Según el informe sobre la compraventa de tierras para el uso agropecuario de diez o más hectáreas que realizó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) a través de su Oficina de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), entre el 1° de enero y el 30 de junio de 2025 -el primer semestre del año- se realizaron un total de 676 operaciones en una superficie superior a las 111 mil hectáreas, un 9% menos en comparación interanual respecto a la cantidad y 39% menos respecto al área comercializada.
Si se compara entre trimestres, sin embargo, las operaciones abril-junio representan un aumento del 19% en el número y del 89% en la superficie respecto al conjunto enero-marzo, que tuvo 309 operaciones por un total de 38.463 hectáreas a un valor promedio de US$ 4.278.
La DIEA relevó, sin embargo, que la recaudación total por las transacciones fue de US$ 452,6 millones de dólares corrientes, lo que promedió un valor de US$ 4.070 por hectárea, cifra que “representa un aumento en el precio promedio de 4,1% entre semestres” y se convirtió en el valor promedio más alto de la serie, que inició sus mediciones en el 2000. Además, en el conjunto es posible constatar que desde esa fecha a la actualidad el precio promedio viene en aumento y, en el universo global compuesto por 46.546 operaciones de compraventa por 9.9 millones de hectáreas, pasó de US$ 448 en promedio durante el 2000 a US$ 3.584 en 2015 y US$ 4.070 en la actualidad.
Fueron 131 las operaciones que se concretaron por valores entre US$ 3.001 a US$ 4.000 por hectárea, lo que representa el 28% del total, mientras que durante el semestre también hubo 40 por menos de US$ 1000 y 65 por más de US$ 10.000. En otro eje, si se analiza el conjunto de las transacciones de más de 1.000 hectáreas por su potencial destino, “la distribución de rubros respondería en un 36% a campos agrícola - ganadero, 25% ganadero, 25% unidades ganaderas forestales y la restante proporción a otros destinos”.
Por otro lado, el informe también realizó un desagregado por departamento y consignó que un tercio de las ventas se concentraron en tres departamentos, puesto que el 35% de la superficie vendida -lo que equivale a unas 39 mil hectáreas- se canalizó en Durazno, Paysandú y Treinta y Tres, región que acumuló “casi US$ 140 millones” con precios promedio. En ese sentido, los departamentos de Colonia, Soriano y San José fueron los que registraron los precios promedios más altos, ya que alcanzaron valores de US$ 10.337, US$ 8.696 y US$ 7.335 por hectárea respectivamente.
Como contracara, los precios más bajos se registraron en los departamentos de Artigas y Tacuarembó, con valores cercanos a los US$ 1.910 y US$ 2.360, en ese mismo orden, pero otros departamentos también se mantuvieron a “mitad de tabla” como Rivera o Cerro Largo, donde los precios no superaron el techo de los US$ 3.000 en promedio.
Finalmente, el informe también aportó una discriminación por escala de superficie e índice de productividad. En el primer punto, si bien “el 71% de las operaciones se realizaron por superficies entre 10 y 100 hectáreas”, las mismas acumularon solo el 16% del área vendida, y en el otro extremo, las siete operaciones de campos grandes mayores a 2.000 hectáreas representaron el 23% del área que se vendió en total y el 19% del monto acumulado. En el segundo, el informe consignó que unas 33 mil hectáreas -el 30% del área total- se comercializaron con una clasificación entre 60 a 80 en el índice de escala Coneat y conquistaron un total de US$ 112.623.
Utilización de bioinsumos en el agro nacional
El jueves 6 de noviembre, el MGAP publicó el Anuario Estadístico Agropecuario 2025. Además de consignar que, por ejemplo, la mayor parte del sector está compuesto por hombres o que hubo un récord de maíz y soja al tiempo que también creció el endeudamiento. El informe incluyó por primera vez una sección sobre la utilización y conocimiento de bioinsumos.
En ese sentido, el documento detectó que el 76% de las explotaciones agrícolas declaró conocer lo que son, el 66% dijo haber utilizado algún tipo de bioinsumos en los últimos dos años y de ese universo casi el 50% utilizó únicamente inoculantes mientras el 20,1% empleó bioestimulantes y el 32,1% aplicó ambas o una combinación con otros productos como enmiendas o bioplaguicidas.
Los productos se aplicaron en una superficie total de 759.238 hectáreas de las cuales principalmente 508.988 son de soja; 75.984 de trigo y el 56.616 de colza.