Raúl Rodríguez, presidente del Casmu
La tormenta parece haberse disipado para el Casmu. Después de un período de desacuerdos con las autoridades del Ministerio de Salud Pública del anterior gobierno, que incluso devino en una intervención de la institución, hoy es tiempo de mirar hacia adelante y pasar raya, en momentos en que se celebran los 90 años. En un mano a mano con Empresas & Negocios, Raúl Rodríguez no evade pregunta alguna, y brinda su visión del tema. A su vez, realiza una puesta a punto de su gestión, habla sobre el sistema mutual y establece qué es lo que se viene en materia de atención y servicio.
Por Oscar Cestau | @OCestau
Raúl Rodríguez nació en la Curva de Maroñas, en un hogar que define como humilde. Su padre tenía un vehículo remise y su madre trabajaba en una industria textil de la zona. El hogar se completaba con una abuela y un tío que, relata el entrevistado, era esquizofrénico, pero estaba compensado y lo cuidaba más que nadie.
En cierta etapa de su niñez la familia se mudó a la zona del Hipódromo de Maroñas, lo que llevó a que cursara la etapa escolar en la Escuela N° 186, situada en la calle José María Guerra, y posteriormente concurriera al Liceo N° 13, que también estaba en el barrio.
Cuando tuvo que definir qué seguir estudiando, tenía tres opciones: ingeniería –era bueno para las matemáticas-, alistarse en la marina –algo que le interesaba-, o hacer Facultad de Medicina. Por impulso de su madre, optó por la medicina. “Me recibí un 13 de agosto, y mi mamá cumplía años el 14. El regalo de cumpleaños fue el título de médico”, rememora en la charla.
Si bien la opción elegida fue la medicina general, un curso realizado en el Ministerio de Salud Pública (MSP) de médico de familia, algo nuevo en ese entonces, hizo que se inclinara hacia esa rama, obteniendo el título de Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria.
¿Cuál fue su periplo como médico?
Desde que me recibí trabajé en el sistema mutual y en ASSE (Administración de los Servicios de Salud del Estado). Inicialmente me tocó ser médico de familia en la zona del Marconi, que era mi barrio. Ahí ejercí durante unos cuantos años, y en la misma zona también era médico del Casmu. En ese entonces se abrió la inscripción para que los médicos jóvenes pudiéramos ingresar a desempeñarnos en los diferentes consultorios de los barrios periféricos de Montevideo y, a su vez, trabajé en una mutualista muy chica de la zona. Los médicos prestábamos servicio en varios lados a la vez. Lo más importante en ese momento era todo lo relacionado con la medicina familiar, que era a lo que me dedicaba. Estar en esa área hizo que empezara a ser invitado a congresos; es más, fui el presidente del Congreso de Medicina Familiar que se organizó acá en Uruguay en el año 1994.
Antes, en 1992, viajé a Cuba y a los Estados Unidos a formarme en el tema, empezando, a partir de ahí, una recorrida internacional. En 1995 asumí el cargo de subdirector de lo que hoy se denomina RAP (Red de Atención Primaria), y que en ese entonces era la Unidad de Atención Médica Ambulatoria Extrahospitalaria en el Ministerio de Salud Pública. Posteriormente, el doctor Alfredo Solari me ofreció ser el subdirector de la Unidad Nacional de Medicina Familiar, dependiente de ASSE, y ahí me hice cargo de los 130 médicos de familia que había en ese momento en el país, con los que desarrollamos diferentes programas. En esa época fui elegido para viajar a Washington, más precisamente al Banco Interamericano de Desarrollo, para hacer un curso de gerencia que me insumió cerca de tres meses. En ese entonces no existía lo online, por tanto ese tipo de capacitación era presencial. Fue una experiencia fenomenal porque me permitió formarme con gente de primer nivel. El que dirigía el curso era Bernardo Kliksberg, Medalla de Oro en Economía de diferentes universidades. Todo ese trabajo llevó a que en el año 2002 la Universidad del Sur de California me nombrara profesor asociado. Incluso tuve el ofrecimiento de la ministra de Salud de California para que me fuera a vivir allá, lo que me abría una carrera muy interesante. No fui pensando que mis hijas eran chiquitas, que había terremotos, y lo irónico es que con los años una de mis hijas se fue a vivir a Estados Unidos. Después fui nombrado profesor asociado en la Universidad de La Habana.
