Talvi: “Este gobierno tendría que haber resuelto el problema fiscal; le va a pasar un fardo impresionante al próximo”

ECONOMÍA | ESPECIAL PRECANDIDATOS

Ernesto Talvi, precandidato por el Partido Colorado


El economista tiene claro que va a ser necesario “hacer algo con las cuentas fiscales para ponerlas en orden”, aunque señala que no hay margen para subir impuestos ni tarifas. La clave, entonces, está en bajar el gasto, reformar la seguridad social y mejorar la gestión de las empresas públicas.

Por Oscar Cestau | @OCestau y Magdalena Raffo | @MaleRaffo

¿Cómo analiza la situación fiscal del país?

Es mala, tenemos un déficit altísimo, estamos pidiendo plata prestada y endeudándonos a un ritmo insostenible que, de continuar, va a comprometer el buen crédito de la República. El día que se pierde el crédito, basta con mirar del otro lado del río y sabemos lo que pasa: devaluación, inflación, pérdida de poder adquisitivo del salario, recesión económica. Si sos un país caro para producir y para vivir, las empresas no tienen competitividad ni rentabilidad, y el turismo no viene. Tenemos al agro, a la agroexportación y al turismo, asfixiados. Este gobierno tendría que haber resuelto el problema fiscal, le va a pasar un fardo impresionante al próximo. Van a entregar un déficit de cinco puntos del PIB, de US$ 2.500 millones, enorme. Nosotros no vamos a reponer vacantes por cinco años, lo lamento. Se jubilan y fallecen unos 8.500-9.000 por año; en cinco años podés volver a tener la plantilla que tenías al final del primer gobierno del Dr. Vázquez y desandar el delirio del gobierno de Mujica, que no lo podemos pagar, y además el país no lo precisa para cumplir con la provisión de servicios. Habrá que reasignar; hay 20.000 contratos que vencen cada año, entonces no se renovarán donde se precisa menos y sí donde se precisa más.

¿Qué propone para atacar la pérdida del empleo?

Si logramos tomar esa medida, y además ir por la vía neozelandesa en el tema de las empresas del Estado… Nueva Zelanda tenía en 1985 empresas públicas manejadas políticamente, que producían servicios mediocres a precios caros, y cambiaron el régimen con el que se organizan y funcionan. En los directorios, en las altas gerencias, pusieron personas enormemente capacitadas en el manejo de organizaciones complejas, que son evaluadas en base a sus resultados y no pueden presentarse a las elecciones. Hay una arquitectura institucional como unidad reguladora fuerte que fija los precios a las empresas, y vos no podés trasladar eficiencias de costos hacia las familias o los productores, no podés poner descuentos a las tarifas sin pasar por el Parlamento. Eso cambió la ecuación. Nosotros estimamos que aquí hay US$ 1.200 millones en sobrecostos por año, así que entre estas dos medidas podríamos llegar a ahorrar eso cuando estén consumadas en su totalidad. Puede llevar muchos períodos de gobierno. Se pueden ahorrar US$ 2.200 millones por año, lo que nos permitiría bajar el déficit fiscal y reducir 30% el gasoil y 15% la electricidad para los sectores productivos que tienen dificultades para competir. Es fundamental hacer eso y dar la señal de que vas a corregir la trayectoria, que eso te va a poner en un sendero de viabilidad financiera y te va a permitir recomponer la ecuación económica del aparato productivo nacional. Eso es un gran estímulo para la economía, es lo primero que hay que corregir. Después, tenemos que hacer otras cosas como salir a conquistar mercados.

Justamente, todos los precandidatos hablan de esa necesidad. Hoy Uruguay le vende al mundo, pero ¿cómo hacer para conquistar nuevos mercados?

Nosotros tenemos dos niveles de propuesta, una más inmediata y otra que vamos a tener que trabajar, pero que veo posible. La primera es reorientar la diplomacia uruguaya como la neozelandesa y la chilena, con oficinas comerciales potentes en todos los mercados estratégicos para Uruguay, una gran fuerza de ventas que permita colocar productos. Hay muchos mercados sin explotar, de bajos aranceles, en los que sería relativamente fácil estar. Por otro lado, hay que levantar una bandera de un cambio de la naturaleza jurídica del Mercosur. Los presidentes Macri y Bolsonaro dijeron que quieren flexibilizar y modernizar el Mercosur, que así como va, no sirve; eso es música para nuestros oídos. Tenemos que pasar de ser una unión aduanera vetusta y disfuncional, a una zona de libre comercio ágil, dinámica, moderna, que nos permita mantener las preferencias con las que ingresamos a Argentina y Brasil, pero también negociar acuerdos de ingreso de productos con otros países. Eso es perfectamente posible en el clima en el que estamos hoy.

Algunos analistas indican que en el próximo período será necesario un ajuste fiscal. ¿Cómo lo ve usted?

Va a haber que hacer algo con las cuentas fiscales para ponerlas en orden. El propio ministro Astori dijo que fracasó el ajuste fiscal. Hicieron tres ajustes y fracasaron por la razón que nosotros les advertimos hace cuatro años. Porque vos no podés subir impuestos y tarifas para pretender recaudar más, y sostener un gasto insostenible sobre una economía que está cabeceando. No funcionó. Si te fuiste de mambo en el gasto porque creíste que la soja iba a estar a US$ 600, la leche a 50 centavos de dólar el litro y el arroz a US$ 270 la tonelada para toda la vida, te equivocaste, te comprometiste a mucho más gasto que el que podés sostener. No nos podemos dar el lujo de sostenerlo, mucho menos a la luz de lo que pasó en Brasil y Argentina, que devaluaron su moneda. No podemos ser tan caros, por eso nuestras propuestas se orientan a bajar el gasto no reponiendo vacantes en un período de gobierno, haciendo una reforma de la seguridad social y cambiando la forma de organización y funcionamiento de las empresas públicas. Esto es una necesidad para el país, no es una opción.

