Edición especial 2025
Julio Lestido, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios
“Desde la Ccsuy apostamos a que 2026 sea un año de ejecución de reformas microeconómicas”
El sector Comercio y Servicios cerró 2025 con cifras de crecimiento moderado, menor dinamismo en el empleo y crecientes desafíos de competitividad. El titular de la Ccsuy analiza el impacto del consumo, el turismo y la competencia de plataformas digitales en un contexto de un costo país alto. De cara a 2026, advierte sobre la necesidad de reformas microeconómicas, simplificación regulatoria y mayor adopción tecnológica. La productividad y el fortalecimiento de las mipymes aparecen como ejes clave para un crecimiento sostenible.
Fecha de publicación: 26/12/2025
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Julio Lestido, presidente de la Cámara de Comercio y Servicios.
Por:
Redacción

¿Cómo evalúa el desempeño del sector Comercio y Servicios en 2025 en términos de actividad, empleo y competitividad? 

En 2025 el Comercio y los Servicios consolidaron una trayectoria de expansión, pero con menor dinamismo. Nuestra Encuesta de Actividad muestra un crecimiento interanual de 1.5% en el tercer trimestre y siete trimestres consecutivos de aumento, aunque con mayor heterogeneidad entre rubros, tamaños de empresa y regiones.

En materia de empleo, la economía supera hoy los 1.7 millones de ocupados y ha creado unos 30 mil puestos adicionales respecto a 2024 y más de 100 mil respecto a la prepandemia. Asimismo, a nivel de sectores si bien el agregado del sector Comercio y Servicios logra aumentar los ocupados en 8.500 personas, las empresas del rubro Comercio (tanto minorista como mayorista) se encuentran en una fase menos dinámica en materia de empleo, dando lugar a una caída de 8.000 ocupados, con un total de casi 290 mil personas empleadas en el mes de octubre del presente año.

De esta forma, en los últimos períodos se está observando un ritmo de creación de empleo que se desacelera, y al mismo tiempo persisten brechas relevantes que ponen sobre la mesa otros desafíos sobre los cuales trabajar: desempleo juvenil superior al 25%, mayor desempleo femenino, informalidad en torno al 20% pero con realidades departamentales que duplican la media país (Cerro Largo, Soriano, Rivera, Artigas).

Otro factor relevante para los resultados del sector Comercio y Servicios fue el comportamiento del turismo. En ese sentido, se trató de un buen año en términos de volumen de visitantes, con un desempeño destacado del turismo argentino. No obstante, se observaron señales de deterioro en la competitividad de precios frente a la región, especialmente en relación con Brasil.

A ello se suma la creciente presión competitiva de las compras realizadas a través de franquicias y plataformas como TEMU, que desvían una porción cada vez mayor del gasto de los hogares -estimada en torno a los US$ 190 millones- hacia canales que no enfrentan las mismas cargas tributarias ni regulatorias que el comercio formal, generando una competencia desigual que preocupa al sector.

Del lado de la demanda, el consumo privado creció en el entorno del 2% en la comparación interanual en los meses que van del presente año, pero con fundamentos que se van debilitando: ingresos de los hogares y salarios que avanzan en torno al 1% real, desaceleración de la generación de empleo, tal como se mencionó, y un deterioro gradual de la confianza y de las intenciones de consumo para los próximos meses.

¿Cuáles son, a su juicio, los principales desafíos que enfrenta el sector para sostener el crecimiento y ganar competitividad en los próximos años? ¿Qué temas preocupan hoy, especialmente, a la organización?

No quedan dudas que el principal desafío que tenemos como país, es transformar los niveles actuales de crecimiento moderados hacia un sendero de mayor crecimiento sostenible en el tiempo de la mano de mayores niveles de productividad y consolidación de empresas y fuentes de trabajo de calidad.

Uruguay llega a 2026 con una inflación controlada, pero con problemas de competitividad que se reflejan tanto a nivel de precios producto de un valor del dólar bajo, pero también como resultado de un entorno de negocios con problemas de relevancia en términos de eficiencia y funcionamiento, generando un sobrecosto de gran relevancia para las empresas, particularmente para las de menor tamaño.

Desde la Cámara vemos tres frentes críticos. Primero, el llamado “costo país”: una estructura tributaria y de tasas que puede implicar sobrecargos superiores al 70–80% en algunos bienes importados, sumada a costos logísticos y burocráticos que encarecen la operación formal. Segundo, un entramado regulatorio denso, fragmentado y poco adaptativo; estudios recientes muestran que abrir una empresa puede demandar casi 1.000 horas administrativas y cumplir con la regulación vigente otras 440 horas, lo que desalienta la inversión y formalización, especialmente en las micro y pequeñas empresas.  

Un tercer frente está vinculado a la competencia desleal y a las asimetrías regulatorias derivadas del régimen de franquicias, que opera sin enfrentar los mismos tributos ni controles sanitarios que el comercio local. A ello se suman debilidades estructurales de las mipymes -como la baja supervivencia, las dificultades de acceso al crédito y los altos costos laborales- en un tejido productivo donde el 99.6% de las empresas pertenece a este segmento, con una fuerte concentración en el comercio y los servicios.

De cara a 2026, ¿cuáles son las expectativas de la Cámara en un contexto donde la evolución de la economía local será clave para el consumo, la inversión y la creación de empleo?

Desde la Cámara apostamos a que 2026 sea un año de ejecución de reformas microeconómicas: simplificación regulatoria, mejora del entorno para invertir, fortalecimiento de la política de competencia, reducción de trabas al comercio, y apoyo efectivo a las mipymes. Si el país logra avanzar en esa agenda, y aprovecha oportunidades (como los nuevos acuerdos comerciales en agenda), podremos mejorar la confianza empresarial, sostener el empleo y abrir espacio para un crecimiento más dinámico en el mediano plazo.

