Sotelo: “Es mucho más difícil imaginar un cuarto gobierno del FA que un gobierno de Lacalle Pou respaldado por fuerzas de oposición”

Gerardo Sotelo, representante del Partido Independiente


El reconocido periodista dejó a un lado el set de televisión para abocarse a la actividad política de la mano de su amigo, legislador y candidato a la Presidencia por el Partido Independiente, Pablo Mieres. Acomodándose en la que define como su nueva vida, Sotelo conversó con CRÓNICAS acerca de los desafíos de su partido en el marco de las elecciones nacionales.


 El menú  En la confortable cava de Panini’s, Sotelo degustó como entrada bocatta, como plato principal prefirió sorrentino caprese, y a la hora del postre eligió crumble de frutas. Acompañó el menú con Coca-Cola Zero.


Por María Noel Durán | @MNoelDuran

-¿Qué lo impulsó a saltar hacia el otro lado del mostrador para pasar del periodismo a la política?

-Me impulsó la mirada de los otros. Gente muy cercana a mí empezó a percibir que podía ser importante que yo me dedicara a la actividad política, cosa que nunca había estado en mis planes; entre otras cosas porque es incompatible con el tipo de periodismo que yo hacía. Empecé a imaginarme esa posibilidad, eso me llevó un año. Hubo contacto con Pablo Mieres de quien soy amigo hace muchísimo tiempo, además de votante.

Ahí empezó a pensarse la posibilidad de que entrara al Partido Independiente, a comienzos de este año hubo una propuesta concreta y ahí fue cuando terminé de decidir. Eso supone un cambio de vida, más que solo un cambio de trabajo.

-A nivel político, empezó militando para el Frente Amplio (FA) y ahora trabaja para el Partido Independiente (PI). ¿Cómo fue esa evolución?

-Antes de militar en el Frente Amplio, era parte de una familia frenteamplista en una época en la que eso podía significar cosas muy difíciles. Yo era un muchacho de 13 años cuando se formó el FA que fue un hecho muy impactante en la política uruguaya, y son cosas que no se eligen. Yo a esa edad estaba en el acto del 26 de marzo del 71 en la explanada municipal. Después vinieron los años del liceo, los tiempos del golpe de Estado y la participación en las movilizaciones estudiantiles. Después, durante la dictadura, simplemente vivir como un joven de izquierda en una época en la que algunos de mis compañeros de liceo estaban presos y otros se habían tenido que ir del país.

Luego, en la transición hacia la democracia, fui asumiendo algunos compromisos como periodista pero también como alguien que participaba en algunas actividades de la reconstrucción del Frente Amplio. Nunca fui un militante orgánico, colaboré en distintas tareas y estuve afiliado al Partido Socialista en el mismo régimen.

Cuando empecé a trabajar me vinculé a semanarios de oposición, allí también estaba Pablo (Mieres) porque eran del Partido Demócrata Cristiano todavía en la clandestinidad. Después, a comienzos de los 90 tuve un pasaje por el semanario Alternativa Socialista.

Más adelante, por distintas circunstancias, fui tomando distancia de lo partidario. Mi militancia más firme fue en los derechos humanos. Luego, en los 90, empecé a leer otras cosas, amplié mi biblioteca y, como suele ocurrir en esos casos, cambié mis puntos de vista sobre cuestiones políticas.

A veces pienso que quienes dicen ser de izquierda o de derecha es por un tema de sensibilidad, de historia personal y de que les falta leer otra biblioteca.

Yo trabajaba en las publicaciones del CLAEH (Centro Latinoamericano de Economía Humana) y todos los días nos sentábamos a almorzar con Carlos Pareja, Romeo Pérez, Gerardo Caetano y José Rilla, entre otros. Se hablaba de los temas que habla cualquier barra de amigos pero eso derivaba en abordajes que a mí me resultaban extremadamente desafiantes y enriquecedores; me ponía en contacto con autores y perspectivas diferentes a las que yo había conocido.

Después apareció la televisión que me llevó a ocupar un lugar distinto desde el punto de vista periodístico y también a tomar distancia de lo estrictamente partidario.

-¿Qué lo convenció del Partido Independiente?

-En el 2004 ya no votaba al Frente Amplio, votaba opciones de izquierda moderada y para mí fue una tabla de náufrago. Yo no tenía ganas de tener ninguna vinculación con los partidos  y, por suerte, los compañeros, con todo en contra, tuvieron el coraje de crear el Partido Independiente. Celebré que existiera y lo voté.

Vi actuar a sus legisladores y los fui acompañando en las elecciones subsiguientes con un altísimo nivel de coincidencia en sus conductas y sus puntos de vista.

