Productores lecheros adoptan tambo robotizado y el INIA muestra sus beneficios

Costos > cada robot cuesta entre US$ 100.000 y US$ 130.000

No todas son malas noticias en el sector lácteo uruguayo. Una recorrida realizada por CRÓNICAS en el tambo robotizado de INIA La Estanzuela, ubicado en el departamento de Colonia, en la estación experimental Dr. Alberto Boerger, permitió conocer el robot que fue instalado hace dos años, y que sirvió de ejemplo para que dos productores uruguayos adoptaran esta tecnología en sus establecimientos. Dicha automatización permite que aquellas tareas del tambo que suelen ser tediosas, se vuelvan más fáciles y dinámicas.

En diciembre de 2017, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) instaló el primer tambo robotizado del país, una experiencia a la que se sumaron dos productores más este año y que se podría multiplicar en el futuro. Mediante este método esperan poder hacer menos sacrificada la labor en el tambo para las nuevas generaciones y, de esta forma, lograr que sigan en el rubro.

En el kilómetro 11 de la ruta 50, en el departamento de Colonia, se ubica la estación experimental Dr. Alberto Boerger de INIA La Estanzuela, uno de los cinco centros regionales del instituto, donde se produce y difunde tecnología para sistemas de producción de leche, cultivos de cereales y oleaginosos. Allí es adonde llegan, año a año, productores lecheros para conocer el robot que en un futuro puede cambiar la actividad productiva.

El director de la Unidad de Lechería del INIA, Santiago Fariña, afirmó que la iniciativa de un tambo robotizado en Uruguay nació de la necesidad de hacer que la tarea no sea tan sacrificada para los trabajadores.

Las vacas se ordeñan de dos a tres veces al día, aunque generalmente suelen ser dos, porque los costos que significa ordeñar una tercera vez supera las ganancias que se obtienen por esa ordeñada extra.

A diferencia de otras actividades, la ordeñada se tiene que hacer en un horario determinado, todos los días del año, independientemente de las inclemencias del tiempo, por ejemplo.

Las tres principales diferencias que tiene el sistema robotizado con un tambo convencional son la posibilidad de ordeñar las 24 horas del día, que se realiza sin un operario y que las vacas entran al robot de forma voluntaria.

Para que las vacas se trasladen solas desde el campo al tambo, el sistema utilizado es fraccionarles la comida. ¿Cómo se hace? El campo se divide en tres parcelas de alimentación, en cada una de las cuales hay una porción de la dieta. Cuando al animal no le parece tan atractivo lo que tiene para comer allí, va en busca de otro alimento y se traslada de parcela. De esta manera, se va encaminado hacia el tambo.

“Las dueñas del tambo son las vacas, ellas deciden cuándo venir”, afirmó el  técnico agropecuario, Marcelo Plá a CRÓNICAS.

Los animales llevan un collar de identificación individual que es leído por las porteras inteligentes, que registran la hora en la que cada vaca pasó por última vez. En base a eso, estiman si el animal puede entrar o no a ordeñarse.

Luego que la portera se abre, los animales se encaminan a un corral de espera, allí según explicó Plá, las vacas se organizan por “jerarquía y dominancia”.

Cuando la vaca ingresa al robot está allí unos siete minutos, tiempo en el que se realiza la limpieza y el ordeñe. El punto clave del robot es que evita errores humanos, lo que puede significar que se termine descartando la leche. Por tanto, la automatización se convierte en una garantía de calidad. Mediante diversos sensores, la herramienta tecnológica sabe si hay problema en las ubres o en la leche.

Todo el proceso, desde que pasan las vacas hasta llegar al tambo y ser ordeñadas, requirió de un tiempo de entrenamiento que llevaron adelante los técnicos del Instituto.

 Adoptar nuevas tecnologías

Según informó Fariñas, cada robot cuesta entre US$ 100.000 y US$ 130.000 dólares, dependiendo de la empresa y la marca. Si bien la inversión puede parecer elevada, y tiene un costo mayor que abrir un tambo convencional, con el correr de los años esta brecha se va reduciendo.

El principal desafío que tendrán los productores lecheros es cambiar la manera en la que hoy producen, para adoptar nuevas tecnologías. En muchas empresas familiares también hace falta un cambio de mentalidad en cuanto a cómo se realiza la actividad productiva, reconocen los impulsores de esta herramienta.

En el mundo hay alrededor de 40.000 tambos robotizados. Si bien en Uruguay solo hay tres de este tipo -el del INIA, uno en San José y otro en Rocha- se espera que las próximas generaciones adopten esta nueva tecnología en los años siguientes.