Agustín Iturralde, director ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo
Los dos grandes hitos de este primer año de gobierno de Yamandú Orsi serán la Ley de Presupuesto y la ronda de negociación salarial, donde, al entender de Iturralde, se juega la autoridad de Gabriel Oddone como propietario y líder de la política económica del quinquenio. Así lo explicó en entrevista con CRÓNICAS, en la que además criticó la última compra del Instituto de Colonización por más de US$ 30 millones y dijo que, si la tónica de la asignación de recursos va a ser como esa decisión, “estaría muy preocupado”.
Menú: En la confortable cava de La Corte, el entrevistado degustó corvina rubia con manteca de hierbas y puré de zanahoria, que acompañó con aguas sin gas. De postre, eligió flan con dulce de leche y un café.
-¿Qué se juega este gobierno en su primer año, desde el punto de vista de la economía política, con la Ley de Presupuesto y la ronda de Consejos de Salarios?
-Se juega mucho. Es un año que definen cinco y creo que se juega la autoridad de Gabriel Oddone como propietario y líder de la política económica en este período y hasta dónde él va a poder hacer. Escuchando y leyendo lo que el actual ministro escribió y dijo, y escuchándolo estos meses, uno puede imaginarse cuál es su convicción sobre lo que tiene que ser el presupuesto y la negociación salarial. Y creo que es muy consciente de las restricciones que tenemos en ambos frentes, y a la vez, eso se enfrenta con las expectativas de un Frente Amplio (FA) que vuelve al gobierno con muchas promesas relevantes que implican aumentos de gastos, donde claramente hay una tensión muy nítida. En cómo sale esta pulseada se juega la autoridad con la que Oddone va a seguir ejerciendo su cargo en los próximos años y también se juega hasta dónde tenemos un gobierno que sea capaz de priorizar realmente a los más vulnerables y no a los que tienen más capacidad de ruido, lobby o presión.
-Pero ¿eso no es algo que ocurre en la mayoría de los períodos?
-Creo que ocurre muy seguido, con distintas prevalencias. Por ejemplo, el rol de la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE) o de los sindicatos docentes no es privilegiar el interés general, su rol es priorizar sus ingresos y defender sus intereses. Y es legítimo que así sea y es importante que eso suceda en la democracia. Ahora, cuando eso tiene mucho peso permanentemente en términos de economía política, se terminan tomando decisiones que no son ni las más eficientes ni las más justas. Yo tengo dudas importantes y un temor en ese sentido, porque creo que hay una posibilidad de que volvamos a ir hacia una asignación de recursos con mucho peso. Lo que acabamos de ver con el Instituto de Colonización haciendo una compra por más de US$ 30 millones, es un ejemplo. Colonización es un ejemplo emblemático de recursos mal asignados donde se destina mucho dinero que se utiliza de forma ineficiente para unas pocas personas con un gran storytelling romántico y capacidad de presión, que son los famosos colonos. Claramente con esa misma plata se podrían hacer muchísimos realojos de gente que vive en asentamientos o reforzar partidas a la primera infancia de forma muy significativa a decenas de miles de niños. Si la tónica de la asignación de recursos va a ser lo que vimos con Colonización, estaría muy preocupado. Imagino que fue en el marco del fallecimiento de Mujica, un tema romántico y un gesto, y que Oddone tiene claro que no es así como se debe asignar. En definitiva, se juega mucho este año, y se juega la fortaleza del ministro de cara a los próximos cinco años y una señal muy importante de cuál va a ser el criterio para la asignación de recursos.
-¿La agenda de Oddone es la misma que la del partido de gobierno?
-No quiero ponerme en el rol de analista político, pero si me baso en lo que dicen las bases programáticas y en lo que dice el libro de Oddone, es claro que no. Siendo generoso, veo énfasis muy distantes, siendo directamente divergentes.
-Por lo que dice, usted entiende que hay una puja sobre hacia dónde debe estar enfocado el presupuesto y lo que se pretende de la negociación salarial. ¿Qué desenlace imagina de este año, teniendo en cuenta lo que menciona?
-Me cuesta dar pronósticos y no lo tengo claro. Lo veo bien parado a Oddone, creo que es muy consciente de todo esto y creo que tiene el respaldo de Yamandú Orsi y de Alejandro Sánchez. Ahora, también es clarísimo que la base política y social del FA espera otra cosa. Yo creo que este primer año, Oddone puede terminar logrando algún equilibrio que le permita salir. Quizás me preocupa más este primer año la negociación salarial que lo fiscal, porque una negociación salarial no prudente, sería una invitación a volver a destruir empleo rápidamente. Veo una sana preocupación por los salarios sumergidos, que es de los problemas más grandes del país, pero pretender que, presionando los salarios en la negociación, suban sin que eso tenga algún costo sobre la cantidad de puestos de trabajo, va contra toda la evidencia disponible y en particular contra la evidencia del último quinquenio que gobernó el FA, donde se destruyeron muchos puestos de trabajo. Las soluciones deben venir por otro lado. Creo que el PIT-CNT está muy afirmado, se sienten muy empoderados y creen que llegó la hora de presionar. Veremos. Venimos de un quinquenio con una buena recuperación de puestos de trabajo, una recuperación moderada del salario, pero es un equilibrio muy delicado.
