pablo, tiene más habitantes que el total del Uruguay! Yo soy muy respetuoso de Brasil. A veces hay que entender lo que es la vida allá… Una persona normal de trabajo, como nosotros, por lo general pasa dos horas y media o tres en el auto por día para ir a trabajar y volver a su casa. Nosotros no nos damos cuenta de eso y estamos a dos horas y media de distancia”, explicó.
Cuando comenzó a adquirir predios en la ruta 101 en Uruguay no existían los parques industriales ni una ley que incentivara su construcción. Solo estaba el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) que impuso la Intendencia Municipal de Montevideo para sacar las cargas pesadas o los grandes camiones de la ciudad. “Nosotros visualizamos eso como una buena oportunidad y como mi actividad empresarial de compra y venta en el mundo me llevaba a ver y visitar polos logísticos, parques industriales y polígonos industriales, entendí que eso algún día se iba a dar en Uruguay”, recordó el ejecutivo.
Los primeros pasos en esos terrenos adquiridos fueron el origen de lo que en 2014 sería Cacao del Plata, una planta elaboradora de cacao en polvo que pertenece al grupo F. Pache, y que hoy cuenta con distribuidores en Argentina y Brasil. Aunque antes pasó mucha agua bajo el puente.
Más allá de lo que vino después, y que se inició con la idea de montar una fábrica de cacao en un galponcito que tenía el primer predio adquirido en la ruta 101, sobrevino después la planificación para armar un parque industrial. “Era la época en donde estaba el ingeniero Roberto Kreimerman en la Dirección Nacional de Industrias (luego fue ministro de Industria), entonces me reuní con él y salí sorprendido por su visión. Me entendió perfectamente, porque también era mundano, y tenía claro cómo llevar eso adelante”, recordó.
El siguiente paso fue planteárselo al entonces ministro de Economía, Fernando Lorenzo, y así se terminó armando la ley de parques industriales.
“No le voy a decir que fue difícil, pero sí complejo; porque lo que no existe, crearlo es complejo”, enfatizó.
La pequeña planta de elaboración de cacao fue tomando forma. Una plaga surgida en Bahía afectó la producción, disminuyendo casi el 60% de la producción nacional de cacao en Brasil. Aunque el emprendimiento local era independiente, sin atender clientes directos sino llegando al país norteño de la mano de su “socio” brasilero, desde Uruguay se fue abasteciendo de cacao en polvo a Brasil. El negocio fue creciendo, hasta que surgió el proyecto de montar una fábrica de cero en Uruguay; un modelo para la época (2005-2006).
En esa fecha se instala F. Pache S.A., en la ruta 101, como si fuera el negocio ancla de un parque industrial.
“Nosotros mismos hicimos la prueba y la instalación, y paralelamente desarrollamos una línea de chocolatados en polvo, seguimos con el molino y el proceso del cacao, aunque sin llegar a los niveles que tenemos hoy. En 2006 decidimos hacer una fábrica independiente de este proceso de molienda con tanta mala suerte que en el 2007 mi jefe, y que pasó a ser mi socio en Uruguay, se mató en un accidente de moto. Ahí me quedé con las ganas de hacer algo sin plata, sin socio y sin tecnología, que era su know how. Fue un momento muy difícil. Yo ya había empezado algo, me había endeudado, porque todo movimiento que hacíamos en F. Pache en aquellos tiempos estaba relacionado a lo que iba a pasar después, así que no fue nada fácil tomar decisiones y seguir. Fue un golpe afectivo, sin dudas, porque habíamos hecho una relación humana fabulosa, y después de incertidumbre total. La pregunta era ¿para dónde voy con esto ahora? Tomamos la decisión de seguir, siempre con buenos equipos humanos y el apoyo familiar. La empresa fue madurando, las cosas se nos empezaron a dar, y en base a muchísimo trabajo seguimos hasta lo que somos hoy”, relató.
El desarrollo del parque industrial y logístico fue en paralelo, y hoy hay 15 empresas instaladas allí, con 750 personas que entran y salen todos los días.
En la charla llega el momento de hablar de este nuevo desafío que desde principios de diciembre representa dirigir por dos años los destinos de la CIU.
Usted cuenta con una amplia trayectoria empresarial y gremial en el sector. Fue tesorero, presidente y secretario de la Cámara Industrial de Alimentos (Ciali), y ha integrado el Consejo Directivo de la CIU como vocal y prosecretario, siendo vicepresidente durante la gestión de Alfredo Antía, entre otras funciones. ¿Qué lo llevó a asumir la presidencia de la CIU?
El compromiso. En realidad, tuve el honor de ser propuesto un par de veces como posible presidenciable en los últimos seis años y nunca quise agarrar. Por un lado creía que no daba la talla en cuanto a la parte intelectual. A la CIU viene gente que tiene muchísimas condiciones y muy buenas, y por otro lado está el tiempo que esto conlleva y el conocimiento de cada área que hay que tener. Entonces entendí que no era la persona adecuada para llevar esto.
