Entrevista
“La sobrevaloración del peso tiene un impacto negativo en la producción nacional y su competitividad”
Para el economista Coates, la continuidad de las políticas en el Banco Central es “positiva”, siempre y cuando “dichas políticas permitan flexibilidad en la aplicación del modelo subyacente”. En entrevista con CRÓNICAS, quien fuera director ejecutivo del Banco Mundial, dijo que al delegar “todo el esfuerzo” de la política antiinflacionaria sobre los hombros de la tasa de interés, se corre el riesgo de “ir cambiando un problema por otro”. Por otro lado, afirmó que no ve disposición “ni en el gobierno ni en el cuerpo político” para reducir el gasto fiscal.
Fecha de publicación: 07/11/2025
Compartí esta nota
Kenneth Coates, economista y ex director ejecutivo del Banco Mundial
Por:
Redacción

Coates es doctor en Economía por la Universidad de Stanford. Ejerció funciones en el Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, lugar donde llegó a integrar el directorio ejecutivo. A su vez, fue electo director general de la Asociación General de Bancos Centrales (Cemla), cuya sede se encuentra en México, entre el 2000 y el 2009. Actualmente es profesor en la Universidad de Montevideo.

-¿Cómo evalúa estos primeros meses de Guillermo Tolosa al frente del Banco Central del Uruguay (BCU)? ¿Es positivo que se continúe en una línea similar sobre lo hecho en la anterior administración, principalmente en el control inflacionario?

-No quisiera personalizar mis comentarios sobre la gestión monetaria, en primer lugar, porque no tengo el gusto de conocer al actual conductor, y en segunda instancia porque las decisiones, como es costumbre en la banca central, se toman de forma colegiada en el Comité de Política Monetaria (Copom). El BCU se caracteriza por un plantel gerencial de alta calidad con integrantes que llevan muchos años en la institución luchando contra la inflación, y ahora comienzan a ver el fruto de sus esfuerzos. Creo que en general la continuidad de las políticas es positiva, siempre y cuando dichas políticas permitan flexibilidad en la aplicación del modelo subyacente. El régimen de metas de inflación actualmente en uso adolece de una limitante y es que existe una sola variable instrumental, que es la tasa de interés, pero con dos objetivos: el nivel de actividad económica y el ritmo de la inflación. Hemos optado por una tasa de interés alta para reducir la inflación, pero a su vez dicha tasa reprime la actividad económica. Si esta fuera la única contra, quizás sería hasta aceptable. Pero la diferencia de tasa entre pesos y dólares es tan grande que se produce un efecto secundario que supera en impacto al primario. Se trata de la sobrevaloración del peso que resulta del pasaje de dólares a pesos para beneficiarse de esta brecha de tasas. La sobreoferta de dólares deja en su huella un exceso de pesos en el mercado que la autoridad monetaria debe esterilizar mediante la emisión de Letras de Regulación Monetaria (LRM). Mediante esta modalidad el inversor accede a las LRM con alta rentabilidad y bajo riesgo, el BCU comienza a acumular dólares que van engrosando sus reservas, si bien generando ingresos muy bajos por su colocación en bonos del Tesoro de Estados Unidos. El costo neto de la operativa, reflejado en las pérdidas anuales del BCU, ronda los US$ 600 millones. La inflación responde a este prolongado tratamiento, pero la sobrevaloración del peso tiene un impacto negativo en la producción nacional y su competitividad. Los salarios indexados al dólar pierden poder adquisitivo, lo importado sale barato, pero lo nacional, en particular los servicios, nos sale muy caro. Mi impresión es que al delegar todo el esfuerzo de la política antiinflacionaria sobre los hombros de la tasa de interés, corremos el riesgo de ir cambiando un problema por otro. Yo sería partidario de ir achicando lentamente la brecha de intereses y trasladando una parte creciente del esfuerzo antiinflacionario hacia el terreno fiscal. Lo que no es viable es mantener indefinidamente un déficit fiscal global del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y pretender que compete al BCU encontrar la solución. Ya ha hecho bastante y corresponde que el gobierno y el sector político asuman sus responsabilidades.