¿Cuándo se vinculó al Casmu?
En la Facultad de Medicina formé parte de la fundación de lo que primero fue Asceep y después Asceep – FEUU, cuando se permitió que se pudiera usar de nuevo la sigla FEUU. La vinculación con el Casmu se inició luego de una gran asamblea que hubo en el Palacio Sindical, que estaba ubicado en el Sanatorio 1, donde los médicos jóvenes reclamamos que se cumpliera lo que establecía el estatuto de la institución y se nos permitiera empezar a trabajar en la empresa. Se ganó la votación y a partir de ahí una gran cantidad de colegas, que en ese momento éramos jóvenes, nos vinculamos al trabajo en los barrios. Yo lo hice en el Hipódromo, mi lugar de origen. Abrimos allí un consultorio de Casmu y empezamos a trabajar. Siempre fui militante, entonces participaba en las diferentes comisiones que había, ya fuera de trabajo, de compra, entre otras, hasta que un día me eligieron suplente de la comisión directiva y a los dos años, después de la elección, fui titular, a la otra elección tesorero, y así continuamente, ocupando diferentes cargos. En 2002 pasé a integrar primero la junta directiva de Casmu, y después la comisión directiva.
En 2019 es cuando asume la presidencia.
Después de presentarme en múltiples ocasiones desde 2002, en forma continua en todas las elecciones, haciendo un trabajo incesante y constante de hacia dónde queríamos ir y qué queríamos hacer con el Casmu, al final los médicos me eligieron para presidente de la institución.
¿Cómo definiría el modelo de gestión que usted vuelca a la interna de la organización?
Considero que es un modelo de gestión moderno, que apunta a desarrollar la institución tanto desde el punto de vista tecnológico como en lo humano. Casmu es la empresa de salud privada que más investiga en Uruguay, impulsando convenios con organizaciones como el Instituto Clemente Estable o el Instituto Pasteur, con universidades extranjeras y laboratorios internacionales. A su vez, desarrollamos un proyecto de educación. En ese sentido, Casmu es el que más residentes recibe en Uruguay. La gran parte de los especialistas se forman en Casmu y somos reconocidos por la Facultad de Medicina como Unidad Docente Asistencial. También tenemos convenios con todas las universidades privadas, entonces acá vienen a formarse licenciados de determinadas universidades, auxiliares de enfermería, nutricionistas, médicos, especialistas, ya sea de la Universidad de la Empresa, de la Universidad Católica, de la Universidad de Montevideo, entre otras. Otro programa que tenemos es el de Calidad de Atención, y para eso queremos que nos midan desde afuera, entonces tenemos evaluaciones de calidad de la UNIT, en diferentes normas, así como evaluadores extranjeros que nos dan los certificados que correspondan por las actividades que se llevan a cabo en los diferentes programas de la empresa. Después tenemos todo lo que es el compromiso social, que viene desde el fondo de nuestra historia, desde Carlos María Fosalba. Tenemos lo que denominamos Campo Social, donde se trabaja en los barrios periféricos apoyando a gente con dificultades ya sea con alimentos, ropa, frazadas.