De alguna manera, quizá tampoco me animaba mucho a aceptar el reto porque yo, sin necesidad de tener que estar todos los días en nuestras empresas -tenemos cuatro-, siempre tengo un ojo puesto en cada una de ellas casi todos los días, entonces eso me hackeaba un poco la decisión. De hecho, la última decisión fue muy difícil puesto que yo durante todo el año había dicho que creía que no iba a estar en condiciones de poder encarar lo que sería la lógica de que un vicepresidente pudiese tomar la presidencia habiendo mamado, de alguna manera, y obtenido el conocimiento de lo que venía pasando en esos dos años anteriores. Pero llegado el momento tuve varias llamadas -todas muy honrosas- de varios colegas, amigos de muchos años, expresándome que no me podía alejar y que tenía que tomar la responsabilidad de llevar adelante esta tarea; y que si no era por un problema de salud o una negativa radical familiar debería asumir el compromiso. Pero no se trataba solo de eso… El perfil alto que implica esta obligación no va muy de la mano de lo que a la familia le gusta, y entonces eso era uno de los grandes temas que tenía en la cabeza y que me generaba más dudas de poder dirigir la CIU. Hablé con mi familia, y acá estoy. De a poco todos nos vamos acostumbrando y aprendiendo.
¿Cómo es ser industrial en Uruguay?
Muy difícil, pero muy lindo. Me inicié casualmente en una industria familiar. Ahí aprendí de la yerba mate, del azúcar, del cacao -porque se hacía cocoa-, aprendí del café, algo que me apasiona, todo en La Cosechera Romeo Zerboni. Creo que eso se me incorporó casi en el ADN de mi actividad diaria. Yo convivo, aprendo, respiro ser industrial en el Uruguay, y con muchísimo gusto lo hago. He tenido la oportunidad de vivir en muchos lugares del mundo, especialmente en los países vecinos como ya hemos hablado, pero siempre -y por suerte con mi esposa no hubo discusiones por ese tema- elegí vivir en el Uruguay. Tengo 37 años de casado y 40 de conocimiento, así que en su momento fue una decisión muy claramente tomada. Por suerte no tuvimos la necesidad de tener que vivir en otro país.
¿Qué pretende impulsar de su gestión? ¿Cuáles son los planes que tiene?
Mi mayor desafío se concluye en realidades tangibles. No soy de la idea de mucha gestión política; la verdad, soy de rápida frustración a los fracasos de gestión. Entonces, no estoy dispuesto hacer una gestión visible para que eso no redunde en el éxito de los empresarios. Usted me va a ver en mis gestiones en forma aguerrida. Todos los proyectos que pueden ser de largo aliento con muchísimo respeto los pongo y los pondré en cartera, los analizaremos, los trabajaremos, pero en la directiva tenemos asociados que están mucho más y mejor capacitados que yo para poder llevar esos proyectos, de a poco, para adelante. La propia Cámara tiene un plantel fabuloso de funcionarios y de técnicos que también pueden llevar a cabo con éxito esa tarea. Mi gestión, básicamente, y lo que yo espero de ella, es que los temas que se tomen puedan tener un resultado a corto plazo. No voy a decir instantáneo, porque todas estas cosas llevan su tiempo, pero yo no estoy dispuesto a invertir tanto tiempo para que el final de la gestión sea de un resultado real magro. Resultado real es aquel que necesita producir una determinada mercadería o producto para venderse en el Estado; resultado real es aquel que tiene una producción determinada con gente a la cual le paga todos los meses el sueldo, y que tiene maquinaria adecuada para exportar a un vecino pero que no puede cruzar la frontera o no puede cobrar y espera una solución. Esa es la gestión que considero que deberíamos hacer para que eso realmente redunde en algo que sea tangible, y que ese socio se sienta satisfecho, día a día, con el trabajo que hace.
La industria local está conformada por empresas con diversas realidades, pero todas conviven con un clima de incertidumbre generado, en gran medida, por el contexto internacional. El sector sigue creciendo, y así lo indican los números, aunque a un menor ritmo. ¿Cuál es la evaluación que usted hace de la marcha de la industria?
El concepto que sale a nivel de prensa y el que acaba de decirme usted es el real, porque es numérico. Pero eso yo lo separo, y siempre trato de hacerlo porque los volúmenes de producción del Uruguay si bien han crecido, y eso es algo indiscutible, tenemos cuatro, cinco, seis productos, o sectores del país, que si disminuyen, la economía se resiente, y si crecen, la economía crece. No voy a decir que no me preocupan o que no me ocupo de esos sectores, los miro con atención y los aplaudo, honestamente. Ocurre que, desde la lectura externa, son sectores que impulsan la economía o no, pero desde la lectura interna no son los que abarcan la producción de un fabricante o un productor de peras que hace peras en almíbar. Hay mucha gente que depende de la fruticultura, de la granja en el Uruguay, y seguramente no se hable de que la granja sea un impulso en el país, tampoco lo hacemos con la pequeña fábrica de dulce de leche, pero estos pequeños emprendimientos generan mano de obra muy importante. A veces se pierde de vista de que hay una determinada zona o un paraje donde hay 70 – 80 personas y 40 viven de eso; entonces si fracasa esa empresita, fracasa el paraje. Nosotros nos damos el lujo de no hacer mucha prensa y de no hacer ruido cuando hay que tirar manzanas en el Uruguay. Yo no estoy hablando de la soja… Lo de la soja lo leemos todos, es facilísimo de entender, es una macroeconomía de una macro producción. Yo acá estoy por el de las manzanas, es por eso que agarré. Usted me preguntaba antes… es por eso que estoy acá. No se puede tirar alimentos en el mundo. No podemos tener una empresa como Calcar, con dificultades, y que de repente ordeñemos vacas y nos demos el lujo de tirar la leche porque hay paro. Eso es una inmoralidad. Yo no soy de los que me voy a quedar callado ante eso. He recorrido varios países de África… yo he visto el hambre. Compro cacao en Ghana, en Costa de Marfil, en Camerún… En Uruguay vivimos en Paris al lado de lo que yo he visto ahí. ¿Tirar leche, tirar manzana, tirar membrillo? ¡Tiramos la comida en Uruguay! Y no hay una política de poner una fábrica, así sea subvencionada. No sé si es caro o barato, no importa; no se pueden levantar las chacras así como así porque costó muchos años hacerlas. En mi opinión, hay que tener una atención muy particular en ese sector.
