-¿Cuáles son los principales aportes que el LATU hace hoy al sector industrial?
-LATU hoy apoya a las principales industrias del país, desde análisis y ensayos que se hacen diariamente a las empresas de celulosa, a apoyos analíticas, de investigación y buenas prácticas de laboratorio con la industria láctea, el arroz y la cebada.
También apoyamos a micro y pequeñas empresas industriales. Este año, en el marco de la política de apoyo a las mipymes y en articulación con gremiales empresariales, lanzamos AvanzaMypes, un programa que diseñamos junto con la Cámara de Industrias del Uruguay, en apoyo a los sectores metalmecánico, forestal-maderero y de alimentos. Dentro de esta política también tenemos otro programa con la Unión de Exportadores del Uruguay.
-¿Qué importancia tiene el LATU para el desarrollo de la industria nacional?
El LATU nació hace 60 años como una institución de transferencia y generación de innovación, con una gobernanza que integra al MIEM y a la CIU. Esa cercanía entre políticas públicas e industria asegura respuestas tecnológicas pertinentes.
Además, el LATU ha sido resiliente y adaptable a los cambios de la matriz productiva. Cuando el liderazgo exportador era cuero y textil, teníamos las capacidades para ese foco; cuando el país incorporó la producción de celulosa, reconvertimos y ampliamos capacidades para acompañar a la industria y a la autoridad pública en el monitoreo ambiental. Esta flexibilidad se apoya en inversiones dirigidas en laboratorios, formación de técnicos, adopción de mejores prácticas internacionales y participación en redes de referencia internacionales, tanto en metrología y el Codex Alimentarius por ejemplo, además de la cooperación con institutos de otros países (como Inmetro en Brasil, INTI en Argentina e INTN en el Mercosur).
-¿Cuál es el aporte del LATU en la mejora de la productividad y la competitividad con las empresas del sector industrial y a través de qué mecanismos se buscan los objetivos?
-La productividad y la competitividad son multicausales. Nuestro aporte es identificar, junto con la empresa, las innovaciones que necesita: dónde están las oportunidades en el ciclo productivo, qué tecnologías incorporar, cuándo y con qué impacto esperado. Por ejemplo, en alimentos, asistimos para extender vida útil y cumplir normativas de acceso a mercados. También apoyamos a usuarios de regímenes industriales como admisión temporaria y drawback. En otros casos trabajamos con sectores para mejorar su capacidad analítica, a través de capacitación de técnicos o mejoras de laboratorios. Esto lo hacemos tanto desde los servicios de nuestros laboratorios como desde nuestra fundación de investigación, desarrollo e innovación, Latitud, que trabaja con demandas reales del sector, y enfocada a cadenas como arroz, granos, lácteos, forestal y bioeconomía.
Otro caso destacado es el Centro Tecnológico del Plástico (CTplas), espacio público- privado fundado por la Asociación Uruguaya de Industrias del Plástico (AUIP), CIU, LATU y la Fundación Julio Ricaldoni. CTplas brinda apoyo técnico y capacitación, impulsa la mejora de procesos, desarrollo de productos con innovación y ecodiseño, y herramientas de gestión como +CIRCULAR, que ayudan a fortalecer la cadena del reciclaje. Cuenta con casi 20 empresas afiliadas, 15 certificadas +Circular, más de 3.000 personas capacitadas, más de 30 proyectos ejecutados en sus 10 años.
-¿Qué impacto cree que tendrá la IA en el entramado industrial en los próximos cinco años?
-Aunque aún faltan mediciones concluyentes, las señales son claras. Las empresas deben evaluar casos de uso que potencien su negocio, preparar a sus equipos con nuevas capacidades y gestionar datos con criterios de calidad y ética. La IA debe verse como oportunidad: automatiza tareas repetitivas, mejora decisiones y libera tiempo para actividades de mayor valor.
-¿Qué capacidades tecnológicas está desarrollando el LATU para acompañar esta revolución digital?
-Incorporamos analítica avanzada e inteligencia artificial (IA) como herramientas de gestión interna para convertir datos en información que agregue valor y mejore procesos.
En segundo lugar, realizamos transferencia tecnológica a nuestros clientes, a través de proyectos de I+D que desarrollamos desde Latitud. Un ejemplo es el convenio con Urupov fruto de una sinergia entre instituciones y el sector privado, donde estamos trabajando en el desarrollo de una herramienta de IA que apunta a optimizar la eficiencia y la productividad en la producción de soja, con potencial de extenderse a otros sectores.
El proyecto busca entrenar un algoritmo que, a través de la teledetección (imágenes satelitales) e información histórica, pueda predecir qué es soja y qué no; y un segundo algoritmo que pueda predecir qué variedad de soja es. A su vez, desarrollamos para Inefop la herramienta Futuro+, que busca transformar la orientación laboral en Uruguay a través de la inteligencia artificial.