“Hay un núcleo de pobreza dura que reclama una atención mayor, y en ese caso se ven violentados los DD.HH.”

Nelson Villarreal, secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República


Pese a que Uruguay se encuentra en una posición privilegiada en la garantía de los DD.HH. con respecto a la región y al mundo, “hay algunas situaciones que aún reclaman procesos para que la dignidad humana se consolide”, según dijo a CRÓNICAS el titular de la Secretaría de Derechos Humanos (SDH) de Presidencia, Nelson Villarreal. La pobreza, la violencia intrafamiliar y la situación de las cárceles son algunos ejemplos. Por otro lado, el jerarca lamentó lo que sucede en el fútbol, donde “hay muchos juegos de poder y es necesario que el poder público ponga los límites”, y adelantó que por el momento no vendrán más refugiados al país.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Cómo nace su vínculo con los DD.HH.?

-Desde dos perspectivas. Una es la práctica social, ya que desde los 90 trabajo en derechos de la infancia y la adolescencia, y mi participación en la Iglesia Católica también tenía mucho que ver con los derechos sociales, el compromiso con la gente más vulnerable.

Además trabajé en el tema ambiental y los derechos de las mujeres, y luego en la defensa de los adolescentes en conflicto con la ley, es decir, en las alternativas a la privación de la libertad, que eran fundamentales y lo siguen siendo, porque hoy estamos viendo las consecuencias de la privación de la libertad de estos menores.

También participé en la dinámica de articulación con las ONG, movimientos sociales, sindicales, donde se buscó fortalecer la participación ciudadana, la participación social.

El otro vínculo se dio por lo disciplinar de la filosofía social, la filosofía política. Doy clases de Antropología Filosófica en la Universidad Católica, donde uno de los temas fundamentales es la construcción del concepto de persona y dignidad humana, y en la Universidad de la República soy docente de Historia de las Ideas y de Derechos Sociales, donde trabajo los derechos económicos, sociales y culturales. Siempre he estado comprometido como académico con las reivindicaciones sociales que lleven a la construcción de los derechos fundamentales.

-¿Qué lineamientos se ha planteado para esta gestión?

-En la primera Presidencia de Tabaré Vázquez, yo trabajé como asesor de la Dirección de la OPP (Oficina de Planeamiento y Presupuesto) en las estrategias para el desarrollo, y después en la coordinación de programas con Naciones Unidas, que tenían que ver con la gestión para resultados de políticas públicas con la cooperación internacional.

Cuando me convocaron a mitad de año para asumir el rol que estaba ejerciendo Javier Miranda [ex titular de la SDH, actual presidente del Frente Amplio], yo asumí en un contexto donde había un plan estratégico 2015-2020, al cual le voy a dar un énfasis en cinco ejes que el Consejo Directivo de DD.HH. –integrado por los Ministerios de Desarrollo Social, de Educación, del Interior, la Cancillería y el prosecretario de Presidencia, Juan Andrés Roballo-, me avaló el jueves 1°.

“Hay un deterioro de la autoridad social de las instituciones deportivas”

-¿Cuáles son esos ejes?

-El primero es la relación entre DD.HH. y democracia, es decir, la importancia que tiene visualizar los DD.HH. como construcción de democracia.

El segundo, los DD.HH. y el desarrollo, que implica poder entender que los DD.HH. hacen al bienestar, a la construcción de la economía, no solo del crecimiento, sino de la distribución, y de las formas socioeconómicas que permiten que todos los sujetos puedan desarrollarse.

El tercero tiene que ver con los DD.HH. y la cultura. El jueves 1° lanzamos el mes de diciembre como un mes de reflexión sobre los DD.HH., con un concierto de la Orquesta Filarmónica de Montevideo en el Teatro Solís.

El cuarto eje incluye dos aspectos antropológicamente importantes, que son los DD.HH. y las subjetividades, es decir, cómo nos visualizamos como sociedad, desde dónde construimos la visión del otro, y DD.HH. y espiritualidades, o sea, concientizar de que hay tradiciones espirituales en la sociedad, que el ser humano tiene una dimensión espiritual que puede ser religiosa o no, pero que hace a su condición de derecho.

