El 1% a los más ricos: “No digo que haya que hacerlo, pero está bueno dar la discusión sobre la igualdad”

EN LA CORTE

Daniel Caggiani, senador del Frente Amplio

Esta semana, luego de una dilatada polémica, la oposición decidió promover la interpelación del ministro de Ganadería, Alfredo Fratti, por la compra de la estancia María Dolores por unos US$ 32,2 millones, algo que Daniel Caggiani valoró como una decisión “sinsentido” y “precoz”. En entrevista con CRÓNICAS, el senador frenteamplista argumentó que el pasado gobierno “fundió” a Colonización y que hubo una “decisión política” para discontinuarlo. Por otro lado, el entrevistado dijo que hay sectores de la oposición a los que “les ha costado” asumir su papel y la derrota electoral.

Por Oscar Cestau | @OCestau y Mateo Castells | @teocastells


Menú: Risotto de calabaza, lascas de parmesano y maíz crocante fue la elección del entrevistado de la carta de La Corte, que acompañó con agua sin gas. De postre, optó por flan con dulce de leche y café.


-Pasados ya cinco meses desde que el gobierno asumió, ¿cómo evalúa lo hecho y acontecido en este período de tiempo?

-Todavía no terminamos la supuesta luna de miel que tiene todo gobierno cuando asume. El actual gobierno asumió el 1º de marzo, pero desde noviembre, cuando ganamos el balotaje, ya teníamos a la futura oposición con las lanzas. Hay algunos sectores de la oposición a los que les ha costado asumir su papel y la pérdida de las elecciones. Este gobierno fue de menos a más, fue quemando etapas y era lo que estaba planificado. Es el primer gobierno, desde la restauración democrática, que no tiene mayorías propias en las dos cámaras; tiene un empate técnico en la Asamblea General, con mayoría en el Senado, pero no en Diputados. Una opción podría haber sido, como se hace en otros países, incorporar a algún partido de la oposición en el gobierno, pero se optó por tener el programa y el gobierno del FA, como votó la ciudadanía, y después negociar “pico a pico” cada propuesta.

-¿Se manejó en algún momento esa posibilidad de incorporar a un partido de la oposición? ¿A Cabildo, por ejemplo?

-No se manejó en la orgánica del gobierno, pero sin dudas siempre está presente porque es una posibilidad. La ciudadanía dio un claro mensaje, de que no solo quería un cambio de gobierno, sino también un cambio de estilo. Creo que el gobierno de Orsi da en la tecla de tratar de leer mejor la etapa que se está viviendo, que es una etapa que se viene de cinco años de problemáticas de la sociedad, con roturas de algunas cosas. 

-Este gobierno comenzó con distintos hechos que marcaron la agenda política y mediática. La renuncia de la ministra Cairo, la compra de la estancia María Dolores y la modificación en los pasaportes, por ejemplo. ¿Eso quita el foco de la marcha del gobierno y distrae?

-Creo que cualquier gobierno comete errores. Lo importante no es solo no cometer errores, sino subsanarlos en caso de que existan. Y a los gobiernos muchas veces les cuesta dar esa marcha atrás. Y vaya si al gobierno anterior le pasó con el caso del pasaporte de Marset, que es una serie de hechos que todavía está en Fiscalía la investigación. Estas cuestiones que menciona son cosas diferentes. Una es una situación personal de una compañera, que ya reconoció el error. Lo de María Dolores tiene que ver con una decisión política programática y que es uno de los compromisos de campaña asumidos, que tiene que ver con comprar 25.000 hectáreas a través del Instituto Nacional de Colonización (INC), que el gobierno anterior prácticamente cerró, casi en términos reales. Hay actores de la oposición que están en contra del INC y en contra de la compra de tierras, que de hecho dicen que están en contra de que el Estado compre tierras de calidad para dárselas a los colonos, lo que es un sinsentido. En definitiva, un gobierno que no pueda dar marcha atrás en las cosas es un gobierno que no piensa y que no escucha. Y escuchar es una forma diferente de gobernar. 

-¿La oposición tuvo un rol confrontativo en esos episodios?

-Si algunos integrantes de la oposición hubieran tenido el mismo nivel de celo que tienen con el actual gobierno, no habrían perdido las elecciones y no habrían tenido tantos casos de corrupción. En esto hay que tener archivo, nadie está vacunado contra tener gente que hace mal las cosas y para eso están los partidos políticos y las comisiones de ética de cada uno. Creo que, sin dudas, lo que uno siente de algunos actores de la oposición es que hasta el 28 de febrero estaban casi dormidos y ahora exigen una ética digna de países escandinavos. Y ahí hay que dosificar. 

-¿Es una jugada política la interpelación al ministro de Ganadería por la compra de María Dolores?

-Creo que es un sinsentido y una interpelación precoz, de una compra que está bien hecha. Uno puede estar en contra o no de los dineros que se gasten, pero se han dicho cosas que no son ciertas, como que era un capricho o un homenaje a Mujica, o que no era un buen negocio. Se ha cuestionado si es rentable esta inversión, y yo creo que el Estado siempre que capitalice en términos de hacer compras de calidad, es algo bueno. Si uno pensara con esa cabeza, capaz que Uruguay no debería haber hecho la inversión que hizo en fibra óptica, pero eso hoy le permite ser el país con mayores niveles de conectividad y que potencia los servicios digitales. 

-Mencionaba que el gobierno anterior “casi cerró” el INC. ¿Qué argumento sostiene esa afirmación?