El año pasado, en un acuerdo con ANEP, hicimos un despistaje de salud visual en el barrio Borro por el tema de la salud ocular. En una sola escuela encontramos 80 niños con dificultades de salud visual, y en un acuerdo con el Club de Leones, con los transportistas de niños, con UTU y con la Óptica Ruglio, les dimos lentes a esos niños. Había que ver su alegría cuando pudieron ver bien. Existen datos de que una de las causas fundamentales de la delincuencia se basa en el fracaso escolar, y eso está comprobado por estudios que se hicieron en Suecia, Canadá y Reino Unido. Pero ese fracaso escolar está muy vinculado a la falta de visión, lo cual hace que el niño se distraiga en la clase y esté fuera de foco. Entonces, esto que hacemos ayuda a captar a los niños que tienen esa dificultad, y encontrarles una solución para que después puedan aprender, rendir, y en un futuro ser de beneficio para la sociedad.
Este mes firmamos un convenio con el Instituto Nacional de Rehabilitación, con UTU, con el Club de Leones y con la Fundación Lerena, para participar de un polo educativo en el ex Comcar. En ese polo educativo hay una cantidad de privados de libertad que están buscando aprender para poder insertarse en la sociedad pero que tienen problemas de visión. Entonces, muy pronto nuestros oftalmólogos van a empezar a ir allí para ver la salud ocular de esos 1.400 reclusos que están tratando de formarse para ser útiles a la sociedad y puedan salir recuperados.
¿Qué es el Casmu en números?
Casmu tiene 175.000 socios, y el personal está conformado por 6.000 personas, con 3.000 médicos y 3.000 funcionarios. Pagamos 330 millones de pesos de sueldo por mes, a eso hay que agregarle el BPS, al que le aportamos 130 millones de pesos al mes, a la impositiva le pagamos 80 millones de pesos por mes, y la facturación es de US$ 28 millones por mes. Y si bien tenemos 175.000 socios, por los convenios que hemos hecho con otras instituciones, con ASSE, con las navieras, entre otros, es como si en Casmu se atendieran 20.000 socios más por la venta de servicios. Por tanto, tendríamos que decir que Casmu tiene cerca de 200.000 socios si todo eso lo valoráramos al número Fonasa
¿Qué opinión tiene del sistema mutual uruguayo?
Ha sido un adelanto histórico, porque gracias al Sistema Integrado de Salud todos los uruguayos pueden acceder a prestaciones que en otros países resultan imposibles. Ni hablar del Fondo Nacional de Recursos (FNR), que permite atenciones que son realmente únicas y que no podrían ser pagas por los ciudadanos. Su creación fue realizada con una gran visión, y ha ido ampliándose en los últimos años para ya no solo abarcar intervenciones quirúrgicas, sino el acceso a medicamentos, algunos muy onerosos, pero que tienen una eficacia muy importante y que están ayudando a la salud de muchos uruguayos.
¿Habría que hacerle modificaciones al sistema?
Siempre hay que aggiornar. Algo que se creó hace 15 años lógicamente que necesita cambios. Acá tenemos un problema muy importante, y no lo digo solo yo, sino que es algo que han reclamado las diferentes instituciones de salud, que es la cápita. La cápita en este momento no cubre todas las prestaciones porque los gastos en salud han ido creciendo. En el 2009 la cantidad de resonancias eran unas y en el 2025 los números son otros, y eso tiene un costo diferente; y lo mismo con los medicamentos y con las prestaciones que se van dando. La medicina avanza y requiere nuevas prestaciones, y hay que financiarlas, entonces es necesario que las instituciones de salud, junto al Ministerio de Economía y al MSP, establezcan cuál es ese valor de la cápita.
Con respecto al sistema, tiene gente que va en primera línea, es decir, personas privilegiadas, que son las que optan por los sistemas privados de salud. Después estamos los que no la tenemos fácil, digámoslo así. ¿Por qué? La realidad indica que el 30% de mi población es mayor de 65 años, mientras el otro sistema tiene a todos los jóvenes lindos y con dinero, y todavía les cobra por encima. Lógicamente tenemos una desigualdad en el sistema, más cuando hay cinco instituciones, como se ha dicho hace poco, que han dado números rojos. En general, a todos nos cuesta mantenernos con números positivos.
