Adriana Delfraro: “Es necesaria una mayor disminución de la movilidad para ver un efecto en los contagios”

Adriana Delfraro, viróloga de la Facultad de Ciencias (Udelar) e investigadora del Pedeciba


De acuerdo con diversos informes de investigadores dedicados a analizar datos del covid-19, tanto en Uruguay como en el exterior, “el incremento de la circulación viral es bastante coincidente con el aumento de la movilidad en la población”, indicó la experta a CRÓNICAS. En la misma línea, dio a entender que esto explica la necesidad de disminuir la propagación del virus con medidas más severas. Además, opinó acerca del proceso de vacunación y advirtió que todavía queda camino por recorrer para comenzar a ver sus resultados.

Por Magdalena Raffo | @MaleRaffo

-¿Por qué cuesta bajar la cantidad de contagios diarios de covid-19? ¿Las medidas tomadas son insuficientes?

-Lo que se está observando es que, a pesar de que ha habido cierta baja en la movilidad en estos días, la tasa de contagios ha aumentado mucho. Ahí surge la discusión entre algunas medidas un poco más fuertes que se han recomendado esencialmente por parte del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) y las consideraciones del gobierno.

Uno puede opinar desde el punto de vista virológico, pero, obviamente, cuando se trata de medidas de otro tipo entran a jugar otras opiniones, presiones, cada grupo de interés tiene su visión de lo que es indispensable y lo que no, y es bastante difícil.

Yo creo que al haber llegado a una forma de contagio como la que se empezó a tener desde hace unas semanas a esta parte, no alcanza con decir que estamos vacunando bien o rápido. Es decir, poner toda la expectativa en esperar a que comience a visualizarse el efecto por la cantidad de personas vacunadas no parece ser el mejor camino para bajar los contagios, eso debería acompañarse con alguna otra medida.

-¿Por ejemplo?

-Preferiría no entrar a decir qué medidas hay que tomar, porque yo tengo una visión que es parcial y no me parece que en este momento sea sano que cada uno desde su lado esté diciendo lo que hay que hacer.

Lo que puedo decir es que de los planteos que hizo el GACH en febrero, algunos se tomaron y otros no, entonces me remito a ese trabajo, que fue hecho de una manera muy interdisciplinaria.

No creo que yo haga ningún aporte agregando medidas que pienso que se pueden tomar, porque lo importante acá es tener una visión multidisciplinaria del problema. El menú de cosas a hacer fue presentado, después se tomaron algunas de las recomendaciones que se hicieron en aquel momento. Es una decisión política.

-¿A qué atribuye el marcado aumento de casos de las últimas semanas?

-Esos eventos epidémicos no son inusuales, los hemos visto en varios lugares, en diferentes momentos, y probablemente se deban a una combinación de diversos factores.

Tenemos un montón de gente en actividad y el comportamiento de la epidemia no escapa a cosas que se han visto en otros países. Generalmente son cuestiones que están relacionadas no solo con el virus, sino también con el modo en el que la gente se mueve, la adherencia a las medidas y alguna variante que ya esté circulando en nuestro territorio.

Hay países que iban muy bien y que de repente, entusiasmados por los beneficios que se empezaban a ver de las vacunas, comenzaron a abrir de nuevo las actividades y ahora atraviesan crecimientos importantes de casos.

-¿La reducción de la movilidad sería útil para lograr una disminución de los contagios o no necesariamente?

-Hay algunos estudios que han difundido colegas que trabajan en la parte de datos, incluso de otros países, que indican que el incremento de la circulación viral es bastante coincidente con el aumento de la movilidad en la población. Por lo que se ha visto, es necesaria una mayor disminución de la movilidad para ver un efecto de aquí a unos días en los contagios.

Además, hay que tener en cuenta que si se hace algo hoy, recién vamos a ver un beneficio en 14 o 15 días, por lo tanto, cuanto antes se traten de reforzar las medidas, más pronto vamos a ver los efectos.

Asimismo, no tenemos que olvidarnos que se avecina una temporada de otros virus respiratorios y se acerca el invierno, donde uno normalmente está más en ambientes cerrados.

-¿Considera que hubo un afloje por parte de la gente en el cumplimiento de las medidas?

-Uno ve a su alrededor y hay actividades que no se han detenido, pero no hablo de la gente que tiene la necesidad de salir a trabajar sino de reuniones, fiestas, cumpleaños, irse a pasear a otro departamento. Se sabe que la población está golpeada, cansada y es complicado, aunque también es cierto que hay un montón de actividades que no son esenciales, que la gente las sigue realizando.

“Hay un montón de actividades que no son esenciales, que la gente las sigue realizando”.

-¿Cómo evalúa el ritmo de vacunación hasta el momento?

