Un nuevo equipo, para un nuevo gobierno

Por Mariano Tucci (*) | @MarianoTucci609

El proceso electoral es demasiado largo. Sostengo desde hace muchos años que debería acortarse, eliminando algunas de sus instancias –las elecciones internas, por ejemplo- y separando otras en el tiempo –la elección municipal de la departamental para jerarquizar al tercer nivel de gobierno-, pero sabemos que para el sistema todo, esta posibilidad parece esquiva porque las prioridades del país pasan por otro lado y no por estos temas que sólo representan una anécdota que se repite cada cinco años.

Lo cierto es que se acerca el final de este largo periplo y una vez más los ciudadanos deberemos elegir intendentes y juntas departamentales en los diecinueve departamentos del país.

Convergencia Popular – Lista 46, sector que integra el Espacio 609, tendrá su bautismo electoral en mayo en Montevideo y en Canelones. Cuando se es aliado se debe acumular en el plano político e ideológico porque estos elementos sostienen y dan cuerpo al conjunto de coincidencias que nos unen. Pero cuando se puede colaborar además en el plano electoral con el socio mayor, es un deber… yo diría moral, para quienes hemos recibido un acompañamiento vigoroso y fraterno en el transcurso de provisión y crecimiento de nuestra organización política.

Hay un denominador común en estos departamentos de la zona metropolitana: se impone la necesidad de continuar con gobiernos del mismo signo político que trabajen coordinados, permeando con sus acciones las dificultades de la cotidianidad de los vecinos para morigerarlas y resolverlas en la medida de sus posibilidades.

Pero esa continuidad del Frente Amplio (FA) que reivindicamos con absoluta convicción no puede ni debe ser estática.

Los compañeros Álvaro Villar y Yamandú Orsi saben que se espera de ellos y de nosotros algunos planes y políticas diferentes que resuelvan o reduzcan al mínimo, problemas de larga data que por diferentes circunstancias no han sido remediados hasta el momento.

Concretamente, en Montevideo el FA ha renovado su compromiso político en el que se refleja con claridad un modelo de desarrollo territorial y societal inclusivo.

El departamento se proyecta hacia los próximos años como parte de un todo, como un espacio integrado a la región y al mundo; como una capital que asume con responsabilidad su rol de liderazgo nacional; como una sociedad abierta, integrada y capaz de integrar.

Se planta en el país como una ciudad que promueve y genera espacios de convivencia ciudadana; en definitiva se presenta como un rincón del Uruguay que ofrece oportunidades a sus habitantes sin perder su “uruguayés”, pero asociada necesariamente al vértigo de los cambios.

Y para ello, la gestión de lo público debe estar atada al conocimiento, a la cultura, a la sensibilidad -¡si sabrá Álvaro Villar de estas cosas!-, a la transparencia y a la innovación, pilares de un modelo de gestión que se ha apoyado en lo técnico desechando la idea de que la conducción de las instituciones del Estado es igual o parecida a la administración de una empresa privada.

Ni la administración central es una empresa, ni la Intendencia es una empresa. La gestión no está por encima de la política, es la política la que debe gestionar. Porque lo público requiere de decisiones políticas con mirada estratégica de largo plazo, con solvencia en la gestión por supuesto, pero con un componente solidario que coloque los énfasis de esas decisiones donde corresponde y no en otro lugar.

Y en este marco, el desafío desde la gestión de la Intendencia de Montevideo sigue siendo el mismo: gobernar para todos sin exclusiones, pero tener en el centro de nuestras políticas a los más débiles, a los menos favorecidos. A quienes en definitiva, desde el punto de partida, no han tenido y no tienen hoy las mismas oportunidades, la misma contención y protección que otros ciudadanos del departamento.

El gobierno departamental y los municipios donde gobierna el FA han trabajado intensamente en la recuperación, en la ampliación y en la generación de áreas públicas, que son elementos sustantivos de la convivencia social.

Se han acondicionado decenas de espacios que ofrecen hoy las condiciones adecuadas para la integración social y el intercambio democrático. Se han puesto en marcha estrategias que han incidido sobre estos espacios y su accesibilidad. Y ello naturalmente ha implicado intervenciones e inversiones muy importantes en alumbrado público, arbolado, mobiliario urbano, veredas, cartelería, espacios verdes, entre otros.

Por otra parte, hemos emprendido el camino del desarrollo con equidad. Y la equidad que es un objetivo concreto que no se compra en la farmacia ni nace por generación espontánea; emerge de la voluntad política de quienes tomamos las decisiones.

Es así que Montevideo avanza hacia el desarrollo sin exclusiones, apostando a la promoción de la inversión productiva con instalaciones y equipamientos de alcance nacional y regional, así como la instalación de áreas especializadas y terminales logísticas.

Allí está la UAM (Unidad Agroalimentaria Metropolitana), proyecto frenteamplista de larga data, que ha cristalizado en una plataforma que fomentará las oportunidades de inversión y de crecimiento, que incorporará actividades complementarias que contribuirán sinérgicamente a desarrollar un sistema de abastecimiento y distribución más eficiente y transparente.

Allí está también el Parque Tecnológico del Cerro, enclave estratégico para la instalación de actividades logísticas e industriales intensivas con buenas conectividades, infraestructuras y servicios.

Hemos logrado una ciudad comprometida con la sustentabilidad porque Montevideo planifica metódicamente su desarrollo en forma sostenida y duradera.

Es así que vamos hacia la cobertura universal de servicios básicos: en poco tiempo seguramente tendremos el 100% de Montevideo con servicios de saneamiento y drenaje pluvial.

Esa sustentabilidad habla además de la recuperación de los entornos naturales, de la calidad de las playas y de los cursos de agua, etcétera. Habla de la promoción de edificaciones y entornos urbanos sustentables. Habla de la diversificación de la oferta de vivienda para la integración y la mixtura social. Habla de los esfuerzos de una política ambiental que tiene dificultades serias todavía, pero que avanza con planes de acción concretos que tendremos que resolver sí o sí en la próxima administración.

Montevideo debe seguir apostando al desarrollo de sus potencialidades democráticas asociadas al tercer nivel de gobierno.

Hemos defendido la importancia de la municipalización del territorio porque estamos convencidos de la descentralización política y la desconcentración administrativa de los gobiernos, y porque además es una bandera del FA. Es el FA el que impulsa la ley de descentralización y participación ciudadana.

Por eso, una vez sí y otra también, hemos reivindicado la necesidad de fortalecer y dotar de mayor autonomía a los gobiernos de cercanía para mejorar su capacidad de gestión efectiva.

Defendemos la transferencia progresiva de competencias a los municipios siempre y cuando la acción sea acompañada por un correlato en presupuesto y en funcionarios, elementos imprescindibles para que puedan desarrollar las tareas con eficacia y que por tanto los servicios que se ofrecen sean de calidad. En este punto hay que poner mayor énfasis.

En síntesis; para que estas políticas continúen fructificando y para que las que no han dado resultado aún corrijan su rumbo y resuelvan los problemas pendientes, necesitamos mantener la centralidad de las transformaciones emprendidas, y renovar algunas de las prácticas desde la gestión.

Solo el FA puede hacerlo porque en su diversidad existe la unidad política y programática imprescindible para encontrar caminos de salida a los problemas de los montevideanos.

La Lista 46 es una nueva opción. Un nuevo equipo, para un nuevo gobierno del FA.

(*) Diputado electo del Frente Amplio.