No es posible seguir gestionando coyunturas. Es necesaria una visión país, hasta ahora confusa e imprevisible.
Un avance positivo reciente es el inicio por parte de Uruguay del proceso de adhesión al Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (Cptpp). Mercados pequeños necesitan abrirse y competir. Este acuerdo, reconocido como uno de los más ambiciosos del mundo, ofrece oportunidades significativas para la diversificación de mercados y el crecimiento económico. Estudios técnicos realizados por Pharos, el think-tank de la Academia Nacional de Economía (Acadeco), confirman los beneficios de la adhesión al Cptpp por encima de todos los demás eventuales acuerdos, logrados y por lograr. Un logro que puede sonar intangible, pero merece ser reiterado como ejemplo para el futuro, es el haber logrado ingresar y ser parte de un proceso de adhesión de, aproximadamente, ocho a doce meses de duración, frente a los 12 estados parte en conjunto e individualmente (denominados “confesionales”) como parte de una continuidad entre gobiernos de distinto signo. Ese logro, y el haber ratificado en el Parlamento el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT), requisito indispensable para acceder al Cptpp, con el apoyo de cuatro partidos, debe de enviar un mensaje: que en temas de inserción externa y, específicamente, comercial, los logros no tienen nombres; solo Uruguay.
El éxito de esta iniciativa pone de relieve la importancia de las políticas de Estado y su continuidad, especialmente para un mercado pequeño como Uruguay. Los acuerdos comerciales no solo amplían las oportunidades económicas, sino que también promueven valores democráticos, disciplina y competitividad. El sector privado debe desempeñar un rol proactivo en la generación de empleo de calidad y en la inversión, particularmente cuando indicadores recientes, como el Índice de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), muestran una caída de 45 puestos en el pilar de la sofisticación empresarial.
Uruguay, junto con Mercosur, también se ha incorporado al Acuerdo Europeo de Libre Comercio (EFTA) a través del Mercosur, asociándose con Islandia, Noruega, Liechtenstein y Suiza. Al entrar en vigor, se abrirán nuevas oportunidades de colaboración en sectores como la pesca y la energía, entre otros, aprovechando la experiencia internacional para desarrollar la zona económica exclusiva (ZEE) de Uruguay y explorar nuevos recursos como los genéticos marinos y resolver el falso dilema de pesca versus exploración y eventual explotación petrolera. Noruega, ejemplo mundial en ambos, a través de décadas de ensayo y error, comprueba que puede haber una armonía perfecta entre ambos sectores productivos indispensables para Uruguay. Y está dispuesto a ayudar.
La implementación efectiva de estos acuerdos requiere esfuerzos coordinados entre el gobierno, el sector privado y sindicatos. Tomando como referencia modelos exitosos, como la extensa red de acuerdos de libre comercio de Chile, Uruguay puede fortalecer su integración global y su resiliencia económica. Chile ha firmado 33 Tratados de Libre Comercio con 65 países. Los sindicatos adhirieron al dejar dogmas de lado y actuaron pragmáticamente. Los trabajos que generen los Tratados de Libre Comercio (TLC) son para todos. Menoscabar los servicios que brinda, por ejemplo, nuestro puerto, sería grave. El comercio marítimo representa el 85% del total global. Sin puerto seguro, abierto y la confianza de los socios, toda estrategia y oportunidades para Uruguay, se minimizan. O desaparecen. Otra vez, se reitera, política de Estado y continuidad. Ni dogmas ni politización. Uruguay primero. Así lo juzgará la ciudadanía.
Finalmente, el TLC entre Mercosur y la Unión Europea (UE) ha quedado, nuevamente, postergado hasta nueva fecha, supuestamente enero, después de amenazas genéricas del presidente Lula da Silva de no firmarlo si no era el 20 de diciembre en Brasilia. La UE intenta seguir negociando mejores condiciones para proteger su ineficiencia hasta el último minuto, esta vez sumando a la primera ministra de Italia, Georgia Meloni, bajo presión de Macron y sus propios agricultores. El sector rural argentino tampoco parece estar contento con los porcentajes de las salvaguardas. Uruguay está pronto. Stand-by.
Un TLC estratégico e integral entre China y Uruguay sigue siendo un despropósito. Es claro que, estratégicamente posicionado, Uruguay es una cuña entre Brasil y Argentina del tamaño de un barrio de Beijing. Entre dos gigantes, con acceso a la Antártida y cerca de Paraguay, quien mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán. Reiterarán el deseo de tener un puerto exclusivo para su flota depredadora cerca de Argentina, quien, por razones políticas y estratégicas (Malvinas), no quiere una Organización Regional de Ordenamiento Pesquero (OROP) en la llamada Zona 41 del Atlántico Sudoeste que integran Argentina, Brasil y Uruguay. La razonable es continuar -e incrementar- las ventas con productos con aún más valor agregado vía uso de biotecnología. Difícil pensar que lo expresado no refleja la posición de Brasil y Argentina. China tiene 91 puertos bajo su administración en 56 países. No hay necesidad de aumentar la tensión con Estados Unidos.
Finalmente, tres prioridades para una hoja de ruta para esta administración.
a. Continuar favoreciendo las políticas de Estado y la continuidad. Funciona.
b. Acordar 4-5 puntos de encuentro con los partidos de oposición. Los hay.
c. Definir mejor la gobernanza. Se puede y se necesita.
d. Puertos abiertos y confiables. Sin ellos y las mejoras en Argentina y Brasil, no hay comercio. El 85% del total global es vía marítima.