-¿De qué manera influye el vaivén internacional y las políticas de la Fed? ¿Es viable disminuir los impactos que tienen las decisiones de Estados Unidos en la política monetaria local?

-Esto me hace acordar a la famosa respuesta de John Connally, entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos, ante la pregunta de un dignatario extranjero. Connally contestó que el dólar era la moneda suya y el problema de los extranjeros. Es claro que la economía norteamericana, que representa el 30% del PIB mundial, tiene que tomar las decisiones monetarias en función de sus necesidades y no las del resto del mundo. No hay más que recordar la subidilla de tasas de interés de Paul Volcker a comienzos de los 80 para frenar la inflación interna, que desembocó en la crisis de deuda externa mundial con su década perdida. Pero mis experiencias con la Fed siempre me han dado la impresión de que como organismo siente una responsabilidad por el sistema financiero internacional, y que es muy consciente de que la velocidad con que se transmiten los hechos con repercusión financiera amerita un contacto casi permanente entre los países con peso sistémico. Su participación en los distintos organismos financieros en la órbita del Banco de Pagos Internacionales refuerza esa impresión. En teoría, los países que flotan su moneda tienen mayor campo de acción en el manejo de una tasa de interés propia. Aquellos que fijan su moneda en términos de otra deben seguir el rumbo fijado por el país por cuya moneda han optado. Pero en la práctica es difícil mantener un rumbo propio, especialmente en estos tiempos de libre flujo de capitales privados en busca de mayores rendimientos.

-¿Cómo ve a Uruguay posicionado en la región en materia financiera?

-El sistema se ve sólido y estable, quizás hasta un poco conservador. La ausencia de banca privada nacional y la presencia del Banco República sin duda contribuyen a la estabilidad. Me preocupa el bajo nivel del crédito, que podría estar indicando la falta de oportunidades de inversión directa en el país. El nivel de las tasas también podría estar contribuyendo a esta renuencia a buscar apoyo bancario para participar en proyectos greenfield. En lo regional creo que Uruguay debería buscar un rol financiero construyendo sobre sus ventajas comparativas naturales y humanas, con especial énfasis en atraer a los países vecinos. Las finanzas están experimentando una verdadera revolución en el mundo, en la que las distancias ya no son impedimento. Me consta que hay mucha gente capacitada en este tema y que el país debiera crear los incentivos para que permanezcan y desarrollen sus capacidades aquí. Es un sector que puede ser de gran crecimiento en Uruguay.

Las “dos partes” de la Ley de Presupuesto

-¿Qué ocurre con las proyecciones macroeconómicas planteadas en el Presupuesto? ¿Plantean la posibilidad de realizar ajustes fiscales en los próximos años, en caso de no cumplir con los supuestos planteados?

-Me da la impresión de que el Presupuesto tiene dos partes. Los primeros dos años que reflejan la actualidad, y los últimos tres que más bien son una expresión de deseos. Francamente, ni en el gobierno ni el cuerpo político veo disposición para reducir el gasto fiscal, y por lo tanto desde el vamos estaremos tratando de salir a los ponchazos. Tampoco veo mucha luz por el lado de la recaudación. 

“No importa el color del gato con tal de que cace ratones”

-El mal llamado atraso cambiario tuvo un empeoramiento en el segundo y tercer trimestre de este año. ¿Cómo observa esta situación? 

-Me recuerda el famoso dicho de Deng Xiao Ping: no importa el color del gato con tal de que cace ratones. Que le llamemos atraso cambiario o adelanto de todos los demás precios, sabemos de qué se trata. Es muy difícil pronosticar en este tema, ya que según el comportamiento de la inflación en los Estados Unidos, la tasa de interés podría subir, si la inflación sube por el impacto de los aranceles, o si la tasa baja para combatir un escenario recesivo con desempleo. O sea que las dos posibilidades siguen en juego, además del statu quo. Ahora hay que acordarse de que habrá cambio de autoridades en la Fed a mediados de año y que el candidato del comisario presionará por una baja de tasas. Ello podría llevar a los demás bancos centrales a seguir el palo con bajas propias.

Buenos Aires 484, CP 11000, Montevideo, Uruguay
Copyright (c) 2025 Crónicas Económicas. Todos los derechos reservados.