Por último, el quinto eje es el vínculo entre los DD.HH. y la educación, porque es muy importante poder transversalizar el enfoque de DD.HH. en la educación formal e informal.

-Javier Miranda puso mucho énfasis en ese aspecto durante su gestión, es decir, en educar en DD.HH.

-Exacto, y es uno de los ejes fundamentales, dado que la educación en esta materia es clave. Javier hacía un gran énfasis en esto y nosotros lo continuamos; lo que estoy intentando hacer es darle continuidad al plan estratégico, y a la vez, un énfasis específico.

-¿Y cuál sería la diferencia con la administración anterior?

-Que yo vengo de la filosofía, Javier de la abogacía, entonces tenemos disciplinas distintas sobre un mismo contenido, además de que hay un equipo que viene trabajando desde hace tiempo.

Retomando lo anterior, DD.HH. y educación supone no solamente cómo se construyen esos valores de los DD.HH. en los procesos educativos, sino las relaciones vinculares entre alumnos, docentes, familias, comunidad. Es muy importante porque se ha ido reformulando el rol que se le da al docente, el rol que cumple la familia.

También es necesario fomentar la construcción de la educación en DD.HH. en relación a los medios de comunicación.

“En la estructura del fútbol hay muchos juegos de poder, eso genera caos y es necesario que el poder público ponga los límites”

-¿En qué sentido?

-A través de los medios se instalan imaginarios en la población. La libertad de prensa, la libertad de opinión, no puede por ejemplo fomentar el odio. Yo leía un periódico previo a lo que sucedió en el fútbol [en el clásico del domingo 27 de noviembre suspendido por disturbios], que decía: “Cada cuadro prepara sus armas”, pero no van a una guerra.

Por esto es importante cómo se titula, y que haya un Código de Ética en el marco de una Ley de Medios tiene mucho que ver con garantizar la libertad de comunicación, pero a la vez cuestionar a los medios sobre qué imaginarios están instalando en la sociedad. Desde la SDH consideramos que hay que convocar al análisis, queremos reflexionar con los medios qué productos quieren desarrollar en la cultura.

-¿Cómo evalúa ese episodio en el Estadio Centenario al que hacía mención?

-Yo creo que es el emergente de algo que se sabía que estaba en proceso. Hay un deterioro de la autoridad social de las instituciones deportivas. Los propios hinchas de un cuadro que no entienden que eso es una competencia y no es una guerra, han perdido autoridad social. Y los medios de comunicación muchas veces incentivan el tirar la pelota de un lado para el otro.

-¿Y el gobierno?

-El gobierno de alguna manera construye los instrumentos para canalizar esa situación. El presidente de la República convocó a tener claridad en los límites, en la responsabilidad de todos los actores.

Se están dando fenómenos que no podemos comprender totalmente, que están dentro de la estructura del fútbol, hay muchos juegos de poder, y eso genera caos y es necesario que el poder público ponga los límites, pero también que las instituciones sociales tomen el rol que les corresponde, y que la masa de socios de un club pueda imponerse en la racionalidad de la convivencia respecto a algunos violentos, porque los violentos no son la mayoría, son algunos.

¿Por qué pasa esto? Por un conjunto de factores de deterioro que probablemente estén instalados hace décadas, y que tienen que ver con la forma en que se ha manejado la política con el fútbol, el empresariado con el fútbol, y que hoy aflora como un resquebrajamiento.

-¿Es un problema de límites entonces?

-Yo creo que es un problema de límites, y hay un reclamo de que se deben establecer límites respetando los derechos de todos, hasta de quienes hacen las cosas mal, que en todo caso deben cumplir una pena. Y tiene que quedar claro que es el Estado de Derecho el que debe ser garantizado siempre para poder poner los límites.

“En algunas cárceles hay condiciones de violentamiento de la dignidad humana”

-Según organismos internacionales, Uruguay se encuentra en una posición privilegiada en la garantía de los DD.HH. con respecto a la región, pero ¿qué aspectos habría que mejorar si miramos internamente?

