Garcé: “Los electores de la coalición a veces piensan que CA ha ido demasiado lejos”

Adolfo “Fito” Garcé, politólogo, docente e investigador

Puesto en marcha el penúltimo año de gobierno de la “coalición multicolor”, se empieza a pasar en limpio lo que ha significado la primera mitad de la gestión. El politólogo Adolfo “Fito” Garcé conversó con CRÓNICAS, donde analizó los sondeos de aprobación y los diferentes episodios que la condicionan, como el “caso Astesiano”, así como su posible impacto electoral. Respecto al posicionamiento de Cabildo Abierto sobre algunos temas, valoró que “marcar la diferencia” lo puede beneficiar, siempre y cuando no pase “ciertos límites”.

Por Matías Kapek | @matias_kb

-¿Cómo analiza el escenario de aprobación del gobierno y del presidente? Un monitor de febrero de Opción Consultores habla de 42% de aprobación, y 29% de desaprobación del gobierno. En tanto, el último monitoreo realizado en marzo por Equipos Consultores de la gestión del presidente, presenta cifras similares, de 45% de aprobación y 33% de desaprobación.

-Lo que sabemos es que el tercer año de nuestros mandatos de cinco es el más difícil para el gobierno en términos políticos y de opinión pública. La luna de miel fue extensa, pero ya está lejos, se terminó. La misma se extendió con la buena gestión de la emergencia sanitaria y sus consecuencias sociales. En definitiva, es normal que los porcentajes de apoyo más bajos y de desaprobación más altos se registren en la mitad del mandato. No está la ilusión de la luna de miel y tampoco el gobierno está en campaña argumentando frente a la opinión pública. Lo que sí se puede esperar es que el gobierno haga un esfuerzo sistemático de acá al fin del mandato por cumplir con sus promesas y defender su gestión.

-Se habla de luna de miel, declive y repunte. Teniendo en cuenta que estamos aparentemente en la fase de declive y pensando en un repunte a través de la defensa de su gestión, ¿a qué elemento debe apelar el gobierno? ¿Cuáles son los logros a destacar de cara a promover un aumento de la aprobación?

-El cumplimiento de las promesas electorales es fundamental. Ningún gobierno puede pretender tener el apoyo de la opinión pública si no cumplió sus promesas. El gobierno asumió un “Compromiso con el país” breve, pero ambicioso. En ese sentido, más allá de la pandemia, ha hecho un esfuerzo grande por cumplir. Lo que estamos viendo en estos días, el final del larguísimo proceso de discusión de la reforma de la seguridad social, es justamente el cumplimiento de una de las promesas electorales. Aunque ningún gobierno puede cumplir con todo lo que prometió, los gobiernos en Uruguay, cualquiera sea el partido, tienen como práctica, como tradición, hacer el esfuerzo por cumplir. Este gobierno no es la excepción a la regla.

-Si bien el gobierno ha puesto sobre la mesa a lo largo del periodo los diferentes planteos vinculados a sus propuestas electorales, hubo un hecho externo a esa dinámica que se robó gran parte del espacio en la agenda pública durante un lapso de tiempo considerable, me refiero al “caso Astesiano”. Dado que ya ha pasado un tiempo y que ya no se encuentra en el foco de atención, ¿cómo analiza su repercusión en la imagen del presidente? ¿Y en la imagen del gobierno?

-El gobierno sufrió dos escándalos importantes, el “caso Marset” y el “caso Astesiano” fueron casos graves que afectaron la imagen. Como quedó claro en los números que presentabas al principio, la imagen del gobierno se deterioró, pero no se desplomó. El gobierno sufrió por estos escándalos, la imagen del gobierno y la del presidente se desgastaron, pero parece que lo peor ya pasó y hay otros temas en la agenda, aunque, seguramente, se vuelva a hablar de esto durante la campaña electoral. 

-De cara al periodo electoral, mencionaba que el repunte en la aprobación del gobierno podía venir dado por la defensa de las promesas electorales cumplidas. Más allá de eso, se plantea habitualmente a la seguridad y la economía como los factores claves para el ciudadano común a la hora de definir su voto. Con respecto a estas cuestiones, ¿cómo se perfila este gobierno? ¿Cuál es la consideración de su gestión y actual imagen en estos campos?

-En el comportamiento electoral son temas clásicos. La inflación, el poder de compra del salario, por un lado, seguridad por el otro, son las cuestiones que más afectan la vida cotidiana de las personas. Fueron los elementos que le costaron al Frente Amplio (FA) una elección, la de 2019. Qué va a pasar con este gobierno, todavía no lo sabemos, la gestión económica ha sido buena en el sentido de que ha sido consistente con lo prometido. El gran desafío es que aumente el salario real, porque cayó durante los primeros dos años, y el gobierno se comprometió a recuperarlo en el 2023 y 2024. Esto es clave desde el punto de vista electoral, se trata de un desafío muy grande. En cuanto a la seguridad, en principio, el gobierno tuvo un año y medio muy bueno durante la pandemia, donde bajaron las tasas de delitos. Pero después los homicidios volvieron a crecer y hoy el gran desafío es evitar que esa tendencia al alza se sostenga. Por eso, la política del Ministerio del Interior y el desempeño del ministro Heber son también temas cruciales. 

