Daniel Buquet y Mauro Casa abordaron la denuncia a Yamandú Orsi desde la teoría política. El dúo de politólogos analizó el impacto en el candidato, la posibilidad de que haya sido una “operación orquestada” y el fenómeno de “las filas” de dirigentes o militantes encargados del “trabajo sucio”.
Por Jerónimo López Ferrari
La denuncia de una mujer trans contra el precandidato por el Frente Amplio, Yamandú Orsi -por lo pronto favorito en la interna de la fuerza de izquierda según las encuestas más recientes, hasta antes de la acusación-, tomó por asalto el espacio mediático y revolucionó a la opinión pública en su conjunto, al espectro político y a las redes sociales.
El hecho despertó diferentes interpretaciones en la sociedad, muchas de las cuáles lo encasillaron como parte de una “campaña sucia” u “operación”, incluido el grueso del Frente Amplio, quienes opinaron que los fines son puramente políticos. Para el politólogo Daniel Buquet, el concepto no es nuevo para la teoría política: una de las variantes de la “campaña sucia” es “hacer acusaciones de tipo delictivo o moral” con referencias a hechos “inexistentes o improbables”, cada vez más frecuentes. Sin embargo, la literatura que estudia este tipo de ataques “no tiene ningún tipo de evidencia concluyente de que generen resultados favorables para el atacante o negativos para el atacado, ni de que sea una estrategia efectiva”. A su vez, en palabras de Buquet, la academia concluyó que “sí producen efectos en reducir la participación electoral y en deteriorar la adhesión a la política democrática de la ciudadanía”.
El precio político y el golpe democrático
Para el politólogo Mauro Casa aún es muy pronto para medir el impacto que tuvo la denuncia puesto que no hay encuestas disponibles que la recojan. Así, “no es seguro si hay personas que puedan estar modificando su intención de voto o si hay personas que están cambiando su percepción sobre el candidato, que son cosas distintas”, expresó.
Sin embargo, en su lectura reconoce que el tema es particularmente delicado para el Frente Amplio por su “posicionamiento ideológico”. La fuerza política, en opinión de Casa, tiene un compromiso en “la defensa de las personas trans, la violencia de género y una definición antipatriarcal” como principios fundamentales, y este posicionamiento genera derivaciones prácticas como tomar una “posición bastante rotunda” en denuncias de este tipo, con el postulado de “creerle siempre a la víctima”. En este sentido, los frenteamplistas están en una suerte de brete ideológico y “el completo alineamiento detrás de una versión” no parece lo más razonable en “una denuncia que despierta muchas suspicacias y no está para nada resuelta”.
A pesar de lo anterior, para Casa ya hay sospechas y dudas instaladas sobre el candidato “a nivel reputación” que no existían hace una semana, y amenaza la carrera del político que hasta ahora se forjó basada “en su propia personalidad, en ser una figura de diálogo, que despertaba un aire bonachón de canario simpático” y trascendía las filas del FA. Incluso un escenario en el que desde el punto de vista jurídico “no haya una conclusión contundente” antes de finalizada la campaña electoral podría perjudicarle, ya que “no tendría la posibilidad de demostrar su inocencia ante la justicia” y “van a persistir las incógnitas”, con “la palabra de los involucrados” como único insumo para generar un juicio “ante un manto de dudas”.
Daniel Buquet también es politólogo y comparte la opinión de Casa: las consecuencias son “el final de la historia”, pero la denuncia en sí “ya las genera”. Sin embargo, analizó la “verosimilitud de la denuncia”. En su lectura, la acusación “es poco verosímil” porque, en general, “no ha habido entre la gente y tampoco apareció a continuación” referencias a que Orsi tuviera el comportamiento habitual de ser cliente de la prostitución. En el caso de Gustavo Penadés, por ejemplo, “sí circulaba la versión de su preferencia por jóvenes”, dijo a CRÓNICAS.