Nosotros decimos que somos un país con cinco o seis productos básicos en materia de alimentación; ya sabemos que son la carne, los oleaginosos, el trigo, el arroz y los lácteos. Si esa es una realidad, que lo es, entonces no hay manera, desde mi punto de vista, de tener un nivel de conflicto tal en una industria láctea, por ejemplo, para no tener la capacidad de absorción de toda esa materia prima. ¿Por qué estoy hablando de productos agropecuarios cuando esta es la Cámara de Industrias? Es que todos los productos que salen de la tierra y/o de diversos orígenes de la producción no los miro solo como materias primas que se van por el puerto y nada más, sino que los visualizo con agregado de mano de obra, con proceso industrial, que creo que el Uruguay tiene mucho para dar en ese sentido.
¿Cómo ve el clima actual de negocios del país? ¿Qué le gusta y qué no?
No es malo, a no ser algunas acciones duras que hay en quienes tienen los puntos de comercialización y ejercen, a veces hasta sin darse cuenta, una acción de poder dominante a su proveedor; diría de que ahí tendríamos el punto más complejo de la relación productor – comercializador. Yo no veo que haya una conflictividad en el clima de negocios en Uruguay. Inclusive creo que el país es muy buen anfitrión de quienes vienen de afuera a hacer negocios y a instalarse, ya sea con oficinas o con pequeñas, medianas o importantes empresas.
Es complejo abrir una empresa, y lo es adquirir algunos documentos, tenemos algunas burocracias que los uruguayos quizá no nos damos cuenta pues ya nos acostumbramos a convivir con ello, pero algunos extranjeros que vienen de países donde estos procesos son más fáciles y más ágiles lo notan y se quejan de ello. Ahí se abren oportunidades para perfeccionarnos. Alguien tiene que tomar las riendas para decir ‘mire, tenemos esta queja y vale la pena resolverla’. Para eso está el libro de quejas, para que uno aprenda de esas quejas. Si uno tiene un libro de quejas pero no aprende, el libro no sirve para nada.
Algún sector político de la coalición –Cabildo Abierto más precisamente- y algunos grupos empresariales han pedido una reestructura general del esquema de exoneración a empresas, para favorecer a las pymes y no solo al gran capital. ¿Qué opinión tiene usted del tema?
Para mí las pymes son las que hacen que la economía funcione. Toda aquella empresa monstruo que habla de la macroeconomía y que tiene por ende también una automatización extrema o aggiornada a la última tecnología quizás no tenga el nivel de empleo, de mano de obra directa que puede tener una pyme. Yo estoy mil por ciento a favor del apoyo a la pyme. La pyme, a su vez, tiene menores riesgos que ante una crisis genere un ruido tan grande que sí pasa cuando una megaempresa se va. Estoy totalmente de acuerdo con la política de apoyo a las pymes sin importar de dónde provenga. Y tenemos que empezar a apoyarnos por casa, esto es, hacer una ley seria de las compras públicas nacionales. Eso tiene que ser una política de Estado a esta altura. El Estado es el administrador de los fondos de todos nuestros impuestos, y las compras públicas las hace el Estado con mi plata. Entonces, nosotros le pedimos al Estado y al Poder Ejecutivo, básicamente, que use la plata recaudada de nuestros fondos en comprarles a nuestros colegas de trabajo. No podemos darnos el lujo de comprar ropa para las instituciones militares, por ejemplo, en otro país que no sea Uruguay.
¿Va a insistir con ese tema ante las autoridades?
Permanente. Creo que todavía no cae la ficha desde el punto de vista de la lógica. ¡Estamos queriendo abrirnos al mundo y tenemos nuestro propio país cerrado para nosotros mismo! Eso no es de sentido común. El presidente es un tipo brillante, pero necesita entender esto. ¿Cómo podemos pedirles a otros que se abran cuando nosotros mismos, para nuestros propios consumos, estamos cerrados? ¿Sabe en cuánto protege Paraguay cuando hay una licitación pública de comercio interno o de compra pública entre lo producido made in Paraguay y lo traído del mundo? En un 40%. O sea que lo que viene de afuera tiene que ser hasta un 40% más barato que lo que se logra producir y consumir en Paraguay. Lo entendió Paraguay. Todos los países protegen sus producciones locales, entonces no podemos dudar. Todo aquello que adquiramos por compra pública fuera del país es dejar la mano de obra bendecida afuera y perjudicada adentro. A eso apunto cuando hablo de que quiero hacer una gestión tangible. Voy a sentirme satisfecho cuando vea que todos los hospitales nacionales y hospitales públicos tienen el desayuno, la merienda, la cena de sus pacientes internados en su totalidad con productos nacionales. No hay manera de que a usted le sirvan una mermelada en un hospital y diga made in Argentina. No tenemos cómo permitirlo.
Habría que legislar al respecto.
