-Usted asumió en un contexto de fuerte discusión sobre la educación. ¿Qué cosas considera que no estaban funcionando dentro de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), y dónde pretende dar un cambio de rumbo desde su gestión?
-Creo que en Uruguay conversamos mucho de educación y a veces se polariza. Pero, cuando se miran los últimos 20 o 30 años, hay un conjunto de acuerdos que están ahí, que parece que fueran el camello en el Corán, que nadie los menciona. Y esos acuerdos son la clave para afrontar los desafíos que sí tiene el sistema educativo. Básicamente, todos estamos de acuerdo en que hay que universalizar la educación a los tres años, que hay que extender el tiempo pedagógico o que hay que generalizar el acceso a la educación terciaria, por ejemplo. Después, tenemos un conjunto de cosas que se necesitan mejorar más rápido de lo que lo estamos haciendo, porque no es que no se esté haciendo. Creo que debemos aprovechar los activos que tiene la política educativa, como el consenso de la ciudadanía de que es importante la educación pública y de que ciertas líneas tienen mucho respaldo, para abordar otros desafíos y demandas, que son huesos más duros de roer. Creo que hay que tener más humildad y pensar que nadie tiene la bala de plata. El sistema educativo es el sistema más grande del Estado, con 3.000 edificios, 60.000 docentes y funcionarios de gestión, con 650.000 estudiantes, solo en ANEP. Hay cambios que están en curso, que hay que ver de qué manera la política pública los acompaña. Una de las hojas de ruta que se aprobaron al inicio de la gestión fue la de las asistencias, porque todos entendemos que hay que ir a estudiar y porque está demostrado que ir a estudiar genera oportunidades de socialización, aprendizaje y alimentación. Podés tener el mejor sistema educativo del mundo, pero si el gurí no va, no tiene sentido. Uruguay tenía un problema con la asistencia de antes, la pandemia lo desparramó y después de la pandemia no hemos parado de empeorar.
-¿Qué otros aspectos se enmarcan en esa hoja de ruta?
-Nosotros iniciamos con el año en curso y con algunas dificultades para resolver el inicio de clases y cuestiones que no podían esperar a la elaboración del presupuesto. Una es la que tiene que ver con la inclusión. Estábamos teniendo una dificultad en cómo estábamos recepcionando a aquellos estudiantes con necesidades educativas especiales y también con aquellas infancias en situación de movilidad, con migrantes. Contábamos con el reporte de docentes que mostraban que los estudiantes, por algunos cambios en cómo se gestiona la documentación, estaban en la institución, pero no hacían educación física ni salidas didácticas. La infancia migrante es una infancia dañada y ellos estaban seis meses mirando al resto de sus amigos haciendo deporte, por ejemplo. Por otro lado, están las hojas de ruta de los equipos de trabajo sobre temas centrales para la política educativa. Hay una hoja de ruta clara para universalizar los tres años. Uruguay tiene posibilidades ciertas de generar condiciones para que todos los gurises de tres estén vinculados al sistema educativo. También hay una hoja de ruta marcada con la extensión del tiempo pedagógico, que es una demanda muy fuerte de la ciudadanía y un compromiso del presidente de la República, que tiene un conjunto de dificultades.
-¿Cómo evalúa el estado actual de la educación pública en Uruguay en términos de equidad y aprendizaje?
-Uruguay no se puede dar el lujo de tener recursos invertidos por la ciudadanía que no estén llegando a quienes deben llegar. Tenemos un conjunto de hoja de ruta asociado a desafíos estructurales, como la inequidad de aprendizaje. Nos va bien en el promedio, pero somos muy injustos entre nosotros mismos. Los que tienen menos aprenden menos o tienen menor nivel de educación. En este tema hay que trabajar y poner más evidencia arriba de la mesa. Uruguay tiene instrumentos para ello con distintas instituciones y convenios con varios organismos. Tenemos información de qué les pasa a los gurises y cómo su realidad cambia cuando cambian ciertas cosas. Creo que hay cierta percepción en común de que no podemos hacer lo mismo si queremos tener resultados diferentes. Uruguay tiene un desafío de lograr que todos ingresen a la educación terciaria y, para ello, hay que resolver este problema. Para ello hay que buscar varios mecanismos que permitan lograr este cometido.
-En la discusión presupuestal se aprobó una reasignación de $ 180 millones para la educación. ¿Dónde se concentrarán las inversiones prioritarias durante su gestión?
