Economía
Medidas no arancelarias afectan actualmente al 90% del comercio mundial
Banco Mundial advierte por proliferación de normas internacionales que afectan a los países en desarrollo
Aunque las normas internacionales constituyen un elemento esencial de la infraestructura económica, muchas veces no se les reconocen los impactos positivos que tienen sobre la economía y su contribución al desarrollo sostenible e inclusivo. Sin embargo, se advierte que también se convirtieron en armas en las guerras comerciales, por ejemplo, a través de medidas no arancelarias, como las especificaciones sobre plaguicidas o los requisitos de etiquetado.
Fecha de publicación: 12/12/2025
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Redacción

Un informe elaborado por el Banco Mundial (BM) advierte que un conjunto cada vez mayor de normas internacionales -que abarcan desde el etiquetado de alimentos hasta las especificaciones de las redes celulares 5G- está reconfigurando de forma constante el orden económico mundial. Estas normas aportan cuantiosos beneficios a las naciones ricas y a las grandes empresas multinacionales que las establecen, pero simultáneamente dejan al margen a muchos países en desarrollo. 

Actualmente, las normas constituyen un elemento esencial de la infraestructura económica y son tan vitales para la prosperidad como las carreteras o los puertos, afirma el BM en su informe sobre el desarrollo mundial 2025: Normas para el desarrollo, que ofrece el primer análisis integral del panorama de las normas a nivel mundial. En él se grafica que la estandarización de los contenedores, al facilitar considerablemente el transporte de mercancías, impulsó el comercio mundial en mayor medida que todos los acuerdos comerciales de los últimos 60 años.

Sin embargo, se advierte que, desde el cambio de siglo, las normas también se convirtieron en armas en las guerras comerciales: las medidas no arancelarias, como las especificaciones sobre plaguicidas o los requisitos de etiquetado, por ejemplo, afectan actualmente al 90% del comercio mundial, frente a tan solo el 15% registrado a fines de la década de 1990. “Las normas son centrales y, al mismo tiempo, están poco valoradas”, declaró Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del BM. “Cuando se establecen debidamente, pasan desapercibidas: el barco navega por el canal, el edificio resiste un terremoto, un kilogramo pesa lo mismo en Kenya que en Canadá, y nadie se detiene a pensar en los beneficios que eso genera. (…) Cuando los países adaptan, alinean y formulan normas activamente, estas son una herramienta poderosa para el crecimiento y la reducción de la pobreza”, agregó.

Ampliar la participación

El interés mundial por las normas se ha incrementado considerablemente. Más de la mitad de las 20.000 normas emitidas por la ISO en las últimas siete décadas se ha creado desde el año 2000, señala el informe. Solo en 2024, los principales organismos internacionales de normalización emitieron más de 7.000 normas.

Cuando se redactan las normas, no hay suficientes países en desarrollo sentados a la mesa de negociaciones, porque a menudo carecen de los recursos y los conocimientos especializados necesarios para participar. En promedio, integran menos de un tercio de los comités técnicos que determinan las normas internacionales en la ISO y una proporción aún menor en otros organismos. Apoyar una participación más amplia y estratégica es clave para garantizar que las normas sean pertinentes a nivel mundial y reflejen las diversas necesidades y contextos de desarrollo.

Convertir las normas en un trampolín para el desarrollo requiere una estrategia deliberada. En el informe se propone un marco de adaptación-alineación-formulación para países en diferentes etapas de desarrollo.

Cuando el nivel de desarrollo es bajo, los países deben adaptar las normas internacionales a las realidades locales, de modo que las empresas puedan aprender y los mercados puedan crecer. No es prudente copiar ciegamente las normas mundiales más estrictas, sino que las aspiraciones locales deben corresponderse con la capacidad local.

Conforme aumenta la capacidad local, los países pueden alinearse con las normas internacionales, reduciendo la duplicación, facilitando el ingreso al mercado y ayudando a las empresas a competir en el extranjero. Al mismo tiempo, pueden dar forma a las normas internacionales, asegurándose de que reflejen las prioridades nacionales.

Por último, a medida que se vuelven más ricos, los países en desarrollo deben formular nuevas normas o actualizar las existentes.

El ejemplo japonés

De acuerdo con el informe, Japón ejemplifica la manera en que los países pueden utilizar las normas para acelerar el desarrollo. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, se consideraba que las exportaciones japonesas eran de baja calidad y poco fiables. Pero el país se centró en convertirse en un fabricante de alta calidad, inicialmente copiando y luego perfeccionando ideas del exterior. Y lo logró gracias a la Asociación Japonesa de Normas y a la adopción generalizada de la gestión de la calidad total, que lo transformó en un referente mundial en materia de calidad.

 

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