Uruguay “puede arreglar el tema fiscal curándose en salud”, debido a sus fortalezas

Entrevista > Juan Manuel Manias, BBVA Research

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La institucionalidad construida por Uruguay es el “principal activo” del país y constituye su mayor fortaleza para afrontar la coyuntura económica global incierta, según valoró el economista del BBVA Research, Juan Manuel Manias. En entrevista con CRÓNICAS, sostuvo que la gran debilidad -reconocida por los principales actores políticos- se ubica en el frente fiscal, aunque subrayó que Uruguay no requiere un ajuste abrupto, sino buscar una trayectoria de mejora hacia el mediano plazo.

Por Ricardo Delgado | @ricardo_dl

-Estamos frente a un momento de gran incertidumbre ¿Cómo ven el escenario económico global?

-Lo resume la palabra incertidumbre. Creo que pasa por ahí. La incertidumbre en países desarrollados o en cuestiones que le incumben a ellos: Problemas comerciales entre China y Estados Unidos, pero también con la Eurozona. El Brexit. Nosotros hemos corregido 2019 a la baja por la incertidumbre global. Muchas de esas correcciones son idiosincráticas, pero otras tienen que ver con el sector externo de los países afectados por el menor crecimiento global

 -¿Podría darse un nuevo escenario de recesión?

-No es nuestro escenario base. Nosotros esperamos que la economía global vuelva a crecer este año y el que viene.

-En el plano regional, Brasil tiene un nuevo gobierno que también despierta grandes interrogantes. ¿Qué se puede esperar?

-Brasil está en una situación particular. Pasó una campaña electoral, tiene nuevo presidente, hay un voto de confianza de consumidores, empresarios e inversores con Brasil. Hay una luna de miel en todo nuevo gobierno. Hay que esperar a ver qué hace el nuevo gobierno, cómo lo hace y en que profundidad. En Brasil quizás la tarea más perentoria y más grande es el tema fiscal. Creemos que es el desafío. Tiene tres posibilidades: no hacer nada, hacer un poco y hacer mucho que sería lo que corresponde. Entendemos que va a hacer una reforma no de la profundidad necesaria, pero algo sobre eso va a trabajar sin lugar a dudas.

-Macri en Argentina optó por un camino gradualista, pero luego los mercados le perdieron la confianza al entender que no estaba tomando las medidas suficientes y derivó en graves problemas para ese país. ¿Podría pasar lo mismo en Brasil si no se toman las medidas que espera el mercado?

-No. Creo que no. La situación de Brasil es distinta sobre todo por la situación externa. La vulnerabilidad de Argentina y Brasil son diferentes. No creo que sea el problema.

-¿Por dónde deben ir los cambios en Brasil?

-Tienen que ir por el lado fiscal. Por la seguridad social y mercado de trabajo básicamente.

-¿Pasó lo peor en Argentina?

-Entendemos que sí. El tema es que a veces los efectos de lo peor demoran. Lo peor de la devaluación ya pasó y no hay stock de pesos para volver a una devaluación similar. Eso ya no está más. Tiene un esquema monetario de una dureza brutal, un déficit fiscal con una meta de equilibrio. Entonces, se puede decir que todo el combo está empezando a dar muestras de resultados. La inflación comenzaría a descender más sobre el segundo semestre. Todavía se están viendo datos de inflación alta. Y en actividad hay algunos sectores que han empezado o a desacelerar completamente la caída o a revertirla. Muy levemente. No estamos hablando de una reversión en una V agresiva.

-¿Qué proyección están manejando?

-Estimamos que el PIB de Argentina este año va a volver a caer, un 1%. Para 2020 una recuperación de  2,5%. Pero es interesante ver cómo se va a dar la dinámica de la actividad durante el año. Claramente el PIB es un promedio de actividades y en el tiempo. Cuando uno desagrega lo que nosotros estimamos es un sendero de recuperación trimestre contra trimestre, donde en el primer trimestre hay una variación positiva muy, muy tenue. Todo ese sendero va a ser muy suave por eso en el final va a tener una caída de 1% en el año, porque tenés un arrastre negativo de 2018 muy fuerte.

-¿Cómo incide la incertidumbre política para evaluar el futuro?

-Hay que empezar por ahí para hacer un escenario económico. La duda es si habrá una continuidad en estas políticas o habrá un giro en lo que se está haciendo. Nuestro escenario base, que es el que planteaba, da por sentado que se va mantener este tipo de política que lleva el gobierno.

 -Pero si las políticas no continúan…

-Si cambian, sería un escenario muy dicotómico. Tampoco hay anuncios de planes concretos por parte del resto de los partidos. Por eso tampoco se puede definir mucho un escenario porque no sabemos si el próximo gobierno mantendría el esquema cambiario que se mantiene en este momento.

-¿Fue acertado el camino elegido por el gobierno de Macri?

-Sí. Creo que no quedaba otra.

 -¿El costo social no fue demasiado grande?

-El costo social y político a asumir en un año de elecciones. Pero bueno, es el camino que se eligió y un poco el camino que impuso la realidad.

-¿Qué puede esperarse del dólar?

-Nosotros estimamos que hay margen para que las monedas de la región se aprecien, al menos en términos reales. Incluso para Uruguay estimamos que para 2019 y  2020 que el peso va a mantener su valor real, la devaluación va a ser prácticamente igual que la inflación. En Argentina también, solo que con otra nominalidad. En Uruguay estamos esperando una inflación de 7,7% este año y 6,6% el que viene y una devaluación similar; y en Argentina estamos esperando una inflación que va a ir desde un 30% a 33% para este año y una devaluación de 29% 30%.

