Montero: “Vamos a tratar de que la gente tome más conciencia y a seguir pidiéndole que cuide el agua”

Raúl Montero, presidente de OSE

El 22 de marzo se celebró el Día Mundial del Agua. Este esencial recurso se ha visto particularmente escaso en la presente temporada estival, situación que ha repercutido en medidas de todo tipo en los distintos niveles. Paralelamente a lo vivido por el sector agropecuario, motor económico del país, OSE ha debido trabajar intensamente en procura de seguir brindando un servicio “normal” de agua potable. Su presidente, Raúl Montero, dialogó con CRÓNICAS y puntualizó en la necesidad de cambios dado el desenlace de la emergencia, y señaló que no ve lógico “que salgamos de esta crisis igual que como entramos”.

Por Matías Kapek | @matias_kb

En todo sentido, ¿cómo evalúa la situación actual del agua en Uruguay?

-El agua tiene muchísimos aspectos. Uno puede analizar el agua desde un punto de vista recreativo, desde un punto de vista productivo o desde un punto de vista más propio de la OSE, donde debemos tener en cuenta contar con la cantidad y calidad necesaria de agua para convertirla en potable. La crisis tan dura que estamos teniendo nos muestra que debemos tener mayor inversión a los efectos de fortalecer o robustecer los distintos sistemas, ya sea para potabilización como para riego, si se tiene en cuenta la producción. Uruguay siempre ha confiado, si se hace un balance, en el superávit de sus cuencas. Pero se dan cada tanto estos fenómenos tan intensos en los que la escasez nos marca la necesidad de trabajar en todos los niveles.

Teniendo en cuenta las dificultades que se enfrentan actualmente con la escasez de este recurso, ¿qué elementos considera claves para una gestión adecuada? ¿Cree que se debe trabajar en una política de Estado en este sentido?

-La sequía nos ha mostrado que hay sistemas que tienen debilidades, es un tema que no es ajeno a lugares del mundo con más poder económico. Hemos vivido tres años en los cuales ha llovido lo que corresponde a dos, sin embargo, hasta ahora OSE no ha dejado de tener un suministro normal en ninguna localidad. En tal sentido, pienso que no deberíamos sentir un complejo de inferioridad, deberíamos estar orgullosos de la infraestructura que ha logrado el país en esta área durante más de 150 años. Indudablemente, la sequía hizo una radiografía que ha mostrado sistemas necesitados de complementos que los hagan más robustos.

¿A qué clase de sistemas se refiere?

-Podemos empezar a enumerarlos, en algún caso se necesita algún embalse de agua que sostenga el caudal del curso que funciona como fuente. En otros casos, parece más lógico el poder tener alguna recarga de los embalses ya existentes, de forma tal que se ingrese a la temporada de verano con los reservorios de agua llenos. Hay otras situaciones, como la de Montevideo, donde estamos planteando algo un poco más completo, me refiero a la posibilidad de tener una fuente alternativa. No me parece lógico que salgamos de esta crisis igual que como entramos, tanto como personas, que como institución. Es un poco prematuro, pero ya tenemos algunas ideas al respecto de qué cosas deberíamos empezar a mejorar. Es bueno tener claro qué se quiere, para después ver cómo se utilizan los fondos.

Como consecuencia de la sequía, es preocupante la situación puntual que viven algunas ciudades de nuestro país en relación con el agua potable. ¿Cómo se analiza esto desde OSE?

-Hay dos parámetros para medir la preocupación, uno tiene en cuenta los días de relativa normalidad con las reservas disponibles y el otro se relaciona con el impacto que puede provocar la falta de ese suministro normal. En el caso de Minas, por ejemplo, si no lloviera nada, podemos decir que tenemos agua en forma normal hasta por lo menos mitad de abril. Se trata de una ciudad que se abastece en el 40% del Santa Lucía, confiamos en que el mismo es un río grande y que ha llovido algo en su cuenca. Pero, en cambio, el otro 60% depende del arroyo San Francisco, el cual tiene el mismo nivel que a principios de marzo, en su caso corrimos esa normalidad 15 días. Estamos tratando de estirar esa normalidad, que ese 60% dure lo más posible. Salir de la normalidad sería que lo tengamos que cubrir con camiones cisternas desde ciudades cercanas, una logística totalmente por fuera de lo habitual, un costo por fuera de lo habitual. Teniendo en cuenta los problemas por plazos de normalidad de reserva, tal vez Minas y en cierta forma San José, estarían en las situaciones más preocupantes. En San José también tenemos cosas para hacer, tenemos lagunas para bombear, podemos entrar a conseguir algún otro recurso, vamos a seguir estirando la situación actual.

