Los números que maneja Mazal son contundentes. La industria pesquera en Uruguay tiene un potencial en plena explotación de US$ 1.200 millones y, según sus estimaciones, el país podría generar más ingresos y puestos de trabajo en esta industria al aprovechar sus 350 millas de zona económica exclusiva en alta mar. Sin embargo, según explicó a CRÓNICAS, el tema sindical es el “gran escollo” del sector, algo que lleva “mucho tiempo” y que urge solucionar. En este sentido, detalló que Uruguay tiene un mar que se está explotando “poco” y que subexpoltarlo “es igual de malo” que sobreexplotarlo.
-La pesca hoy en Uruguay, por lo que muchos especialistas dicen, no se está explotando como se podría. ¿Qué visión tiene usted de ese tema?
-La pesca en Uruguay tiene un potencial en plena explotación de US$ 1.200 millones, porque en el rubro también hay recursos genéticos marinos. Uno va a una tienda de pesca en Japón y hay algas o 40 subproductos del mar que nosotros no explotamos. Tenemos 150 millas adicionales de zona económica exclusiva, que hacen que Uruguay tenga 350 millas. Esto es el doble de la superficie terrestre. Hay que ver la riqueza que existe allí, pero se exporta solo US$ 90 millones. Se llegó a exportar en su momento hasta US$ 500 millones, y lo que quiero decir con esto es que no se trata de un sueño, sino de algo a lo que se puede llegar.
-¿En qué época fue eso?
-Hace 10 años. Además, teníamos cuota de pesca de atún gracias a los organismos regionales de manejo pesquero. Ahora no tenemos barcos atuneros y tampoco podemos utilizar el recurso atunero, que es muy buscado. Estamos en una situación donde el mundo está a la deriva y habíamos logrado mejorar el tema del hambre, pero ahora volvió a caer y la pesca está en la vista de muchas ONG ambientalistas que están en contra. Y nadie entiende por qué. La pesca es un trabajo noble y arriesgado, y es de los sectores más regulados que hay en el mundo.
-¿Habla de ONG uruguayas?
-Hay algunas ONG en Uruguay que para saber a quiénes responden solo hace falta seguir el camino del dinero que las financian. Y si se empieza a buscar, algunos fondos vienen de Brasil, otros vienen por otra vía y terminan en San Diego. De alguna manera, hay alguna injerencia en nuestros asuntos, porque la van blanqueando como ONG uruguaya, pero en definitiva es un extranjero que termina haciéndole lobby a nuestro gobierno.
-¿Cuál cree que es el objetivo?
-Hay un ataque frontal contra la pesca en todo el mundo. Lo ven como que se está acabando con los recursos, algo que nace del cambio climático. Lo que ocurre es que cada vez hacemos las cosas mejor y lo que se nos recomienda es pescar sustentablemente. Si se pesca de forma sustentable quiere decir que se está pescando consciente de que hay generaciones adelante que se van a beneficiar. Cada vez se hace mejor y cada vez tenemos más ataques. Sin embargo, hay países predadores, como China, con los que yo no estaría de acuerdo en que tuvieran un puerto acá, como intentaron hacerlo hace unos años, porque controlaría todo el sector del suroeste atlántico, donde no hay un régimen de regulación de pesca debido al problema de Argentina con las Malvinas. Argentina tiene un mar muy rico y se extiende hasta Uruguay, y compartimos muchos stocks. Ahora, pescando como lo estamos haciendo, vienen de Brasil, Argentina u otras partes y están capturando lo que deberíamos estar pescando nosotros. Además, le vendemos mucho a África y eso tiene el valor agregado de que estás alimentando gente en Angola, Mozambique o Nigeria. Podemos tener más ingresos con la pesca, lo que genera también nuevos puestos de trabajo. El dueño del barco es el que corre el riesgo de volver sin nada, pero también hay un tema sindical de por medio.
-¿Por qué no hay inversiones en el sector?
-A mí mismo me han dicho, que viajo por el mundo asesorando en este tema, que mientras las reglas no sean claras y los sindicatos impongan a que suban marineros que tal vez no son necesarios, pero que ganan US$ 250 por día, el sector no es viable.
El sector pesquero, frente a este panorama, establece que a pérdida no van a salir. Hubo reuniones en los últimos días, pero no hay una solución a la vista y ya lleva un mes parado el sector e inclusive las personas que son criticadas a veces injustamente, están llevando comida a sus propios trabajadores. Hay sensibilidad social en el sector pesquero y eso es bueno. Sin embargo, se ha hablado con Juan Castillo y alguna otra gente… El sindicato de la pesca debe hablar con el ministerio que se ocupa del sector.
-Hay un convenio vigente aún que no se está cumpliendo.
-Si. Acá no se trata de defender a nadie, pero la verdad es que las cámaras están haciendo todo lo posible para salir y para luego, a través de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), destrabar toda esta situación y así poder salir a pescar, y también poder invitar a países que quieren venir, porque hay 350.000 kilómetros de mar, con todo tipo de riquezas, que no está siendo explotado por nadie y eso no es bueno. China busca el calamar gigante, y nosotros no tenemos tanto como la gente piensa. El calamar gigante tiene un año de vida y debe de ser utilizado. ¿Por qué nosotros no transformamos nuestros barcos para poder salir a pescar el calamar? Los chinos envían tanto al Pacífico como a la zona pesquera de Argentina entre 300 y 400 barcos todos los años en busca del calamar, y no se los puede supervisar.
