Ehrlich: “El FA aspira a volver al gobierno, pero no puede hacerlo con las mismas propuestas”

EN PANINI’S

Créditos: Pablo Malletti

Ricardo Ehrlich, coordinador del Frente Amplio


En la pasada campaña electoral fue presidente de la Comisión de Programa del Frente Amplio (FA) y ahora ocupa el rol de coordinador de la fuerza política, hasta que los adherentes elijan a las nuevas autoridades el próximo 5 de diciembre. Entrevistado por CRÓNICAS, Ehrlich conversó sobre la derrota electoral de la coalición de izquierda y los desafíos que tiene por delante. Además, dijo que el FA está “reaprendiendo” el papel de oposición y opinó que es esencial que lleve a cabo una renovación programática.


El menú: En la cava de Panini’s, Ehrlich degustó corvina rubia con risotto cítrico de verdes (palta, habas y verdeo) y maní, que acompañó con agua mineral. Para extender la sobremesa, prefirió café.


Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Cómo ha sido su experiencia hasta el momento como coordinador del FA?

-Fue una propuesta inesperada, si bien no estaba lejos del FA –trabajaba en la Comisión de Programa-. La tarea fue más compleja de lo que parecía. El FA sufrió una derrota electoral después de 15 años de gobierno; fue un golpe duro, pero hubo un proceso de desgaste, es decir, la derrota no fue solo electoral. Había una sensación de desesperanza, de enojo con la fuerza política por parte de su militancia, y apenas llegué hubo un cambio de clima, no por mí, sino por esa respuesta popular que fue la recolección de firmas para el referéndum.

-¿Por qué considera que la derrota no fue solo electoral?

-En el 89 la fuerza política pasó por la primera elección ganada –en Montevideo- y comenzó un proceso de acumulación y de construcción con la gente, con una mirada compartida hacia el futuro. En 2004 logró un resultado formidable, en primera vuelta. A partir de ahí, en las sucesivas instancias electorales disminuyó cada vez más; ocurrió un proceso de desgaste y de desacumulación. Ahora, revisando el camino recorrido con balance, autocrítica, se pueden destacar algunos elementos que produjeron ese desgaste, que pueden explicar la derrota electoral.

-¿Cuáles son esos elementos?

-Hay varias cosas. Hay un problema central que no es propio del FA, sino de la historia: un ciclo de 15 años es mucho tiempo y es difícil mantener toda la fuerza, los principios y referentes que se tienen cuando se asume por primera vez con gran impulso.

El desempeño por largo tiempo de tareas de las más diversas, con responsabilidades de gobierno nacional, departamental, municipal, llegan a hacer sentir a quien ejerce la tarea, que tiene tantas cosas para hacer… y el “ya sé, porque estoy hace tiempo, no me vengan a explicar o sugerir cosas distintas”, se llama soberbia y hace pagar precios muy altos. Un gobernante tiene responsabilidades de decisión en las cuales a veces está solo y no puede conversar ni escuchar, pero la norma tendría que ser escuchar.

Después empieza a haber estamentos de las estructuras que conocen muy bien todas las tareas, las reglamentaciones, los funcionamientos, y llega un momento en que se convierten en engranajes muy eficientes del Estado, pero al mismo tiempo son muy rígidos, o sea, no admiten demasiados cambios. Eso se llama burocracia y afecta a las instituciones. ¿Cuál es el problema central? El alejamiento de la gente.

-¿Se perdió ese vínculo con la gente que se había generado?

-No se perdió, se debilitó, y llega un momento en que las exigencias de la multiplicidad de tareas del gobierno llevan a un desgaste de la fuerza política asociado a estos problemas. Lo importante es que la organización tenga el coraje de reconocerlo, asumirlo, afrontarlo y corregirlo.

-¿Cuánto influyeron cuestiones de la gestión como la seguridad, por ejemplo?

-Por supuesto que eso es importante. Deriva una cosa de la otra. En la vida política no se está solo, hay una oposición, otras fuerzas que trabajan, marcan agenda y van presentando propuestas alternativas. Creo que ese fue el caso en seguridad, en educación.