-El Partido Nacional (PN) se va a presentar a las próximas elecciones con una grilla completa de candidatos que enfrentarán su primera elección presidencial. Como si fuera poco, esto se da en un escenario en el que llegan como oficialismo. ¿Cómo pueden influir estos factores? ¿Qué fortalezas identifica dentro de las figuras que se perfilan a ocupar estos espacios? 

-Se viene procesando una renovación de las primeras figuras en la medida en que Lacalle Pou no puede competir y que ya no está entre nosotros Larrañaga. Pero hay mucha incertidumbre todavía, se perfila Delgado, se perfila Raffo, falta saber qué pasa con Argimón, con Gandini, con Javier García. Hay muchos nombres y todavía no se termina de afinar el mapa interno de las alianzas. El PN es el socio mayoritario de la coalición y el principal responsable, entonces para sus intereses es una ventaja si la gestión del gobierno termina siendo evaluada como exitosa, tiene el derecho a reclamar una parte importante del beneficio político. El lado malo es que aun cuando una gestión es evaluada como exitosa, y teniendo en cuenta que es el principal socio, la ciudadanía nunca quiere más de lo mismo, siempre quiere algo distinto. En definitiva, el desafío está en cómo hace el PN para cosechar el éxito de la gestión, pero al mismo tiempo proponer y prometer novedad. En concreto, el desafío es especialmente relevante para Delgado, el cual, de los posibles candidatos, es el más comprometido con la gestión de gobierno. 

-¿Cómo visualiza el papel del presidente de cara a las internas?

-No lo veo jugando, entre otras cosas, porque el presidente sabe, como cualquier político con experiencia, que su acción puede ser contraproducente en una interna. Los candidatos apoyados explícitamente por los presidentes no suelen ser candidatos ganadores. Su papel más importante de cara a la elección es defender su gestión, ya lo está haciendo, y lo seguirá haciendo durante el año que viene. 

-En el FA se identifica un escenario donde parece haber una marcada competencia. Orsi y Cosse parecen ser las referencias casi indiscutidas para competir mano a mano en las internas. ¿Cuáles identifica como sus fortalezas y debilidades?

-Como fortalezas de Orsi puedo destacar su perfil moderado y también cierta facilidad para comunicarse con los votantes del interior. Ambas cosas son muy importantes, si el FA quiere ganar la elección necesita recuperar votantes de centro y del interior, y ahí es donde Orsi puede ser más útil. Ahora, la otra pregunta que nos debemos de hacer es si el perfil de Orsi es el preferido por los votantes frentistas que van a ir a la primaria. Los que definen la elección primaria son los que tienen la bandera tatuada en el hombro, y esos no necesariamente son votantes centristas, más bien son votantes de izquierda. La interrogante es cómo les cae a esos votantes de izquierda el perfil moderado y conciliador de Orsi. Pasando al perfil de Cosse, en teoría no parece el mejor para ganar un balotaje. Cuesta más imaginarla en el interior, cuesta más imaginarla captando votantes de centro, cuesta más imaginarla negociando con quienes no son frenteamplistas. Por otra parte, no cuesta mucho imaginarla captando votantes de izquierda, y es justamente por eso que me imagino una primaria muy competitiva.

-¿Qué papel puede cumplir en la definición del mano a mano la decisión que pueda tomar el Partido Comunista en relación con impulsar o no una candidatura?

-El Partido Comunista es una variable clave, de lo que haga puede depender lo que termine pasando en la elección primaria. Si va detrás de Cosse es un panorama, pero si no, es otro. Hay que ver qué pasa con Andrade, todavía ahí hay incertidumbre. 

-En el Partido Colorado (PC), más que una disputa interna, se percibe una falta de liderazgos. A esto hay que sumarle que, de forma esporádica, Bordaberry ha hecho algunas apariciones públicas. ¿Esto a qué responde? ¿Cree en la posibilidad de que se reincorpore a la política partidaria? Y, en caso de que esto suceda, ¿cuál puede ser la repercusión? En general, ¿cuál es su análisis del escenario interno del partido?

-En todos los partidos hay incertidumbres, pero el PC los supera. No hay ningún precandidato definido, con la excepción de Guzmán Acosta y Lara, que dijo que quería ser candidato. En Ciudadanos no está claro, puede ser Adrián Peña, puede ser Robert Silva. En Batllistas sonó durante un tiempo el nombre de Munyo, pero luego fue descartado, él mismo dijo que no. Ahora se menciona a Tabaré Viera, se menciona también a Gurméndez, pero no hay nadie que haya dicho dentro de Batllistas que quiere. Y, por último, está la incertidumbre máxima: ¿qué pasa con Pedro Bordaberry? Es un gran capital político del PC y, de todos los nombres que se mencionan, es el más potente, el más instalado. Sigue escribiendo, sigue haciendo declaraciones, sigue participando del debate público. Nadie se atreve a decir qué es lo que va a pasar, nadie se atreve a decir si vuelve o no. De todas las incógnitas que hay que despejar en la política uruguaya, me atrevería a decir que es la más importante. Para el PC es una elección con Pedro Bordaberry y otra elección sin él. Por otra parte, lo que pase en el PC tiene eventuales consecuencias en lo que pase en los demás partidos de la coalición, en particular en el PN y también en Cabildo Abierto (CA).