Los números indican que el pasivo de las mutualistas, incluyendo deudas comerciales y financieras, subió significativamente en 2024, pasando a un pasivo de unos US$ 1.100 millones, y el déficit del Fonasa se incrementa año a año. ¿Cuál es el camino?
El camino no lo voy a marcar yo, porque es un camino de decisiones políticas. Si se me consulta desde el gobierno podría hacer los aportes, pero siempre a través de las instituciones que nos representan y que hablan con las autoridades para plantear las dificultades que cada una tiene y sugieren cuál es la mejor manera de solucionar los temas.
Ahora, cada vez que se crean nuevas prestaciones hay que saber que eso hay que pagarlo. Y no se puede cargar sobre lo que no hay. Si los gobiernos deciden que tales prestaciones hay que darlas, tienen que dar las financiaciones que correspondan para que podamos enfrentarlas. En general, siempre las financiaciones que se han dado han sido retaceadas, y no dan para cubrir el costo de las prestaciones que estamos obligados a dar.
Según el MSP, Casmu cerró el 2023 con un balance positivo de $ 103 millones, mientras que en 2022 fue de $ 115 millones. En tanto, el total del pasivo y patrimonio de la mutualista ahora intervenida fue de $ 6.937 millones en 2023, frente a $ 6.331 millones un año atrás. Entre varios puntos, las deudas comerciales pasaron de $ 1.771 millones en 2022 a $ 2.771 millones un año después, y las deudas financieras fueron de $ 1.038 millones en 2022, cuando en 2023 sumaban $ 979 millones.
¿Qué lectura hace de los números que el MSP le adjudica al Casmu?
El Casmu nace con un patrimonio negativo de US$ 100 millones. Hubo una decisión política del gobierno del Frente Amplio, del Dr. Tabaré Vázquez en su momento, de salvar a una institución que era señera. Eso llevó, bajo gestión del presidente Vázquez, que fue un visionario, a crear el Fondo de Garantía para que cada vez que una empresa como la nuestra tiene que hacer un crédito, pueda acceder, de lo contrario no lo podría hacer porque está en Categoría 4 en el Banco Central.
Durante 10 años al Casmu se le dieron préstamos por US$ 120 millones, y la institución los ha pagado religiosamente, sin haberse atrasado nunca, porque cede cápita. Durante este período que yo llevo a cargo -cinco años-, nos dieron US$ 48 millones de créditos, que siempre son necesarios porque, lógicamente, con el patrimonio negativo y como hay que seguir haciendo obras y reciclarse, hay que invertir continuamente. Por ejemplo, la inversión tecnológica es fenomenal porque había un atraso en ese sentido de más de 10 años en todo lo relacionado con el sistema informático. Por tanto, se requiere de esa garantía hasta que el Casmu tenga un patrimonio positivo y pueda ir a cualquier banco a pedir apoyo económico. Tenemos buena situación crediticia, nunca ha sido rechazado un cheque de Casmu, ni siquiera en los peores momentos de su historia, ni tampoco hemos dejado de cumplir con lo que hubo que pagar. Debimos sí negociar en el año 2009 las quitas, pero nunca se dejó de pagar, ya sea atrasado, con cheques, con conformes, lo que sea; todo el mundo cobró y se llevó lo suyo. Esa realidad la teníamos cuando vino la intervención, por eso afirmo que fue totalmente innecesaria. Aunque con la intervención no se cerró la institución, lógicamente hubo una corrida, como pasa con los bancos cuando algo así ocurre. Perdimos 3.000 socios; multiplique 3.000 por 4.200 por todos estos meses y verá cuánta plata dejó de entrar a la institución. Entonces tuvimos que salir a buscar ese dinero, porque todo lo que uno tiene armado genera gastos que son fijos. Con diversas excusas nos dieron solo la mitad del préstamo, lo que, si uno tiene necesidades, hace que tenga que recurrir a préstamos parabancarios que tienen otros intereses.
¿Eso fue por decisión de las autoridades de Economía del gobierno anterior, bajo influencia del MSP?
