Entrevista
“Todo el mundo habla de la mediocridad del crecimiento económico y esa es una verdad relativa”
La idea de que la economía uruguaya ha tenido un mediocre crecimiento a Sanguinetti no le convence del todo. Los indicadores principales, a su entender, dan cuenta que el país ha crecido despacio, pero de forma sostenida y que ha experimentado cambios estructurales que lo posicionan en un lugar de privilegio. En entrevista con CRÓNICAS, el expresidente defendió la idea de que Uruguay no ha fracasado en estos 40 años de restauración democrática y que ha tenido éxito, pese a que el Frente Amplio “desperdició” en sus 15 años, ocho de “gran bonanza internacional”.
Fecha de publicación: 21/11/2025
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Julio María Sanguinetti, expresidente de la República
Por:
Oscar Cestau

-¿Cómo evalúa el rumbo general del gobierno hasta este tramo del período?

-Estamos en un lapso corto para evaluar un gobierno. Evaluamos un arranque de gobierno, donde se aprecia, por un lado, un presidente prudente y cauteloso, que actúa dentro de lo que preveíamos. Orsi es un administrador prudente, sobrio y sin grandes aspiraciones de tormentas de cambio, como él ha dicho. En cuanto al gobierno, la suerte es variada. Por un lado, ha manejado un presupuesto relativamente razonable, que va saliendo sin mayores dificultades, pese a los reclamos legítimos que hace el Poder Judicial, el Ministerio del Interior o el Instituto Nacional de Rehabilitación, entre otros. Esto quiere decir que el gobierno no ha enfrentado dificultades de funcionamiento, pero sí ha mostrado muy poca capacidad de propuestas, porque en lo económico ha mantenido el equilibrio, que no es poca cosa, y está empeñado en mantener la inflación baja. No hay variante de izquierda para la política económica que se venía cumpliendo, lo que explica alguna protesta de sectores de la izquierda, que imaginaban algo distinto. En el tema más importante, que es la educación, estamos en camino de retroceso y no hay nada hacia adelante, sí hacia atrás. Lejos de haber una actitud de cambio, se da todo lo contrario.

-¿Ve continuidad en las líneas históricas del país o hay un quiebre?

-En la educación hay un retroceso, en economía hay una continuidad razonable y saludable, pero en otras cosas aún no está bien definido. Por ejemplo, la política exterior ha andado hacia un lado y hacia el otro, procurando esquivar las definiciones en los temas fundamentales, como el de la democracia en América Latina, que es un asunto prioritario. Es notorio que la mitad del Frente Amplio (FA) cree que Venezuela es una democracia y si partimos de esa base, no estamos en la lógica de los hechos. Lo mismo nos pasa con el tema de Israel. El país tiene una tradición pro Israel y no estamos hoy en el clásico conflicto de países árabes versus Israel, porque los países árabes no están en guerra con Israel. Hoy estamos ante una organización terrorista que agredió a Israel y la respuesta militar que ocurrió era inevitable. 

-¿Cómo ve el clima político actual y el vínculo entre la oposición y el oficialismo?

-Es un vínculo normal. Hay tormentas muy parciales, algunas que se han mantenido artificialmente. El tema del doctor Álvaro Danza no daba ni para 10 minutos, es la incompatibilidad que ha tenido mucha gente y que, increíblemente, el gobierno se empecinó en no reconocer. Era un tema de 48 horas y ahí nos insertamos en un debate donde todos éramos juristas. Sobre el tema Cardama, tampoco entiendo cómo se planteó, porque se presentó como una gran estafa, que no era el caso. Estafa es alguien que ofrece barcos que no puede cumplir o que los barcos no se estuvieran construyendo. Entonces, el tema es otro. Es un tema de abogados y de buscar una solución jurídica. Me preocupa mucho que nos mezclemos en un debate jurídico, no sobre el tema accesorio y el contrato de la garantía, sino sobre el contrato principal de la construcción de las patrullas. No lo veo tan difícil de solucionar, cuando, además, ha intervenido hasta la propia Xunta de Galicia. Me aterroriza pensar que el contrato accesorio arrastre al principal y que terminemos perdiendo los US$ 30 millones, dejando dos esqueletos de barco a medio construir y sin tener las lanchas. 

-El tema Cardama trajo de vuelta a Lacalle Pou a la escena política. ¿Qué lectura hace? ¿Es timming político o simplemente defender algo de su gobierno?

-Lacalle Pou nunca se alejó del todo, pero ahora reapareció frente a lo que sintió como una agresión a su gestión, que, de algún modo, lo fue. Entró en un debate con Orsi que no me gustó por parte de ninguno de los dos lados. No me gustó que el presidente estuviera involucrado en el tema Cardama y tampoco que Lacalle Pou se implicara en el debate con él, porque son dos personas respetables y porque el tema es un debate de ministros y abogados, no de presidentes. Lacalle Pou se va a administrar con cuidado, porque es un político avezado y sabe que no puede estar en el escenario constantemente durante estos años. Apareció porque sintió que esto podía ser el inicio de una escalada hacia su gobierno y salió a marcar la presencia en el sentido de decir que no estaba indiferente.

