“Si Uruguay sigue con una educación fragmentada por niveles, no podrá sostener la reforma educativa a la que aspira”

Renato Opertti, experto en educación y miembro de Eduy21

El debate sobre la reforma educativa ha tomado gran preponderancia en los distintos sectores de la sociedad. Con este escenario como marco, CRÓNICAS dialogó con Renato Opertti, integrante del Comité Académico de Eduy21 y decano de la Escuela de Posgrados de la UCU, quién profundizó en la actualidad de esta área y sus objetivos a mediano y largo plazo. 

Por Antonella Echenique | @Echenique_Anto

Reformar la educación fue una de las principales promesas que realizó el gobierno en su campaña electoral. Sin embargo, en el camino –principalmente en los últimos meses- el tema se tensionó por la oposición de los sindicatos de la enseñanza. A pesar de esto, algunas medidas comenzarán a implementarse a partir del 2023.

Ante ese escenario, y al ser consultado por CRÓNICAS, Opertti señaló que, históricamente, el país no tuvo un sistema educativo “como tal”, sino que ha tenido instituciones que velan por diferentes partes del segmento educativo. Por lo tanto, considera que la política educativa ha estado “desparramada” entre algunas instituciones, como el Ministerio de Educación y Cultura (MEC), la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y la Universidad de la República (Udelar). “Uruguay carece de un sistema educativo y, a nuestro criterio, es un factor de mucha relevancia ya que tenemos la dificultad de construir políticas educativas sostenibles, relevantes y efectivas en el tiempo”, reflexionó el especialista. 

Transformativa e integral 

Según Opertti, el gobierno está llevando adelante dos miradas: una transformativa y otra integral. En este aspecto, comentó que desde la transformación el país avanza hacia la educación basada en desarrollar las competencias, donde algunos se enfrentarán a diversos desafíos en su vida. En cuanto a lo integral, explicó que se busca romper con el fraccionamiento de los niveles y ofertas, con la idea de una mirada mucho más centrada en la provisión de los alumnos en el sistema, más que en los propios niveles. Asimismo, dijo que “los otros potenciales valores se desdibujan cuando uno observa que la transformación educativa tiene una manera de concretarse que no es ajustable a los tiempos, y a los procesos que requiere decantar una transformación”. 

A modo de ejemplo, dijo que a nivel mundial los cambios tienen determinada “decantación” de diseño, desarrollo progresivo e involucramiento de diversos actores.

En la misma línea, indicó que estos procesos requieren tiempo y no pueden ser forzados. “La prisa, a veces, no es el mejor aliado”, afirmó.

En este caso, opinó que “sí existe una necesidad de fortalecer la capacidad de planificar los procesos de cambio a mediano y largo plazo, considerando tejer los elementos que hacen a la transformación de las características integrales que se propone la ANEP”. 

Por otro lado, este cambio es muy atento y detallado, ya que apunta a la vulnerabilidad socio-económica. “Los alumnos con menor capital social y cultural son los más perjudicados con respuestas educativas irrelevantes y poco empáticas”, puntualizó.

Asimismo, Opertti reafirmó la necesidad de reforzar las políticas de protección y desarrollo socioeducativo curricular en dirección a los sectores más vulnerables con foco en las redes de protección social y educativa. 

La era digital en la educación 

Opertti considera que las tecnologías de educación deben ser integradas en una propuesta donde exista una complementariedad entre la formación presencial y virtual, para así  potenciar y aumentar los aprendizajes y, a la vez, atender la diversidad de alumnos. “Las tecnologías no son una cuestión de aditamento, sino de anexo como parte de encarar y repensar los ciclos educativos”, señaló.

Agregó que “tenemos la necesidad de avanzar hacia una educación híbrida, donde cada uno integra la presencialidad y la virtualidad para expandir y sostener el proceso de aprendizaje sin umbrales, sin fronteras, con diversidad de ambientes y procesos que se dan a nivel formal e informal”, aseguró. 

Una visión integral de cambio

Por otra parte, subrayó que lo fundamental es apuntar a tener una visión integral de cambio. “Seguimos con una visión que aspira al cambio, pero cuando uno visualiza el proceso, sigue siendo muy fragmentada”, afirmó. 

Al final, señaló que “si Uruguay sigue con una educación fragmentada por niveles, no podrá sostener la reforma educativa a la que aspira”. 


Expectativas a mediano y largo plazo

Consultado sobre las expectativas, dijo que se imagina un sistema educativo sin barreras, sin fraccionamientos y sin divisiones tajantes entre unos y otros, donde convergen los diversos actores, el Estado y las instituciones públicas y privadas para darle a cada alumno una “fortuna real” de educarse y aprender con independencia, señaló.

Asimismo, dijo que proyecta una educación más receptiva para formar a las nuevas generaciones. “Uno ambiciona a que puedan vivir en un futuro más sostenible y justo, donde la educación sea una palanca de justicia social y más democrática”, apuntó.

Además, destacó la importancia de formar a la persona para que sea libre y pueda ejercer con un pensamiento autónomo y creativo, sin prejuicios.