-Uruguay hoy en la región y en el mundo tiene los DD.HH. garantizados en todos los sectores y personas, pero no cabe la menor duda de que hay algunas situaciones que aún reclaman procesos para que la dignidad humana se consolide.

-¿Por ejemplo?

-Los derechos fundamentales están garantizados con claridad, pero quizás en los derechos socioeconómicos hay un pequeño sector que está en el grado de mayor exclusión social, que no tiene vivienda o tiene una vivienda precaria, que tiene sueldos realmente muy bajos, que reclama que se consoliden mejor las condiciones de derechos sociales.

Las grandes reformas llevadas a cabo en los últimos 10 años, como la reforma de la salud, el acceso a la educación en forma más temprana, los programas que fortalecen la autonomía de sectores populares, posibilitaron la inclusión social. Sin embargo, aún hay un núcleo de pobreza dura que reclama una atención mayor, y en ese caso uno podría decir que se ven violentados los DD.HH.

Por otro lado, la violencia intrafamiliar está mostrando que en Uruguay todavía no hay un giro cultural que permita reconocer la convivencia de la vida privada desde otro lugar. No es que esto existe hoy y no existía antes, sino que hoy se está visualizando más, y esto hay que tenerlo claro porque si no parece que ha crecido.

-¿Y la situación en las cárceles?

-El proceso de las cárceles es un tema complejo. Es importante tener claro que hace 10 años había 30-40 personas que estudiaban y trabajaban, y hoy hay 3.500 personas en las cárceles que estudian y trabajan. De todas formas, en algunas cárceles hay condiciones de violentamiento de la dignidad humana.

-Al respecto, el comisionado parlamentario del sistema carcelario, Juan Miguel Petit, dijo a CRÓNICAS que lejos de ser un medio de integración, “el sistema sigue siendo una causa de violencia”. ¿Coincide? ¿Considera importante trabajar este problema desde la perspectiva de los DD.HH.?

-No cabe la menor duda de que desde los DD.HH. hay que trabajar este tema, pero es el Ministerio del Interior el que tiene que trabajar para que las políticas vayan logrando los resultados que se buscan.

Sí creo que coincidimos todos –el Ministerio, Petit y yo- en que el encierro no es la forma de resolver los problemas, entonces, debemos tratar de que esté en las mejores condiciones de dignidad humana posibles, dado que en muchos casos es inevitable.

-¿Ve avances en este tema?

-Yo creo que se han ido logrando muchas cosas, pero sigue habiendo dificultades en lugares donde están focalizados algunos problemas que deben ser resueltos.

Todavía no estoy abordando este tema específicamente, pero es una preocupación y lo más importante desde aquí es sensibilizar a la ciudadanía de que con el encierro no se resuelven los problemas. En ese sentido hay una contradicción: por un lado la gente pide que se encierre a aquel que violenta la propiedad u otras cosas, pero luego no se hace cargo de las consecuencias que se producen con el encierro.


“La decisión de recibir más refugiados a través de una política pública se pospuso”

-¿Cómo evalúa el proceso de inclusión de los refugiados sirios?

-Lo primero es aclarar que las cinco familias que llegaron, lo hicieron en el marco de una política de refugiados –en el país hay más de 190 refugiados-. Lo que hemos hecho desde que comenzamos ha sido cerrar el proceso para que el programa de atención a las familias sirias pase a la CORE (Comisión de Refugiados) del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Estamos tratando de que el esfuerzo grande que se hizo en el período de Miranda de ejecutar un programa de recepción y de inserción continúe. En noviembre se les extendió a los refugiados la asistencia por un año, que se va a ir reduciendo sistemáticamente.

En cuanto a la inclusión, tres de las cinco familias están muy bien insertas, pero las otras dos tienen ciertas dificultades, algunas de salud, otras de inserción.

-¿Hay probabilidades de que vengan nuevos refugiados? El gobierno anterior se había comprometido a recibir más familias.

-La decisión es que por ahora no van a venir más refugiados. El país no se cierra a la llegada de refugiados, pero la decisión política de recibirlos de manera sistemática a través de una política pública se pospuso hasta poder evaluar el proceso.