Eduy21 no logró un acuerdo político que promoviera una reforma “despartidizada”

La organización llega a su fin tras seis años de labor

Fundada en 2017, desde una iniciativa ciudadana con el propósito de promover un conjunto de reformas y transformaciones en el ámbito educativo, el 26 de diciembre de 2022 anunció, mediante un comunicado, el cese de su actividad. Al respecto, CRÓNICAS consultó a uno de sus fundadores, Bruno Gili, acerca del recorrido de la organización, los diversos motivos de la finalización y sus perspectivas para los próximos años.

Por Mateo Castells | @teocastells

La educación es un tema que suele generar preocupación. Y no en lo que refiere a la inquietud de madres y padres acerca de las calificaciones que figuran en el boletín de sus hijos, las opiniones de la maestra respecto a su capacidad de prestar atención y si contará con las aptitudes necesarias para tener un adecuado desarrollo académico, sino en lo que alude a las discusiones que se libran en torno a este tema en el Parlamento, sobre la mesa de la gran mayoría de los gobiernos que han desfilado por la Torre Ejecutiva.

Desde 2018, cuando Eduy21 presentó en el Parlamento su denominado Libro Abierto, una propuesta que buscó promover, desde sus inicios, un acuerdo educativo entre los distintos actores del espectro político, la organización logró poner sobre la mesa la educación como un tema importante a tratar. Un asunto que, desde su interna, se consideraba “crítico” para el desarrollo del país, no acorde a lo que Uruguay necesitaba en la materia.

A pesar del éxito en la convocatoria para el Libro Abierto en 2018, el acuerdo político no se concretó. Lo que buscó la institución fue generar un consenso que fuera indiferente a las ideologías de los partidos, capaz de transformar la educación a través de un plan que implicaría entre 10 y 15 años y lograría colocar el nivel educativo en el lugar que los integrantes de Eduy21 consideraban adecuado.

La falta de acuerdo y lo que desencadenó

Pero el sistema no logró una política de Estado para la transformación. Ese acuerdo que buscaba definir hacia dónde debía orientarse el cambio, no se alcanzó. Bruno Gili declaró que “no se logró despartidizar la gestión de nuestro sistema educativo”, algo que había sido planteado como uno de los objetivos primarios del movimiento.

Además, agregó que la organización intentó juntar representantes de distintos partidos que hubiesen ocupado cargos políticos en anteriores mandatos, con diversos enfoques académicos y distintos roles en el sistema educativo, para que, de esta forma, sus intenciones no se convirtieran en una lucha política, donde se discutiera sobre “cuál es el partido o corporación que tiene razón”.

Cuando asumió el gobierno, en marzo de 2020, integrantes de Eduy21 se reunieron en dos ocasiones con el presidente Luis Lacalle Pou, pudiendo establecer un “buen diálogo”. También fueron convocados al Parlamento por la Comisión de Presupuesto y estuvieron presentes en la discusión de la Ley de Urgente Consideración (LUC), que tenía transformaciones previstas para la educación.

Para Gili, la reforma actual posee debilidades dentro del plan de gestión del cambio. El proyecto de llevar adelante una transformación de la dimensión que tiene, en la que se verán involucrados casi 800.000 estudiantes, 60.000 trabajadores y miles de centros educativos, es “muy complejo” y debería haberse planeado de otra forma, además de que son necesarios más recursos y presupuesto.


La interna del FA y sus dificultades para acordar

Este debate fermental también estuvo sobre la mesa desde los gobiernos del Frente Amplio (FA). De hecho, un esfuerzo previo, similar al que estuvo realizando Eduy21, fue el de la Nueva Agenda Progresista, propuesta por el exministro de Economía y Finanzas, Álvaro García, donde se incluían muchas de las ideas que, en términos programáticos, se encuentran dentro de Libro Abierto.

El entrevistado afirmó que se llegará a las elecciones de 2024 con todos los partidos discutiendo sobre la educación, y si bien el FA se ha manifestado en contra de la reforma, consideró que dentro de su interna no hay un acuerdo al respecto. Parte de esa falta de consenso explica las dificultades para ensayar una transformación más “potente”, opinó.

En la organización se entiende que la situación no venía “mal” desde el gobierno del FA. “La crítica es que lo que tenemos no es suficiente”, aseveró, y agregó que, si bien determinadas cosas se hicieron bien en los últimos 30 años, no fueron llevadas a cabo al ritmo que la población necesita.