La seguridad es un tema de gran complejidad, donde no se supo poner en valor lo que se hizo ni asumir las preocupaciones de la gente de la mejor manera. En esto juegan todos los partidos, pero también los medios de comunicación y la forma de comunicar de los actores gubernamentales. Hacerlo adecuadamente no es solo una responsabilidad, sino que es imprescindible para que un gobierno pueda ser acompañado y estar cerca de la gente.

Créditos: Pablo Malletti

-¿Cuáles son los desafíos que tiene el FA en adelante?

-Los mayores desafíos son reconstruir los vínculos con la ciudadanía, saber escuchar y expresar un proyecto colectivo que sea construido con la gente, según la mirada común hacia el futuro. Eso es lo que una fuerza de izquierda debe asumir. La obligación es no reconstruir lo que se hizo, sino llegar más lejos. Ahí hay una serie de desafíos complejos; el mundo cambió y hay que tener una mirada diferente hacia adelante en aspectos centrales vinculados a la economía, la soberanía, el desarrollo.

-¿Cuál es la expectativa con el referéndum y qué importancia tiene lograr ese objetivo?

-La instancia del referéndum no forma parte de la confrontación con la coalición de gobierno, es una convocatoria ciudadana para pronunciarse sobre temas que comprometen la vida nacional por muy largo plazo. Cuando eso ocurre, ya sea en temas de derechos, soberanía, economía, se requieren acuerdos nacionales o instancias de diálogo donde no importa ser mayoría o minoría.

Es importante para el país que unos y otros pensemos en el día después, que plantea escenarios distintos. Tanto si pierde como si gana, el FA tiene que asumir responsabilidades mayores para asegurar la gobernabilidad, responder a las expectativas de la ciudadanía y seguir un proceso de acumulación.

-¿Cómo ha visto al FA parado en su rol de oposición?

-El FA fue oposición durante largo tiempo, pero eso se olvida. Los últimos meses se empezó a ver cómo cada vez más asume su responsabilidad de oposición, con el trabajo de las bancadas parlamentarias con la ciudadanía. No debemos olvidar lo que implicó la pandemia para la vida política, el gobierno, la oposición y la sociedad. A medida que fue aflojando, la actividad política retomó con toda su intensidad.

El FA está reaprendiendo el rol de oposición, donde hay que saber combinar el seguimiento de la agenda política cotidiana con la mirada hacia el horizonte. El FA aspira a volver al gobierno, pero no puede hacerlo con las mismas propuestas, tiene que responder a los desafíos de hoy, a un mundo nuevo.

-¿Cuáles son esos desafíos? Usted fue coordinador del programa del FA en la pasada campaña electoral. ¿Qué siente cuando escucha que dirigentes frenteamplistas apuntan a la necesidad de generar una renovación programática?

-Me parece que es muy positivo. Estamos en un mundo diferente, todavía más después de la pandemia. Estamos viendo nuevos desequilibrios a nivel internacional que van a afectar el planeta. Me refiero a la multipolaridad, los cambios de equilibrio, las grandes potencias, la relación entre los espacios financieros internacionales, la producción mundial. No hay elementos que hagan pensar que se pueden dibujar nuevos equilibrios con componentes más solidarios; ya se están anunciando y concretando nuevos desequilibrios. Eso, para un país pequeño como el nuestro, implica un desafío mayor.

Créditos: Pablo Malletti

-¿Cree importante la renovación generacional?

-Sí, claro, es necesaria, tanto como la renovación de proyectos. Tenemos que lograr sabias combinaciones entre la experiencia y la osadía de explorar nuevos territorios y animarse a cometer nuevos errores y no los del pasado. Las elecciones (de autoridades del FA) son muy importantes. Supongo que vamos a ver un recambio generacional que va a estar muy marcado por la perspectiva de género.

En lo que respecta a las candidaturas a las presidencias departamentales del FA, se resolvió aplicar la perspectiva de género y se nos planteó un problema. Como deben estar los dos géneros, si son tres candidatos, por lo menos uno tiene que ser mujer, pero empezamos a tener casos de tres candidatas. Entonces, ¿cómo se aplica la perspectiva de género? En realidad, esa definición es incompleta, no es aplicar la paridad estrictamente, sino una política positiva que favorezca la participación de las mujeres.