Por supuesto. Hay que empezar, no sé si de cero, pero primero que nada tenemos que lograr que el Poder Ejecutivo interprete que lo que pedimos para afuera lo tenemos que hacer para adentro. Primero tener la posibilidad de mostrar lo que hacemos con nuestras líneas de producción, para después sí pedir afuera. Ese es un punto muy importante de esta directiva. No sé cuánto se va a lograr, porque legislar y aprobar, por el tiempo que eso lleva, puede estar dentro de las posibles frustraciones con las que me tenga que ir; espero que no.
Hace años se planteó legislar en ese sentido, pero los críticos decían que era fomentar que el Estado comprara más barato o más caro un producto que podía ser malo o bueno, todo amparado por una ley que estuviera protegiendo la industria nacional.
Yo no estoy de acuerdo. En Uruguay, especialmente los productos alimenticios han mejorado muchísimo porque la propia legislación bromatológica y los controles que hay han hecho que la calidad de los alimentos y de las producciones sea buena. Por supuesto que la legislación tiene que tener todos los controles para que nadie abuse o entregue cualquier cosa porque está protegido; eso no. Tenemos al LATU, que es una institución muy seria, sabe trabajar bien, entonces hay que aprovecharlo. Capaz que tiene que entrar dentro de esa legislación como organismo de control.
Hay reformas que el país está encarando: una es la de la seguridad social y otra la de la educación. ¿Cómo ve los pasos que se han ido dando en este sentido?
Son pasos políticos en tiempos políticos, y muchas veces no son tan rápidos como en lo personal me gustaría, pero hay que aceptarlo. Es evidente que la educación desde hace unos cuantos años viene decayendo, así que todo lo que sea para mejorar la base está bien. Posiblemente en lo social no haya una grieta, y ojalá que así sea, pero en el plano educativo no tenga la menor duda que hay una diferencia importante entre quien se pudo formar en una educación muchas veces paga y el que no tuvo esa condición. Si no hacemos algo para minimizar estas diferencias vamos a terminar muy mal. Quizás tengamos un país mejor, con números muy lindos como los vemos, y ojalá continúen y crezcan, pero vamos a tener un sector de la población que no va a tener condiciones de inserción laboral fáciles.
¿En Uruguay se está educando para el mundo de hoy para el que viene?
No lo sé, honestamente no le puedo dar respuesta porque yo no sé cómo se está educando en los niveles chicos y medios de la escuela y el liceo; no conozco los programas de educación para poder contestarle en este sentido. Pienso que en algunos sectores donde se accede a una educación de mejor calidad y es notorio quizás sí, y en otros sectores donde de repente lo puedo distinguir recién cuando esas personas tienen veintipico de años y nosotros miramos currículums para emplear nos damos cuenta del nivel de preparación de esas personas, pero de otra manera no se lo puedo decir porque no lo vivo.
¿Cómo ve los avances que se han dado tras las recomendaciones que hizo la OIT al gobierno uruguayo?
Acá hay dos puntos básicos… Uno es el de las ocupaciones, por ejemplo, como derecho de extensión de huelga. Eso es algo que está medianamente resuelto, por lo menos como se determinó por vía de la LUC; funciona, o no ha generado más ruido en ese sentido. En algunos otros puntos –todo esto es muy complejo porque se abren y se abren ramas- parece que hay avances. Hay un punto que todavía no está resuelto, y es en la parte de la negociación tripartita según tengo entendido, porque la OIT sugiere que sea tripartita hasta los salarios mínimos, y a partir de ahí que la negociación entre las partes sea bipartita. Mucho más no le puedo contar al respecto
Me imagino que el poder sindical del Uruguay deberá hacer una reflexión madura para poder sentarse a negociar sin violencia de ningún tipo, sin paros amenazantes. Tengo la esperanza de que haya una subida de escalón en ese sentido, ya sea hasta por la edad cronológica de los propios dirigentes sindicales, como me ha pasado a mí, y por la realidad del mundo actual. Creo que sería de muy buen gusto que la negociación sindical sea con nivel y diálogo en oportunidad del próximo cuatrimestre.
Una y otra vez uno escucha hablar de la necesidad de mejorar la competitividad. El reclamo es constante, pero da la sensación de que no hay avances, y sí los hay, son mínimos y en pocas empresas. ¿Por qué no se avanza? ¿Cuál es el camino que hay que tomar en ese sentido?
Existen varios rubros que hacen que el país, y su producción, adquieran competitividad frente a sus vecinos. Hoy tenemos una situación que podríamos mirarla a dos puntas. Parte de la competitividad la integra la productividad, y ahí tenemos un tema específico que depende del ser humano. Y hay otro tema anterior que depende de la economía del país y de la voluntad de resolver o de ajustar en materia económica esa situación. La productividad forma parte de las conversaciones que debemos tener con gran madurez con toda la dirigencia sindical y de la idiosincrasia de la vida moderna y de la juventud actual. En materia de producción, las nuevas generaciones, en general, no actúan a la velocidad con la que lo hacían las viejas generaciones. Están para todo lo que se vincule con la electrónica, la tecnología, con el teléfono como centro. Un joven no piensa cuánto es 6 x 5… es automático que para hacer 6 x 5 toma el celular a ver cuánto es, no hay tiempo de estar pensando. Por ende, el proceso productivo manual no va de la mano de esa cabeza moderna. Después viene el costo que nos hace no competitivos. Los combustibles están bajando y subiendo en relación a la paridad de tal o cual cosa, pero la realidad es que los que precisamos que sean competitivos, no lo son. La industria funciona a gas y/o fueloil, y esos combustibles no bajan; y no sabemos exactamente por qué. En algún momento voy a acercarme al ministro de Industria para que me cuente un poco el motivo. Por suerte le ha tocado el momento de baja al combustible de la agroindustria, que es el gasoil. Por otro lado, tenemos costos laborales altos. ¿Por qué? Porque se han firmado muchos convenios durante los últimos 15, 18, 20 años, que nos han traído al día de hoy a una cantidad de costos firmados, y eso es parte del sinceramiento que considero debemos tener en una charla madura y realista con las cabezas de los sindicatos.