-¿Cómo ve a Gabriel Oddone como ministro?

-Es un ministro razonable, que está sosteniendo cosas razonables y que tiene que administrar, a su vez, los pujos de antigüedad izquierdista que aparecen dentro del FA, además de los mayores adversarios que tiene la política económica, que son los sindicatos suicidas. Yo le llamo sindicatos suicidas a todos los del puerto y la pesca, al de Conaprole y al de secundaria. Digo suicidas porque el de Conaprole ha hecho todo lo posible por fundir la cooperativa. Y ni hablar del puerto y la pesca. Estamos comprometiendo el puerto en un momento crítico y en la pesca cada vez hay menos barcos pescando, en una industria que debería ser tan sustantiva como cualquiera de las tradicionales del país, pero que se va achicando por el desaliento a los inversores. 

-¿Ve una puja a la interna del FA?

-El FA administra una tensión entre los sectores que todavía abrevan en el marxismo, explícita o implícitamente, y los sectores que naturalmente han asumido que la democracia liberal y la economía de mercado tienen reglas que hay que respetar para poder ser exitoso. No se puede jugar al basquetbol con las reglas del fútbol. Es evidente que hay medio FA que se resigna a eso, pero no lo cree, pese a que Cuba sea hoy el testimonio más dramático del error de la doctrina socialista. Uno piensa que se podría ser comunista por inclinación utópica en los años 50 o 60, pero cuando la realidad ha demostrado lo contrario y ha fracasado en Rusia, Yugoslavia o Rumania, que alguien se siga diciendo comunista es algo tan anacrónico que revela la sobrevivencia de una mentalidad incompatible con la vida de una economía de mercado, a la que se le sigue implícitamente rechazando. Esa tensión está latente y va a seguir, lo que obliga al FA a ir en un zigzagueo que le genera dificultades. 

-¿Qué opinión tiene de la situación económica del país, en términos de crecimiento y competitividad?

-Todo el mundo habla de la mediocridad del crecimiento económico y esa es una verdad relativa. Si se mira desde una perspectiva de 40 años, desde la restauración democrática hasta hoy, y mira los indicadores principales se da cuenta que el país ha crecido despacio, pero de forma sostenida, pese al quiebre que significó la crisis del 2002, del 2008 y la pandemia. También ha habido cambios estructurales. Que hoy los productos derivados de la madera tengan una mayor exportación que los productos cárnicos es una expresión de una matriz productiva que cambió. El país ha cambiado despacio y hoy debería asumir que está en una situación de riesgo. Si hoy tenemos la democracia más respetable de América Latina junto a Costa Rica y US$ 23.000 de PIB per cápita por encima de todos los países de la región, quiere decir que el país no ha fracasado en estos 40 años de restauración democrática y que ha tenido éxito, pese a lo que desperdició el FA en sus 15 años, especialmente en los ocho años de gran bonanza internacional.

-Argentina recientemente firmó un acuerdo con Estados Unidos. ¿En qué lugar queda Uruguay con respecto al Mercosur, teniendo en cuenta que Milei hizo algo que a nuestro país no se le permitió anteriormente?

-La cuestión es dónde queda el Mercosur. Está claro que Argentina hizo un acuerdo más allá del Mercosur. Estamos con un Mercosur que hoy es un gigantesco signo de interrogación, que sigue hablando de un acuerdo con la Unión Europea y donde hoy Brasil, que ejerce la presidencia pro témpore, está muy entusiasmado por esa posibilidad. ¿Hoy esa posibilidad es compatible con lo que hizo Argentina? En cuanto a cómo queda Uruguay con su relación con Argentina, todavía no lo sabemos claramente. Es evidente que acá hay un tema de política económica y de política exterior aún no definido. Estamos en una gran incógnita. El Mercosur siempre rechazó la posibilidad de los acuerdos bilaterales y eso hoy está en cuestión, no por Uruguay, sino por un socio como Argentina. 

“Todos sentimos que la campaña había sido muy larga”

-Usted propuso hace unos días acortar el ciclo electoral y votar directamente en octubre con internas incluidas. ¿Ve voluntad en el ámbito político de acompañar su propuesta, que requeriría un acuerdo general?

-No he hecho una propuesta formal, porque quería tantear el ambiente e instalar la idea para ver si era real la preocupación de todos por lo que todos expresamos en el mes de mayo, donde se vio una fatiga ciudadana. Todos sentimos que la campaña había sido muy larga. Primero internas, después octubre, noviembre y mayo, y que al final, casi un año y medio de debate electoral, resultaba excesivo. No hablamos de un cambio y de una nueva constitución, hablamos de reformas electorales que puedan requerir alguna enmienda puntual de la Constitución y está claro que, si no hay un gran acuerdo, no tiene ningún sentido plantearlo. La idea que planteé es bastante lógica, que es eliminar la interna, volver a los dos votos simultáneos en octubre y corregir la debilidad del doble voto simultáneo, que es la baja representatividad del presidente de la República. 

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Julio María Sanguinetti
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