Tenemos una mayoría de mujeres en todas las candidaturas. Para el FA esa es una gran noticia. Hay un elemento de cambio, y no hay una varita mágica, va a haber que seguir el camino de la renovación. Y los nuevos liderazgos se construyen admitiendo y corrigiendo errores, permitiendo explorar nuevos territorios, perdiendo el miedo al disenso, que es muy importante y forma parte de la riqueza del FA.

-¿Qué evaluación hace de la gestión del gobierno?

-Es muy difícil que en el lugar donde yo estoy sentado hoy, diga que la valoro positivamente. Sí reconozco que el presidente se ha ido consolidando de una manera muy particular, muy firme, concentrando las responsabilidades, con una gran autoridad. Destaco la capacidad que ha tenido de coordinar una coalición muy diversa –que tenía un punto común que era la oposición al FA, con programas y matices distintos-, lo cual no es sencillo.

Por otro lado, creo que la política que está llevando adelante el gobierno representa únicamente a una parte de la sociedad, lo que podemos ver a través de las propuestas que se llevan a cabo en distintos ministerios, en los entes y las definiciones que cada uno de los responsables está asumiendo frente a los grandes temas nacionales.

-¿Por ejemplo?

-Queda muy claro en la educación –que lo siento muy cercano-, donde hay una proximidad con el sistema privado que me parece que es percibida por el sistema de educación pública como una lejanía. Lo vemos en la política que se lleva adelante en los grandes entes del Estado, que deben asegurar la soberanía, donde está en marcha la portabilidad numérica, el tema de Ancap, que entendemos que le hacen daño al país.

-¿Cómo ha sido su diálogo con el gobierno?

-La instancia de diálogo formal que tuve fue la entrevista con el presidente de la República, que me pareció una estupenda señal de su parte y entendimos que más allá de lo que dijéramos, lo importante era encontrarnos.

En un contexto donde se anunciaba una agenda política complicada, el desarrollo del programa de gobierno, la inminencia del referéndum, las problemáticas sociales, sabíamos que íbamos a tener un fuerte período de confrontación, y lo que marcó el encuentro fue que eso forma parte de las reglas de juego, pero hay valores que están por encima de todo: hay principios republicanos que compartimos y hay una democracia a seguir fortaleciendo, y eso requiere un esfuerzo de todas las partes. Ese diálogo marcó esa voluntad. Después, la realidad a veces complica, pero ese es un timón que no hay que aflojar.

Créditos: Pablo Malletti

“Hay cosas que están en la tapa del libro”, dijo sobre la actuación de Cardoso en el Ministerio de Turismo

-El FA solicitó su primera comisión investigadora del período, sobre la gestión del exministro de Turismo, Germán Cardoso. ¿Qué opinión le merece lo sucedido?

-Yo fui ministro. Cuando un jerarca de ese nivel quiere hacer muchas cosas y está a contrarreloj, a veces se apresura y puede cometer errores con la mejor buena voluntad, tratando de resolver problemas rápidamente, pero hay cosas que están en la tapa del libro. Antes de aprobar y firmar algunas cosas hay que tomar una serie de recaudos que garanticen la total transparencia e imparcialidad.

La mejor opinión sobre lo que pasó en el Ministerio de Turismo la dio el propio gobierno y el partido al que pertenece el exministro, con su reemplazo. El resto lo va a dar la investigación parlamentaria. Tampoco es algo claro que, si me están investigando a mí y yo estoy en el Parlamento, amplíe la denuncia de manera de tratar al mismo tiempo una acusación que yo estoy haciendo sobre la misma cartera. Eso no agrega transparencia. Ojalá sea una inmerecida sombra.

-¿Qué cosas están en la tapa del libro?

-Hay un contralor permanente de las actividades públicas que ejerce el Tribunal de Cuentas, que puede observar algún gasto, entonces el ministro puede reiterarlo y eso requiere cierto trámite, pero hay que estar muy seguro de lo que se hace en ese caso. A veces las observaciones pueden ser cosas banales, de formas, pero en todas las adjudicaciones directas hay que ser muy prolijo. Cuando un asesor de alto nivel le dice al ministro: “yo, esto no lo firmaría”, si él firma tiene que estar muy seguro de lo que está haciendo.