A nivel de nuestras empresas, cuando miramos y comparamos los costos de energía o los costos y aportes de la mano de obra que tenemos con los socios de Brasil somos más caros. Entonces, ¿quién le pone el cascabel al gato? Con Argentina no nos podemos comparar, no es realista lo que sucede. Ya lo dijo el presidente Lacalle cuando le preguntaron cómo hacemos con Argentina. La respuesta del presidente fue que a Argentina no hay con que darle, y esa es la realidad. Todos sabemos lo que vale el tipo de cambio paralelo en Argentina, y aunque tiene una inflación galopante muchas veces no acompaña lo que vale ese tipo de cambio paralelo; y según ellos todavía está atrasado.
Nosotros siempre luchamos contra las dificultades que tiene el país, y principalmente la macroeconomía -o sea OPP y el Ministerio de Economía-, en rebajar un poco los costos de la producción nacional para que tengamos más competitividad. Es difícil decir por qué no se da. Por otro lado, las explicaciones hacia los empresarios no son en el idioma más fácil de entender.
Entonces, ¿por qué seguir discutiendo si lo de Argentina es bueno o malo y si nos abre o nos cierra la puerta? Es una realidad tangible, ya lo tenemos ahí. ¿Por qué no miramos cómo lo resolvemos? ¿Qué podemos hacer como uruguayos, productores, fabricantes, industriales, para resolver el problema? No para quejarnos. El libro de quejas está lleno, no tiene ni hojas. Hay que ser proactivos. Hablan de una moneda única… ¡No existe eso! Tenemos una moneda ya, que es la nuestra. Ellos también tienen una moneda, que es la de ellos, y tenemos un sistema de pago en moneda local que entre los cuatro países está creado y no se usa. Entonces, ¿para qué queremos el Sur si ya tenemos lo que precisamos y no lo sabemos usar? Pues entonces pongamos manos a la obra y usémoslo. Hagamos una factura en pesos, como quien le vende a un supermercado, como quien le vende a un distribuidor, vendámosle a un cliente argentino, que a su vez va a agarrar sus pesos argentinos, los va a poner en un banco comercial y le va a decir al Banco Central ‘cúbrame los pesos de esta factura con los pesos argentinos’ y el Banco Central le dirá ‘señor, me debe 30 mil millones de pesos y acá lo tengo, tómelo, y le cubro la factura’. Después los bancos centrales tendrán que hacer un arbitraje en moneda dura… ‘Mirá, yo importé como país 50 millones de dólares de Argentina, y yo te exporté cinco millones; te debo 45’.
El sistema de pago moneda local no estaba funcionando porque la gente descree. Es como que yo diga: ‘no pases por ese puente porque te va a morder una víbora’, y no pasa nadie; de repente la víbora ya no está más pero igual nadie pasa por el puente. Tanto se repite el cuento del cuco que aunque el cuco ya no esté igual se lo sigue creyendo. Yo hablo con todos los clientes argentinos y no saben qué hacer con los pesos. ‘Tengo montañas de pesos, y se me devalúan’, dicen. La mejor manera de que no se devalúe mi moneda es tener el stock que vos me mandás, o por el contrario tener dólares; como a dólares no accedo, tengo que importar, y a partir de que lo hago anclo mi capital en un producto. Si cuando voy a hacer la importación, no me lo permiten, estoy jorobado, no tengo cómo anclarme. Entonces, ¿qué hago? Me quedo quieto. Pero cuando sale la condición de que sí puedo importar, me sale a seis meses de pago, entonces vos no me querés aceptar el pago a seis meses, a no ser que te pueda pagar en pesos. ¿Y qué hago con los pesos? ¿Cómo me los llevo? Bueno, dejáselos al Banco Central. Si existe el sistema, vamos a aplicarlo.
