Entrevista
EN LA CORTE
“Dudo mucho que los frenteamplistas de cepa vayan a quedar conformes con este gobierno”
Yamandú Orsi es un presidente ubicado “claramente” en el centro, al igual que lo fue Tabaré Vázquez, según lo definió Garcé en entrevista con CRÓNICAS. A su vez, consideró que el hecho de que el presidente tenga limitaciones a nivel comunicacional, como él mismo admitió esta semana, “le resta”, pero reconoció que su talante dialoguista es un activo político importante para el país y la política. Por otro lado, destacó que el hecho político del 2025 fue el “escándalo” en torno a Cardama y resaltó que hay una oposición “dividida”, que perdió un socio.
Fecha de publicación: 12/12/2025
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Adolfo Garcé, politólogo y docente de la Facultad de Ciencias Sociales
Por:
Mateo Castells

Menú: El entrevistado degustó en la cava de La Corte pasta rellena de ossobuco con manteca de salvia, lascas de parmesano y maíz crocante, que acompañó con un refresco de pomelo. De postre, optó por ensalada de frutas y un café.

-Esta semana el presidente Yamandú Orsi se refirió a sus tropiezos y desvíos comunicacionales y advirtió que seguirán ocurriendo. ¿Qué señal da un presidente, a su entender, que tiene ciertas problemáticas a la hora de comunicar?

-Ser honesto, en un dirigente político, siempre está bien. La primera virtud que debe tener un político es la honestidad. Esto es algo muy honesto por parte del presidente, pero al mismo tiempo es admitir un handicap y una limitación muy importante, dado que la política se hace con palabras y es hablada. La comunicación en política es clave. Las palabras en política son importantes y que el presidente tenga esa limitación le resta. Que la asuma públicamente, le suma.

-¿De qué manera influye esta característica de Orsi si se lo compara con el expresidente Luis Lacalle Pou, que tuvo una impronta en su mandato de comunicar mucho y tener una presencia mediática alta?

-Hay una distancia enorme a favor de Lacalle Pou en este punto, pero también con todos los presidentes desde el 85 en adelante. Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera, Jorge Batlle, José Mujica y Tabaré Vázquez. En ese sentido, Orsi es un presidente heterodoxo, un outlier. 

-Desde que asumió se mostró como un presidente dialoguista. Citó a los líderes de los partidos de oposición cuando estos se negaron a participar del diálogo social y ha tenido una cercanía clara con el Congreso de Intendentes. ¿Esto sustituye esa falencia comunicacional?

-Así como señalé su sinceridad para admitir ciertas limitaciones discursivas como un atributo positivo, otro atributo positivo es su bonhomía, su sencillez y su talante dialoguista. Orsi es sinceramente un hombre de diálogo y esto, en los tiempos que corren en el mundo, es de un valor enorme. Tener un presidente con capacidad de diálogo es un capital político muy importante. Ahora, es cierto también que algunas actitudes de su gobierno contrastan con él.

-¿Cómo cuáles?

-Para empezar, yo esperaba que convocara a comisiones multipartidarias. La única que se convocó fue la de seguridad, que ha tenido poco impacto y poca visibilidad. Pensé que iba a recorrer ese camino, porque tenía espalda para hacerlo. No instaló esas comisiones, como sí lo había hecho Mujica en el 2010. Pero, además, en algunos temas que daban para sentarse a dialogar, prefirió confrontar. El tema del agua, creo que daba para que gobierno y oposición se pusieran de acuerdo. Otro tema para sentarse a conversar era el de Cardama. Y Orsi participó de una conferencia para anunciar la decisión de rescindir el contrato con Cardama, que fue el hecho político más resonante del gobierno. El hecho político más resonante de este año fue el escándalo en torno a Cardama, con Orsi sentado en una conferencia de prensa, probablemente incómodo, que buscaba atacar a la oposición. Fue un punto desviado en una trayectoria caracterizada por el diálogo. 

-¿Cuál cree que es el rumbo de este gobierno de Orsi?

-Más continuidad que cambio. En seguridad, en política económica y hasta en educación.

-¿Eso no se contrasta con el discurso que tuvo el Frente Amplio (FA) durante el gobierno de Lacalle Pou cuando fue oposición? ¿Uno podía esperar más cambios de este gobierno, viendo la postura que adoptó en ese momento respecto de la reforma educativa o la reforma de seguridad social?

-Si, claro que sí. ¿Qué va a hacer de distinto en seguridad social? ¿Qué va a ser lo distinto que va a dejar en seguridad social, después de haber criticado como criticó la reforma hecha por Lacalle Pou? ¿Qué va a ser lo tan distinto que va a dejar en materia de política educativa? ¿Y en materia económica? Así puedo seguir sumando. Sí hay un viraje en el posicionamiento internacional y en materia de relaciones internacionales. Pero, en términos generales, hay más continuidad que cambio. Cuando cambia el signo político, la ciudadanía debería poder advertir cambios significativos, sobre todo, si cuando estaban en la oposición criticaban. 

-En anteriores gobiernos del FA se hablaba de un gobierno en disputa. ¿Cree que hay una puja invisible entre Castillo y Oddone?

