El martes 22 de noviembre, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) presentó un informe titulado «Revisión de recursos educativos», que alerta sobre las principales dificultades en esta materia. La OCDE reconoció algunas fortalezas del sistema uruguayo, y muchos desafíos: falta de transparencia en los criterios de distribución de los recursos, ambigüedad en las autoridades educativas, falta de equidad, índices de repetición y deserción altos y multiplicidad de programas, entre otras cosas.
Por Federica Chiarino | @FedeChiarino
Una de las principales preocupaciones que generó a la OCDE el sistema educativo uruguayo es su estructura de gobierno fragmentada y distribución ambigua de responsabilidades. El informe señala que las líneas de responsabilidad no están claras, que hay falta de liderazgo respecto a la política educativa en su conjunto y competencia entre órganos por recursos. En diálogo con CRÓNICAS, Paulo Santiago, director de habilidades educativas de la OCDE y uno de los autores del informe, dijo que en el sistema educativo uruguayo, «la gobernanza tiene una estructura en que la implementación de reformas es muy difícil».
Según Santiago, los resultados de las investigaciones sobre educación no están integrados de forma sistemática en los procesos de elaboración de políticas y existe poca rendición de cuentas a nivel del sistema, con respecto a los resultados educativos. Además, en varias áreas, la demanda no está cubierta. Por ejemplo, la matriculación en la primera infancia, según la OCDE, es baja y la oferta de educación especial no es adecuada. No se cubre la demanda de clases a tiempo completo y existe una serie de limitaciones que restringen la cobertura de la educación media.
Las recomendaciones de la OCDE consisten en concentrar la responsabilidad principal y la rendición de cuentas en un solo órgano que dirija el desarrollo de la política educativa, por ejemplo, el Consejo Directivo Central (Codicen). Los consejos desconcentrados, como el de educación secundaria y el de educación técnico-profesional, podrían suspenderse e integrar sus unidades en las equivalentes del Codicen.
Además, la organización propone revisar la pertinencia de la administración conjunta institucionalizada con los docentes y reforzar el rol de coordinación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Según Santiago, este Ministerio tiene «un rol bastante menor en términos del desarrollo de las políticas educativas». «El Ministerio sería como un broker de la información para discusión pública, que hace falta en Uruguay», añadió.
Entre las principales ineficiencias del sistema educativo uruguayo que se deberían abordar, se hizo énfasis en la eliminación del uso de la repetición, pero de forma progresiva. Santiago señaló que la repetición de un alumno puede tener una intención positiva, en cuanto que se le da otra oportunidad para llegar al nivel deseado, pero, a largo plazo, «tiene un efecto desestimulante para el alumno, a tal punto que puede ser una de las causas de deserción, por ejemplo», dijo.
Desde el punto de vista del docente, Santiago entiende importante que éste se ponga a sí mismo en una posición donde no tenga la «alternativa sencilla» de hacer repetir a un alumno, sino que vuelque todo su esfuerzo para asegurar que el estudiante alcance ese nivel deseado de aprendizaje. En este sentido, la OCDE recomienda a Uruguay desarrollar ciertos «perfiles de egreso» para determinar qué se espera que un alumno sepa en las diferentes etapas del proceso escolar y liceal.
Reparto de los recursos financieros
El financiamiento público de la educación en Uruguay aumentó significativamente durante los últimos años (tasa anual promedio del 10% entre 2004 y 2013). La OCDE reconoce estos esfuerzos del gobierno, pero no los cree suficientes. Además, la falta de recursos necesarios podría estar obstaculizando los logros de los estudiantes.
El informe publicado menciona que los mecanismos para financiar a cada centro educativo carecen de transparencia y no responden de manera adecuada a sus necesidades. Causa de la opacidad en el financiamiento de los centros podría ser también la multiplicidad de programas educativos. «Es impresionante la cantidad de programas específicos de todo tipo que existen. Creo que son más de 100», señaló Santiago.
Según el directivo de la OCDE, estos programas se crean con una buena intención: la de fomentar la equidad y brindar recursos adicionales a las escuelas más desfavorecidas. Sin embargo, hoy existe una cantidad tal que hace difícil las reformas educativas en esta materia.
El rol docente
Con el salario de los docentes ocurre lo mismo que con el presupuesto destinado a la educación: ha habido grandes esfuerzos por parte del gobierno por aumentarlos, se han aumentado, pero no es suficiente.
Otro problema en este sentido es que no existe una idea compartida de qué es una docencia de buena calidad. A su vez, las tasas de culminación de la formación docente en Uruguay son bajas. Según Santiago, entre el 30% y 40% de los profesores de secundaria no tienen titulación. Además, existen fuertes indicios de una distribución desigual de docentes entre los centros educativos.
La concepción de la labor docente en Uruguay es limitada. La compensación básica se asocia fundamentalmente con la carga de horas de docencia directa, lo que representa una fuente de preocupación para la OCDE. Los bajos salarios, sumados a las pocas garantías de tener una carga de horas docentes completa, contribuyen a que la docencia se torne un empleo de tiempo parcial (muchas horas docentes, otro empleo), lo que afecta la dinámica de los centros educativos.
Finalmente, la organización recomienda desarrollar un marco de competencias para la profesión docente, reconceptualizar la labor docente para que refleje todas las actividades que realizan y crear una estructura de la carrera laboral docente que esté relacionada con un proceso de certificación.