¿Cómo observa la política de inserción internacional que está llevando adelante el gobierno? Le ha costado algún reclamo de los socios del Mercosur…
Sí, claro, iba a costar y va a seguir costando. El primer problema es cuando los socios no son protagonistas siendo los más grandes. La realidad indica que tienen necesidad de protagonismo en cualquier cosa que involucre acuerdos internacionales. En ocasiones hay que leer un poquito antes, no la lectura de aprendizaje sino leer la realidad de las figuras. A veces hay que tener la suficiente humildad para convencer a su socio de lo que se busca, dejando que el socio sea el protagonista porque es el más importante en materia de tamaño; esto pasa en toda la vida empresarial. Tenemos, creo yo, la suerte de que el cambio de visión de Brasil a nivel de inserción internacional nos dice que primero terminemos con lo que empezamos con la Unión Europea (UE) y yo acompaño, y después vemos cómo podemos seguir con lo de China. Capaz que con algunos matices de ejecución el más grande del barrio quiere ir primero con aquello, y yo creo que habría que aceptarlo. Sería incoherente no hacerlo cuando nosotros mismos lo promovimos, trabajamos en ello. ¡Hubo años de trabajo para poder armar el Tratado de Libre Comercio con la UE! Y bueno, el hermano mayor puso condiciones, que encima es el socio más importante que tiene Uruguay después de China, entonces no hay que inventar mucho. Nosotros tenemos un barrio con tres socios, y uno de ellos –Brasil- tiene tamaño continental, y produce lo mismo que nosotros, aunque más productos industrializados. Están hablando muy bien en el mundo del Uruguay. En la macroeconomía Uruguay es un distinguido… Mire la nota que ha sacado nuestra ministra de Economía, mire la nota que tiene el presidente del Banco Central, mire la nota que tiene el presidente de la República; ni que hablar el Uruguay como país. A veces no nos damos cuenta que somos el mejor de la clase. A mucha gente eso no le gusta, se pone celosa, a veces no causa mucha alegría en el barrio. Cuando uno es muy bueno el de al lado queda en una situación no tan buena. Yo tengo confianza de que en los próximos seis meses va a haber un acercamiento mayor entre los presidentes de Brasil y de Uruguay, y eso daría una buena visión de por dónde tendríamos que ir acompañando a Brasil. Quizás sería ideal al revés -que Brasil acompañe lo que ya empezó Uruguay-, pero quizá desde el punto de vista de política y de marketing no sea el ideal, y vamos a tener que aceptarlo. Es por eso estoy hablando del Consejo industrial del Mercosur, es por eso que insisto en la importancia de que la Cámara se acerque al Ministerio de Industrias del Brasil en este momento.
El gesto de que Lula en su primera salida internacional viniera a Uruguay es muy relevante -porque lo de la Celac estaba armado, ya era una realidad-. ¡Podía haber regresado a su país, pero vino a Uruguay! Es un gesto fabuloso que hay que saber leer. Guste o no hay que entenderlo y capitalizarlo. Basado en esa realidad entiendo que muy posiblemente el presidente de Uruguay o sus ministros visiten Brasil próximamente y vamos a tener que aprovechar esa visita. Nosotros desde la CIU ya tenemos una posible visita a Brasil en la primera quincena de marzo, a nivel de Industria, y vamos a hacer todo lo posible por acercarnos también a Argentina, a otro tipo de nivel que no sean las rencillas políticas, para ver cómo nosotros, entre los empresarios, logremos entendernos en algunos temas. No puedo pagarte en dólares porque no los tengo, pero podría pagarte con este modelo de moneda que sí lo tengo, pero tenemos que hacer que los bancos centrales nos interpreten esto. Es lo que le ofrecemos al país; ya ni al gobierno, al país. Encontramos una posibilidad de salida y necesitamos, por supuesto, que el Poder Ejecutivo nos la valide y nos la acompañe. Tenemos esperanza de que va a pasar.
Romper con el Mercosur no sería ninguna catástrofe, dijo hace unas semanas en CRÓNICAS el senador Sebastián Da Silva. ¿Qué reflexión le merece esa aseveración?
Me parece que no pensó adecuadamente lo que dijo, creo que no está bien valorado el análisis de esa expresión. Jamás usted se puede retirar de un negocio si no tiene con la otra mano agarrada la solución. Esto es como las lianas de Tarzán: antes de soltarse en la que viene tiene que tener bien agarrada la que lo va a sustentar en el aire. Del primero al quinto lugar en materia de salida de productos del Uruguay, Argentina está en el cuarto lugar y Brasil en el segundo, entonces no tiremos del bigote al tigre, no vale la pena.
Un acuerdo comercial con China llevaría a la afectación de algunas industrias. Hay un estudio de la anterior administración de la CIU en ese sentido. ¿Cuál es su visión?
Lo tengo que mirar desde el punto de vista de lo que han votado en la encuesta que hizo la Cámara hace un año. Fue más del 56%, 60%, a favor del acuerdo, entonces yo acompaño. A veces los acuerdos a través de un tratado de libre comercio (TLC) suenan como muy genéricos, y me parece que al ir por lo máximo lleva a que no se obtenga el mínimo.
Desde mi punto de vista, los acuerdos graduales, en todo sentido, son los mejores. Un TLC con China quizás sea un poquito ambicioso, pero lo votamos, estamos a favor, lo estamos apoyando, hicimos un estudio que fue muy bueno, por cierto. En algunos sectores dio rojo, en otros amarillo y en otros verde. Cuando llegue el momento de ver cómo estudiamos los rojos y los amarillos creo que veremos dónde encontramos las soluciones para cada uno de esos sectores. Creo que soluciones existen porque los tamaños de producción donde pueden estar los rojos y los amarillos no creo que sean de un nivel como para que se perjudiquen.
Uruguay presentó la solicitud para ingreso al Acuerdo Transpacífico ¿está de acuerdo con los pasos en ese sentido?
Le contesto de la siguiente manera: yo estoy de acuerdo en todo aquello que sea la apertura de mercados para que Uruguay venda sus productos, pero no a cualquier costo.
Primero hay que entender bien qué significa esto de apertura en el Acuerdo Transpacífico. ¿Estamos de acuerdo? Sí, estamos de acuerdo. Me gustaría entender un poquito más lo que es la letra chica de ese acuerdo y el tiempo que va a llevar.
Hay otro acuerdo que, más allá de lo que se venía hablando, parece reflotarse de la mano de Brasil, que es con la UE. ¿Es el más viable de todos en beneficios para las empresas uruguayas?