Jugaban juntos la Torre Ejecutiva, el MSP y Economía, y en realidad no había ninguna razón para negarnos la garantía, porque nunca nos dieron plata, siempre la garantía. El Banco República en este caso fue el que decidió dar el crédito después de que estudió que el Casmu era capaz de pagar y hacer frente a la deuda; es decir, los servicios del banco, no políticos, no el directorio. Los servicios del banco recomendaron al directorio que al Casmu se le diera el crédito. Sin embargo, el gobierno de ese momento sacó la mitad, no siguiendo lo que estaba votado por el Parlamento.
Vino el nuevo gobierno, de nuevo mandaron la ley a votación y demoraron dos meses en darlo. Eso representó una agonía importante porque nosotros necesitábamos los fondos frescos para mover la empresa.
¿Cómo ha sido el intercambio de este directorio de Casmu con las actuales autoridades del MSP?
Hubo un cambio radical en el relacionamiento. Las instancias que hemos tenido con las autoridades del MSP y las reuniones con el ministro Gabriel Oddone han sido muy positivas. Uno puede conversar, y tener discrepancias, porque lógicamente en la vida siempre las hay, pero es totalmente diferente el relacionamiento con este gobierno que con el anterior. Nada que ver, el día y la noche.
¿Usted se sintió perseguido por las anteriores autoridades de la salud?
Creo que el Casmu fue el perseguido, no yo.
¿Y cuál considera que fue el motivo?
Vaya uno a saber, la historia lo dirá; ya se sabrá, porque todo se sabe. Lo único que les digo es que en una reunión que tuve, recién asumido, con el ministro Daniel Salinas y González Machado (en ese momento presidente de la Junta Nacional de Salud), me dijeron: “Hay tres instituciones que están en la mira: Casa de Galicia, Casmu y La Española. Esperemos que al Casmu no le pase nada”. ¡Eso en la primera reunión! Casa de Galicia no llegó a tiempo, a nosotros nos salvó la pandemia. No dio tiempo.
¿Usted pensó que iba a ser desplazado del cargo cuando las autoridades anteriores del MSP decretaron la intervención?
Tenía plena confianza en la gestión que habíamos hecho, en los respaldos que había, en Dios, de que no nos iban a desplazar. No lo hicieron. Si lo hubieran hecho, en Uruguay todavía hay jueces para determinar después las responsabilidades de los que hubiesen decidido una cosa intempestiva que no estaba para nada justificada. No estaba justificada ni la intervención sin desplazamiento, menos con desplazamiento. Los números estaban a la vista. Lo único que pidió Casmu fue lo de siempre: la garantía. ¿Por qué? Por ley. Y por haberla creado, el Estado es responsable de la garantía del Casmu. Eso hasta que el Casmu pueda caminar de pantalones largos, porque en algún momento lo va a hacer.
¿Usted sintió que el Casmu estaba en la mira primero bajo la administración del ministro Daniel Salinas, y después de la ministra Karina Rando?
Con Rando peor.
¿Fue peor con Rando?
Sí, claro. Porque todo se fue agudizando. La intervención la trajo la doctora Rando, y hay que sumarle las cosas que declaraba, que después mandaron a la Fiscalía. A nosotros no nos informaron absolutamente nada; sí nos enteramos, cuando asumió el nuevo gobierno, de que la Fiscalía había mandado archivar todo. Hasta ese momento no sabíamos nada.
¿Cómo termina esto de la intervención?
Yéndose los interventores, como corresponde. Se tienen que ir porque no tienen nada para hacer acá. El tiempo lo decidirá el gobierno. A nosotros no nos molesta que estén y que revisen todo. Estuvieron unos veedores, después vinieron otros, después aparecieron nuevos veedores, después vieron interventores… Revisaron todo, hasta mi tarjeta de crédito. Nada encontraron. Mandaron a Fiscalía y le devolvieron todo. Así que no tengo problema en que estén los interventores, pero son innecesarios. Al Casmu lo tiene que manejar quien el estatuto mandata, que son las autoridades electas por los médicos, que son los dueños de esta institución. En setiembre habrá elecciones y serán los médicos los que decidirán quién va a seguir conduciendo esta empresa. Y eso es lo que hay que tener claro, porque por algo nos eligen.