-¿Cómo ve la situación económica de Uruguay?

-Estamos en un año de elecciones, eso marca qué va a pasar, qué escenario tomamos, quién va a ganar. En Argentina eso es dicotómico, según quien gane. En Uruguay, según las charlas que hemos tenido, una de las cosas que es constante en cada una, es que más allá de quien gane no va a haber un gran cambio de política. Lo que va a cambiar es la forma en que se hace y la intensidad, pero creo -y lo hemos hablado con diferentes sectores productivos y políticos- que todos son conscientes de los problemas que enfrenta la economía, lo cual nos facilita mucho el trabajo, porque el escenario es bastante definido.

-No esperan grandes cambios más allá de quien gane…

-Exacto. Sumando a ese gran activo que es la institucionalidad de Uruguay. Eso sí es marca Uruguay. Es el activo más grande que ha construido Uruguay: su institucionalidad.

-¿Es su mayor fortaleza?

-Sin lugar a dudas. Es la piedra donde se edifican después un montón de cosas: llámese investment grade, llámese captador de grandes inversiones internacionales, es el activo de contar con esa institucionalidad y que la mayoría de los inversores digan ‘más allá de quien gane y la propaganda política, saben de sus problemas y los van a afrontar de manera racional’.

-¿Qué crecimiento esperan?

-Uruguay va a crecer un 1,3% este año, el año que viene va a ser prácticamente 2% (1,9%). Acá también recortamos nuestra previsión de crecimiento, estábamos en 2,2%, por menores exportaciones, como consecuencia de las restricciones del comercio mundial.  El menor crecimiento de 2018 es por menor consumo, por una caída del poder adquisitivo, y un efecto negativo de la soja. La sequía nos pegó y eso se ve reflejado. Para este 2019 está el efecto de turismo, menos argentinos y con menos plata, que se va a ver claramente.

 -¿Dónde están las principales debilidades?

-Si uno empieza a levantar las opiniones de los distintos candidatos y la gente, se cae en un lugar común que es el tema fiscal. El gobierno no logró llevar ese sendero de descenso del déficit fiscal. Es una debilidad que todos los candidatos y espacios políticos con capacidad de ganar son conscientes que hay que ir por ahí.

-¿Cómo debería ser el ajuste?

-Cada uno tendrá que saber por dónde lo va a atacar. Si uno pregunta parece que por el lado de los ingresos es un poco difícil porque la carga tributaria es bastante alta, así que quizá  venga por el lado de los gastos. Creo que Uruguay contando con estas fortalezas que tiene, puede arreglar el tema fiscal “curándose en salud”. Lo puede hacer antes de llegar a un problema más grave, abordando una solución mediante flujos, pensando en una solución de acá a años hacia adelante. La situación no es para poner en medidas concretas bajar los sueldos o las jubilaciones hoy, el problema es cómo vamos a generar flujos que en términos reales sean accesibles a futuro y creo que Uruguay lo puede hacer desde lo técnico y desde lo político. No quiere decir que haya que recortar jubilaciones ni contribuyentes, hay que buscar soluciones que permitan que en el tiempo tengan un balance fiscal sustentable en la tendencia. Una trayectoria sustentable que no genere miedo.

-¿Que otros frentes se deben abordar a futuro?

-Hay otras debilidades que son un poco malentendidas, que refieren al mercado laboral. Hay esquemas que han quedado un poco viejos. Hoy la economía ha cambiado y cuando uno habla que la economía cambió siempre pensamos en un iphone o una tablet, pero cambió en todos los ámbitos. La persona que maneja un tractor tiene que saber manejar el GPS, leer el instrumental. Hay esquemas de trabajo, de la ley de trabajo que no son eficientes para nuevos tipos de producción y terminan encareciendo el trabajo. El otro problema que tiene Uruguay, pero que también tiene un indicio de solución, es el déficit de infraestructura. Eso es muy notorio, parecería que la obra del tren sería un principio para solucionar este déficit. Mejorar la infraestructura es mejorar la productividad y eso es bajar el costo uruguayo. No siempre hay que devaluar para ser más barato.

-Muchos aseguran que 2019 transcurrirá con el “piloto automático” en materia económica y no se adoptarán medidas para reducir el déficit fiscal. ¿Eso hace peligrar el grado inversor?

-No. Nuestra posición es que el grado inversor no está en peligro en el corto plazo. Este problema fiscal es un problema que sí atañe al grado inversor, y ese es el faro donde tiene que orientar todas las políticas de gobierno. Porque perder el grado de inversor significaría un costo altísimo, porque no podría salir a emitir en pesos a la tasa que lo hace. Nosotros recibimos consultas de inversores japoneses para comprar letras en pesos, cosa que antes era imposible. Hoy al Uruguay el inversor internacional lo ha diferenciado.

-Eso se notó cuando se agravó la crisis en Argentina…

-Claramente. Una devaluación del 100% como tuvo Argentina no hubiese sido tan tenue como fue acá. Uruguay se desacopló por las fortalezas que creó Uruguay.

 -¿Que puede esperarse para el futuro?

-Cuando definimos el escenario lo primero que uno mira es la política. En países latinoamericanos es muy importante pero en Uruguay cada vez es menos importante, afortunadamente. Además todo el espectro político coincide en lo que piensa que son los problemas con los inversores, con los analistas, coinciden con nosotros. Puede haber una desavenencia en la forma, por eso hay partidos políticos y enhorabuena que así sea. Lo que sí vamos a tener que esperar este año es volatilidad. En Argentina mucho más alta que en Uruguay, pero siempre en un año electoral aumentan las tensiones.