Es posible. En detalle no lo puedo saber, habría que preguntárselo a Inglaterra.
Yo creo que Uruguay, con el visto bueno de Argentina y Brasil -por supuesto, también de Paraguay, pero con el visto bueno de los líderes, de los mayores-, debería acercarse más a Inglaterra. Inglaterra hizo el brexit, necesita nuevamente sus aliados en el mundo.
Ese acuerdo va de la mano con la defensa del medioambiente prometida por Lula.
¿Este cambio de administración que se ha dado en Brasil acerca la posibilidad de este acuerdo?
Ah, yo creo que sí. Si la traba de este acuerdo estaba de la mano de la problemática del medioambiente en Brasil y la visión de la nueva administración es en defensa precisamente del medioambiente, especialmente la Amazonia, se va a abrir el diálogo.
Nosotros debemos estar expectantes, y si eso se resuelve como punto neurálgico de la tranca anterior entonces iremos al costado para avanzar en ese sentido. Yo creo que el de la UE es un acuerdo bastante más realista hasta desde el punto de vista de la idiosincrasia, de los consumos, de tipos de productos, de sectores del mercado. Nos entendemos bien con eso, los conocemos, lo consumimos.
¿Es bueno o malo que sea el presidente el que lleve el timón en la búsqueda de nuevos mercados?
En lo personal creo que es muy bueno que el presidente sea la cara visible; tiene un marketing fantástico a nivel mundial, no lo digo yo, lo dicen las encuestas. También pienso que estamos en un muy buen momento para que las gremiales productivas y productoras de lo que vamos a negociar y vender se incluyan en todas las agendas de las reuniones bilaterales o multilaterales que haya en todo tipo de negociación. Yo insisto con eso, los que sabemos dónde nos aprieta el zapato somos los industriales, entonces bajo ningún concepto podemos estar afuera de las negociaciones; nos deberían dar muchísimo más protagonismo del que tenemos. De hecho, lo pido por esta vía, aprovecho su nota para pedirle al gobierno, al Ministerio de Relaciones Exteriores, al Ministerio de Economía y al Ministerio de Industria, quienes conforman estas movidas de relacionamiento y de aperturas multilaterales y bilaterales, que tengan siempre a los integrantes de la producción nacional dentro de sus equipos de trabajo. Nosotros apoyamos todas las gestiones, pero debemos ser parte de las mismas y estar sentados en la misma mesa. Soy enfático en repetirlo una y otra vez: ¡La Cámara de Industrias no puede, de ninguna manera, estar por fuera de las negociaciones que el presidente está llevando adelante en materia de inserción internacional! Primero porque el presidente es un ser humano, pero además porque él necesita tener una banda que lo apoye, que lo ayude, que lo acompañe. Nos hace bien a todos, creo que de ahí para abajo se derraman todo lo demás temas.
“En lo personal lamento mucho la salida de Peña”
¿La salida de Adrián Peña del Ministerio de Ambiente cambia los planes en algunos temas ambientales que estaban en proceso entre la CIU y esa cartera?
Espero que no. En lo personal lamento mucho la salida de Peña. En los últimos dos años tuve un relacionamiento muy estrecho con él, y siempre me dejó la impresión de que tuvo las mejores intenciones. Aparentemente cometió este pequeño error que verdaderamente uno no se imagina cómo pudo suceder. Tengo la esperanza de que el nuevo ministro de Ambiente logre entrar rápidamente a los temas que tiene el ministerio, que no son pocos, pero muy relevantes en el mundo actual. La actividad que ha ido desarrollando la CIU con sus asociados en este tema del Plan Vale de valorización de los envases es terriblemente grande y costoso. Alfredo Antia ha hecho un trabajo fantástico en este sentido, y yo lo acompañé dentro de lo que pude. Incluso conseguimos conversar con cada una de las gremiales para que nos entendieran qué estábamos haciendo, y hoy me da un poco de lástima haber perdido a Peña. De corazón se lo digo, Peña no se merecía no haber visto en forma directa el final de este cuento. Trabajó enormemente, entonces me parece ingrato que no esté.
El Sistema de Gestión de Envases sigue avanzando. ¿En qué etapa está hoy?
Hoy estamos en plena licitación para ver qué empresas pueden ofrecernos el equipo para este proceso del sistema de depósito de reembolso, que es en definitiva una máquina a la que uno le entrega un envase y esta le da un ticket y luego usted lo cobra. Después viene otra gente para juntar todo lo que está ahí y lo recicla. Estamos en pleno proceso, para atrás nos podemos ir. Pero cuando usted empieza con alguien un trabajo y le va contando por la vía del whatsapp ‘mira, vamos en esto, en esto estamos complicados, en esto dame más días porque no llegamos’, y en la mitad del camino tiene una desgracia y ese socio en el proyecto se le baja es un poco decepcionante. No creo que vayamos para atrás en esto, pero las circunstancias nos indican que tenemos que contárselo de cero a quien ingresa ahora y que con muchísimo gusto lo va a llevar adelante. Me imagino que el nuevo ministro va a tener un desafío importante, y ahí estaremos, como Cámara, para apoyarlo en todo.
Línea directa con Itamaraty
Trascendió que en la visita que le hizo Lula a Mujica en la chacra de Rincón del Cerro, este último le pidió al mandatario brasileño generar el contacto entre usted y autoridades del Ministerio de Industrias brasileño. ¿Cómo se gestó esa instancia? Se lo pregunto porque, justamente, surgió su nombre como el que estaba atrás del pedido.