De manera que cuando llegó la propuesta de Pablo (Mieres) todo se dio de manera muy natural. Tuve otras propuestas pero no hubiera tomado esta decisión en otro espacio político.

En conversación con Daniel Chasquetti, él  dijo a CRÓNICAS que el Partido Independiente se había originado como un partido bisagra pero que esta característica se había desdibujado cuando el partido se había alineado únicamente con los partidos de oposición…

Creo que Daniel (Chasquetti) se equivoca porque el PI era bisagra de una puerta que el gobierno no quiso abrir nunca. El Frente Amplio se enamoró de su mayoría propia que ganó legítimamente en las urnas durante tres períodos.

La posibilidad de solucionar las cosas con acuerdos internos le resolvió el problema de sus enormes diferencias internas de una manera bastante respetable porque lo ha hecho con mucho éxito, pero se amputó la posibilidad de acordar hacia afuera, eso lo vimos durante 15 años hasta ahora con la Ley Orgánica Militar.

Era un partido bisagra pero quien podía abrirla decidió no hacerlo. El panorama que vamos a tener después del 27 de octubre es exactamente el inverso, ninguno de los dos candidatos que están en condiciones de ganar la Presidencia puede gobernar sin hacer acuerdos, la diferencia es que el único que parece tomárselo en serio es Lacalle Pou; Daniel Martínez no da la menor señal de acordar, que si gana- algo que es cada vez más remoto- le va a resultar inexorable.

Lacalle Pou mencionó al Partido Independiente en su discurso, en relación a esto, Chasquetti aseguró que si Mieres hubiese sido el líder de un partido bisagra debería haber dicho públicamente que además de acordar con la oposición iba a hacerlo con el FA. ¿Dentro del PI se da la señal de querer acordar con todos?

-Ni se da ni se deja de dar. Si hubiera habido algún gesto de acercamiento, alguna propuesta o alguna acción en ese sentido se habrían estudiado.

Lo que ocurre es que de los dos partidos que estarán en condiciones de ganar las próximas elecciones, Lacalle Pou y Martínez, el único que parece estar pensando de verdad en gobernar es Lacalle Pou porque toma decisiones que se corresponden con las de alguien que sabe con qué realidad política se va a encontrar. Daniel Martínez está pendiente de la interna del Frente Amplio, queda claro en la elección de su vicepresidenta, Graciela Villar, que tiene que ver con el alineamiento de la tropa. Basta con ver las encuestas para comprender que, si es que gana la Presidencia de la República, va a tener que hacer acuerdos con otros partidos.

Además, no creemos que sea conveniente un cuarto gobierno del Frente Amplio porque ya el tercero fue muy malo y nada nos hace pensar que el cuarto sea mejor. Por cierto, la voluntad de conversar y de acordar en base a nuestras ideas y nuestras propuestas corre para todos los partidos.

El reproche que se le hace al Partido Independiente desde la derecha es que en el fondo somos de izquierda y vamos a terminar votando lo que diga el Frente Amplio, es exactamente lo mismo pero al revés. Es el problema de ver el escenario político en términos lineales; si hay solo dos lugares el tercero está en el medio; lo que sentimos nosotros es que lo que hay en el medio es una enorme cantidad de compatriotas que hoy quieren un cambio o no están conformes con los partidos tradicionales, es el 18% de indecisos que es medio millón de personas a cuatro meses de las elecciones.

-¿Qué reflexión le merece el romance y posterior divorcio del PI con La Alternativa?

-Lo vi con dolor porque en ese momento no estaba formalmente en la actividad política pero sí estaba siguiendo muy de cerca ese proceso y, además, tengo una buena amistad con Selva (Andrioli), Esteban (Valenti) y por supuesto con Pablo (Mieres) y lo vi con pena porque sé lo que Pablo apostó a La Alternativa y sé lo que significa para la gente de Navegantes irse del Frente Amplio. Lamentablemente por razones personales eso no prosperó pero para el PI fue muy contundente la decisión; la Convención que decidió terminar con esa experiencia fue unánime. por lo tanto me cuesta mucho hacer una evaluación sin haber estado en el asunto. Para todos, eso forma parte del pasado porque cumplido el trámite de las internas ya estamos en campaña con nuestro propio programa de gobierno. El Partido es relativamente pequeño pero todo el mundo sabe lo que es el Partido Independiente, dónde lo encuentra, qué hacen sus legisladores.

-El Partido Independiente tuvo una votación baja en las elecciones internas pero tampoco se jugaba nada en esa instancia, ¿cómo la vio?