-CA, por su parte, ha marcado sus diferencias con el resto de la coalición. Lo más resonado estuvo en torno a la reforma de la seguridad social y ahora también se plantearon disonancias alrededor de las medidas de seguridad integral y preventiva. ¿Cómo lo analiza? ¿Esto será más habitual a medida que se acerquen las elecciones o solo se planteará en torno a algunos temas?

-Más habitual de lo que es, difícil. CA no ha dejado de decir lo que piensa desde el día uno. No veo una tendencia creciente, lo que veo es una política sistemática. Tienen diferencias y no las disimulan porque consideran que eso fortalece a la coalición, le da diversidad, esto es lo que dice el propio Manini. Seguramente creen que marcar diferencias dentro de la coalición los puede beneficiar electoralmente. Mi interpretación es que, si marcan diferencias dentro de la coalición y estas no traspasan cierto límite, esto le hace bien a la coalición, la dificultad está en definir ese límite. En cuanto a ellos mismos, esta política de marcar la diferencia también los beneficia si no pasan ciertos límites. Si el electorado de la coalición interpreta que lo que hace CA perjudica a la coalición, esto se transforma en un problema. Tengo la impresión de que los electores de la coalición a veces piensan que CA ha ido demasiado lejos. Por ejemplo, dudo mucho que el electorado de la coalición se haya alegrado de ver a CA votando una ley con el FA, la ley forestal, que después terminó siendo vetada por el presidente Lacalle Pou. O dudo mucho que el electorado de la coalición se haya alegrado de verla al borde de la ruptura por las duras condiciones que puso CA para negociar la reforma de la seguridad social. Dudo que el entorno de la coalición esté feliz con la postura de CA, cuando digo que lo dudo, es que lo dudo, no lo sé, lo sabremos en octubre de 2024. Pero concretamente creo que la mayoría de los electores de la coalición no se alegran de verla sufrir cada vez que CA pone condiciones.


Uruguay, ¿un caso de éxito en América Latina?

-La pasada semana, el medio británico The Economist planteó que “Uruguay está perdiendo su reputación como caso de éxito en América Latina”. Más allá de lo que puede pasar puntualmente con el gobierno dentro del contexto interno, ¿cree que estas cuestiones que allí se mencionan como el caso Marset, el aumento del crimen o el caso Astesiano pueden afectar la reputación del país a nivel internacional?

-La historia de la democracia uruguaya es una historia de éxito, pero esto no quiere decir que no tenga problemas. Por el contrario, tiene problemas, y cada tanto, como en otras buenas democracias del mundo, ocurren escándalos y problemas de corrupción. El “caso Sendic” en su momento, el “caso Astesiano”, o la combinación de los casos de Marset y Astesiano, sin dudas, afectan la imagen de Uruguay. Sin embargo, no creo que lo que ocurrió en su momento con Sendic, ni lo que ocurrió con Marset y Astesiano, invaliden la trayectoria de Uruguay como una de las mejores democracias de la región. Los niveles de transparencia son muy altos, los indicadores de corrupción demuestran que somos uno de los países que menos sufre ese problema en la región. En definitiva, a pesar de los problemas, Uruguay sigue siendo una historia de éxito.


La política uruguaya y su salud de cara a 2024

-Trascendiendo la lógica electoral y pensando más bien en la calidad democrática y de debate del país, ¿cuál es su análisis de la situación de cara a 2024? 

-La competencia electoral es muy interesante, en Uruguay los jugadores son buenos jugadores, los políticos son muy hábiles, siempre es entretenido. Pero lo que más me importa, lejos, es la calidad del juego, la calidad de nuestras prácticas políticas y la calidad de salud de nuestras instituciones políticas. Y desde ese ángulo se abre una gran interrogante en esta elección de 2024, que tiene que ver con cuestionarnos si tendremos una elección sana o cargada de calificativos y de mentiras. La pregunta clave es cuál va a ser el tenor, el tono de la campaña electoral; saber si nos va a dividir aún más, si la gente se va a seguir alejando de la política, si los políticos lograrán hacer una campaña sana donde se diferencien sin mentir y sin agraviar. Por lo pronto, hay algunas señales preocupantes, sobre todo porque en el mundo la política se ha vuelto peor, cada vez se hace un uso más irresponsable de las redes sociales, hay algunas razones para encender luces amarillas y para mirar el año que viene con cierto temor. Ojalá que prevalezca la cordura y la madurez en actores políticos, en militantes políticos y en todos los que participamos de alguna manera en el debate público. La democracia es el bien supremo, y cuidar la calidad de la democracia, la salud del debate público, depende de todos y muy en especial de los líderes políticos.