Se hace imperioso avanzar en cambios concretos que faciliten la actividad empresarial, incentiven la formalidad y refuercen la señal de que Uruguay quiere y puede ser un país más competitivo.

Poniendo foco en el mediano plazo, ¿qué rol deberían asumir empresarios, sindicatos y el gobierno para mejorar la competitividad del sector y generar un mercado laboral más dinámico y sostenible?

Mejorar la competitividad y tener un mercado laboral más dinámico y sostenible requiere un trabajo conjunto y coordinado. Desde el lado empresarial, debemos acelerar la adopción de tecnología, mejorar la gestión, profesionalizarnos, invertir en formación y escalar buenas prácticas de sostenibilidad. La Cámara está impulsando redes empresariales, proyectos de fortalecimiento basados en la adopción de nuevas tecnologías, un nuevo Departamento de Sostenibilidad precisamente para acompañar a las mipymes en esa transición.

Los sindicatos tienen un rol clave en una agenda que combine protección de derechos con productividad: avanzar hacia instancias de negociación que incorporen temas como capacitación continua, organización del trabajo compatible con nuevas tecnologías y mecanismos que reconozcan productividad y heterogeneidad empresarial, de forma de lograr un equilibrio entre el objetivo de mejora de ingresos con la sustentabilidad económica de las empresas.

El gobierno, por su parte, debe liderar e implementar una agenda de simplificación y mayor competencia: reducir burocracia, digitalizar trámites, eliminar barreras de entrada innecesarias, fortalecer defensa de la competencia y asegurar un marco fiscal y regulatorio estable que incentive la inversión y el empleo formal. La iniciativa “Facilitación: de lo complejo a lo simple”, así como el reciente trabajo de investigación que llevamos adelante con el apoyo técnico del CED y financiero de la OIT “Uruguay Productivo”, y tantas otras acciones que lideramos e impulsamos desde la Cámara, buscan justamente identificar obstáculos concretos y transformarlos en propuestas de política para apoyar al gobierno en esa tarea.

Mirando al futuro, ¿cuánto cree que la adopción de IA y procesos de automatización puede contribuir a mejorar la productividad del Comercio y los Servicios? ¿El sector está preparado para dar ese salto?

La transformación digital y la inteligencia artificial no son un fenómeno futuro; ya están reconfigurando el comercio, los servicios y el trabajo. La evidencia internacional muestra que cerca de uno de cada cuatro empleos está potencialmente expuesto a la IA generativa, pero el resultado más probable es la transformación de tareas, y no la desaparición masiva de puestos. Se trata de incorporar la IA como “copiloto” para ganar eficiencia, calidad de servicio y capacidad de análisis.

En el sector Comercio y Servicios, el potencial de la transformación digital es significativo: gestión de inventarios y precios, atención al cliente, marketing digital, análisis de datos para conocer mejor al consumidor y automatización de procesos administrativos, entre otros. Sin embargo, el nivel de preparación es desigual. Muchas mipymes aún se encuentran en etapas iniciales de digitalización -operando, por ejemplo, a través de WhatsApp o redes sociales, pero sin sistemas integrados ni una cultura de datos- y enfrentan no solo barreras de inversión, sino también, y especialmente, desafíos de capacitación y de conocimiento de las herramientas digitales disponibles que les permitan ganar productividad y eficiencia.

Por eso insistimos en una agenda que combine incentivos a la adopción tecnológica, financiamiento adecuado y programas de formación de empresarios y trabajadores. El programa Uruguay Innova es un paso en la dirección correcta, pero debemos profundizar y aterrizar estos esfuerzos en el día a día de las empresas, y en este camino las gremiales empresariales, como la Cámara a través de sus centros comerciales localizados en todo el territorio nacional, se transforman en un actor clave para, justamente, unir los programas de apoyo disponibles con las necesidades de las empresas y así facilitar la adopción de los mismos.

¿Qué nuevos perfiles laborales visualizan que se están demandando cada vez más en el sector, y de qué manera puede Uruguay aprovechar esta tendencia?

Así como la transformación digital y la adopción de la inteligencia artificial en el ámbito empresarial ya son una realidad, la demanda laboral también se encuentra en proceso de cambio. En particular, se observa un fuerte dinamismo en los sectores vinculados a las tecnologías de la información: los monitores de demanda laboral indican que cerca de una de cada cinco vacantes corresponde a TI, siendo los perfiles asociados a ciencia de datos e inteligencia artificial los de mayor crecimiento.

En el caso concreto del sector Comercio y Servicios, ya se percibe una mayor demanda hacia perfiles con especialización en comercio electrónico y marketing digital, analistas de datos comerciales, gestores de experiencia de cliente, profesionales en logística, así como perfiles asociados a temas de sostenibilidad y gestión de triple impacto, aspectos que de a poco comienzan a estar cada vez más presentes en la gestión de las empresas, y más aún en aquellas con un horizonte de internacionalización.   

Uruguay puede aprovechar esta tendencia si logra alinear mejor su sistema educativo y de formación con las necesidades del mercado. Hoy la mitad de los adolescentes no culmina la educación media superior, y esa cifra es mucho mayor en los hogares más vulnerables, lo que limita la base de talentos. Necesitamos impulsar con fuerza la formación técnica, los programas de educación dual empresa–centro educativo, la reconversión laboral y la capacitación continua de las mipymes. La Cámara está comprometida en ese camino, trabajando con empresas, organismos públicos y organismos internacionales para que estos nuevos perfiles se traduzcan en más y mejores oportunidades de empleo en el país.

 

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