¿La intervención trajo algún cambio en la institución?
La verdad que no lo veo. Se venían haciendo las cosas que hay que hacer y ellos lo que hacen es controlar, mirar, verificar, pero yo diría que ninguna de las intervenciones trajo aportes para mejorar la empresa. Capaz que estoy equivocado, y estoy sesgado, pero no recuerdo cosas que fueran importantes. Quizás ser más organizados con los papeles.
Es una forma de hacer un mea culpa de su parte.
Cuando asumimos pusimos el sistema SAP en la parte económico-financiera justamente para que hubiera un control mucho más claro de los números, las cuentas, de a quién se pagaba, qué se pagaba, por qué se pagaba, etc. Hoy todo transcurre por el sistema SAP, no hay manera de que yo llame a alguien y le diga ‘pagale a fulano’. Si no está la factura no lo puedo pagar; si coincide SAP con el contrato y la factura, entonces sí se puede hacer.
Todo tiene un control como nunca hubo en esta empresa, porque justamente lo que buscamos es la transparencia.
¿Con esta administración de gobierno cambiaron los interventores?
Sí, se cambiaron los interventores. La intervención dura un año, y mientras estuvo el otro gobierno había tres interventores, ahora hay tres diferentes.
Volviendo atrás en el tiempo, el 4 de diciembre de 2024 la exministra Rando presentó el informe de la intervención del Casmu en el Parlamento y allí adelantó que ese material lo entregaría a Fiscalía. En el mismo se establecía que, entre otras cosas, se habían detectado “desvíos a normativas vigentes, incumplimientos estatutarios, al reglamento de compras así como otras observaciones a las adquisiciones y los pagos, que implican perjuicios para Casmu”. A su vez, se hablaba de “diversas irregularidades, incluyendo gastos superfluos, obras innecesarias, contratos con cláusulas perjudiciales y problemas en la gestión asistencial y de recursos humanos”.
¿Discrepa totalmente con ese informe entregado a Fiscalía por las anteriores autoridades del MSP?
Yo no discrepo, yo soy médico. Los abogados y contadores nuestros contravinieron totalmente. Cuando me hablan de temas legales o que tienen que ver con lo económico, consulto a los que saben. Casmu tiene como asesores al estudio del profesor Alejandro Abal Oliú, también al estudio Pérez del Castillo, y al profesor Jorge Moldes. Y así puedo seguir sumando a otros asesores que tenemos. Cada contrato que se hace en Casmu tiene la firma del profesor Moldes, que es quien los revisa desde el punto de vista legal. Es decir, tenemos todas las garantías, primero desde el aspecto jurídico, después desde el plano económico. Nuestros contadores, que son de primer nivel, y además son unos cuantos, revisan que las ecuaciones sean las adecuadas.
Lo que pasa es que los antiguos interventores pensaban que esto era una empresa pública. ¡Casmu no es una empresa pública! Podría decirse que es una cooperativa médica, pero es una empresa privada, entonces se maneja con ese tándem para conseguir los mejores resultados y con la rapidez que a veces se requiere. En su momento todo fue totalmente contravenido por nuestros asesores y gerentes; simplemente que en el MSP no tomaron en cuenta los descargos. Mandaron lo que ellos dijeron, pero nunca mencionaron ‘nosotros decimos esto y el Casmu esto’. No, eso no lo hicieron. Esa fue una realidad que vivimos, pero estábamos sumamente tranquilos. La gente que me veía me decía “Raúl, qué tranquilo que estás”; es que nunca tuve nada para esconder. Vivo en las torres de Nuevo Centro con mi perro, en un apartamento que estoy pagando, y no tengo un auto de 80.000 dólares. Así que estoy totalmente tranquilo de las cosas que se han hecho, por eso nunca tuve dudas, ni miedo de lo que pudiera pasar con la institución. Y confío en los gerentes, porque sé que además todos tienen la camiseta puesta en las diferentes áreas de trabajo.