-Los salarios sumergidos constituyen uno de los grandes problemas que tiene el país, al igual que el magro crecimiento de la economía. Se han hecho propuestas y diagnósticos en torno a esto último, pero luego termina sin ser abordado. ¿Por qué cree que pasa eso?
-Porque ese diagnóstico es algo en lo que coincide la élite intelectual del Uruguay, pero no es una demanda social. No hay una demanda social para que se lleven a cabo reformas que nos hagan más competitivos y productivos. Y, de hecho, muchas de esas reformas tienen costos políticos. Entonces, yo creo que la necesidad que tenemos es hacer reformas que mejoren la rentabilidad económica y social, lo que implica tocar intereses.
-¿Cómo cuáles?
-En el CED hablamos de reformas procompetencia y la cantidad de mercados con barreras a la competencia, prohibiciones y problemas regulatorios. Cada uno de esos mercados implica tocar intereses y que haya un empresario o grupo de empresarios que no van a poder seguir trabajando como lo hacen y que tengan que ajustar su forma de producir. Eso, individualmente, no es políticamente interesante, porque no hay ninguna demanda para liberalizar la comercialización de combustibles para pagar menos la nafta. No hay una demanda social de abrir la economía para poder pagar un poco menos por los productos, porque no es algo que esté a la vista, y a la vez hay un culto, que es saludable, a la estabilidad y a la tranquilidad. Creo que va llegando la hora de que, si no se impulsan otro tipo de reformas, vamos a llegar a niveles de frustración elevados. Ya hay algunos síntomas. Cuando se miran los niveles de satisfacción con la democracia, Uruguay sigue marcando muy bien, pero ha tenido algunos retrocesos. En cuanto a la participación en elecciones, este fue el período más frío del último tiempo. En Montevideo votó menos gente que hace cinco años, y no vive menos gente que en 2020. En ese sentido, creo que esta es la explicación de por qué ese diagnóstico que se hace tanto, no tiene una correspondencia clara en la práctica, aunque en el pasado gobierno se hicieron cosas en este sentido, como la reforma de la seguridad social, decisiones procompetencia y mejoras en algunos mercados.
-Uruguay en el último quinquenio creció un 1,3% en promedio anual. ¿Se podría haber fomentado un mayor crecimiento, más allá de lo contextual marcado por la pandemia, la sequía y la brecha cambiaria con Argentina?
-Casi todas las cosas que se hicieron fueron en el sentido correcto. Me es muy fácil como economista decir algo evidente, pero me hubiera gustado que algunas de esas cosas tuvieran otra velocidad y que fueran más profundas.
-¿Se refiere a la reforma de seguridad social?
-Sí. No tengo dudas de que el proyecto que envió el gobierno al Parlamento fue mucho mejor del que salió. Hoy estamos discutiendo sobre la Caja de Profesionales con urgencia porque no se permitió una solución para ello. También, en cuanto a la solución al combustible, lo que tenemos es mejor a lo que había. Se valora poco y entre colegas no es muy popular, pero tenemos un nivel de transparencia sobre el tema que no teníamos. Además, la portabilidad numérica es el ejemplo de manual de para que haya o no competencia. Lo que se permitió fue que los clientes tuvieran mayor capacidad de elección y el resultado claro es que el precio de los datos se desplomó rápidamente y que Antel sigue firme. En el gobierno pasado, el diagnóstico y el rumbo fueron correctos.
2024: “No hubo un gran carnaval electoral como en otros años”
-En cuanto al apartado fiscal, el gobierno pasado cerró el 2024 con la noticia del aumento del tope de endeudamiento, uno de los tres pilares que fijaba la nueva regla fiscal. ¿Cómo se explica ese incumplimiento?
-Cuando se miran los datos fiscales, no hubo un gran carnaval electoral como en otros años, pese a que hubo un deterioro del resultado. Se subestimó la baja de la inflación, que el Banco Central del Uruguay (BCU) fue más exitoso de lo que muchos creyeron y se negociaron salarios públicos asumiendo otro número de inflación. Los números fiscales muestran que hubo una subestimación de la inflación y los ingresos por impuestos estuvieron bajos todo el año, se empezaron a recuperar recién al final del 2024 y hay varias explicaciones posibles. En definitiva, es notorio que el deterioro fiscal que se dio está más fundamentado en reducciones de los ingresos y en subestimación de la inflación, que en un carnaval electoral que no sucedió.
“Uruguay es el que menos paga de tasa de interés porque hubo una reforma previsional y una regla fiscal”
-¿El relato contrapuesto entre oficialismo y oposición acerca de la situación fiscal es típico de un primer año de gobierno?
-Los datos están ahí. Estamos discutiendo en el margen y entre 20 economistas que seguimos el tema. Está claro que hubo una regla fiscal que se cumplió durante cuatro años y que no se cumplió en el último y está claro que tenemos un desvío de la regla que debe ser subsanado. También está claro que el número es mejor del que se recibió en muchos sentidos, el dato observado es mejor, el estructural es mejor aún y lo que paga Uruguay de tasa de interés es mucho menor en términos relativos. Uruguay hoy es el que menos paga de tasa de interés y eso es porque hubo una reforma previsional y una regla fiscal, que hacen que hoy eso sea así. No es importante lo que opinemos nosotros, lo importante es el mercado, que es el que compra la deuda uruguaya. Un dato objetivo es que todos, tanto calificadoras como quienes compran la deuda uruguaya, tienen una opinión mejor que en 2019.