Consultado sobre el proceso de trabajo junto al director Ernesto Medela y el equipo, Ranni reconoció que el tiempo fue acotado, aunque suficiente para dar forma a una propuesta sólida. “Nos convocaron con Marta González y estuvimos ensayando, no con el tiempo que hubiésemos necesitado, pero creo que está muy bien. La gente de verdad se ríe y se emociona mucho con esta obra. Creo que lo hacemos bien y Marta está magnífica, ya la van a ver”, aseguró.
La obra reúne a dos personas mayores que cargan sus rutinas, sus soledades y una posibilidad inesperada de reencuentro. En ese marco, Ranni destacó la riqueza del personaje que interpreta, mencionó que le agrada “muchísimo” Miguel y que “es un timidón, pero no es irresoluto”. Además, remarcó que “es un personaje muy particular y yo soy un tipo muy vergonzoso también”.
Sin embargo, subrayó que interpretar no es replicarse. “Lo bueno es que no tiene nada que ver con uno, ninguno de los personajes; si no, no tendría sentido mi trabajo. De Miguel me atrae componerlo, pero no tiene nada que ver conmigo”, explicó.
El desafío de sostener una obra a dos voces
Ranni reconoció que una pieza protagonizada por solo dos intérpretes implica una dinámica distinta respecto a obras corales. “Una obra de dos personajes de pronto es más complicada que una comedia de siete, ocho personajes, donde está más repartido”, afirmó.
Aun así, esa misma intimidad puede acelerar el trabajo: “A veces, por ser una obra de dos personajes, es mucho más rápida la construcción de los personajes. Además, los dos teníamos clara la obra”, puntualizó.
El actor comentó que la historia transcurre en una plaza y que ese espacio es más que una escenografía. “Todo ocurre en una plaza, en un parque, en el banco de una plaza, porque una de las personas va a leer y la otra persona va a pasear un perro”, relató.
El punto de encuentro surge de un reconocimiento lejano: “La persona que pasea al perro reconoce a la que lee porque su tradición es casi la misma de hace 45 años. Él volvió de Europa, cierra los ojos y dice: ‘¡Qué suerte que volví de Italia!’”.
La timidez, sin embargo, complica el acercamiento. “Mi personaje no sabe cómo hablarle a la otra persona. Entonces, está todo el día dando vueltas con el perro alrededor del banco”, contó. Hasta que la rutina empieza a incomodar. “A la otra persona le molesta, por supuesto. Dice: ‘¿No hay otro banco en la plaza?’, ese es el único con sombra. Pero el sol está que quema”.
El reencuentro con Marta González
Ranni y González vuelven a compartir escena tras 20 años. El vínculo artístico y humano suma potencia a la obra. “La última vez fue hace 20 años e hicimos “El gran deschave”, y nunca más habíamos trabajado juntos, así que estamos contentos y felices”, señaló. El actor comentó que la relación entre ambos es de larga data, “por lo menos nos conocemos desde hace 60 años, nos queremos mucho. Hemos trabajado mucho juntos en una época”, recordó.
Lo que la obra deja al público
El concepto de “negociar” en la vida afectiva y emocional atraviesa la trama. Ranni cree que esa idea conecta directamente con la experiencia del espectador. “Capaz que llega un punto de la vida que uno piensa que ya está todo hablado. Y no está todo hablado. Hasta que uno muere. Hasta el momento mismo de expirar no hay nada hablado. Nada concreto. Uno nunca sabe qué es lo que va a pasar”, reflexionó.
Aunque la obra ya se presentó en otras ciudades, el 4 de diciembre llegará al Teatro Stella. “Nosotros ya estrenamos esta obra, pero en Montevideo la vamos a estrenar el 4 de diciembre en el Stella. Yo personalmente creo que vamos a tener que hacer dos funciones como hicimos con la obra “La noche de la basura”, que fue un éxito que presentamos en el departamento con dos repeticiones y en tres ciudades como Colonia y Colonia Suiza”, señaló.