¿Cuántas unidades tiene en total Casmu?
Tenemos 34 policlínicas y cuatro sanatorios. A eso hay que sumarle la emergencia móvil 1727, el sistema previsional, el área de venta de servicios, y los IMAE (Instituto de Medicina Altamente Especializada). Si uno definiera a Casmu como empresa, diría que es una corporación de diferentes servicios.
Volviendo al informe del MSP, este marcaba que funcionarios del Casmu contrataban servicios de sus empresas. ¿Cómo se explica esto?
Se explica porque siempre es así entre las diferentes instituciones. Como yo le decía, tengo el mejor servicio de otorrinolaringología, pero Casmu no invirtió; los otorrinos compraron todo lo necesario, son los dueños, y les venden servicios a los pacientes del Casmu. Y al Casmu le toca algo y a ellos, que hicieron inversión, les toca otro tanto. Eso pasa con los urólogos, con los cirujanos, con los ecografistas. ¿Cuántas veces usted fue a una clínica de ecografía que trabaja para su mutualista? Es eso lo que ellos encontraron, pero es lo que se hace en el sistema de salud. Señalar eso en un informe es desconocer totalmente cómo funciona el sistema.
¿Se ha puesto a pensar qué hubiese pasado si no se hubiera dado un cambio de gobierno y continuara la anterior administración?
Hay gente que lo meditaba y decía que al otro día nos iban a sacar. Porque recuerde que enseguida de cada acto eleccionario era cuando nos pasaba algo. Pasaba la elección interna y enseguida venían con una cosa. Pasaba otra etapa de elecciones y enseguida aparecía algo más contra Casmu. Esperaban la elección para no generar líos y después aparecían con algo.
Pero yo siempre estuve tranquilo, confiando en la fuerza, en el equipo, en Dios, y sabiendo que si estábamos haciendo las cosas bien íbamos a seguir adelante. Nunca tuve la menor duda. Cuando uno tiene la conciencia tranquila de que ha hecho las cosas como corresponde y no hay nada, está tranquilo.
¿Nunca se preguntó por qué se agravó el relacionamiento con la ministra Rando?
En la primera etapa nos necesitaban porque surgió la pandemia de covid-19. Casmu fue el eje del sistema. Si Casmu no aumenta el número de camas de CTI para enfrentar el covid, ¿ustedes creen que este país habría resistido? ¡Pasamos de 36 camas a 90 y pico en 10 horas! Solo Casmu puede hacer eso.
¿La pandemia frenó entonces el ímpetu de remover a las autoridades?
Lo frenó porque se necesitaba del Casmu. Porque, además, fue el Casmu el que dio la idea para que cada institución fuera a determinada cantidad de casas de salud. ¿Sabe cuántas instituciones cubrimos a cuesta del Casmu? ¡Cubrimos 96 casas de salud sin cobrar un solo peso! Nunca nos dieron un peso. Y esa es la realidad. Aportamos ideas, gente, fuimos al Greg Mortimer, pusimos las camas de CTI que el país necesitaba, atendimos a ASSE, atendimos a las instituciones privadas que necesitaron. Casmu estuvo en todo, con los mejores médicos, todos comprometidos con dar esa atención. Cuando fuimos al Greg Mortimer nadie reclamó nada. Ningún médico ni nadie del personal de enfermería me dijo: ‘¿Cuánto me vas a pagar por ir al Greg Mortimer?’. Eso demuestra la vocación. Una colega vino de Rocha, dejando allá a su hijo recién nacido, para ir al Greg Mortimer, y nadie sabía lo que podía pasar allí adentro. Eso es el Casmu.
¿Por qué cree que esta institución interesa a tanta gente?