-Era el Partido que estaba más lejos de cualquier tipo de interés de participar, en principio porque son elecciones internas y primarias, por lo tanto en un partido en el que no hay competencia es simplemente cumplir con el trámite de ir a votar 500 personas para completar la convención partidaria. No hay competencia interna y no hay expectativa ni novedad porque es la cuarta elección a la que se presenta. En los otros partidos había competencia interna o el impulso de votar por primera vez al partido algo que es muy movilizador. Tuvimos el resultado de lo que se decidió que es hacer prácticamente nada porque los recursos de financiar campaña se decidió reservarlos para esta etapa entre el 1 de julio al 27 de octubre.

Después aparecen razonamientos disparatados, absurdos, como un ranking de partidos, cosa que está por fuera de cualquier criterio medianamente sensato de análisis político. Si alguien hubiera dicho que se iba a hacer un ranking seguramente todos los partidos hubieran tomado otras decisiones. Sobre todo el Frente Amplio que en las elecciones pasadas tuvo menos votos que el Partido Nacional y después le sacó más de 15 puntos de diferencia.

Para nosotros es cumplir con el trámite y también te da la pauta de cuál es la dimensión de tu estructura militante más firme.

-Hubo algunos fenómenos inesperados en las internas: La aparición de Sartori, el liderazgo de Talvi, la buena votación del Partido Nacional, el apoyo a Cabildo Abierto. ¿Cómo lo analiza?

-Hubo señales de hartazgo de la gente con el statu quo. Se puede ver de muchas maneras la votación de Sartori pero más allá de estilos o de procedimientos, algo quiere decir. El 20% es un porcentaje muy alto que deberán analizar los nacionalistas. Lo de Talvi también fue significativo porque le sacó ventaja a Sanguinetti con un corrimiento hacia ideas más moderadas menos dogmáticas, lo cual hace que sea una gran incógnita cómo va a ser su liderazgo en un futuro.

El liderazgo de Luis se consolidó también construyendo un espacio político mayor, que no es solo el Herrerismo y poco más.

Lo de Daniel (Martínez) no tiene mucha novedad, vemos una fuerza política que está terminando su tercer periodo de gobierno pendiente de sus propios fantasmas y con un desenlace deslucido, eso no lo coloca en una buena posición a ojos del electorado, pienso yo de forma subjetiva.

La aparición de Cabildo Abierto también sorprendió con una cantidad considerable de ciudadanos que se expresan en un partido que tiene mucho de enigmático y lo poco que sabemos es que refleja a la derecha más conservadora.

Hay varios que apuestan a moverse en el centro donde se mueve el Partido Independiente, veremos qué decisiones toma el electorado que esta vez sí puede hilar fino y utilizar la bisagra para que no se consolide un bloque inclinado hacia la “derecha”.

-Hubo varios episodios que encendieron luces de alerta durante los gobiernos del Frente Amplio: la regasificadora, ANCAP, Sendic, ¿Estos sucesos pueden haber incidido en el nivel de confianza de los ciudadanos en la política?

Hay un dato que es extremadamente preocupante y es que finalmente Uruguay quedó alineado en el Latinobarómetro con los países donde  las instituciones democráticas y, en particular, los partidos políticos se encuentran en el fondo de la tabla, entre las instituciones más desprestigiadas. El sistema democrático no tiene alternativa, la gente está descontenta, maldice y luego va y vota, eso enmascara un poco el descontento pero buena parte de la renovación de las figuras tiene que ver con esa desconfianza.

Lo que a veces nos cuesta reconocer y comprender es que en su momento, en 2004, con el nivel de hastío que había tras la crisis, la gente encontró en el Frente Amplio una alternativa fiable. A veces me pregunto qué hubiera pasado si no hubiera estado el FA como alternativa pero pasados 15 años tuvimos de todo, crecimiento económico, reformas, acomodo, corrupción, despilfarro y finalmente estancamiento económico por lo que las señales de fin del ciclo son muy claras. De aquí a octubre tendrá que terminar de cuajar el bloque de alternativa, es mucho más difícil imaginar un cuarto gobierno del Frente Amplio que un gobierno de Lacalle Pou respaldado por fuerzas de oposición.

-El FA ha hecho hincapié en la agenda de derechos que se ha reflejado en algunas leyes como son la despenalización del aborto, el matrimonio homosexual o la ley trans ¿Qué piensa en relación a estos hitos?

-La nueva agenda de derechos no se debe tocar. El ciudadano a veces pasa por alto que los Estados no otorgan derechos, en el mejor de los casos los reconocen y garantizan su vigencia. El Partido respalda que no se toquen los derechos adquiridos. Para el Partido Independiente la agenda de derechos no se toca.