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Reflexionando sobre el futuro del comercio internacional
La Academia Nacional de Economía (Acadeco) publicó una nueva edición de Pharos, su centro de análisis económico y político internacional. En esta oportunidad, la publicación reúne un informe especialmente oportuno: “Reflexiones sobre el futuro del comercio internacional”, elaborado por Nicolás Albertoni, exvicecanciller de la República, e Isidoro Hodara, académico de honor de la Academia. Ambos autores, con trayectoria en temas de inserción internacional, ofrecen una mirada clara sobre cómo está cambiando el comercio global y por qué estos cambios desafían a países como Uruguay.
Fecha de publicación: 28/11/2025
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Por:
Redacción

El documento completo está disponible en el sitio de la Academia, pero esta nota busca
condensar sus principales argumentos, explicando por qué el sistema comercial mundial
atraviesa una transformación profunda que obliga a repensar estrategias nacionales.

Un comercio global que ya no se parece al de las últimas décadas

El punto de partida de Albertoni y Hodara es simple, pero contundente: la globalización está
mutando, no desapareciendo. Luego de la crisis financiera de 2008, la pandemia de covid-19, las
tensiones entre Estados Unidos y China, la invasión rusa a Ucrania y el resurgimiento de
políticas industriales expansivas, el comercio internacional se ha convertido en un terreno donde
conviven interdependencia y fragmentación.

A diferencia de crisis anteriores -como las de los años 70 o incluso la del 2001-, hoy no está en
discusión el valor del comercio, sino las condiciones bajo las cuales ese comercio se desarrolla.
Lo que antes era un sistema guiado por la apertura, la previsibilidad y la reducción progresiva de
barreras, ahora se mueve bajo criterios de seguridad económica, autonomía estratégica, y
protección de sectores considerados sensibles.

Esta reconfiguración no implica necesariamente un retroceso del comercio, pero sí un cambio en
sus fundamentos. “El comercio sigue moviendo la economía global, pero ya no lo hace bajo los
mismos axiomas”, señalan los autores.

La paradoja de un mundo más conectado… y más proteccionista

Uno de los aportes más relevantes del análisis es la descripción de una paradoja contemporánea:
a mayor interdependencia, mayor riesgo de nuevas formas de proteccionismo. No se trata del
proteccionismo tradicional -aranceles altos y barreras explícitas-, sino de mecanismos más
sofisticados y menos visibles: regulaciones ambientales, restricciones sanitarias, subsidios
estratégicos, requisitos tecnológicos y exigencias de trazabilidad.

Muchos de estos instrumentos surgen en contextos donde la política interna cambia las reglas del
comercio: debates sobre empleo, estabilidad social, competitividad regional y seguridad de
abastecimiento. El resultado es un comercio internacional más denso en normas, más
competitivo en estándares y, en ocasiones, menos transparente.

Hodara y Albertoni advierten que esta tendencia no es circunstancial, sino estructural. Los países
están compitiendo cada vez más por establecer las reglas, no solo por vender productos.
Los determinantes estratégicos del comercio del futuro

Para comprender hacia dónde va el sistema global, los autores identifican tres fuerzas que darán
forma a las próximas décadas:

1. El avance tecnológico

La digitalización, la automatización, la inteligencia artificial y la economía de datos están
transformando tanto los productos como la logística. Las cadenas globales de valor evolucionan,
y los países que no se adapten pueden quedar atrapados en segmentos de bajo valor.

2. La geopolítica

La competencia entre Estados Unidos y China se ha convertido en un factor determinante del
comercio global. Ambos países presionan por consolidar esferas de influencia a través de
acuerdos comerciales, controles tecnológicos y alianzas estratégicas. Esto genera un escenario
más incierto para economías pequeñas.

3. La sostenibilidad

La transición energética y las nuevas exigencias ambientales abren oportunidades, pero también
desafíos. En Europa, por ejemplo, avanzan regulaciones que condicionan el acceso a mercados
según la huella de carbono, la deforestación o el cumplimiento de estándares laborales.
Estas tres dimensiones interactúan, creando un mapa geoeconómico donde el comercio no está
guiado únicamente por eficiencia, sino por resiliencia, diversificación y robustez estratégica.

Qué significa todo esto para Uruguay

Sin enfocarse exclusivamente en el caso uruguayo, el informe deja entrever varias implicancias
directas para un país pequeño, abierto y altamente dependiente de sus exportaciones:

1. La vulnerabilidad comercial aumenta si no se diversifica. Uruguay continúa
concentrado en pocos mercados y en pocos productos, lo que lo expone más a shocks
globales.

2. El acceso preferencial es clave. En un mundo donde los acuerdos definen estándares y
oportunidades, quedarse fuera implica rezagarse frente a competidores directos.

3. La inserción requiere capacidades institucionales renovadas. Los autores insisten en
que los países que logran navegar este nuevo mundo son aquellos que fortalecen sus
agencias de comercio, coordinan mejor sus políticas y anticipan regulaciones externas.

4. La política comercial es también política interna. Las nuevas exigencias ambientales,
tecnológicas y logísticas requieren adaptar marcos regulatorios domésticos para no perder
competitividad.

El mensaje que queda es claro: Uruguay no puede seguir mirando el comercio internacional
como un ámbito externo, sino como un elemento central de su estrategia de desarrollo. La
reciente aprobación de Uruguay para acceder a las negociaciones del Acuerdo Transpacífico es
una muy buena noticia en este sentido.

Mirar hacia adelante sin ingenuidad, pero sin resignación

El mundo sigue comerciando, pero lo hace bajo nuevas reglas. La pregunta para Uruguay no es
solo cómo vender más, sino cómo insertarse inteligentemente en un sistema en redefinición.
Las conclusiones del trabajo invitan a un debate más profundo: en un entorno global que se
vuelve más incierto, la respuesta no puede ser el repliegue. Por el contrario, obliga a pensar
estratégicamente, priorizar objetivos, fortalecer capacidades y asumir que el comercio
internacional -con sus beneficios y tensiones- seguirá siendo un pilar fundamental para cualquier
proyecto de desarrollo sostenible.




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