Liliam Kechichian, senadora del Frente Amplio
Liliam Kechichian volvió al Senado. Asumió su banca luego de que Mario Bergara fuera electo intendente de Montevideo, algo que le genera, según narra, mucha alegría. En entrevista con CRÓNICAS, la senadora y exministra de Turismo dejó en claro que le preocupa la democracia, porque la desacreditación es una constante que se repite en la política, y dijo percibir que la gente les está exigiendo a ellos, políticos y legisladores, un nivel de acuerdo en determinados temas. Por otro lado, destacó que la oposición todavía “no asumió” que perdió las elecciones y que se siente “con derecho a criticar todo”.
Por Mateo Castells | @teocastells
Menú: La entrevistada degustó en La Corte sopa de calabaza de entrada y corvina con puré de papa de plato principal, que acompañó con Sprite zero. De postre, eligió ensalada de fruta y un café.
-¿Cómo toma su retorno a la actividad parlamentaria?
-Con mucha alegría, porque asumo en un entorno distinto al que me tocó asumir en el período pasado, cuando éramos oposición. Asumo en el marco de un gobierno del Frente Amplio (FA) y a raíz de un estupendo triunfo de Mario Bergara en Montevideo, que nos hacen redoblar el esfuerzo, en un lugar que aprendí a querer mucho como el Parlamento. Creo que allí se pueden lograr muchas cosas, especialmente en este período, donde no hay mayorías parlamentarias.
-Usted es una de las referentes políticas del FA, con una dilatada trayectoria tanto a nivel del Ejecutivo como del Legislativo. ¿Entiende que su figura es trascendente a la hora de dialogar y acordar?
-Yo estaré para lo que la bancada decida. A nuestro sector le toca coordinar la bancada recién en el último año, pero vamos a estar acompañando permanentemente el trabajo en las comisiones, que es algo muy importante. El diálogo político es muy importante, desde siempre he tenido ese talante. Lo cultivé mucho como ministra y creo en la alta política, mucho más para un país pequeño como Uruguay, que tiene enormes desafíos.
-¿Cómo ve hoy el nivel de la política? ¿Las redes sociales hacen que el intercambio entre dirigentes políticos tienda a la desacreditación?
-Más que la política, me preocupa la democracia, porque la desacreditación es una constante que se repite. Hay una nueva derecha en el mundo, con nuevas formas de accionar que tiene en las redes sociales una base importante, además del lugar que tienen en las noticias falsas, de hacer creer cosas a la gente y crear estados de ánimo que no son los reales. Yo no creo en las grietas y lucho contra ellas, principalmente en un país como Uruguay, que siempre tuvo buenos relacionamientos políticos. Creo en la política, porque cuando no la tuvimos, ya sabemos qué pasó y todo lo que sufrimos. Me preocupa el discurso de odio, la manipulación de la verdad y que, junto a estas cosas, aparezcan algunas formas de debatir de muy bajo nivel. Y eso es cáncer para la alta política.
-Se habla mucho de que Uruguay con sus fuertes instituciones, partidos políticos y tradiciones, estaría vacunado frente a estas tendencias que usted menciona. Sin embargo, ¿le preocupa que esa forma de hacer política gane terreno en el país?
-Muchos países pensaban que estaban vacunados en contra de estas formas de hacer política y les apareció en el centro de la escena este nuevo modus operandi. Hoy tenemos, además, miles de personas a las que todavía el sistema político no les llega, sin la cobertura del pensamiento colectivo que antes brindaba la fábrica, la empresa o el sindicato. Además, los hechos de corrupción en el mundo de la política descorazonan a buena parte de la sociedad, por eso la ética debe ser una bandera imprescindible para que la gente siga creyendo en la política.
-¿Cree que la oposición está jugando al trancazo?
-Creo que a la oposición se le está yendo un poquito la mano. No es lineal la oposición. Hay diversas posturas y la coalición como tal parece no existir, porque indudablemente está fracturada. Confío en que podamos retomar un espacio de diálogo entre los que pensamos distinto, porque hablar entre los que pensamos igual es fácil. Lo difícil es encontrar acuerdos en temas que nos comprometen a todos, como la lucha contra la pobreza, la gente en situación de calle o la salud mental. Hay una cantidad de temas que estoy segura de que a todos nos preocupan y que estamos dispuestos a ponernos de acuerdo, además de que la gente nos está exigiendo que logremos un nivel de acuerdo en determinados temas. En el Parlamento se logra avanzar mucho, después hay un juego político que uno puede llegar a entender, pero tiene que llegar hasta determinado punto. A mí me parece que la oposición todavía no asumió que perdió el gobierno y cree que todo lo hizo perfecto, entonces se siente con derecho a criticar todo lo que se hace. Creo que se están equivocando, pero siempre pueden tener algo para aportar.
-¿El FA no tuvo esa misma postura en el quinquenio pasado?
-Yo creo que no.
-¿Y en qué se diferencia?