(Piensa) Habitualmente hablo con el intendente de Canelones… Estoy en Canelones, entonces las problemáticas que se generan para las industrias que se instalan en ese departamento hay que resolverlas con el intendente y con su equipo. Desde que tenemos un parque industrial en Canelones, una ruta, una parada de autobús, una iluminación, entre tantas otras cosas, hablamos habitualmente. El intendente se preocupa y se ocupa de llamarnos seguido; tenemos un diálogo bastante fluido, muy franco, muy bueno.
En algún momento este tipo de charlas surge también con el intendente de Canelones: ‘cómo les va con Brasil, cómo llevás este desafío personal de la CIU, cómo te está yendo con las exportaciones a Argentina, cómo vienen las plantas que trabajan dentro del parque industrial’, y así sucesivamente; muchas preguntas y muchas respuestas. Como decía, hay un muy buen diálogo.
Cuando llamé al intendente para saludarlo por fin de año le conté que venía de una reunión con autoridades del Banco Central, contándole de que estaba buscando una salida para los productos que estaban trancados o que no tenían buena salida por la problemática con Argentina, incluido los nuestros -de F. Pache S.A., y que planteaba el modelo de pago local. Se interesó muchísimo en entender eso, le pareció una salida muy buena e inteligente lo de no ir al enfrentamiento, de no inventar condiciones y quejas, que eso no valía mucho la pena, y me dijo que en los próximos días me iba a llamar para que le contara un poco al respecto porque él quería aprender de eso. Así lo hizo, charlamos, ahí justo salió lo de la Celac y la visita de Lula a Uruguay, y en la conversación le dije ‘mirá, lo mejor que podría pasar es que, cuando veas a Lula, le puedas decir que la Cámara de Industrias del Uruguay, y quien habla, en nombre de los industriales, querría tener una conexión directa con el ministro de Industrias del Brasil, ir a visitarlos y tener un nexo directo para poder destrabar las problemáticas de un lado y del otro, a nivel industrial, sin necesidad de tanta política. Un buen día me llama y me dice ‘ahora de tarde voy a ver a mi jefe (Mujica), y le voy a comentar lo de la idea del pago en moneda local y de la necesidad que tenemos de estar más cerca del sector productivo del Brasil sin tanta burocracia’. Insólitamente pasó. La verdad que yo estoy muy agradecido. Hay muchos pormenores en el camino y llamadas que he recibido y que no aporta mucho comentar, ya me extendí en toda esta explicación, pero la verdad es que fue una mano muy generosa. Posteriormente recibí una llamada de Itamaraty… Fue exactamente al otro día de que Lula visitara Uruguay. ¡No podía creer quién me estaba llamando del otro lado!
Señas de identidad
Fernando Pache tiene 60 años está casado, tiene cuatro hijos -tres varones, dos son gemelos, y una mujer de 26 años, la menor de los cuatro-.
Cuando se le consulta sobre qué hobbies tiene, se ríe y contesta: trabajo. Enseguida cuenta que si bien no tiene un hobby definido, hace bricolaje y realiza todo tipo de manualidades y arreglos de cosas de la casa. También, por un tema físico, hace pilates.
¿A qué momento de su vida le sacaría una foto para encuadrar?
En mi vida he pasado de todo, hubo cosas buenas y malas. Pero respondiendo a su pregunta, elijo cada vez que puedo tener a todos mis hijos, a los nietos y a mi mujer en una reunión familiar, comiendo un asado. Es el momento que pondría en cada una de mis fotos preferidas.
¿Usa Twitter, Facebook, Instagram, linkedin?
Menos Facebook, casi todas.
¿Una comida?
Asado.
¿Una bebida?
Si es bebida con alcohol prefiero el whisky, siempre. No soy un gran tomador de bebida, pero el whisky primero y el vino después.
¿Qué libro tiene en su mesa de luz?
Tengo un libro de cabecera que leo por pasajes. Se llama ‘Mauá. Empresario del Imperio’, de Jorge Caldeira. Es la historia del Barón de Mauá. Lo leo en reiteradas oportunidades cada vez que puedo. Tengo tres tomos, uno en Montevideo; otro en el campo, en Solís de Mataojo; y otro en Punta del Este. Pero tengo también otras preferencias… Me gustan varios de Diego Fischer. Estoy leyendo, además, ‘La vieja trenza’, de Sergio Abreu.
En este periplo de vida que nos contó al principio, ¿quién le dejó las mayores enseñanzas?
¿Honestamente? El día a día. No fui el mejor estudiante de la clase, lo dije en broma, pero es la realidad. Yo fui a cuatro lugares diferentes de estudio, siempre con diferentes problemas. Cuando me preguntan a qué universidad fui, yo digo ‘mire a la mejor del mundo, la universidad de la vida’. Eso es lo que a mí me ha tocado en la vida y hago un máster de calle, cordón y vereda por semana. Esa es la maestría que tengo, es la verdad, es la que vivo, y aprendo todos los días de la persona más insólita y también de la más encumbrada. Nací con una condición de la percepción extrema: tengo mucho olfato para las cosas, para los negocios, para la vida. Yo estoy mirando muchas cosas a la vez en todos los lugares, y esa es una condición innata que no la da ningún estudio. La universidad de la vida me ha dejado mucho y el concepto calle, cordón y vereda me brinda enseñanzas de vida todos los días.
¿Qué tres características que lo definen?
Soy directo, franco y sincero.