Porque Casmu es la niña bonita. Hoy Casmu marca la salud del país, como lo hizo durante años. Después entró en decadencia, como a veces nos pasa a nosotros los humanos. Pero hoy volvió a resurgir.
“El Casmu que se viene es el de la inteligencia artificial”
¿Cómo imagina al Casmu del futuro?
El Casmu que se viene es el de la inteligencia artificial, de la inversión en tecnología. Es el Casmu de los nuevos bloques quirúrgicos, de un CTI humanizado, de los robots quirúrgicos. Es el Casmu conectado con el mundo, en convenio con la Universidad de Chicago, con las universidades rusas, con universidades de Costa Rica, de Brasil, de Argentina, intercambiando, operando a distancia, como ocurre en el primer nivel del mundo. Es hacia ahí a donde va esta institución, y es a donde tiene que apuntar la salud del país. No podemos quedarnos en el año 50, porque la medicina evoluciona a pasos agigantados, y lo mismo la tecnología. El futuro que se viene es el de introducción de tecnología y de robótica.
¿Ve al Casmu liderando en ese terreno?
Ya lo está haciendo. Ya tenemos chatbots, hacemos consultas a distancia, tenemos telemedicina… Estamos marcando el camino.
Señas de identidad
Raúl Rodríguez tiene 68 años, es divorciado, tiene dos hijas –Rosina, de 35, y Camila, de 36–. El médico comparte apartamento con su perro Bigote.
Dice que leer y hacer senderismo son sus hobbies. “Cada vez que viajo a algún lugar de montaña también aprovecho para subir, no haciendo alpinismo porque no me da el físico, pero sí caminando hasta donde pueda llegar”, dice.
¿Una comida de su elección?
Una buena buseca. Yo soy cocinero.
¿Cuál es su plato estrella?
Tengo varios, porque me gusta inventar.
Dígame dos de esos platos.
Hago un pollo especial, que va acompañado de kiwi y naranja. No lleva aceite, sino que va con Curacao. Después preparo una carne mechada con vino oporto, acompañada con papas hervidas y arvejas.
Esto podría tomarse también como un hobby.
Lo que me gusta a mí es servir a la gente. Si yo fuera a montar un restaurante, no haría uno a la carta, sino un restaurante a la cara. A las personas que vienen y de acuerdo a mi criterio yo les cocinaría lo que a mí me parece que les va a gustar. Yo estoy para servir y me gusta hacerlo. La medicina es servicio y acá estamos también a la orden de todo el mundo en ese sentido.
¿Una bebida para acompañar alguno de esos platos?
Soy hincha del vino.
¿Una cepa?
En general tomo cabernet sauvignon.
¿Tiene algún precepto empresarial?
Mi precepto es la innovación. La innovación permanente. Hoy tenemos un área que ya no solo se llama investigación, sino que se llama innovación. Tenemos gente trabajando en innovación en forma continua y son los que van armando la parte de inteligencia artificial. De ellos escucho cosas maravillosas que hacen, que a mí me cuesta entenderlas, pero realmente son de este mundo de hoy.
¿Quién le dio las mayores enseñanzas de vida que recuerde?
Mi abuela. Murió cuando yo tenía 13 años, pero cuando tenía 40 empecé a mirar para atrás y me di cuenta de las cosas que me decía cuando yo iba a la escuela y la razón que tenía. Realmente la abuela era crack.
Si optara por otra profesión, ¿cuál sería?
Me gustaría ser chef, por supuesto, pero también soy gran hincha del cuidado del medioambiente. Después de que deje la presidencia del Casmu me dedicaré a trabajar en todo lo que tiene que ver con el cuidado del medioambiente. Poner foco en el cuidado de los animales, de la selva, del agua, del monte indígena… Ese es mi objetivo.
¿Qué características lo definen?
Sé que soy firme y que no soy temerario. Sé para dónde voy, sé hasta dónde voy a llegar y sé lo que voy a dejar. Ese es el camino que me propongo.