-¿Por qué no se los puede supervisar?
-Estando en la milla 201 se supone que están en alta mar, pero siempre hay una zona de amortiguación, que se debería respetar, pero ellos derivan hacia nuestro mar y no tenemos la capacidad para controlar y supervisar el área. Uruguay no tiene capacidad para proteger su cadena alimenticia, y los intrusos pescan cardúmenes juveniles y especies particulares en lugares de veda. Hay una intención de varias ONG, en el marco de la Comisión Ballenera Internacional, de crear un santuario pesquero en el Atlántico, que va desde Bahía, en Brasil, hasta Nigeria y desde la Patagonia hasta África del Sur. Y su único interés, según ellos, es proteger las ballenas, pero además atravesaría nuestra zona económica exclusiva. Acá hace 50 años que no se captura una ballena y no se va a capturar. Entonces, es para cerrar el mar y darles privilegio a las ballenas. Y nadie las captura, salvo Noruega, Islandia y Japón, que pescan cuotas mínimas para la cantidad de ballenas que hay. Yo he comido camello en Egipto o impala en Kenia, y no me gusta que impongan lo que hay que comer. Si los japoneses, de un millón de ballenas que hay, cazan 400, no afecta en absoluto. Cuando fui director ejecutivo de Pesca en América Latina, cuando fui electo por los ministros, se logró que la región fuera unida con posiciones comunes a todas las negociaciones en el mundo.
-¿Cuándo tuvo ese cargo?
-En 1993 y fui reelegido tres veces, hasta el 2002. Iba a las reuniones de pesca, porque América Latina y sus presidentes, en una cumbre, dijeron que había muchos organismos regionales de cooperación y nos tocó el mandato de averiguar cuántas habías, cuánto gastaban, entre otras cosas. Tenemos 147 organismos de cooperación, que son muchos y están desfinanciados. Empecé a ir a las reuniones representando al Sistema Económico Latinoamericano (SELA), que era el encargado de llevar adelante el mandato.
-¿Qué se negocia en ese tipo de instancias?
-Ahora se acaba de negociar lo que se llama la BBNJ -biodiversidad en alta mar más allá de la jurisdicción nacional, por sus siglas en inglés-. Era un debe que había quedado pendiente. Lo que logramos fue crear tanta ambigüedad en algunas definiciones, que ahora vamos a tener que trabajar con ambigüedades. En este punto vienen bien los recursos genéticos marinos, que se encuentran entre 3.000 y 4.000 metros. Nosotros no tenemos los recursos para llegar ni el financiamiento. Son microorganismos que pueden servir si se hacen secuencias genéticas, para encontrar curas para distintas enfermedades. Yo estoy buscando con el gobierno firmar con países serios, como Noruega y Japón, para que vengan y hagan la investigación juntos, con nuestros científicos en alta mar. Si se encuentra algo que pueda llegar al mercado, nosotros deberíamos firmar un contrato previo, donde parte de esa ganancia sería para nosotros. Estimo que, si se encuentra algo, las ventas pueden ser muy buenas y la patente protege por 20 años. Mi idea, que puede ser ingenua, es, con ese dinero crear un fondo para atacar la pobreza infantil y temas similares, en lugar de subirse los sueldos.
-¿Qué receptividad tuvo de las autoridades?
-El sector privado está contento, porque esto beneficiaría al país. Muy poca gente está pensando en explotar como se debe los recursos genéticos marinos. Lo que pasa es que no tenemos la capacidad para llegar. Debemos asociarnos para hacerlo y ojalá sea con los países más serios. Noruega o Japón serían los países ideales, porque son los que tienen la capacidad para hacerlo. Tenemos un mar que se está explotando poco y subexplotarlo es igual de malo que sobreexplotarlo. Y hasta que no solucionemos el problema del sindicato, que sigue e insiste y no sabemos por qué… Tampoco sabemos a qué ministerio le corresponde solucionar esto, no sabemos si al señor Juan Castillo le corresponde, porque esto es trabajo para el país, que es lo que se necesita. Podríamos tener ganancias y generar 5.000 o 6.000 empleos.
“Tenemos una normativa antigua, que ningún país utiliza, y queremos cambiarla por leyes que faciliten y cuiden nuestro mar”
¿Es necesario tener una normativa flexible y moderna?
-Eso sería un paso, pero primero debemos resolver el tema de poder pescar y los temas internos. Después, debemos ir hacia la normativa para destrabar los problemas. Tenemos una normativa antigua, que ningún país utiliza, y queremos cambiarla por leyes que faciliten y cuiden nuestro mar. Lamentablemente, el tema sindical es el gran escollo para la industria pesquera y ya lleva mucho tiempo. La flota para y nuestras exportaciones sufren, y hay otros que nos están reemplazando.