Edición especial 2025
Nicolás Albertoni, exvicecanciller de la República durante el gobierno de Luis Lacalle Pou
La oportunidad de posicionarnos como un país confiable en un mundo incierto
Según el entrevistado, Uruguay tiene todas las condiciones para crecer en alimentos seguros, energías limpias y servicios basados en conocimiento. Desde su visión, estos sectores permiten atraer inversiones y consolidar al país como referente regional. El desafío, agrega, es capitalizar estas ventajas con innovación, eficiencia y planificación estratégica.
Fecha de publicación: 26/12/2025
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Nicolás Albertoni, exvicecanciller de la República durante el gobierno de Luis Lacalle Pou.
Por:
Redacción

¿Cuáles son las principales debilidades de Uruguay a la hora de competir en mercados globales?

Uruguay enfrenta una serie de debilidades estructurales que limitan su capacidad para competir plenamente en mercados globales. La primera es la escala, no geográfica, sino productiva. Es una realidad innegable que en muchos rubros que el mundo demanda, difícilmente se logre volumen suficiente para insertarse de forma estable en cadenas globales de valor. A esto se suma una canasta exportadora concentrada en pocos bienes primarios, lo que aumenta la vulnerabilidad frente a shocks sanitarios o de precios.

Otro es la necesidad de mayor inversión en innovación, ciencia y tecnología. Esto sigue limitando la capacidad de avanzar hacia sectores de mayor valor agregado. No es casual que aún tengamos baja presencia en servicios globales, manufacturas avanzadas o industrias creativas exportables.

Superar estas debilidades y otras varias que aún persisten requiere articular competitividad interna con inserción externa; sin esa alineación, los acuerdos comerciales abren puertas que el país no logra aprovechar plenamente. 

¿Qué acuerdos considera prioritarios para Uruguay en los próximos cinco años? 

Uruguay debe priorizar una agenda de acuerdos que combine acceso a mercados, nuevas reglas y diversificación de riesgos. En primer lugar, implementar plenamente el acuerdo Mercosur–Unión Europea (UE), que ofrece acceso preferencial a más de 700 millones de consumidores y reglas modernas en compras públicas, pymes, digital y sostenibilidad. Es el acuerdo que más puede transformar estándares internos.

En segundo lugar, culminar la adhesión al Cptpp, que abre mercados dinámicos del Asia-Pacífico y permite integrarse a cadenas de valor globales que hoy mueven innovación y crecimiento. Es, además, una señal geopolítica: Uruguay se inserta en el bloque más avanzado de la región transpacífica.

Tercero, seguir avanzando en las profundizando las relaciones tanto con Estados Unidos como China, cuidando equilibrios sectoriales y posiciones, pero avanzando... Para Uruguay significaría mejoras arancelarias en sectores ofensivos clave (carne, lácteos, madera, celulosa), y mayor seguridad jurídica para inversiones.

Finalmente, poner en proactiva y promover exportaciones en el marco de Mercosur–EFTA, ya firmado, que conecta al país con economías de alto ingreso, alta tecnología e inversión estratégica.

En conjunto, estos acuerdos no solo diversifican mercados, sino que complementan el objetivo central: insertar a Uruguay en un sistema global donde reglas, innovación y valor agregado son la moneda del futuro.

¿Qué alcance tiene para Uruguay el visto bueno para unirse al Cptpp?

La aceptación formal para iniciar el proceso de adhesión al Cptpp representa uno de los hitos más significativos de la inserción internacional reciente. En términos de mercado, el bloque representa cerca del 15% del PIB mundial y casi 600 millones de consumidores con alta demanda de alimentos y servicios. Para Uruguay, significa entrar a un espacio económico donde están algunas de las economías más dinámicas del mundo, como Japón, Vietnam, Malasia, Canadá y Singapur.

En términos regulatorios, el Cptpp fija estándares muy avanzados en servicios, inversión, comercio digital, propiedad intelectual, empresas públicas y facilitación de comercio. Para el país, es un “ancla de reformas”, porque obliga a modernizar procesos internos que, de todas formas, el país necesita para ser competitivo.

Además, tiene una dimensión geopolítica clave, dado que fortalece el mensaje de Uruguay como país abierto, estable y aliado de reglas claras.

¿Cómo evalúa la negociación Mercosur–UE y sus perspectivas?

La negociación Mercosur–UE vivió más de dos décadas de avances y retrocesos, pero los últimos años mostraron un cambio cualitativo: ambas partes lograron cerrar técnicamente el acuerdo, actualizar elementos ambientales y aclarar compromisos en sostenibilidad, trazabilidad y regulaciones agrícolas. Desde el punto de vista uruguayo, el equilibrio final es positivo porque se preserva el acceso para los sectores exportadores y se obtiene un marco normativo moderno que mejora la competitividad.

Sin embargo, el principal desafío ya no es técnico, sino político. La ratificación en Europa enfrenta resistencias de sectores agrícolas y de algunos gobiernos -particularmente Francia- que temen pérdida de competitividad o impactos ambientales. El Parlamento Europeo pasará a tener el eje del debate ahora para la porción central del acuerdo, que es la comercial. 

¿Qué oportunidades o riesgos genera para Uruguay la tensión geopolítica entre Estados Unidos y China?

La tensión entre Estados Unidos y China es la principal fractura geoeconómica actual y afecta directamente a países pequeños y abiertos como Uruguay. Los riesgos son evidentes: más incertidumbre y proteccionismo, posibles trabas tecnológicas (5G, datos, IA), sanciones cruzadas y mayor volatilidad en los precios de commodities. Todo eso afecta nuestras exportaciones y la capacidad de atraer inversión.

Pero también surgen oportunidades, por ejemplo a través de la relocalización productiva (nearshoring) que abre espacio para que países estables y confiables -como Uruguay- se integren a nuevas cadenas de valor. La demanda global de alimentos seguros, energías limpias y servicios basados en conocimiento también crece en este contexto, y nuestro país tiene ventajas en esos sectores.

La clave es no caer en alineamientos automáticos. Uruguay debe mantener una diplomacia económica pragmática, defender reglas multilaterales y acelerar su diversificación de mercados. Cuantos más acuerdos tengamos -UE, Cptpp, Estados Unidos, China, EFTA- menos vulnerable será el país a tensiones entre grandes potencias. El desafío es navegar la disputa sin quedar atrapados en ella; la oportunidad es posicionarnos como un país confiable en un mundo incierto.



Estos personajes aparecen en esta nota
Nicolás Albertoni
Buenos Aires 484, CP 11000, Montevideo, Uruguay
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