-Nosotros hicimos propuestas en forma permanente. En la pandemia, que es lo que más se utiliza para argumentar, yo participé junto a Tabaré Vázquez en la elaboración del documento que se le entregó a Luis Lacalle Pou. Ese documento tenía los tres escenarios posibles, con medidas para cada una de las áreas y no se tomaron en cuenta, aunque estaban en su derecho. Nadie puede decir que no hicimos propuestas y que no aportamos. Nosotros no tuvimos la misma actitud que la oposición ahora, pese a que éramos oposición y cuando aparecieron episodios duros, nos sentimos en la obligación de denunciarlos. Tuvimos parlamentarios espiados, efectivamente supimos el hecho, pero nunca supimos quién fue el actor intelectual. ¿Quién pidió que se apretara a los senadores?
-Este período legislativo comenzó con la necesidad de votar un proyecto de ley de salvataje para la Caja de Profesionales, un problema que se venía anunciando hace ya un tiempo. Pese a ello, se votó cuando la caja anunció que no tenía dinero para hacer frente a sus obligaciones de julio. ¿La política actual está mal acostumbrada a posponer acuerdos sobre temas importantes y recurrir a ellos cuando se tiene el agua al cuello?
-Siempre es mejor no dejar llegar la sangre al río. Siempre es mejor vislumbrar los peligros y actuar antes de que exploten. Pero en el caso de la Caja de Profesionales hay una larga historia detrás, que tiene como principales responsables a sus administradores. No nos olvidemos de que es una caja privada, es cierto que tuvo representantes del Ejecutivo, pero también es cierto que esos representantes hicieron varias propuestas advirtiendo la situación de fragilidad que la caja tenía. Y en el período pasado, que también se habla del proyecto de 2023, no es que el FA no votó. Ese proyecto era más oneroso que el que nosotros propusimos de primera en el Parlamento, pero el problema fue que la propia coalición no se puso de acuerdo.
-¿Gabriel Oddone y Martín Vallcorba son la continuación del astorismo?
-Nunca nada es exactamente igual. Creo que Danilo Astori fue una figura absolutamente descollante de la política y un hombre con un enorme coraje para llevar a cabo la transformación más profunda que tuvo la política tributaria, que fue la reforma del 2007. Pero sí tienen una impronta de crecimiento con equidad, de responsabilidad con la macroeconomía y el trabajo con todos, trabajadores, empresarios y sector público. Ese compromiso que tuvo Astori y que logró en los 15 años de gobierno el crecimiento más importante del país en las últimas décadas… creo que Oddone y Vallcorba están convencidos de que Uruguay debe crecer y esa debe ser una bandera.
-Oddone ha sido objeto de muchas críticas desde la interna de la izquierda, algo que se sostiene desde la campaña, cuando Orsi anunció que él sería su ministro de Economía. ¿Es un problema que existan estas miradas distintas dentro del FA?
-Toda la vida existieron. Si nos retrotraemos al momento de la reforma tributaria, del IRPF y los impuestos progresivos, entre otras cosas, siempre estuvo latente. Es tirar un poco más de la cuerda. Lo otro es saber cómo moverse en un mundo difícil, que hoy está más difícil que nunca, porque tenemos a Trump que un día fija unos aranceles y al siguiente los saca. Creo que es el momento definitivo para que la Unión Europea mire a América Latina, que es lo que no hace Trump. México dejó de comprar una cantidad de alimentos que compraba en Estados Unidos y los está comprando a Brasil y el comercio mundial está impactado, lo que impactará también en las inversiones. Por lo tanto, la seriedad de los países cada vez jugará un papel más importante, donde Uruguay tiene una buena reputación.
“Poder tener acercamiento y diálogo con toda la comunidad internacional es importante”
-La oposición fue muy crítica con Orsi y Lubetkin por su acercamiento con los Brics y argumenta que no es bueno un alineamiento tan marcado con Lula y Brasil. ¿Cómo interpreta esto?
-El posicionamiento de Uruguay siempre fue el multilateralismo y es impensable poder explicarle a alguien que un país pequeño, que tiene la oportunidad de ser invitado a un lugar donde estará buena parte de las potencias del mundo, se niegue a ir, como se negó el expresidente Luis Lacalle Pou, amputándose posibilidades de diálogo con grandes potencias. Poder tener acercamiento y diálogo con toda la comunidad internacional es importante y la invitación de Lula fue pertinente, la respuesta del canciller y del presidente fue correcta y los resultados son muy buenos.
“El gran desafío de Uruguay sigue siendo atraer a turistas por fuera de la región”
-Usted fue ministra de Turismo en dos períodos distintos. ¿Qué eje de trabajo cree que debería tener la administración actual?
-El corazón del turismo estuvo paralizado durante la pandemia. La gente empezó a valorar otras cosas, como las experiencias diferentes, la naturaleza y ciudades más chicas, y me parece que hay un cambio en las preferencias. Lo primero que hay que hacer es estudiar la demanda y qué es lo que quiere la gente. El gran desafío de Uruguay sigue siendo lograr atraer a turistas por fuera de la región. Argentinos, brasileros, paraguayos y chilenos vendrán siempre, pero tenemos que ver cómo hacer que venga el resto. Brasil está recibiendo europeos de buena manera porque tiene buenos precios, y así como un uruguayo va a Europa y recorre varios países cercanos, Uruguay debería aprovechar la oportunidad de esos europeos que llegan a Brasil o a Argentina, para prepararles un paquete y traerlos acá.