300 años de Adam Smith: el fin de la falsa contradicción entre su ética y su economía

Más allá de la caricatura

El Centro de Estudios para el Desarrollo (CED) organizó el pasado martes un diálogo en el marco de los 300 años del nacimiento de Adam Smith. El mismo tuvo lugar en el Bar Tabaré y contó con la exposición de Hernán Bonilla, fundador y presidente del CED, y Germán Deagosto, director de la Licenciatura en Economía de la Universidad Católica. La instancia contó con un muy buen marco de público y tuvo como principal objetivo conocer más sobre la vida y el legado del filósofo escocés.

Sobre las 19 horas, en la esquina donde se unen José Luis Zorrilla de San Martín y Tabaré, en el barrio de Punta Carretas, comenzó el día martes una reunión donde a pesar de un clima distendido, se estarían tocando diversos temas “de fondo” vinculados al autor escocés popularmente conocido como “el padre de la economía”.

Allí comenzó la oratoria Deagosto, quien advirtió que lo que junto a Bonilla tratarían de hacer sería “sacar de la caricatura” a Smith, abordando lo que la escuela alemana histórica caracterizó como “el problema de Adam Smith”. Tal concepto se refiere a la existencia de una “contradicción irreconciliable” entre su postura en su obra “La teoría de los sentimientos Morales” y “La naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”.

Haciendo referencia a su cátedra de filosofía moral, Bonilla comentó que Smith la dividía en teología, jurisprudencia, ética y economía. En relación a lo primero no quedaron registros, en cuanto a lo segundo solo apuntes de estudiantes, y en referencia a la ética y a la economía publicó respectivamente los mencionados “La teoría de los sentimientos Morales” y “La naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”.

“La teoría de los sentimientos Morales” 

Se caracterizó a esta obra como enfocada en la ética y se destacó que a través de ella el erudito escocés buscaba entender por qué la sociedad aún con tantos intereses y voluntades distintas no se desintegraba. En otras palabras, la incógnita estaba marcada en el hecho de por qué socializamos, producto de lo cual planteó la emergencia del concepto de “simpatía”, lo cual, según Deagosto, en la actualidad puede ser entendido como “empatía”. 

Tal mecanismo fue caracterizado como la capacidad de proyectarse en el lugar del otro, acción a partir de la cual se da paso hacia la construcción de una especie de espectador imparcial, que posteriormente cada uno utiliza para saber si los actos y las decisiones que enfrenta son correctas o incorrectas moralmente.

Deagosto valoró la importancia de tal perspectiva en el presente, poniendo en diálogo las dificultades que se enfrentan ante la búsqueda de llevar adelante debates de ideas con un carácter receptivo y ordenado. “Podemos tener nuestra propia cosmovisión, pensar cosas diametralmente opuestas, pero tenemos que hacer el esfuerzo de leer o interpretar al otro en lo que son sus luces y no sus sombras”, concluyó.

La naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”

Dicha obra, según fue subrayado, busca centrarse en la esfera material, asociándose consecuentemente con la existencia de la división del trabajo. Desde tal visión, se puso énfasis en que interactuamos con extraños como producto de que nos motiva el interés propio, lo que termina por decantar en el hecho de que la cooperación y el interés propios no son inconsistentes.

La necesidad de cooperar con el otro extraño emana del hecho de que este produce algo que nosotros no. Este escenario de división del trabajo y de interacción en términos de comercio, potencia la productividad, lo que en definitiva refleja la riqueza, la cual Smith caracteriza en oposición a los metales preciosos, visión habitual en la época. 

La división del trabajo, elemento que se entiende como motor de la productividad y por ende del crecimiento de la riqueza de las naciones, es al mismo tiempo, según conceptualizó el teórico clásico, un proceso por el cual las personas se embrutecen, lo que les hace perder la capacidad de tener un plan de vida que vaya más allá.
Trayendo la reflexión al presente, Deagosto apuntó a que el mundo en el que vivimos es “más proteccionista”, por lo cual es necesario volver a poner sobre la mesa la importancia que ha tenido el comercio como impulso de la productividad, partiendo ambos de la idea base de la división del trabajo. Agregó que en clave país y visualizando la importancia que para el presente tiene el desafío de aumentar la productividad, es específicamente necesario replantearse tales conceptos.


¿Contradicción entre la ética y economía de Smith?

Como corolario, luego de la exposición realizada sobre las dos obras, Bonilla destacó que la contradicción de la que se habla no es tal por el hecho de que ambas se ocupan de problemas distintos. El presidente del CED hizo énfasis en que ambos libros buscan la “bisagra que une a la sociedad”. Esto, por el lado de “La teoría de los sentimientos Morales”, se muestra en términos éticos, y por el lado de “La naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, se presenta en términos económicos. Desde ambas perspectivas, se plantea como punto común la “propensión natural” del ser humano, por un lado, hacia la empatía, y por el otro, hacia el comercio.