Además, Buquet planteó que mientras no se dilucide este asunto el impacto se mide en función “de lo que crea la gente”, pero al ser poco verosímil “la gente va a tender a creer más en Orsi que en la denunciante, y no debería afectar mayormente sus chances electorales”. Eventualmente, podría “revertirse” el efecto si la gente piensa que la acusación se originó en el Partido Nacional, dónde si bien dicen “que de ninguna manera han participado en operación alguna”, tampoco transmiten la convicción “de que la denuncia es verdadera”.
Sin embargo, en su visión, el golpe principal se lo lleva la democracia y la institucionalidad, ya que cuando esta dinámica de acusaciones cruzadas “pasa a ser la tónica de la campaña” la gente confía cada vez menos en los políticos. Casa cree que si la justicia lo comprueba “en realidad se transparenta la democracia” pero, en el caso contrario, “sube el costo de la política para mucha gente interesada en participar”, “desprestigia la clase política” y “empeora el nivel de confianza en las instituciones” en un sistema basado “en la confianza”.
Agitadores y claroscuros
Sin embargo, antes de realizar la denuncia, la primera en hacerlo público fue la militante del Partido Nacional, Romina Celeste Papasso, con algunos errores que después corrigió. En suma, para los analistas aparecen “ciertas incongruencias” que generan suspicacias.
Una de esas incongruencias anida en la propia figura de Papasso. Según Casa, la militante “se caracteriza por tener un manejo violento en su forma de comunicar” y en muchos casos del pasado lanzó “acusaciones sin demasiado sustento en la realidad”. Esto se vincula a un fenómeno de la política uruguaya “bastante frecuente” en el que aparecen “segundas o terceras líneas de militantes o dirigentes” encargadas del “trabajo sucio” que, con el permiso de su facción, lanzan “acusaciones indemostrables” amparados en su autoridad y posición.
Buquet también detecta que a veces se dan operaciones políticas “hechas por marginales de la política”, no el comando principal sino “un grupito de gente suelta” con el apoyo de “las redes sociales, que antes no existían”.
Como motivo de dudas adicional, para Casa “muchos dicen” que se denuncia deliberadamente “al filo de la prescripción judicial” para que legalmente no haya consecuencias pero exista un impacto directo en la ética y moral del candidato ante la opinión pública y los medios. Al mismo tiempo, otras dudas provienen de “haber detectado cuentas falsas en redes sociales” asociadas a México y configuradas para hablar del tema en internet, con la sospecha de que alguien “puede haber alguien que haya puesto dinero para instalar el tema”.
Todos estos motivos hacen pensar “en un trasfondo político”, dijo Casa, lo que genera que “lamentablemente la denuncia, en términos de la campaña, termine siendo secundaria” cuando si es real o no debería ser “lo único que nos importe”.
La teoría del trabajo interno
Una de las teorías que ganó fuerza respecto a la idea de que sea una “campaña sucia” es que provenga desde las propias filas del Frente Amplio, debido a la pareja y reñida interna en el partido de cara a las elecciones de junio. Ambos politólogos tienen poca confianza en esta interpretación.
Para Casa, si bien ha habido casos históricos de este tipo en la historia de Uruguay en internas “ríspidas”, “no ha sido habitual” y -de confirmarse que se trata de una campaña malintencionada-, estaríamos ante un suceso “inédito en la política uruguaya” por su nivel de preparación, “con una víctima que no sería víctima” y “una problemática que padece el colectivo trans” utilizada por la política para hacerle daño a uno de sus actores. De todas formas, de ser un trabajo interno, “sería un problema para todo el Frente Amplio” ya que “no es buena noticia para Carolina Cosse” -ni ningún otro candidato- que Orsi quede manchado como candidato, ya que “aunque le permita ganar la interna, las elecciones nacionales serían cuesta arriba” si “cae en desgracia el favorito de la izquierda”.
Buquet descarta por completo esta lectura. En su visión, “en el FA no se da crédito a esta posición ya que los rivales internos de Orsi lo apoyan” en lugar de, como mínimo, darle “algún grado de credibilidad”. Cree que creer en esa teoría sería asumir “que lo único que importa es la interna”, y no sería rentable “capitalizar esta situación solamente en junio”, pero no en octubre. “La denuncia en sí es inverosímil, pero que haya surgido de filas aliadas es más inverosímil aún”, acotó.