En el último año, el comercio electrónico internacional experimentó un salto exponencial en Uruguay, con la irrupción de plataformas chinas como Temu, que ofrecen productos a precios notablemente bajos y con entrega directa al consumidor. Lo que comenzó como una curiosidad para algunos usuarios se transformó en un fenómeno de consumo masivo que puso en alerta al comercio local y a las autoridades tributarias.
Por: Cra. Cecilia Santucho Duarte (*)
El proyecto de Presupuesto Nacional incorpora medidas específicas para este tipo de operaciones: amplía la franquicia de compras libres de aranceles, pero introduce la aplicación de IVA a los envíos exprés. Además, establece un matiz crucial: la medida no aplica a compras desde Estados Unidos, debido a los compromisos internacionales vigentes.
La lógica de Temu y el atractivo para los consumidores
Temu se posiciona como una plataforma que concentra una oferta amplísima de productos: indumentaria, calzado, accesorios, artículos para el hogar, tecnología y juguetes. El atractivo está en los precios, muchas veces hasta un 70% más bajos que en comercios uruguayos.
El modelo de negocio se sostiene en la economía de escala y la logística centralizada: grandes volúmenes de pedidos agrupados, envíos masivos desde China, eliminación de intermediarios y márgenes muy reducidos. Para el consumidor, la ecuación parece imbatible: más variedad, costos más bajos y compras desde el celular.
Sin embargo, detrás de esa accesibilidad se ocultan asimetrías regulatorias. Los productos llegan al país mediante regímenes simplificados que, en muchos casos, evitan la carga impositiva que sí soportan los comercios locales. Esa diferencia explica el interés creciente del Estado en intervenir.
El régimen vigente y las modificaciones propuestas
Hasta ahora, los consumidores uruguayos podían importar hasta tres compras anuales, con un límite de 200 dólares cada una y 20 kilos de peso, sin tributar impuestos aduaneros. Si se excedían esas condiciones, la operación quedaba gravada con un 60% sobre el valor de la factura, más otros costos.
El Presupuesto plantea un cambio doble:
La exclusión de Estados Unidos de esta medida responde al acuerdo bilateral que otorga un tratamiento diferenciado a los productos procedentes de ese país.
Fundamentos teóricos: comercio, precios y fiscalidad
El fenómeno puede entenderse desde varios marcos teóricos:
Impacto en los consumidores
Para los consumidores, la ampliación de la franquicia hasta 800 dólares representa un beneficio, porque aumenta el margen para compras libres de aranceles. Sin embargo, el nuevo esquema introduce el IVA en muchas operaciones que antes quedaban sin tributar.
En la práctica, esto significa que un producto de 100 dólares en Temu pasará a costar 122 dólares. Si bien sigue siendo más barato que en muchos comercios locales, la brecha se reduce. Algunos artículos dejarán de ser atractivos, mientras que otros continuarán resultando convenientes.
El consumidor uruguayo se enfrenta entonces a una nueva ecuación: el precio ya no será la única variable, sino también el cálculo de impuestos, la demora en la entrega y la garantía de posventa.
Impacto en el comercio local
El comercio local, en especial en rubros como indumentaria, calzado, accesorios y electrónica de bajo costo, ha sido el más golpeado por la expansión de Temu. Los precios de la plataforma eran prácticamente imposibles de igualar para empresas que deben afrontar costos fijos, tributos y regulaciones.
La aplicación del IVA puede significar un respiro parcial. No eliminará la competencia, pero reducirá la distancia de precios, lo que permitirá a algunos comercios recuperar clientes. De todas formas, la adaptación del mercado será inevitable: algunos negocios deberán reconvertirse, apostar a la diferenciación de calidad o buscar nichos que las plataformas extranjeras no cubren.
Impacto en el Estado
Para el Estado, el cambio apunta a fortalecer la recaudación fiscal y evitar que una parte creciente del consumo quede fuera del radar impositivo. Con la digitalización de la economía, cada vez más transacciones se realizan en plataformas extranjeras, lo que obliga a repensar los instrumentos tributarios.
El nuevo esquema también persigue un objetivo simbólico: mostrar que el Estado no es indiferente ante un fenómeno que afecta tanto al comercio como a la base tributaria. Al mismo tiempo, plantea un desafío de implementación: el control aduanero, la verificación de valores declarados y la coordinación con couriers internacionales.
Comparaciones regionales
El fenómeno Temu no es exclusivo de Uruguay. En Argentina, Brasil y Chile también se discute la forma de gravar las compras internacionales. Algunos países optaron por elevar los aranceles aduaneros, otros aplican impuestos internos, y en todos los casos el debate gira en torno al mismo dilema: equilibrar el acceso a bienes más baratos con la protección del comercio local y de la recaudación fiscal.
La experiencia muestra que los consumidores tienden a adaptarse rápidamente a los cambios normativos, mientras que los Estados enfrentan mayores dificultades para fiscalizar. La clave suele estar en la transparencia de las reglas y en la coordinación con los operadores logísticos.
Desafíos de implementación
La teoría es clara, pero la práctica presenta obstáculos:
Sin una implementación efectiva, la norma corre el riesgo de volverse letra muerta.
El rol de los acuerdos internacionales
La exclusión de Estados Unidos de la medida recuerda que la política fiscal no se diseña en el vacío: debe coordinarse con los compromisos internacionales. En este caso, el acuerdo comercial vigente impide aplicar la misma carga tributaria a los envíos procedentes de ese país. Esto genera un matiz importante: mientras que una compra en Temu pagará IVA, otra realizada en una plataforma estadounidense puede quedar exenta. El resultado es que la competencia no solo se da entre comercios locales y extranjeros, sino también entre plataformas de distintos orígenes.
Posiciones de los actores
La tensión entre estas posiciones es la que marcará el debate público en los próximos meses.
Perspectivas futuras
El caso Temu es apenas el inicio de una discusión más amplia sobre el comercio digital global. La tendencia apunta a que cada vez más consumidores recurran a plataformas internacionales, y los Estados deberán encontrar mecanismos para regularlas.
Uruguay no está solo en este desafío. El futuro pasa por sistemas de control más sofisticados, acuerdos internacionales sobre tributación digital y estrategias de competitividad que fortalezcan al comercio local.
En definitiva, el país se enfrenta a una encrucijada: permitir un mercado totalmente desregulado, con riesgo de erosión fiscal y debilitamiento del comercio interno, o avanzar en regulaciones que garanticen mayor equidad, aunque con el costo político de encarecer las compras de los consumidores.
Conclusión
La irrupción de Temu cambió las reglas del juego en el consumo y obligó a Uruguay a reaccionar. La ampliación de la franquicia y la aplicación de IVA a envíos exprés constituyen un intento de equilibrar intereses contrapuestos: consumidores que buscan precios bajos, comercios que reclaman equidad y un Estado que necesita proteger su base fiscal.
La exclusión de Estados Unidos añade complejidad al escenario y muestra que la política tributaria está condicionada por compromisos internacionales.
El verdadero desafío será la implementación: que las reglas sean claras, la fiscalización efectiva y la información transparente. Solo así Uruguay podrá transformar este nuevo frente en una oportunidad para modernizar su sistema tributario y adaptarse a los tiempos del comercio digital globalizado.
(*) Integrante del Equipo de Galante & Martins