¿No ve margen para aumentar impuestos?

No hay margen alguno para subir ni impuestos ni tarifas, la economía no lo resiste.

En el programa del Frente Amplio se sostiene que sí.

Están viviendo en un mundo de fantasías. Cerraron 500 tambos en los últimos cuatro años, está cerrando el pequeño comercio. Ahora, si querés discutir el tipo de sociedad en la que queremos vivir, si querés vivir en el paraíso socialista y yo vivo en este mundo imperfecto, que es el de la economía de mercado y la iniciativa privada con solidaridad social, discutimos. Yo creo que tu mundo perfecto no existe y llevó a las tiranías más espantosas de la humanidad, así que movámonos en este mundo, que es en lo que quiere moverse el 80% de la ciudadanía. Tenemos un agujero que arreglar, gastamos mucho más de lo que podemos, nos estamos endeudando, nos vamos a meter en un lío grande si seguimos así, y estamos asfixiando a la producción agraria. Si por ajuste fiscal se entiende suba de impuestos, es imposible, no puede haber suba de impuestos ni de tarifas. Tenemos que trabajar para acomodar el gasto a las posibilidades del país, para que las empresas públicas mejoren su gestión y no tengamos ese enorme sobrecosto que le imponemos a la producción nacional.

“No hay margen alguno para subir ni impuestos ni tarifas, la economía no lo resiste”.

Sobre la reforma de la seguridad social que mencionaba, ¿qué propone?

Tenemos que repensar el sistema de protección social a la luz de las nuevas relaciones del mundo del trabajo. Tenemos que desmitificar el tema de la edad de retiro. El sistema moderno para ser financieramente sustentable lo que hace es incentivar a que la gente prolongue su vida activa, pero finalmente cada uno decide cuándo se retira. Y además tiende a ajustar de manera automática la edad de retiro, de acuerdo a cómo evoluciona la expectativa de vida. Así que manteniendo las bases fundamentales del sistema, que es dual, vamos a tener que modernizarlo para atender una nueva realidad en los vínculos laborales, y hacerlo sustentable. Vivimos más, tenemos que trabajar más, tenemos que aportar más, y si no, podés no aportar más, pero vas a cobrar menos.

En el mundo, ni el socialismo ni el capitalismo han sabido resolver el problema de la redistribución de la riqueza. ¿Qué opinión le merece?

Estamos viviendo una revolución de la tecnología que hace que lo que se premie sea el conocimiento y el capital. El gran igualador de oportunidades es el conocimiento. En Uruguay, por lo pronto, no estamos preparando a los chiquilines para esa sociedad; 40 de 100 terminan el liceo en la población total, y solo la mitad reúne las destrezas mínimas para insertarse con posibilidades. Así que hay un gran desafío para los sistemas educativos. La sociedad moderna nos plantea grandes desafíos distributivos porque tiende a generar diferencias, y tenemos que tratar de crear oportunidades para todos.

¿Cómo ve el futuro del trabajo y qué ideas tiene para los cambios que se vienen?

En todas las revoluciones tecnológicas que hemos tenido a lo largo de la historia siempre se temió por una pérdida masiva de empleo, y la verdad es que nunca ocurrió. Muchas tareas se van a poder automatizar, por ejemplo, en la medicina, en el trabajo de los estudios jurídicos. La automatización tiende a desplazar personas que estaban preparadas para una tarea y que les resulta muy difícil reconvertirse hacia otra; esa es gente que puede quedar por el camino y que es obligación de la sociedad atender. Lo que normalmente pasa cuando viene un proceso de automatización, es que los trabajos que se crean como resultado de la misma, tienden a tener muchas más exigencias en términos de formación que los trabajos que se destruyen. Por eso hay una transición compleja que hay que manejar bien, pero el destino está claro. Si preparamos a las generaciones más jóvenes para esos nuevos trabajos que se van a crear, que probablemente ni conocemos, entonces yo creo que en el futuro va a haber más trabajo, mayor exigencia educativa y mejor remuneración.


Una apuesta a la producción nacional

Con el objetivo de poner a la economía de pie, y de esa forma poder generar inversión y fuentes de trabajo, la apuesta estratégica que plantea Talvi apunta a la producción nacional. La misma que hoy “lamentablemente, no tiene ni competitividad ni rentabilidad”, sostiene. De hecho, asegura que Uruguay es el país más caro para producir en las Américas, el más caro para vivir, y por eso las empresas están cerrando, se están achicando, y se están perdiendo empleos. “Vamos a apostar a poner en marcha el gran motor de la economía que es el campo, vamos a transformar al Uruguay en un formidable productor de alimentos ecológicamente sustentables”, remarca. El propósito es también crear un país ecológico no solo en lo turístico sino en lo productivo. “Si dejamos de asfixiar al campo, empieza a andar, y atrás vamos todos: la industria, la construcción, el comercio, los servicios”, agrega. Finalmente, subraya que Uruguay tiene que visualizarse como lo hace Nueva Zelanda, por ser un país de granjeros, de agricultores y de productores; también un país turístico, logístico, tecnológico, pero antes que nada agropecuario y agroexportador.


PERFIL

Edad: 61 años.

Profesión: Economista.

¿Con quién vive? Con mi esposa y mi hijo más chico, que tiene 20. Mi hijo mayor está en España estudiando filosofía.

¿Cuáles son sus hobbies? Me gusta conversar en familia, la natación, y tratar de engancharme con alguna serie.

En el 2019 espera… ser una fuerza decisiva para empezar un camino de transformación del país.