En una semana estuve en Pueblo Centenario, Trinidad, Salto y Paysandú. Ya había recorrido toda la ruta 5, y cada vez que vuelvo me sorprende ver los avances: nuevas empresas, carreteras mejoradas, puentes, infraestructura, producción agrícola, hoteles, el tren, UPM… todo un país en movimiento, reflejo del trabajo genuino de miles de uruguayos.
En Trinidad, la Intendencia de Flores me invitó a un conversatorio titulado “Tecnología para el desarrollo”. A sala llena, estudiantes, empresarios, vecinos y autoridades departamentales escuchaban con entusiasmo cómo las tendencias globales pueden combinarse con los recursos locales para generar nuevos productos y servicios. Junto con Juan Ciapessoni y Martín Bueno, conversamos sobre cómo el proceso de destrucción creativa, aquel concepto de Schumpeter que hoy vuelve a cobrar fuerza tras el reciente Nobel de Economía, puede transformar positivamente nuestras economías.
En Flores hay proyectos con enorme potencial: el Centro Comercial e Industrial de Flores impulsa un ecosistema digital entre sus socios, mientras que la Fundación Florecer promueve el desarrollo comunitario con iniciativas en educación tecnológica, innovación textil y reinserción social, y otras áreas que combinan tradición y modernidad.
De camino a Salto, lo que más me gustó fue ver el vigor del campo uruguayo: verdes praderas, miles de cabezas de ganado de distintas razas y sistemas productivos como los feedlots que ya son parte del paisaje. Esta combinación de innovación y tradición nos permite ofrecer carne de la más alta calidad a mercados tan exigentes como Estados Unidos, Europa y China.
En Salto, participé junto a la Intendencia en tres actividades muy distintas.
La primera fue una visita a Gamorel, una empresa ejemplar en la producción y exportación de arándanos. Han innovado en toda la cadena: selección de especies, riego automatizado, empaques inteligentes y un sistema informático desarrollado por talento local que garantiza la trazabilidad del producto desde el campo hasta su destino final. Las bandejas que vi empacar un jueves ya estaban a la venta el martes siguiente en Madrid. Gamorel emplea a 1.200 personas durante la zafra, pero podría llegar a 3.000 si logramos superar ciertas restricciones en el mercado estadounidense. Son oportunidades concretas donde un apoyo del gobierno nacional podría multiplicar el impacto positivo.
La segunda actividad fue recorrer el Museo del Hombre y la Tecnología, un verdadero tesoro cultural que conecta pasado y futuro, mostrando cómo llegamos hasta aquí y cómo podemos seguir avanzando.
Finalmente, en el Centro Comercial e Industrial de Salto, junto a CEDU, discutimos la creación de un ecosistema empresarial digital. Lo digital no es solo tecnología: es la posibilidad de transformar los negocios en bits, en ceros (0) y unos (1), y al hacerlo en red, crecer de forma exponencial todos juntos. Hoy Uruguay cuenta con activos digitales consolidados: facturación electrónica, pagos digitales y soluciones de comercio electrónico, que bien combinados pueden generar un salto cualitativo para nuestras empresas.
Cada viaje me confirma que la pasión y la capacidad de nuestra gente son infinitas. Tenemos todo lo necesario para dar un salto cuántico como país. Solo falta lo más importante: creer en nosotros mismos. Si trabajamos juntos, codo a codo, uniendo campo, ciudad, conocimiento y voluntad, no tengo dudas de que Uruguay subirá varios escalones hacia el desarrollo pleno.
(*) Presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales del Uruguay.