En 13 de los 19 departamentos predomina un mismo partido y la falta de alternancia debilita a la oposición

El análisis del politólogo Antonio Cardarello

La falta de alternancia es una marca de agua en los gobiernos departamentales y municipales. Las oposiciones, muchas veces relegadas a los márgenes, entran en una suerte de “círculo vicioso” en el cual no disponen de una gestión para impactar en el imaginario de sus potenciales votantes ni expectativas de victoria que les permitan reclutar figuras locales, además de recursos limitados para sustentarse, aprobar decretos y controlar al oficialismo.

En política, la idea de alternancia refiere a la posibilidad de cambios y rotación en el poder. En escenarios competitivos, donde las reglas electorales son claras y transparentes, pero siempre gana el mismo partido, la ciencia política trae a colación un concepto clásico del politólogo italiano Giovanni Sartori y señala la existencia de un “partido predominante”.

A nivel nacional, el partido predominante aparece cuando una facción política gana más de tres elecciones consecutivas y tiene una mayoría absoluta en el Parlamento. “Ocurrió, por ejemplo, entre 2005 y 2015, en las tres elecciones en las que el Frente Amplio obtuvo la victoria con mayoría en ambas cámaras”, dijo el politólogo Antonio Cardarello a CRÓNICAS.

En esta línea, el politólogo polaco Adam Przeworski definió la democracia como “el sistema en el que los gobiernos pierden elecciones”, algo que aplica claramente a nivel país, donde la falta de alternancia no parece ser la norma: desde el retorno democrático hasta la actualidad, Uruguay tuvo nueve gobiernos con cinco alternancias. Distinto es lo que ocurre en el segundo y tercer nivel.

En el orden departamental, en 13 de los 19 departamentos se puede identificar que existe un partido predominante, y “desde 1985 hasta la actualidad hay seis departamentos donde nunca hubo alternancia: Cerro Largo, Durazno, San José, Flores, Colonia y Tacuarembó”.

Al mismo tiempo, hay situaciones en las que “si bien hubo alternancia, hace mucho tiempo no se había dado”, como el caso de Lavalleja, donde “desde 1989 el Partido Nacional era el partido predominante”. Junto a Soriano, Rivera, Treinta y Tres y Montevideo, Lavalleja forma parte del pool de departamentos que desde el retorno democrático solamente tuvieron una alternancia. En Montevideo y Canelones el Frente Amplio gobierna desde 1989 y 2005, respectivamente, y Rivera es, desde hace 30 años, un bastión del Partido Colorado.

Finalmente, a nivel municipal ocurre algo similar, y “se produce un efecto de concentración, ya que la tasa de reelección de los alcaldes es muy alta”, aclaró Cardarello. “El Partido Nacional cada vez gana en más municipios. Son muy pocos los municipios con alternancia, y en la última elección solo hubo en 10 de 136”.

Según Cardarello, la continuidad “también es una marca de los gobiernos municipales”, no solo en relación a la cantidad de alcaldes blancos, sino también a “un número cada vez más importante de municipios donde solo hay concejales del Partido Nacional”. Así, se va dando una “suerte de paradoja”: la descentralización política en los gobiernos municipales va generando un efecto de concentración en manos de un solo partido.


Círculo vicioso: ¿Qué genera la falta de alternancia en partidos opositores?

Sin gestiones, limitados en recursos y con una baja capacidad de control, la oposición en departamentos del interior entra en una suerte de “círculo vicioso”, dijo Cardarello.

Por un lado, estar fuera de la intendencia, fuera de los municipios -a veces incluso sin concejales- y no tener acuerdos con el gobierno, genera “menos visibilidad y menos presencia de esos partidos en el imaginario de la gente”, lo que no solo complejiza la obtención de votos, sino también el reclutamiento “de personas que son referentes en la comunidad y que cuando se deciden actuar en la arena política generalmente lo hacen en partidos que tienen cierta expectativa de poder gobernar”.

Además, con partidos de gobierno que tienen asegurada la mayoría automática y que, con votaciones superiores al 50%, continúan obteniendo bancas, “es muy poco probable que un tercer o cuarto partido obtenga representación en la Junta Departamental”. En este sentido, el especialista recordó que “hasta que Cabildo Abierto logró representación en algunos departamentos en la legislatura pasada, entre la elección de 1994 y hasta la elección de 2020 solo había tres partidos con representación en las juntas departamentales: el Frente Amplio, el Partido Colorado y el Partido Nacional, y en algunos casos el Partido Colorado llegó a carecer de ediles departamentales”.

“Es mucho más difícil para los partidos chicos tener representación en una junta departamental que obtener una banca en la Cámara de Representantes”, sentenció.

A su vez, sin cargos ejecutivos, las oposiciones pagan un precio económico, ya que “en muchos casos los cargos son rentados y suponen que hay un retorno”. En suma, las oposiciones quedan relegadas a un rol “bastante marginal”, y la posibilidad de que un partido opositor cuente con la potestad de imponer medidas o logre que un decreto se apruebe “es muy pobre”.

“Cuando uno mira la producción legislativa a nivel departamental se encuentra con que el gran legislador en todos los gobiernos es el intendente: Daniel Chasquetti estudió que desde 1985 para acá, dos tercios de la legislación aprobada tiene origen en la Presidencia de la República, y ese porcentaje aumenta en muchos departamentos. En algunos períodos casi el 80 o 90% de los decretos que se aprueban en la Junta Departamental tienen origen en el intendente”, finalizó.