-Yo creo que en el gobierno anterior se fundió al INC. De hecho, se le quitó un impuesto por transacciones inmobiliarias rurales, que iba directamente para financiar la política de compra de tierras, que era casi US$ 40 millones por año, para hacer un fideicomiso para asentamientos, pero no se mejoraron los asentamientos y casi se fundió al INC. Ya venía con un nivel de compras de tierras de entre 20.000 y 40.000 hectáreas, porque además tiene una demanda mayor que la oferta. Eso se discontinuó en el período anterior, se compraron 10.000 hectáreas en el último año. El cierre de colonización no pasó por el Parlamento y no hubo ninguna decisión por escrito, pero sí hubo una decisión política de discontinuar al INC, que tiene una función muy importante. 

-De cara al presupuesto, existen demandas de parte de ministerios y sectores del oficialismo en torno a la famosa “frazada corta”. Hay quienes entienden que es necesario un aumento del gasto, mientras otros abogan por una distribución prudente, teniendo en cuenta la situación fiscal que atraviesa el país. ¿Cómo se articulan estas diferentes posturas a la interna del oficialismo?

-Con mucho trabajo, diálogo y discusión, pero sobre todo definiendo prioridades. El gobierno definió prioridades claras. Dentro de ellas, está el crecimiento económico y la promoción de la actividad económica, porque teniendo niveles de actividad económica mayores, nos permitirá tener mejores niveles de empleo e inversión, además de mayores niveles de ingreso genuino en las arcas del Estado. La seguridad y la violencia también están dentro de las prioridades, junto a los temas de pobreza, infraestructura y vivienda. Todo eso, en este momento complicado del mundo, donde hay un tipo en Estados Unidos que todos los días complica los flujos de comercio mundial, es un problema. Creo que hay que tener un equilibrio y ver cómo llegamos al 2030 con niveles de endeudamiento menores a los que tenemos hoy, porque son insostenibles desde el punto de vista del déficit fiscal, pero también cumpliendo con los compromisos y teniendo un incremento en las áreas prioritarias.

-¿Considera que el FA es consciente de la importancia que tiene para la economía del país atraer inversiones para poder satisfacer las demandas sociales?

-La izquierda aprendió en el gobierno que el país debe funcionar. Y en un país relativamente chico, comparado con los países de la región, con una vocación tan aperturista, hay algo que debemos asegurar que es la tasa interna de retorno de una inversión. Para eso se precisan las condiciones necesarias para que esa inversión venga, la seguridad jurídica y la estabilidad política y económica, que eso Uruguay lo tiene, pero a veces eso se confunde con estancamiento económico y político, que no es lo que debería terminar primando. Debería haber reformas que permitan potenciar al Uruguay y ponerlo en un lugar de privilegio internacional, sobre todo en este contexto. Y esto es, hoy en día, más valorado en la izquierda que años atrás. Ahora, eso no puede ser un condicionamiento para no poder tener una mirada de la rentabilidad social o la tasa de retorno interna social que debe tener todo esto, como que haya trabajo de calidad e ingresos dignos, que es la parte que más le faltó al gobierno anterior. Intentó generar condiciones para que haya inversión y no hubo tanta, lo que es llamativo en un gobierno que fue de los más liberales.

-¿Se evalúa la posibilidad de abrir la participación privada en entes públicos?

-Lo que hay es una necesidad de discutir la gobernanza de las empresas públicas y un rediseño. Si se está en una etapa de transición de las energías fósiles a las renovables, sin duda hay empresas que tienen una mirada anclada en el pasado y otras que tienen una mirada de futuro. Si bien hay una expectativa importante con la exploración petrolera en la plataforma marítima, el mundo va hacia otro lado. Y eso hay que verlo también. 


“La izquierda siempre aportó para discutir sobre el fondo de las cuestiones y no tanto sobre los eslóganes”

-Sobre el impuesto al 1% más rico, hay un sector del FA que entiende que corresponde discutirlo, mientras que otra parte lo descarta. ¿Qué muestra a su entender esta diferencia?

-El FA es un frente con diferentes partidos y es una coalición, pese a que se presente como un partido. Y siempre tiene miradas diferentes sobre las distintas realidades, por eso construimos un programa único. Ahora, creo que hay una mirada común del FA, que no es tanto de los instrumentos, sino de la importancia que tienen. El batllismo se atrevió a pensar la agenda de la igualdad del siglo XX, donde surgieron las empresas públicas o el voto de la mujer, entre otras cosas. Pero era una idea de construcción de sociedad. La izquierda hoy, en un momento donde faltan ideas, debe pensar cuál es la agenda de la sociedad del futuro del siglo XXI y de la igualdad. Y el tema de la igualdad y la equidad debe estar sobre la mesa, no porque sea algo contrario a la igualdad, como a veces se quiere poner. Creo que la igualdad tiene implícita la libertad, porque no existiría libertad si no hay condiciones para asegurar la igualdad. Creo que la izquierda siempre aportó para discutir sobre el fondo de las cuestiones y no tanto sobre los eslóganes.

-¿No sería una mala señal para los inversores extranjeros implementar el impuesto al 1% más pudiente, cuando en campaña se dijo que no se iban a aumentar ni a crear nuevos impuestos?

-Yo no digo que haya que hacerlo, digo que está bueno dar la discusión sobre la igualdad. No conozco momento en la historia que quienes vayan a ser pasibles o futuros aportantes de un impuesto, digan que están de acuerdo. Siempre dicen que no pueden, no hay ninguno que diga ‘sí, gravame que yo aporto’. Por algo son impuestos. Estamos en un mundo donde hay cambios importantes e incertidumbres, y creo que Uruguay, manteniendo esos niveles de estabilidad y previsibilidad, también tiene que apostar a esto. Cuando se iba a aprobar el IRPF, con la reforma tributaria, se decía lo mismo. No solamente eso no sucedió, sino que tuvimos los niveles de desarrollo económico, prosperidad y desigualdad más importantes de los últimos 50 años. El instrumento solo no explica el todo.