La otra forma de medir los niveles de preocupación es por el impacto que puede provocar la falta de suministro. ¿Hay alguna ciudad en la que preocupe particularmente esa posibilidad? ¿Hay casos en los que no se pueda apelar ni siquiera a las mencionadas alternativas de suministros?

-Si medimos el problema por el impacto y por lo que nos provocaría no tener agua disponible para potabilizar, lo que sucede en Montevideo es muy preocupante. En ese caso no podemos decir que vamos a conseguir alguna laguna y vamos a durar siete días más. Cualquier laguna normal da solo para algunas horas de suministro en Montevideo. La única alternativa que nos queda es hacer durar lo que ya tenemos, lo cual nos da para unos 40 días. Además, si Montevideo se queda sin agua corriente, también se queda sin saneamiento. La forma que tenemos de alejar nuestras aguas servidas es mediante el agua de la pileta de la cocina, cada vez que descargamos la cisterna o cada vez que nos lavamos las manos. Estamos viendo con mucha preocupación este tema, no quiere decir que valoremos más la falta de agua de Montevideo, que la falta de cualquier otra ciudad o localidad del interior. La diferencia es que en el interior nos tenemos fe para sustituir esa forma normal de suministro, algo posible por las dimensiones de las poblaciones.

Dado que en Montevideo es inviable la posibilidad de sustituir los suministros de agua, sería lógico apelar a la colaboración de la población. ¿Se piensa seguir trabajando en ese sentido? 

-Hemos hablado con la gente, pero probablemente salgamos con una campaña más directa, vamos a tratar de que la gente tome más conciencia. El 10 de febrero arrancamos con un consumo aproximado de 700 mil metros cúbicos por día, pero últimamente hemos tenido un consumo de entre 615 y 620 mil metros cúbicos, lo que es bastante menos. Tenemos a favor que la temperatura está cambiando y ha llovido algo, eso siempre baja la tentación al riego que todos tenemos, por más que esté prohibido con agua potable. Vamos a seguir pidiéndole a la gente que cuide el agua, hay costumbres que nos hacen gastar más agua; tener la canilla abierta todo el tiempo mientras nos lavamos los dientes o lavamos la vajilla, usar el water como papelera cuando tiramos un papel y descargamos la cisterna. También vamos a tratar de mejorar nosotros, es evidente que tenemos que tratar de minimizar la cantidad de pérdidas. Es una situación difícil, tenemos tuberías que tienen decenas de años, es complejo tener dominadas las pérdidas. Hay ocasiones en las que es por un tema de gestión, pero en otras es por la infraestructura, la cual nos presenta un déficit que no es fácil de solucionar en forma rápida.


El objetivo de cerrar el ciclo

En materia de saneamiento, ¿cuál es la cobertura actual y qué expectativas se tienen para el final de la gestión?

-El saneamiento es el cierre del ciclo urbano del agua. OSE se ocupa del saneamiento en el interior del país, en Montevideo es responsabilidad de la Intendencia. En el caso del interior, participamos de todo el ciclo a través de la infraestructura de agua potable, la misma es extraída de los ríos y de los arroyos, y así se eleva hacia los depósitos y hacia las redes de las ciudades y pueblos. Esa agua pasa a través de las viviendas y vuelve a su origen a través de las instalaciones de saneamiento, en los casos que ella existe. El 50% de la población urbana del interior de nuestro país cuenta con ese servicio de alcantarillado sanitario, ha sido uno de los desafíos de esta administración hacer crecer ese número. Estamos en estos momentos elaborando el pliego para salir a licitar un proyecto que se originó en una iniciativa privada. Este ronda unos US$ 280 millones y tiene el objetivo de hacer crecer en forma importante ese porcentaje de cobertura. El hecho de tener un agua potable de calidad debe ser complementado con una red de alcantarillado que dé lugar a un buen tratamiento final, cosa de volcar al ambiente un líquido que sea amigable. En cierta forma, eso también contribuye a la salud de toda nuestra población.