-Este año ANEP hizo el ejercicio novedoso de pensar el presupuesto en conjunto con todos sus equipos, con líneas que tuvieran que ver con las prioridades que había planteado el presidente. Esto parece sencillo, pero no lo es. Ese ejercicio arrojó que el presupuesto intenta recomponer el derecho a la educación. La línea de base de ANEP es bastante alta y distinta al resto del Estado, lo que está asociado al trabajo que se hizo con el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Creo que, en un escenario muy restrictivo, lo que se terminó priorizando fueron las infancias y la educación, que fue donde hubo incrementos. Va a llegar el dinero para el bono de inicio de clases, que es parte de una política que plantea que es importante lo que ocurre en marzo, que brindará un apoyo a las familias. Después está la alimentación en educación media básica, que a partir de marzo se va a duplicar, para lo que se armó un sistema de alimentación que incorporará nutricionistas y un menú balanceado, y vamos a construir 60 comedores para marzo de 2026.
-¿A qué cantidad de estudiantes se pretende abarcar con esto?
-Vamos a pasar de 20.000 a 40.000 becas en educación media básica, lo que está asociado a la duplicación de la extensión del tiempo. No se puede extender el tiempo si no hay alimentación. Después, vienen un conjunto de recursos que van a hacer al sistema de becas más grande de la historia del país. Y esto también es parte de un activo que tiene Uruguay, porque más allá de la discusión política menor, todos hemos mantenido sistemas de becas, porque hay evidencia de que la beca mejora la trayectoria y la culminación. Ahora, nos vamos a una lógica de que llegue una beca cada cuatro estudiantes. Formulamos una propuesta de beca para educación media básica, que es diferente en montos y reglas de la de educación media superior. Todo esto entró en el presupuesto y fue respaldado por todos los partidos políticos, y es un activo, porque es algo en lo que todos estamos de acuerdo.
-¿Cómo evalúa la implementación del nuevo marco curricular nacional, más allá de que esta administración le aplicó ciertos cambios a la transformación educativa iniciada en el pasado gobierno?
-Las discusiones curriculares son importantes, pero quien entienda que la discusión curricular es la bala de plata de la mejora en la educación, no tiene evidencia que respalde esa creencia. Los docentes enseñan a pesar de lo que se plantee allí, porque la construcción de la profesión docente no es solo del estudio de grado, sino que es una construcción que hace que esa evidencia interaccione con la práctica docente, lo que genera modificaciones. Creo que Uruguay tenía el problema de pensar lo curricular por tramos, sin dialogar, algo que fue denunciado por el maestro Julio Castro. Después está la discusión de competencias o contenido y el mundo muestra que prevalece el currículum mixto. No es contenidista o competencial. Además, el currículum mixto se adecúa mucho más a como se ejerce la profesión docente en Uruguay. Ahora, la revisión que se está haciendo reconoce el nombre de las disciplinas, el lugar de determinadas unidades curriculares en espacios por los que los estudiantes deben transitar y después está lo que introdujo la anterior administración sobre las materias optativas en primero de bachillerato, algo que vimos que funcionó bien. Está bueno que los jóvenes elijan en ese tramo y lo que hicimos fue ampliar la cantidad de optativas. No hay una visión de que hay que hacer borrón y cuenta nueva, sino que hay que aprender de lo bueno.
“Uruguay tiene activos muy importantes en sus docentes”
-¿Cuáles son las principales fortalezas y debilidades del cuerpo docente hoy?
-Uruguay tiene activos muy importantes en sus docentes. Hoy, con muchos años de recuperación y aumento salarial, todavía son trabajadores que están por debajo de profesiones similares. Uruguay tiene una tradición de lo educativo que es muy valorable. Hay un ejercicio profesional de mucho compromiso con los estudiantes y los jóvenes. Y creo que hay un problema en el ejercicio de la docencia, y es que la institución educativa está muy interpelada por dos razones: hay otras agencias que hacen cosas similares, que no son iguales, porque nadie forma un ciudadano, pero sí existen otras formas de construir una subjetividad y acceder a conocimientos. Y después, la educación tiene un problema, que es de época, y es que cuando se mira hacia atrás, cada sociedad tuvo una idea de lo educativo que se construyó sobre la base y los conocimientos de esa época. En el último tiempo la humanidad ha producido conocimiento de carácter exponencial y en los últimos 40 años ha sido muy grande ese volumen. Entonces, los procesos de construcción sobre qué es lo que debe pasar en un aula eran procesos con tiempos que no son los actuales. Hace siete años, si yo decía que íbamos a estar formando en inteligencia artificial a los estudiantes del liceo, me iban a decir que estaba loco. Pero hoy es lo que está pasando y todo es cada vez más rápido. La profesión docente está tensionada como nunca en la historia de la humanidad.