-El ritmo de vacunación que tenemos es bueno, eso es innegable. Los uruguayos realmente se han convencido de la necesidad y de los beneficios que tiene vacunarse. Sin embargo, me da la impresión de que nos olvidamos que no necesariamente el estar vacunado, y menos en este contexto epidemiológico, reduce la transmisión.

Por más que uno esté vacunado no puede dejar de cumplir con las medidas y pensar que ya no va a infectar a otros ni se va a contagiar. Todavía es necesario que haya un porcentaje mucho mayor de gente vacunada y que pase más tiempo para que las vacunas a nivel poblacional empiecen a tener un efecto.

-¿Está comprobado que las vacunas reducen la transmisión?

-En realidad, cuando se hicieron los ensayos clínicos, ninguna de las vacunas demostró que redujera la transmisión, o sea, ese no fue uno de los objetivos de los estudios. Sí es cierto que con algunas de ellas se ha visto en el campo –en la vida real- que cuando se alcanza un nivel alto de vacunación en la gente, hay una reducción en la transmisión y, concomitantemente, en las hospitalizaciones y en los casos graves.

El problema es que con el nivel de circulación que tenemos ahora eso no lo vamos a ver porque las dos cosas tienen que marchar juntas: bajar un poco la circulación y seguir vacunándonos a buen ritmo.

Hay que tener, como mínimo, un 70% o un 80% de la población vacunada. Cuanto antes se llegue, mejor. Vamos muy bien, pero recién se está empezando a dar la segunda dosis de algunas de las vacunas. La primera dosis no te asegura la inmunidad completa y mucho menos detener la transmisión. Todavía queda  camino por delante.

-¿Está garantizada la seguridad de todas las vacunas que se aplican en Uruguay?

-De los datos que se tienen al día de hoy, hasta donde yo sé, de las vacunas que se han aplicado en Uruguay, no hay reportes de consecuencias adversas graves. Sí ha habido algunos efectos menores como puede ser un pico de fiebre, cansancio, dolor o inflamación en la zona de la vacuna, pero hasta el momento no se han reportado reacciones alérgicas severas ni ha sido necesaria atención hospitalaria.

-¿Es posible que las personas deban seguir vacunándose contra el covid-19 cada año como pasa, por ejemplo, con la vacuna de la gripe?

-Sí, es una posibilidad, todavía no lo sabemos. Lo que se ha observado ha sido que la mayoría de las vacunas son eficaces contra las variantes nuevas que están apareciendo, algunas con menor o mayor eficacia, pero este es un camino que tenemos que ir viendo cómo se va desarrollando.

Parte del caldo de cultivo para que empiecen a aparecer variantes complicadas o resistentes o que luego no sean bien neutralizadas por la vacuna, tiene que ver con la circulación del virus. Quiere decir que en la medida que se deja al virus circular y correr a gran velocidad entre las personas susceptibles, se le están dando más chances de cambiar y de que eventualmente surjan variantes.

Por eso, vuelvo a lo que decía al principio, hay que tener en cuenta las dos cosas, tanto la vacunación rápida como la importancia de bajar la circulación.

Si fuera necesario, en años subsiguientes quizás sí haya que hacer algún refuerzo al estilo de lo que pasa con la influenza, anual o bianual –eso se va a ver sobre la marcha-.


“Uno no puede discutirles a los que están trabajando en la primera línea”

-Varios sindicatos médicos han solicitado que se tomen medidas más drásticas, alertando por una posible saturación del sistema de salud y en particular de los CTI. ¿Son planteos atendibles?

-Creo que las personas que están trabajando a nivel asistencial y en los centros de tratamiento intensivo son las que tienen la palabra en ese aspecto, no tengo dudas de las alertas que están planteando y de ninguna manera me atrevería a negarlo.

Yo personalmente no estoy en el área asistencial y confío en que cuando ellos plantean esa situación no están exagerando ni mucho menos, son datos que se están monitoreando día a día.

-¿Cómo es esa realidad?

-La realidad es que el paciente con covid-19 que entra a un CTI, en la mayoría de los casos, no sale rápidamente, sino que pasa largos días de internación, donde se recupera o fallece. O sea, cada persona que entra a ocupar una cama de CTI no se queda por dos o tres días, generalmente son varios días y luego pasa a la parte de cuidados intermedios, que también lleva mucho tiempo. Hay gente que tiene secuelas, problemas para recuperarse, y ese proceso no es tan rápido.

Por ende, se entiende la preocupación y se comparte. Uno no puede discutirles a los que están trabajando en la primera línea. Esos números son los más fríos y más realistas que puede haber, no hay nada inventado y no hay ninguna persona que sea ingresada de manera innecesaria a un centro de tratamiento intensivo.