-Ese es el otro efecto de que haya más continuidad que cambio, que se instala fuertemente una disputa dentro del FA respecto a qué hacer. La puja Oddone-Castillo, confieso, pensé que iba a ser más intensa y visible. No sé si no es visible porque transcurre por canales que yo no advierto, o capaz que no es visible porque no es tan intenso. Pero sí queda de manifiesto en el tema política tributaria y en toda esta movida que es una bola de nieve que va a ir aumentando de volumen, que es la propuesta de gravar al 1% más rico. Ahí hay claramente una fisura, con una parte de la izquierda reclamando políticas más de izquierda y que haya más dinero para hacer todo lo que prometieron y lo que esperaban de un gobierno de izquierda.

-¿Qué tanta izquierda cree que ha demostrado este gobierno?

-Orsi está ubicado claramente en el centro y es un presidente perfectamente centrista, como lo fue Tabaré Vázquez. Lacalle Pou también fue más centrista de lo que muchos esperaban. Tiene un ministro de Economía bien centrista, que cree que se puede consolidar crecimiento con redistribución del ingreso, pero con una política económica centrista, apuntando a equilibrios macroeconómicos, inversión extranjera y diálogo con el mundo empresarial. Este es un gobierno sin grandes planes y sin grandes iniciativas en políticas públicas. Hay matices con la represa en Casupá, que es una obra muy importante y es una iniciativa grande. Lo mismo con lo que se habla sobre el sistema de transporte metropolitano y la discusión en torno a cómo modernizarlo, que llega tarde, pero al menos llega. Pero, más allá de eso, ¿cuáles son las grandes iniciativas de este gobierno? 

-¿Cómo impacta esto en el votante del FA? ¿Plantean un escenario propicio al surgimiento de un candidato más volcado a la izquierda en 2029?

-Si miramos la historia, eso fue lo que pasó. El primer gobierno de Vázquez fue uno muy ambicioso, con una agenda enorme y un gobierno nítidamente de izquierda. Pese a eso, se instaló en una parte del electorado del FA que el gobierno se había quedado corto y que se necesitaba más izquierda. Y Mujica logró ser candidato a la presidencia hablando de un giro a la izquierda. Yo tengo la impresión de que en el mundo frenteamplista se va a instalar la necesidad de un giro a la izquierda. Dudo mucho que los frenteamplistas de cepa vayan a quedar conformes con este gobierno. El asunto es quién se lo da. 

-¿Fernando Pereira?

-Hay un menú de posibles candidatos, aunque no se habla mucho al respecto. Fernando Pereira para mí es un precandidato cantado para 2029, porque además fue el que sacó al FA del CTI en su momento, cuando estaba golpeado y sin rumbo. Y Pereira lo reanimó y lo puso a militar. No sé si será candidato a la presidencia, pero, por algo, Mario Bergara, que sí quiere ser candidato a la presidencia, propuso hace unos meses que Pereira fuera reelecto a la presidencia del FA. Cristina Lustemberg podría ser una opción, como Alejandro Sánchez, Mario Bergara o Carolina Cosse.

-¿Qué opinión le merece la actitud que ha tenido la oposición en este primer año de gobierno?

-Hay una oposición dividida, con una coalición que perdió un socio. Lo más novedoso de este año es que Cabildo Abierto está más afuera que adentro. Quién sabe si el día de mañana va a formar parte de la coalición; porque coalición republicana en la próxima elección va a haber, no sabemos cómo aún. Por ahora, Cabildo está lejos. Tan lejos que son los dos votos claves en el Parlamento para que haya gobernabilidad. La oposición también está muy dividida porque hay muchos partidos, pero también hay distintas estrategias y posicionamientos dentro de cada partido. De todas formas, el escenario es el mismo a cuando el FA era oposición, que negociaba en el Parlamento y en la tribuna criticaba. Acá pasa lo mismo. Que la oposición se oponga está en la tapa del libro y es necesario, y no hay democracia sin oposición. Ahora, es cuestión de grados. Porque si la oposición sube el tono, más allá de ciertos límites, lo que termina pasando es que la gente empieza a sospechar de hasta qué punto están hablando en serio y la ciudadanía también se empieza a cansar del escándalo, de los gritos y del tono de las críticas. Si la oposición sube demasiado el tono, termina pasando que la esfera pública se vuelve tóxica. 

-En esta advertencia que menciona, ¿imagina una plataforma libertaria ganándose un lugar en el Parlamento en las próximas elecciones, alimentándose de ese contexto que menciona?

-Creo que la movida libertaria está en el mundo y está en Uruguay. Por ahora vemos la punta del iceberg, pero hay más de lo que se ve. Yo me encuentro todo el tiempo con pibes libertarios en mis clases. Y si a Javier Milei le va bien o muy bien económicamente hablando, y si llegamos a la campaña de 2029 con Argentina creciendo, ¿cómo impacta eso acá? El peso de la palabra libertad y su atractivo crece. Entonces, por ahora vemos la punta del iceberg y está muy disperso, sin un liderazgo claro y carismático. Pero, creo que la demanda de libertad en Uruguay crece.

 

Estos personajes aparecen en esta nota
Yamandú Orsi
Adolfo Garcé
Fernando Pereira
Buenos Aires 484, CP 11000, Montevideo, Uruguay
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